Como parte de su estadía reciente en Australia, nuestra asidua cronista de la sección “viajes”, nos vuelve a regalar una pintura escrita y gráfica de su experiencia y sus reacciones al recorrer por dentro este maravilloso cañón natural ubicado en el centro de ese inmenso país.
Volamos de Sydney a Alice Spring, donde tomamos un carro y nos alojamos en un hermoso hotel en medio de las rocas, retirado de la ciudad.

Exploramos el área y tuve mi primera impresión de los aborígenes. Puedo confesar que me impactaron su fisonomía, su olor y sus voces altas y gruesas. Me sonaron bravos y enojados con la vida pero, como en todo sin generalizar, más adelante les sentí su mirada tierna y algunos, muy artistas, ofrecían sus obras de arte para hacer notar su talento. También vi niños y adolescentes educándose y con ganas de progresar.
Manejamos por 4 horas y media a nuestro segundo destino, para encontrarnos con otra maravilla: Kings Canyon.

Desde la carretera pudimos observar la longitud de este cañón, pero ya estar allí y hacer una expedición de más de 4 horas sobre su suelo fue algo indescriptible. Comenzamos subiendo una montaña en zig-zag.

Nos dijeron que esto sería lo más difícil. De allí en adelante todo seria gozadera. Habian tantos desniveles que tocó caminar con los ojos clavados en el piso, despacio, respirando, levantando la cara para agradecer tanta belleza. Pensaba: “si estás arrepentido de haber comenzado esta caminata… solo te queda terminarla”. ¡No hay reversa!
La temperatura estaba alta, como me gusta, y yo disfrutando cada minuto, observando los variados tonos que se me ofrecían: el rojizo o naranja o rosado o amarillo o habano o blanco, y buscando la flecha que nos iba mostrando el camino. Subimos, bajamos , atravesamos espacios angostos entre rocas gigantes, vimos cañones grandes y otros más pequeños; de vez en cuando un turista nos pasaba y nosotros nos juntábamos para tomar agua y compartir el asombro.

Encontramos un pozo o riachuelo, le llaman el Jardín del Edén. ¿Bajar y volver a subir?: 30 minutos extras , pero así como lo dije un día: volvamos a la realidad, sin abuso, para continuar con la flecha principal. Algunos árboles ya secos adornaban el camino con sus ramas como fósiles en medio de la luz, haciendo sombras.

El calor va subiendo, miramos tiempo recorrido y nos damos ánimo. Ya casi llegamos, el viento que nos acompaña y empuja, ayuda a refrescarnos; también viene cargado de mosquitos….

Son parte nuestra, no hay queja, solo satisfacción.
Para mí esto fue otro gran regalo de Australia, tanto para mi cuerpo físico como para mi alma.
Se llamó el “desafío”.
Pilar Balcazar
Mayo, 2023
5 Comentarios
¡Qué originalidad la de grabar en medio de la narración para hacérnosla más vívida (si eso fuera posible)! Pero me acordé enseguida de aquel cuento de la cadera… y pensé que sería buenísima una de nuestras tertulias en que cada uno contáramos ¿Cuál es el mejor chiste que recuerdo? Pero, por hoy no quiero tirarme la belleza y admiración de tu artículo, Pilar. Y gratitud también.
Hermosísima descripción y muy bellas fotografías. Muchas gracias. Saludos
Pili: expectacular experiencia y muy buena información. Felicitaciones y gracias por compartirnos esta experiencia que realmente es muy especial.
Espectacular experiencia. Felicitaciones!!!
Qué vivan los caminantes!!!!!! Y que vivan quienes disfrutan caminar.