Les contaré dónde estoy. En Rosedale, al sur de Sydney, al norte de Melbourne, al oriente de Canberra, sobre el mar de Tasmania en un área privilegiada, bendecida, exclusiva para los amantes de la naturaleza, con montañas azules a lo lejos, con paisajes asombrosos, con arrecifes indescriptibles, con rocas y vegetación variada y con vistas al mar que te quitan el aliento.

Hoy caminamos una hora.
Había que ver el otro lado y fue un derroche de belleza. El piso empedrado con esta laja negruzca, café, amarillenta, rojiza, aveces blancuzca, que deleita tu caminar. Muchas de ellas con charcos de agua, pues ya la marea bajó y dejó su huella.


De repente se acaba la playa y comienza un canal de agua burbujeante con idas y venidas, que ha formado una cueva. No hay palabras; mis ojos de asombro total…quería grabarlo y disfrutarlo y quedarme allí, en la cueva de la Alegría. Eso fue lo que sentí ALEGRIA, ALEGRIA.


Respiré, toqué sus paredes, me abracé a ellas para sentir su energía, energía emanada a través de los años; esas paredes se van transformando, cambiando su figura, tienen memoria, producen eco, sonidos acumulados durante toda su existencia. Claro que tienen vida!!, me hablaron al oído y yo les susurré al suyo…

Agradecí esta oportunidad que la vida me ofrece. Agradecí este lugar, agradecí a la madre tierra, al universo, al creador.
Pasamos hacia el otro lado, donde nos esperaba otra hermosa playa con olas fuertes, ruidosas y con pocos turistas aprendiendo a torearlas.

Ya habían pasado casi 40 minutos. De regreso al inicio, con vientos más frescos, acalorado el cuerpo, ya es hora de meterse y disfrutar este mar de Tasmania. No para mi. Este cuerpito es caribeño y todavía no puede con la temperatura que para otros es perfecta. Seguiré apreciándolo desde afuera y disfrutando ver cómo otros lo gozan.

Seguiremos caminando y manteniendo el asombro pues recién estamos empezando.
Gracias Mar, Querido Mar.
Pilar Balcázar
Marzo, 2023