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Esta sección está abierta para compartir artículos, libros, reseñas, poesía, música, artes plásticas, artesanías, etc., todas expresiones creativas de diferentes personas, culturas, países y épocas.

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Desde el vientre materno ya te acercaste a mi vida. Estuve a punto de ser una “pérdida”, como les pasó a los dos hermanos anteriores que terminaron anticipadamente su gestación y murieron.

En esa época la placenta fue indispensable para sobrevivir. Una vez cumplida su misión la botaban. Hoy sería materia prima de cosméticos o de células madre.

La gangrena intestinal en marzo de 1973 también fue una oportunidad para manifestarte y terminar con mi existencia. 

En varias curvas de carreteras pudiste haber causado accidentes mortales. El que tuve en Santander de Quilichao una noche de julio de 1975 al chocar de frente contra un camión estacionado en la carretera sin señales, después de pasar un carro con las luces altas, pudo haber sido el fin. 

El bloqueo AV del corazón la noche del 2 de octubre de 2003, con los dos desmayos en el baño y que originó el que me instalaran el marcapasos, también fue una oportunidad que dejaste pasar. La infección en enero de 2016 del segundo marcapasos mal colocado y que tuvieron que quitar y arrancar los cables para evitar que llegara dicha infección al corazón, fue otro momento en el que te acercaste.

Y finalmente el reciente temblor de tierra del 17 de agosto de este año, fue una magnífica ocasión para pensar que puedes llegar en cualquier momento y por causas que nada tienen que ver con mi voluntad y mi acción.

Por eso hoy quiero poner en blanco y negro lo que pienso acerca de ti.

Puedes llegar en el momento menos esperado y por una causa nunca imaginada. 

Eres una desconexión definitiva de los axones y las dendritas de mis células nerviosas. Desconexión que sucede cada noche durante el sueño, pero que en estos casos es momentánea. 

Sucedes entonces en mi cuerpo. Este cuerpo que ya me ha acompañado 73 años. Pero no sucedes en mi conciencia. Esa que surgió del cuerpo pero que una vez operando va más allá del mismo.

En narrativas de tiempos pasados llamábamos alma a aquello nuestro que queda después de tu actuación. (Que en un quirófano alemán apareció, al revelar unas fotos de una cirugía en la que falleció el paciente).

Por eso estoy convencido que tu aparición es simplemente el paso a otro estado de existencia. De la vida espacio temporal corpórea a una vida espiritual más allá del tiempo y el espacio. 

Ya en el presente experimentamos elementos anticipatorios de esa vida más allá de ti. Estoy pensando en mis emociones, mis ideas, mi imaginación y mi conexión con las personas ausentes. Todo ello sucede por ahora en mi cerebro, pero sus efectos van más allá de las funciones neurológicas. 

Los servicios que haya podido prestar con mis manos, con las palabras de mi boca, con los gestos de mi generosidad y simpatía y aún con mi presencia silenciosa, producen efectos en los demás que trascienden la existencia de mi cuerpo. 

Pero todo esto sería una posible fantasía si no hubiera pasado por esta historia un ser humano que, con su vida y muerte ejemplares y su resurrección, nos ha confirmado que existe un Padre amoroso que nos ha creado para su alabanza y su servicio y nos espera en su “Casa” al final del camino. 

Tantos testigos han vivido de acuerdo con el evangelio de ese ser humano y hasta han llegado a morir por ser coherentes con esta creencia trascendente.

Vine a este planeta sólo con mi pequeño cuerpo indefenso y me iré de él dejando un paquete de cenizas con lo que fue mi cuerpo una vez cremado. Algo similar a lo que pasó con la placenta del comienzo. Todo lo que ahora tengo y uso se quedará aquí para beneficio de otros. No podré llevarme nada. 

Pero lo que haya podido hacer con lo que me han prestado para bien de los demás, eso sí queda en aquella dimensión trascendente y podré encontrármelo con sorpresa, en el más allá. 

Gracias muerte por mantenerme en esta conciencia humilde que significa saber que somos temporales y pasajeros, en este planeta que lamentablemente estamos administrando mal y que dejaremos no tan bueno a nuestros descendientes. Puedo morir hoy o vivir 120 años y luego ver qué hago.

Bienvenida, cuando sea el momento en que Dios lo quiera.

Juan Gregorio Vélez

Noviembre, 2023

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La conversación no fue edificante pero sí aleccionadora. En un ambiente de intenso olor a azufre, departían así los dialogantes.

IÓSIF STALIN.– [Con tono burlón] En 1940 ordené el asesinato de más de cuatro mil oficiales del ejército polaco en el bosque de Katyn e hice creer que era obra de los nazis. 

MIJAÍL GORBACHOV.- ¡Zorro que eres, tovarisch! Hubo que esperar hasta 1990 cuando, con mi política de glásnost[transparencia] reconocí que la soviética NKVD había ejecutado y encubierto aquella matanza e impulsé una investigación para esclarecer definitivamente el asunto. 

STALIN.- Pues tu  glásnost no duró gran cosa. Las investigaciones que iniciaste fueron frenadas en 2004 por mi buen Vladimir Putin.  ¿Qué opinas, Tricky Diky?

RICHARD NIXON.- No seré yo quien te lance la primera piedra. 

STALIN.- Ni más faltaría. Lo del bosque de Katyn fue un moco de pavo al lado de tu aprobación de la campaña encubierta de bombardeos masivos sobre Camboya y Laos durante la guerra de Vietnam. 

NIXON- Estamos de acuerdo en que las guerras no se ganan con glásnost. Miren no más los actuales conflictos bélicos entre Ucrania y Rusia o entre Israel y Hamás: cada bando informa lo que le conviene. Ni siquiera sabemos a ciencia cierta el número de soldados muertos o heridos pues se minimizan los propios y se maximizan los del adversario.

ESQUILO.- Ya lo dije hace dos mil quinientos años: La primera víctima de la guerra es la verdad.

GEORGES BUSH.- Si mi hijo Georges W. se hubiera puesto muy quisquilloso con eso de la transparencia, en el caso de las supuestas armas químicas de Sadam Hussein, no hubiera podido invadir a Irak.

NIXON.- En cuanto a la verdad como primera víctima de la guerra, las cosas no han cambiado desde tu época, Esquilo; antes por el contrario, se han sofisticado. ¿No vemos cómo hace muy pocos años en Colombia salieron con el macabro engaño de los “falsos positivos”?  

SUN TZU.- Amigo Esquilo, ni que nos hubiéramos puesto de acuerdo: más o menos por los años en que tu vivías en Grecia, expliqué en mi Arte de la guerra que ésta es el arte del engaño.

ESQUILO.- ¿En serio? 

SUN TZU.- Te cito un párrafo claro como el agua: “La guerra es el arte del engaño. Por lo tanto, si eres capaz, finge incapacidad. Si estás preparado, finge no estarlo. Si estás cerca, finge estar lejos. Si estás lejos, finge estar cerca. Tienta al enemigo con cebos, finge desorden y golpéalo. Si el enemigo es consistente, prepárate. Si es fuerte, evítalo. Si es iracundo, provócalo. Si es orgulloso, muestra humildad. Si está descansado, fatígalo. Si está unido, divídelo. Atácalo cuando no lo espere. Aparece de manera imprevista.”

ESQUILO.- Acabo de leer unos reportes de prensa según los cuales en estos momentos en la Tierra, Ucrania utiliza réplicas de madera del eficaz sistema de misiles estadounidense HIMARS como señuelo para atraer el fuego del ejército ruso, con lo cual logra que éste gaste municiones inútilmente y que, además, revele su propia posición. 

SUN TZU.- La argucia no es nueva. En mi Arte de la guerra recomendé a los comandantes que “pusieran señuelos y crearan confusión”, para hacer que el enemigo calculara mal la fuerza contraria. 

WINSTON CHURCHILL.- ¿Qué comandante no ha seguido tu recomendación? Durante la II Guerra Mundial, antes de que desembarcáramos en Normandía en 1944, ya habíamos probado en Inglaterra las réplicas de tanques inflables en Inglaterra. Y ni hablar de las falsas informaciones de inteligencia que sirvieron para despistar a los alemanes sobre el lugar donde se llevaría a cabo el desembarco.

DWIGHT EISENHOWER.- Tan grande fue la importancia de los engaños tácticos, que el Ejército estadounidense creó el 23° Cuartel General de Tropas Especiales, también conocido como el “ejército fantasma”. Se trataba de un regimiento con tanques, camiones y aviones inflables, que se complementaban con grabaciones de desplazamiento de vehículos, reproducidas con poderosos parlantes. Con ese “ejército fantasma” se llevaron a cabo, después del “Día D”, grandes operaciones de distracción en Bélgica, Francia, Alemania y Luxemburgo. Eran algo más de 1.000 hombres, pero le hacían creer a los alemanes que fuerzas de hasta 30.000 soldados adicionales estaban amenazando sus líneas, lo que los llevaba a redistribuir tropas a lugares favorables para los aliados.

LINGUACUTA- Dijo Clausewitz que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, pero si la guerra es el arte del engaño, también podría decirse que la política es la continuación de la guerra por otros medios.

CARDENAL MAZARINO.- ¡Qué lengua! Aunque no te falta razón. Los años que estuve como primer ministro del joven Luis XIV de Francia me enseñaron que para triunfar en política se necesita -como en la guerra- dominar el arte de simular y de disimular.  Disimular lo que se es y simular lo que no se es.  Todo ello está expuesto en el Bréviaire des politiciens, libro que se me atribuye y que, aunque no fuera de mi pluma, expone bien mis argucias.

JOHN ARBUTNOTH- En El arte de la mentira política, que publiqué en Amsterdam en 1773 en versión francesa, se pueden apreciar igualmente algunas estratagemas similares a las usadas en la guerra. Por ejemplo, además de las mentiras que se suministran pública y abiertamente, hay otras que deben esparcirse ocultamente y sin hacer ruido. Es muy útil también hacer “mentiras de prueba”:  son como la primera carga de ensayo que se pone en una pieza de artillería; se echan para sondear la credulidad de aquellos a quienes se destinan. 

LINGUACUTA.- Tan lejos como podamos recordar en la historia, el secreto, el engaño, la falsificación deliberada y la mentira pura y simple han sido utilizados como medios para alcanzar la realización de objetivos políticos y militares. 

MAZARINO.- ¡Miren quién viene! Nada menos que Joseph-Marie Amiot.

LINGUACUTA.- ¿Ese que trae sotana? ¿Quién es?

MAZARINO.- Uno de los últimos misioneros jesuitas en China, donde vivió 43 años hasta su muerte en 1793. Fue él quien tradujo al francés e introdujo en Europa, en 1772, el Arte de la guerra, del aquí presente Maestro Sun. 

LINGUACUTA.- ¿No te digo? Se topa uno con los jesuitas por todas partes.

Rodolfo Ramón de Roux

Noviembre 2023

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Estaba leyendo hace pocos días, un artículo sobre los peligros que enfrenta la sociedad de la Cuarta Revolución Industrial por el desbordamiento de las tecnologías, especialmente de aquellas referidas a la Inteligencia Artificial y a la Robótica. 

Los autores señalaban con preocupación, la necesidad de conducir y manejar dichos avances de forma tal que no afectaran las propiedades y características del ser humano, especialmente cuando la Inteligencia Artificial supliera y suprimiera la capacidad de la decisión individual y colectiva propia de la voluntad humana. Utilizaban un término inglés “harnessing of technologies”, que me pareció una apropiada metáfora para significar la necesidad de un manejo apropiado de las mismas.

Recordé entonces lo que mi abuelo me enseñó cuando para montar a caballo me pedía que ajustara “el arnés de las bestias”, es decir la silla de montar con su alfombra, los estribos, el lazo y sus correas de ajuste, la jáquima para conducir el caballo y el freno para detenerlo. Entendí que la metáfora hace alusión a que las tecnologías deben estar al servicio de quien las usa y maneja, y que el jinete que las monta a su vez debe ser el que las conduzca, oriente, las exija para lograr las metas al paso adecuado, y las frene cuando sea necesario. 

Bobadas mías quizás, pero muy ciertas para tratar de dilucidar el enorme problema de la relación entre el hombre, la sociedad y las tecnologías, asunto que ocupa un lugar preponderante en la construcción del paradigma de la nueva época histórica a la que he venido haciendo alusión. 

Asunto que en primera instancia ha sido concomitante a la presencia de la inteligencia, la voluntad y la habilidad humanas en el planeta tierra desde hace muchísimos siglos. Al desenterrar los restos de los homínidos que habitaron el planeta, los antropólogos siempre hacen alusión al descubrimiento de instrumentos que les permitieron manejar y modificar sus contextos naturales, es decir a las herramientas técnicas que les apoyaron para construir su propio hábitat y desarrollar sus culturas. 

Se puede afirmar que el desarrollo de la humanidad está signado y acompañado en forma sustancial por el desarrollo de la tecnología. Es preciso clarificar qué se entiende por lo tanto bajo el término de tecnología, que incluye entre muchos componentes: herramientas, equipos y aparatos, modos y procesos de uso, manuales de procedimientos y de utilización según diferentes alternativas, todos los cuales son, a su vez, producto de los avances científicos y de las leyes generales que conforman las diferentes disciplinas del conocimiento. 

Por parte de quienes las usan, desarrollan y utilizan se requiere por lo tanto: conocimientos científicos, desarrollo de pericias, actitudes y habilidades, sujeción a las reglas de uso y voluntad de utilización. Esta es la forma compleja como se entiende y se da sentido a la tecnología en su acepción de agente, ella misma, del desarrollo y potenciación de la humanidad y por lo tanto de la historia. Por lo cual, se puede afirmar también que, la agencia tecnológica opera como sujeto activo de la transformación del mundo y en consecuencia de la existencia del hombre en el planeta tierra, cambiante en razón de la misma tecnología.

Esta relación del “homo sapiens et laborans” con el planeta da los argumentos para entender la función de “sostenibilidad” que dado el cambio de la actual época histórica se le asigna a la tecnología. Se parte de la evidencia sobre los efectos extensos y perjudiciales que la industria tecnológica ha causado en el atmósfera, los mares, las costas y la corteza terrestre, tanto por la extracción de las materias primas, como primordialmente por su uso, rendimiento, distribución y utilización a través de los productos desarrollados para la humanidad, que en su gran impacto debido al crecimiento desbordado de la población mundial y a las fallas en el manejo de los subproductos, los deshechos y las basuras, están poniendo en peligro la continuidad de la existencia del hombre en el planeta tierra. 

Por eso, en este cambio de época que vivimos “sostenibilidad” debe entenderse no solo como restricción y equilibrio en el uso de los recursos escasos y disponibles en función de las generaciones futuras, sino la utilización de los mismos en forma circular, para que se puedan convertir, una vez utilizados, en nuevos recursos para el mantenimiento de la presencia del hombre en el planeta tierra. Menuda tarea la que le corresponde a la tecnología en la conservación del planeta tierra como casa común de la humanidad, tal como lo expresó el Papa Francisco, quien fue el primero en afirmar que no estamos en una época de cambio “sino en un cambio de época histórica”.

Pero si bien “la sostenibilidad” tiene que ver con el asunto planetario en su dimensión geográfica y ecológica –es decir en el ecosistema ambiental- no es menos necesario considerar que dicha meta es también necesaria para la humanidad en sí misma, como conjunto viviente de seres racionales, es decir para la sociedad, la economía y la cultura como “ecosistema social”. 

Se trata entonces de las modificaciones, reformas, invenciones e innovaciones que es preciso emprender para adecuar a la humanidad en su conjunto a las exigencias, posibilidades y potencialidades de los nuevos desarrollos –es decir los que ya se están dando en la cuarta revolución industria 4RI, y los que son previsibles para la 5RI–. Y entonces, el tema de la sostenibilidad tiene que referirse a asuntos tales como la familia, la democracia, la política, el deporte, la recreación, el transporte, la alimentación, la vivienda, la salud, el empleo, el trabajo, y los múltiples asuntos que conforman el ethos de las sociedades contemporáneas. Hablar de sostenibilidad implica por lo tanto aplicar la tecnología en su ámbito más complejo para enfrentar los retos que tiene la misma humanidad. 

En esta concepción, la sostenibilidad implica a su vez “sustento y soporte”. Sustento implica la necesidad de alimentarla, papel que juega de forma muy significativa la invención y la innovación como procesos y mecanismos desarrollados por la misma humanidad en su proceder hacia niveles permanentes de progreso. 

Soporte implica apoyo permanente, asunto en el cual, en esta nueva época, juegan un papel relevante las Nanotecnologías, la Biotecnología, las ciencias de la Información y las ciencias del Conocimiento, todas ellas producto evolutivo de las mismas tecnologías tradicionales del mundo industrializado. Es decir, la tecnología es un sistema que se reproduce a sí mismo, por eso es necesario calificarlo como autopoiético. Y este es el acento de la tecnología en la nueva época que estamos viviendo, lo cual al mismo tiempo, tiene sus ventajas y también sus peligros. 

En síntesis, en esta nueva era a la que nos enfrentamos como humanidad, la tecnología debe formar parte y estar al servicio del progreso mesurado, racional y equilibrado del “ecosistema global” en sus aspectos ambientales, sociales, económicos y culturales. 

Este es a su vez, el signo más amplio de lo que significa el cambio de época en el tiempo histórico actual de la humanidad y el mayor dilema y la mayor exigencia para la invención, la innovación, la imaginación y el comportamiento humanos, que debe contar con el apoyo de la misma tecnología como sistema autopoiético y por excelencia el producto más avanzado y al mismo tiempo el más amenazante de la propia existencia humana.

Hernando Bernal Alarcón

Noviembre, 2023

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La “santa obediencia” de los votos en la Compañía nos ocasionó, unas veces más, otras veces menos, sinsabores difíciles de olvidar. Quienes de alguna u otra manera ejercían poder sobre nuestras vidas y en especial, sobre nuestro futuro, no siempre tuvieron suficiente claridad de visión ni capacidad de discernir sobre las semillas que afloraban en cada uno de nosotros. Comienzo con la inolvidable sentencia del P. Rodríguez en su manual de vida perfecta: “en que se confirma lo dicho con algunos ejemplos”:

La visión borrosa

Con el “permiso presunto” de Alberto Betancur, lo convierto en víctima inocente de la visión borrosa y que a pesar de todo, abrió caminos andariegos e insospechados en la música, gracias a su empeño indeclinable. 

El talentoso creador del Piano a Primera Vista, como queda constancia en su propio testimonio compartido hace unos días en el blog, ingresó al mundo de la música “a primera vista”; esto es, viendo la explicación del H. Hernando Bernal quien, como buen imitador del Nazareno, también acudió al bíblico gesto de “escribir en la arena” el pentagrama seminal. 

El joven maestro Bernal ya curtido en la ejecución del armonio en Tobasía, le advirtió al “aprendiz de brujo” el inconveniente de no haber empezado esa tarea desde los cuatro años de edad, según los cánones vigentes; edad que era puerta de ingreso obligada al Paraíso del sutil entramado de pentagramas, armónicos y claves de sol o de fa “bien temperadas”. Tan borrosa parece haber sido la visión del también joven maestro como aquella primera partitura en la arena de la cancha de básquet en la Santa Rosa de memoria imperecedera.

¿Miopía?

De nuevo tuvo Alberto que “doblegar la cerviz” a pesar de haber cantado, interpretado y hecho carne propia, muchas veces, aquel verso del maestro Epifanio Mejía, autor de la letra del Himno Antioqueño: “llevo el hierro entre las manos porque en el cuello me pesa”. ¿Quién lo duda? Tenemos múltiples testimonios de sus luchas por hacerse a un lugar de privilegio en la música. El “Piano a primera vista” que siempre fue acogido y nunca rechazado, tuvo que saborear la amargura de quedarse fuera todavía sin haber abandonado la orden.

Ya no “aprendiz de brujo” sino “embrujador consumado”, cuenta Alberto que “Cuando se estrenó el gran órgano Wurlitzer en la nueva capilla doméstica[1] pedí permiso al padre rector[2] para tocarlo, pero me dijo que no hacía falta que yo lo aprendiera a tocar, porque para eso ya estaba el Hermano Hernando; me tocó resignarme, pensando piadosamente que la voz del Superior era la voz de Dios”. 

Años después sería otro Wurlitzer el instrumento que caería en el embrujo mágico de esos dedos juguetones sobre el blanco teclado, caricias multiplicadas por el subconsciente actuante, pero todavía no descubierto, por el maestro de los pentagramas y los ritmos interpretados de acuerdo con el ambiente del momento.

¿Ceguera?

La etapa de Magisterio en el proceso de formación era como una especie de “liberación lícita” y anhelada, y tal parece que lo fue y de qué manera para Alberto, destinado a trabajar en el colegio Berchmans. 

Ni corto ni perezoso, “a primera vista” identificó su espacio: “[…] “los domingos tocaba el órgano en todas las misas del templo del Sagrado Corazón. Cuando llegó a su visita anual el Padre Provincial Eduardo Ramírez, me dijo que yo evadía la oración de los domingos, por tocar órgano toda la mañana en el templo y que eso no me lo podía tolerar. Yo le respondí que los domingos hacía una oración intensa durante toda la mañana, pues tocar el órgano en las misas es alabar a Dios, como ordena el Salmo: “Laudate Eum in chordis et organo”. […] El Provincial me escuchó con atención y pasó a otro tema sin comentar nada. Para fortuna de la música, Alberto vivió aquello de “llevar el hierro entre las manos porque en el cuello me pesa” y no “dobló la cerviz”.

¿Cierto dulce desquite?

En crónica anterior publicada en este blog, Hernando nos contaba que intercambiando inquietudes sobre el aprendizaje de la música, el uno hacía énfasis en el papel de la mente en ese proceso y el de “Piano a primera vista”, en solemne pronunciamiento “ex cátedra”, afirmaba que la música no era fruto del trabajo conceptual, sino  producto natural de la sensibilidad nacida en los más profundo del subconsciente. 

El tema de la “sensibilidad” fue lección perfectamente aprendida durante su trabajo en México, cuando el productor musical del momento le advirtiera que su interpretación de la nota era perfecta pero la ejecución mostraba imperdonable orfandad de sentimiento; revolución copernicana a la que podemos atribuir un antes y un después de su carrera musical y posiblemente, semilla de posteriores investigaciones y prácticas en el manejo del subconsciente, del que nos ilustró con tanta convicción en una inolvidable tertulia de los jueves. 

Otras visiones borrosas

Era provincial, a mediados de la década de los años 50, el P. Ramón Aristizábal Gómez, S.J. y hacía su “Visita anual” a la casa de Formación en Santa Rosa de Viterbo, en Boyacá. La guaza frailuna le adjudicó el “Don Ramón”; también se le llamó “el padre más edificante de la Provincia” remoquete ganado, no por su piedad acendrada, sino por haber construido tres colegios: el nuevo S. Ignacio en Medellín, el San Luis Gonzaga en Manizales y el Nuevo San José en Barranquilla. 

El núcleo de esas visita anuales consistía en la “cuenta de conciencia”, especie de confesión de boca, con el recuento iterativo no solamente de los avances, dificultades y retrocesos en la vida espiritual y académica, sino también con las dificultades en las relaciones interpersonales en una comunidad humana que en aquellos momentos podría llegar a 150 o más religiosos entre novicios, juniores, hermanos coadjutores, sacerdotes en el período de “Terceronado” y profesores no siempre bien apreciado por algunos alumnos.

Era de común ocurrencia en la Visita del Provincial, compartirle tímidos “discernimientos” sobre “vocaciones especiales”: predicación, “apostolado rural” que así llamaban las “misiones populares” de pueblo en pueblo, cine, teatro, literatura, teología, escritura filosófica, axiología piadosa u oratoria sagrada; ejercicios de S. Ignacio y cuanta ilusión pudiera surgir en un desbordado ardor juvenil deseoso de militar en el bando contrario al asentado en “aquel gran campo de Babilonia, como una gran cátedra de fuego y humo, en figura horrible y espantosa”. 

Correspondió la cuenta de conciencia al entonces Hermano Héctor Osuna, quien ya tenía manifestaciones significativas de su predisposición natural para la pintura, gene dominante quizás, heredado de su mamá, y desde muy temprana edad se involucró en la pintura. Son notables sus “miniaturas” de pequeñísimos manojos de flores. La habilidad para pintar de Héctor era manifestación evidente de un futuro previsible tal como lo demostraría luego, en sus muy famosas caricaturas de corte político.

La cuenta de conciencia del H. Osuna recorrió los senderos repetitivos y casi idénticos de las “cuentas de conciencia” o de los preparativos para la confesión frecuente: distracciones en la oración, tentaciones contra la pureza, falta de observancia religiosa, salidas de “la vida común”; poca disposición para aceptar la santa obediencia, mentiras piadosas, permisos presuntos… 

Terminado el elenco de virtudes y defectos, el Provincial se tomó unos minutos para ofrecer consejos útiles que debilitaran los defectos y fortalecieran las virtudes; concluidos los pastorales consejos del P. Provincial, Héctor quiso rematar la faena yendo directo al grano, sabiendo que se jugaba su futuro; tomó aire y dijo con plena convicción: “yo creo que el Señor me llama a servirle a través de la pintura”. Quedó D. Ramón de una pieza y luego de eternos segundos para Osuna le dijo: “Me parece muy bien, hermano, porque a veces no hay quién pinte los telones para las comedias en Navidad”. Se retiró Osuna del cuarto especial de huéspedes ilustres quizás tratando de deglutir aquel “veluti cadáver”. Lo que Osuna no pudo hacer de jesuita, lo hizo y con méritos, de civil.

Oídos sordos

Por esa misma época de mediados del siglo XX, pasó a cuenta de conciencia ante D. Ramón el H. Oscar Ramírez, dotado de una memoria fuera de lo común y que luego perfeccionaría en España al especializarse en temas de memoria. Su talento en ese aspecto era impresionante; al escuchar algún fragmento musical del repertorio clásico, al instante reconocía el “tema” y las “variaciones” que el compositor desarrollaba en cualquiera de los movimientos de la sinfonía puesta a su consideración. 

La retención en la memoria de los clásicos del pentagrama lo condujo al “discernimiento” de servir al Señor en la música y así se lo expuso al Provincial a punto de concluir la “cuenta de conciencia”. D. Ramón escuchó con paternal atención, en eso era maestro, los planteamientos del apóstol de la música en ciernes y la respuesta fue contundente: “Me parece muy bien, hermano, porque hay veces en que no se encuentra quién toque el armonio en las ceremonias religiosas…” 

Cuando florecen los sepulcros

Escribió el P. Emilio Arango, Provincial dotado de intuiciones notables, en uno de sus poemas: “- Ábreme una fosa, buen sepulturero. – Si vienes tú sólo, padre, ¿para quién”? De la inercia “veluti cadáver”, al “como bastón de hombre ciego” exigidos por la “obediencia ciega” no pocos jesuitas en formación y solitarios, llegaron a pedirle al buen sepulturero que abriera una fosa de la que algunos pudieron salir como en el Arpa de Bécquer: ¡“Cuántas veces el genio / así duerme en el fondo del alma / y una voz, como Lázaro, espera / que le diga: ¡Levántate y anda”!


[1] En la casa de formación en Santa Rosa de Viterbo, Boyacá.

[2] Si mal no recuerdo, era el P. Alberto Moreno, S.J.

Jaime Escobar Fernandez

Noviembre, 2023

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El legado árabe en la Costa es muestra de laboriosidad y filantropía: Don Elías Muvdi, de origen palestino, donó al departamento un predio de 101 hectáreas sobre la calle 30, donde se halla entre otros el Hospital Uninorte. Sus apellidos son inconfundibles.

Cuando estudiaba en París, hice amistad con dos estudiantes de origen árabe, muy cultos, uno libanés y otro egipcio. El primero, nacido en Beirut, hablaba a la perfección el francés. Fui con ellos una vez a escuchar al escritor libanés Amin Maalouf quien disertó sobre Las cruzadas vistas por los árabes, tema sobre el que es muy versado y sobre el que publicó el libro homónimo que lo dio a conocer. 

Al escucharlo entendí mejor el punto de vista árabe sobre las Cruzadas que fueron matanzas y sufrimientos que los occidentales cristianos infligieron a los árabes cuando llegaron a Tierra Santa. Un testigo musulmán dejó escrito: “Los cruzados hicieron trizas el ejército turco. Mataron, saquearon e hicieron muchos prisioneros que vendieron como esclavos”. Aprendí cuán importante es ponerse en el punto de vista del otro para entender su historia, sus creencias, sus costumbres. Yo estudiaba teología en ese entonces y estaba marcado por la concepción occidental de la historia. Los cruzados eran sobre todo héroes, santos luchadores en la defensa del Santo Sepulcro de Jerusalén y no más.

Cuando les contaba a mis amigos árabes que yo venía de una región colombiana adonde habían migrado muchas familias árabes que huían de las guerras del Medio Oriente y a quienes llamábamos turcos, sin distinguir entre sirios, palestinos, libaneses, sauditas, una simplificación de la diversidad de países del imperio otomano de donde procedían, antes de la Primera Guerra Mundial, no me quisieron creer. 

Me di cuenta que sonreían ante el desconocimiento de la geografía e historia de su región por parte de los habitantes de acá, como fue el caso de los inspectores aduaneros en el muelle de Puerto Colombia, que cambiaban a su arbitrio sus nombres, incomprensibles para ellos, por otros que les eran familiares. 

Loor Naissir cuenta en su libro Sin retorno, que su abuelo recién llegado de El Líbano, al ir a registrar su residencia en Colombia -y a la mayoría de migrantes árabes les pasó igual- vio cómo el funcionario le cambió de nombre, que era Knule Fayad, por Nicolás, porque el nombre de origen le era difícil de escribir. 

El legado árabe en la Costa es muestra de laboriosidad y filantropía: Don Elías Muvdi, de origen palestino, donó al departamento un predio de 101 hectáreas sobre la calle 30, donde se halla hoy, entre otros, el Hospital Uninorte.

Sus apellidos son inconfundibles. No hay pierde, en la política actual, los Turbay, Arana Padaui, Zuleta Bechara, Char Abdala, por ejemplo, se cuentan en las listas de los mandatarios costeños electos para los próximos cuatro años.

Jesús Ferro Bayona

Noviembre, 2023

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En la gran “Explanada Cósmica”, una multitud de estupefactos ultratúmbicos observaba en grandes pantallas las imágenes procedentes de la Tierra, gracias al potente telescopio Galileo. De manera intermitente se veían los destellos de los bombazos que iluminaban la superficie del lejano planeta. Al terminar tan humano espectáculo, un grupo de asistentes entabló el siguiente diálogo.

SUN TZU.- Estas imágenes me interpelan. Tengo que actualizar mi “Arte de la guerra” pues pasan los siglos y los Sapiens siguen destrozándose entre ellos, pero con mucha más eficacia. Nada ha progresado tanto como la ciencia militar.

HOBBES.- Dije que el hombre era un lobo para el hombre. Le pido perdón al lobo: no hay predador más temible que el humano.  

LINGUACUTA.- “Maximus praedator” que no sólo marca su territorio, sino que le tiene desmedido amor al ajeno.

MOISÉS.- Por qué creen que tuve que grabar en las tablas del Decálogo: “No robarás”, “No matarás”, “No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo”.

MAQUIAVELO.- Y a pesar de tan divinas prohibiciones con su consiguiente promesa de castigo eterno, Maximus praedator sigue utilizando toda clase de astucias, engaños, justificaciones y violencias para lograr sus propósitos, al mismo tiempo que se llena la boca proclamando a los cuatro vientos que “el fin no justifica los medios”. 

LINGUACUTA.- Basta ver cómo se están destripando en estos momentos rusos y ucranianos, palestinos y judíos. Y ya verás que los estadounidenses van a vender cara la pérdida de su hegemonía, como cara la han vendido todos los imperios que en el mundo han sido.

CAÍN.- La sangre no ha dejado de correr desde que me cargué a Abel. 

FLAVIO VEGECIO.- Y va a seguir corriendo. Por eso dije: Si vis pacem para bellum (si quieres la paz, prepárate para la guerra).

VÁSQUEZ MONTALBÁN: ¡Qué desgracia! La vida se vuelve así para muchos como la escalera de un gallinero: corta y llena de mierda.

LINGUACUTA..- Mierda es eso de que la guerra es arte y ciencia; es simplemente dolor, lágrimas y muerte.

ORTEGA Y GASSET.- Esperemos que cambien las circunstancias.

LINGUACUTA.- Bien recuerdo que dijiste “yo soy yo y mis circunstancias”, pero las circunstancias nos terminan tragando. Ya hemos visto suficientemente que en determinadas circunstancias -como en las guerras- somos capaces de perpetrar horrores que jamás creímos que pudiéramos hacer. 

SOFROSINA.- Al paso que vamos, regresaremos a las cavernas.

MALTHUS.- Ya es imposible: ¡Somos demasiados!

SOFROSINA.- Menos mal la tristeza de la vida no es definitiva.

LINGUACUTA.- Tampoco la alegría: en el mundo caben felicidades, no la felicidad. 

SCHOPENHAUER.- Si la vida y la existencia fueran estados de felicidad, todos se sumergirían a regañadientes en el estado inconsciente del sueño y saldrían a flote de buen grado. Mas sucede justo lo contrario, pues todo el mundo se va de buena gana a dormir y se levanta de mala gana. 

SOFROSINA.- No me explico cómo siendo tú un pesimista redomado pudiste escribir El arte de ser feliz. 

SCHOPENHAUER.- Precisamente mi convicción de que la existencia humana oscila entre el dolor y el aburrimiento me mostró la importancia de encontrar reglas de vida para soportar nuestra condición y esperar, si no la felicidad perfecta, al menos una felicidad relativa, la que consiste en la ausencia de sufrimiento.

SOFROSINA.- Me parece que no hay que mirar tan ferozmente el mundo: ahí hemos de estar hasta el final.

LINGUACUTA.- Por eso los optimistas zurcen sus corazones cada nuevo día.

SOFROSINA.- Schopen, danos alguno de tus consejos para ser felices…relativamente.

SCHOPENHAUER.- Mira, cuando era joven entablé amistad con Goethe quien, viendo mi propensión al pesimismo, un buen día me dejó una nota con este par de versos: “Si quieres conocer el gozo de vivir, valor al mundo tendrás que atribuir”.

SOFROSINA.- Bonito pensamiento.

SCHOPENHAUER.- Pero no me impresionó. En uno de mis cuadernos, al lado del consejo de Goethe, puse esta cita de Nicolás de Chamfort: “Más vale aceptar a los hombres por lo que son, que tomarles por lo que no son”. 

SOFROSINA.- ¿Y qué piensas que somos?

SCHOPENHAUER.- Somos seres habitados por una fuerza poderosa que altera todos los planes y juicios de la razón. La llamé “voluntad de vivir” (Wille zum Leben): es el inherente impulso humano de mantenerse vivo y reproducirse.

SOFROSINA.- No veo problema alguno. Me suena semejante al conatus de Spinoza, ese esfuerzo de toda cosa por perseverar en su ser.

SCHOPENHAUER.- El problema es que nuestra voluntad de vivir lleva en sí misma una insatisfacción radical y unos impulsos que acarrean muchos sufrimientos, a nosotros y a los otros. Por eso afirmé que “vivir, por regla general, significa experimentar una serie de desgracias, grandes o pequeñas”.

JERZY LEC.- De ahí que no se debe alargar la vida humana sino acortando sus sufrimientos.

SOFROSINA.- Tremenda cosa lo que ustedes dicen.

SCHOPENHAUER.- Por supuesto que es tremenda. Al género humano se le puede comparar con el resto del reino animal, donde la única manera en la que cada animal puede conservar su existencia es suprimiendo constantemente a otro animal. Así, el ser humano que busca la supervivencia no encuentra otra manera de salvarse sino en una constante lucha con otros seres, incluidos los de su misma especie. “Struggle for life“, como dijo Darwin. 

SOFROSINA.- Schopen, para Darwin la “lucha por la vida”, el esfuerzo -el conatus- para mantenernos en vida y mantener la vida no tiene porqué reducirse a un combate de todos contra todos, ni justificar que el más fuerte aplaste al más débil.  

SCHOPENHAUER.- Ya quisiera que ese conatus, esa “voluntad de vivir”, estuviera exenta de dolor, violencia y frustración. Pero no es así. Por eso albergamos en nuestros corazones algo incurable: la esperanza.

LINGUACUTA.- Que solo existe como presagio, y sin garantía.

SOFROSINA.- ¡Ah, la esperanza! Es una maravillosa proyección en el tiempo que nos impulsa a vivir aguardando lo mejor, sabiendo que detrás se puede esconder también lo peor.

LINGUACUTA.- La mejor ilusión: la peor decepción. A quien nada en la esperanza le aconsejo ser prudente y quedarse donde pueda tocar fondo. 

JERZY LEC.- Escuchándolos y recordando las terribles imágenes de muerte que acabamos de ver, no puedo sino decir: “Amo al hombre. Jamás lo hubiera creado”.

SOFROSINA.- Jerzy, veo que estás de vuelta de muchas cosas.

JERZY LEC.- No vuelvo de nada: después de haber vivido en Polonia bajo el nazismo y luego bajo el comunismo, desde hace tiempo ya no voy.

SOFROSINA.- No hay como la provecta edad para observar mejor la realidad porque entonces se asume la oscuridad más claramente. 

JERZY LEC.-  Con la vejez terminé por despreocuparme de muchas tonterías.

LINGUACUTA.- ¿Como cuáles?

JERZY LEC.- Cuando llegues a vieja lo sabrás.

LINGUACUTA.- Ya veremos: puede que la sabiduría aumente con el tiempo, pero la tontería también. 

JERZY LEC.- En teoría la sabiduría debe encontrarse en abundancia; en efecto, ¿quién la utiliza?

LINGUACUTA.- Aclaro que no soy pesimista, simplemente no me cabe un gramo más de optimismo.

SOFROSINA.- A mí el optimismo me tentó, pero requiere un esfuerzo intelectual agotador.

JERZY LEC.- Optimismo y pesimismo se diferencian sólo por la fecha del fin del mundo.

SOFROSINA.- Que tarde o temprano llegará: todo se compone de hechos históricos y todo en ellos se descompone, a menos que suceda un milagro.

JERZY LEC.- Yo mismo presencié un milagro. Fue cuando las cosas aún podían arreglárselas sin ellos.

SOFROSINA.-  Noto cierta nostalgia en lo que dices.

JERZY LEC.- Es normal: con la vejez se reducen las alternativas y se acrecientan las nostalgias.

SOFROSINA.- Y a mayor nostalgia del pasado menor confianza en el presente.

LINGUACUTA.- Atento, Jerzy, que vivir de recuerdos es morir de suspiros.

JERZY LEC.- ¿Y qué? si ya exhalé el último.

Rodolfo Ramon De Roux

Octubre de 2023

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Deambulaba en mi sueño por el parque “Último suspiro”, cuando oí de pronto unas voces familiares que venían de entre los árboles. Me acerqué -curioso y sigiloso- paré la oreja y escuché este diálogo sobre cuál es la mejor de las religiones monoteístas. No sé por qué, pero me pareció estar oyendo algo ya oído, así como volvemos a soñar lo ya soñado.

SULTÁN SALADINO.- Puesto que escucho que eres sabio, a ver si me dices, judío Natán, ¿cuál de las tres religiones es la mejor? ¿El cristianismo, el judaísmo o el islamismo?

NATÁN.- Permíteme responder con una fábula. Hace muchos años, vivía en Oriente un varón que poseía un anillo que tenía la fuerza de hacer agradable a los ojos de Dios y de los hombres a quien lo llevara con esa confianza. ¿Quién se extrañará de que ese varón no quisiera dejar de llevarlo nunca en su dedo, y de que tuviera la disposición de conservarlo eternamente en su casa?  Dejó el anillo al predilecto de sus hijos, estableciendo que éste, a su vez, lo legara al que fuese su hijo predilecto, y así sucesivamente, de modo que el dueño del anillo se convirtiera en cabeza y príncipe de la familia. Entiéndeme, Sultán.

SALADINO.- Te entiendo. ¡Prosigue!

NATÁN.- De hijo en hijo llegó finalmente el anillo a un padre que tenía tres hijos, los cuales le eran igualmente obedientes y en consecuencia, no podía menos de quererlos igual a los tres. Pero al aproximarse la muerte del padre, este se preguntaba qué hacer.

SALADINO.- ¿Y qué hizo?

NATÁN.- Mandó en secreto fabricar otros dos anillos completamente iguales, tanto que ni él mismo  pudo distinguir el original. Entonces llamó por separado a cada uno de sus hijos, le dio su bendición -y su anillo- y murió. Estás oyendo ¿no, Sultán?

SALADINO.- ¡Oigo, oigo! Pero acaba pronto con tu fábula. 

NATÁN.- Apenas muerto el padre, cada uno de los hijos quiso -por la gracia del anillo- ser el príncipe de la casa. Se investiga y se discute inútilmente: resulta imposible demostrar cuál es el verdadero anillo; casi tan indemostrable como nos resulta ser la fe verdadera.

SALADINO.- ¡No juegues conmigo! Las religiones que te indiqué, bien que se las puede distinguir. ¡Hasta por el vestido, hasta por la comida y la bebida!

NATÁN.- Pero no precisamente por razón de sus respectivos fundamentos. Porque, ¿no se basan las tres en la historia? ¡Escrita, u oralmente transmitida, es lo mismo! Y la historia, ¿no hay que aceptarla acaso solamente por confianza y fe? Ahora bien ¿cuál es la confianza y la fe de la que duda uno menos? ¿No es la de aquellos cuya sangre llevamos, la de aquellos que desde nuestra infancia nos dieron pruebas de su amor y no nos engañaron nunca, sino cuando pensaron que era más conveniente para nosotros el ser engañados? ¿Cómo es posible que crea yo a mis padres menos que tú a los tuyos? O al revés. ¿Puedo yo exigirte que desmientas las mentiras de tus antepasados para que no contradigan a las de los míos? O al revés. Lo mismo vale de los cristianos. ¿No? 

SALADINO.- ¡Por el Sumo Viviente! Tienes razón. 

NATÁN.-  Volvamos a nuestros anillos. Los hijos se querellaron y cada cual juró ante el juez haber recibido el anillo directamente de manos de su padre. ¡Cosa que era verdad! 

SALADINO .— Menudo lío. ¿Cómo pudo solucionarse?

NATÁN .— El juez declaró: Me dicen ustedes que el anillo auténtico posee la fuerza maravillosa de hacer que su dueño sea grato a los ojos de Dios y de los hombres. ¡Sea esto lo que decida, puesto que los anillos falsos no tienen ese poder! Díganme ¿quién de ustedes cree ser el más amado?  ¡Respondan! ¿Acaso cada uno de ustedes a quien más ama es a sí mismo? ¡En ese caso, orgullosos egoístas, ustedes tres son estafadores estafados! y ninguno de los tres anillos es el verdadero. Seguramente se perdió el auténtico y el padre mandó hacer tres para ocultar la pérdida.

SALADINO.- ¡Qué agudeza!

NATÁN.- Así pues, prosiguió el juez, si prefieren mi sentencia a mi consejo, ¡váyanse! Les doy, sin embargo, mi consejo: Cada cual recibió del padre su anillo, pues crea cada cual que su anillo es el auténtico. Existe otra posibilidad: ¡que el padre ya no haya querido tolerar más la tiranía del anillo único! Pero una cosa es segura: los amaba a ustedes tres, y los amaba igual, por eso no quiso relegar a dos de ustedes para favorecer a uno. ¡Pues bien! ¡Esfuércese cada uno de ustedes por manifestar la fuerza de la piedra que hay en su anillo! Y háganlo llevando una vida piadosa, humanitaria y ejemplar.

SALADINO.- Sabia fábula: lo que muestra cuál es la mejor de las creencias; es la vida que llevan sus adeptos.

NATÁN.- Quiero dejar claro que esta fábula no es mía sino de Gotthold Lessing. Por añadidura, cuatrocientos años antes de Lessing, Giovanni Boccaccio contó una muy parecida en su Decamerón.

SOFROSINA.- Vamos montados en hombros de gigantes. Muchas de nuestras “novedosas” ideas no son sino reciclajes y actualizaciones: “aggiornamenti”, como dicen los italianos.

NATÁN.- Una vez en Ultratumba, no tiene mayor importancia eso de la “propiedad intelectual”.  Lo que cuenta es que se difundan y reciclen las ideas de tolerancia religiosa que transmite la fábula de los tres anillos que, por lo demás, es muy conocida. 

SOFROSINA.- No por conocida es menos necesario recordarla con frecuencia. ¿No ves la miserable degollina en la que se han enfrascado de nuevo judíos, musulmanes y cristianos? 

NATÁN.- No deja de asombrarme el número de masacres perpetradas por la diferente manera de concebir el mandato divino de amar al prójimo. 

SOFROSINA.- Toda “elección divina” produce réprobos. Y, al grito guerrero de “¡Dios lo quiere!”, los “elegidos” movilizan la supuesta voluntad divina para legitimar sus particulares intereses y carnicerías.

NATÁN.- ¿Por qué abundarán los enamorados incondicionales y ciegos de su exclusiva y excluyente verdad revelada?

SOFROSINA.- Porque creer duro como hierro le sirve a muchos como salvavidas en el naufragio de la existencia.

NATÁN.- Pero los que tienen sobredosis de convicción deberían pensar que si proclaman que solo su anillo -perdón, quise decir su credo- es bueno y verdadero, todos los credos terminan por ser falsos.

SOFROSINA.- Cualquier fanático está animado por la “íntima convicción” en la justicia o santidad de su causa. Pero la íntima convicción no es prueba de verdad, sino de fe en la verdad de la propia creencia. Eso lo saben muy bien las víctimas de muchísimas y seculares “íntimas convicciones”.

LINGUACUTA.- Ojalá la historia de los tres anillos no fuera fábula sino verdad.

NATÁN.- La verdad necesita de la belleza de la fábula.

SOFROSINA.- Y nosotros necesitamos de fábulas para soñar la vida.

Rodolfo Ramón de Roux

Noviembre 2023

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Hoy, Rodolfo Ramón nos regala otro de los productos de su generosa pluma. He aquí algunas de las 304 nuevas definiciones que enriquecen la reciente 5ª edición del Diccionario para malpensantes, disponible como libro impreso en “Amazon”.

ADVERSARIO: Al más difícil de vencer lo ves a diario en el espejo.

AFORTUNADO: Amó y fue amado; sin ser envidiado ni envidioso fue dichoso; con las cartas marcadas que le dio la vida jugó lo mejor posible la partida.

ALERTA (ESTAR): Si al encontrarte con alguien tienes que estar siempre alerta, significa que estás hablando con la persona equivocada.

AMOR (PENAS DE): Es inútil tratar de ahogarlas en alcohol, saben nadar.

ANGUSTIA: Lo que nos han costado todos nuestros miedos sin realizar.

ÁRBOL GENEALÓGICO: Especie que requiere mucho cuidado, pues suele tener ramas torcidas.

APTITUD: Don natural que, si no se cultiva, es como tener un diamante, pero en bruto. De poco sirve aPtitud sin aCtitud.

AÚLICO: Lamebotas que asciende reptando.

AUTÓCRATA: La amplitud de su dominio es su mayor debilidad: el que carga con todo el poder, carga con todos los reproches.

AVESTRUZ (ESTRATEGIA DEL): Esperar que la realidad cambie por el hecho de no querer verla.

AVIVATO: Sujeto habilísimo para recoger frutos de árboles que nunca sembró.

BRILLANTE: Inteligente es quien sólo cree la mitad de lo que oye. Brillante es aquel que sabe qué mitad creer. Brillantísimo es quien piensa como yo.

CAUTELOSO: No cree en todo lo que piensa porque sabe que los pensamientos no corresponden siempre a los hechos.

CIRCO MEDIÁTICO: Levanta su carpa donde hay tragedias y escándalos. Cuando el público se cansa del espectáculo, el circo se va a otra parte en busca de nuevas desgracias que hacen olvidar las precedentes.

CIVILIZACIONES: Construcciones de las que el homo sapiens se siente muy orgulloso: no debería olvidar que todas ellas tienen también su fondo de barbarie.

CLAROSCURO: Mirar constantemente hacia el abismo humano es deprimente. Observar sólo sus cumbres luminosas, enceguece. Somos luces y sombras, simplemente.

CONFIANZA: Crece lenta como palmera y cae rápida como coco.

CONQUISTA (ESPÍRITU DE): Uno de los mayores motores a explosión de la Historia.

CORAJE: Hacer preguntas que te pueden matar.

COSAS: Las cosas más importantes de la vida no son cosas.

CRIMINALIDAD: Algo que ha descendido enormemente: en tiempos de Caín y Abel había un 50% de asesinos.

CRISIS CLIMÁTICA: Un desastre desde el punto de vista humano. Una corrección desde el punto de vista del planeta Tierra.

CUMPLEAÑOS: Festejo de los años que tenemos y que son los que ya no tenemos. Un año más es también un año menos; depende del punto de vista.

DAR: Como dicen los buenos boxeadores, es mejor dar que recibir.

DEGLUTIR: Aprender a no tragar entero, en particular las noticias: es común el mentir, sea cuidadoso en creer.

DERROTA: Es fructuosa si por sus grietas se filtra lucidez.

DESCALABRO: Cabeza y corazón tirando en opuestas direcciones.

DILEMA ÉTICO: ¿Tengo que salvar al mundo o salvarme de él?

EQUIVOCACIÓNLa más grande es vivir continuamente con miedo a equivocarse.

ESCÉPTICO: Individuo que se indigestó de tanto tragar mentiras y hace ayuno prolongado de certezas.

ESPIRITUALIDAD: Diálogo privado y desregulado con el misterio de la existencia. Las religiones son conversaciones colectivas y reglamentadas con ese misterio.

ESTUPIDEZ (ASIMETRÍA DE LA): “La cantidad de energía necesaria para refutar una estupidez es muy superior a la necesaria para producirla” (Ley de Brandolini). Por lo tanto, mide bien tu energía antes de cometer la estupidez de querer convencer a un estúpido.

ETICA: Es la estética del comportamiento; desafortunadamente el mundo está lleno de patanes.

EXCELENCIA: Fruto maduro de la dificultad.

FALACIA DEL ESPANTAPÁJAROS: Truco retórico que consiste en caricaturizar los argumentos del oponente para así refutarlo con facilidad. El problema es que también se termina por caricaturizar los propios.

FATALISTA: Pesimista sistemático. Confunde aceptación de “lo que es” con resignación que impide explorar los caminos para atravesar “lo que es”.

FE (MISTERIO DE LA): Consiste en aceptar que debemos creer para poder comprender, lo cual es bastante misterioso.

GENIO: Quien ve lo que los demás no ven porque piensa como los demás no piensan: “el genio es el error en el sistema” (PAUL KLEE).

GUERRA SANTA: ¡Deus vult! (Dios lo quiere): es la supuesta voluntad divina movilizada para justificar nuestros intereses y masacres.

HERIDAS INVISIBLES: Las que nos dejan las batallas necesarias que no quisimos, no pudimos o no supimos dar.

HISTORIA OFICIAL: Otro nombre de la propaganda política.

IDEOLOGÍA: Lo que piensa por mí: “Las ideologías prestan a quienes carecen de ideas el mismo servicio que las pelucas a los calvos” (RICARDO MORENO CASTILLO).

IDIOTA: Sólo los idiotas no tienen dudas. -¿Estás seguro?- Segurísimo.

IMPOSIBLE: Hacerle trampa a las cartas marcadas de la vida.

ÍNDICE DE LIBROS PROHIBIDOS: Forma extrema de la crítica literaria que practicó la Iglesia católica entre 1564 y 1966. 

INDIFERENTE: Alguien consciente de que algunos lo aman por ser como es y otros lo detestan por la misma razón.

INMORTALIDAD: Nuestros deseos de inmortalidad son los que más difícilmente mueren.

INSENSATEZ: 1. Quejarnos de las consecuencias mientras acariciamos sus causas. 2. Discutir con alguien cuyo televisor es más grande que su biblioteca.

INTELIGENCIA RELACIONAL: Cambiar a quien te hace perder el tiempo por quien te hace perder la noción del tiempo.

INTRANQUILO: Quien quiere mucho donde puede poco.

MACHISMO: En culturas donde Dios es un varón, los varones terminan por creerse dioses.

MATIZAR: Elegancia de la inteligencia.

MEDIOCRIDAD: Tentación en la que fácilmente perseveramos.

MIEDOSO: Da muchos pasos en falso al quedarse quieto por temor a equivocarse.

MISOGINIA: Considerar que por naturaleza las mujeres son siempre las víctimas.

MODERACIÓN: Excelente cosa, pero sin exagerarla.

MUJER VENTANERA: Antigua cámara de vigilancia con chismógrafo incorporado.

MUROS SOCIALES: Los derrumban quienes ansían lo que está al otro lado…en el que pronto construirán nuevos muros.

NOSTALGIA: Tristeza que rezuman las reliquias de nuestros paraísos perdidos.

ODIO: 1. Pasión sensible a los cambios de temperatura: a sangre caliente se vuelve cólera; a sangre fría, venganza. 2. Es un engrudo que nos pega a quienes detestamos. 3. Conduce a las peores decisiones: “La hormiga por odio a la cucaracha, votó por el insecticida. Murieron todos, hasta el grillo que se abstuvo”.

PEDESTAL: Soporte engañoso: “A algunos se les considera grandes porque también se cuenta el pedestal”. (SÉNECA)

PENSAR CRÍTICAMENTE: Ejercicio de salud pública, pues “aquellos que pueden hacerte creer absurdos pueden hacerte cometer atrocidades”. (VOLTAIRE)

PLUTOCRACIA: Don Dinero presidente: los ciudadanos votan cada cuatro o cinco años; las bolsas de valores votan todos los días.

POLÉMICA: Guerra (polemos) verbal en la que rápidamente se sube la voz, se bajan los argumentos y se irrespeta al otro porque más que la verdad importa defender una causa y sacudir (polemizein) al adversario. Por eso los polemistas son panfletarios perentorios.

PREPOTENTE: 1. Debilidad del que se cree muy fuerte. La borrachera del poder lo tumba. 2. Deja su impronta pisoteando a los demás.

PRESCINDIR: Algo que se aprende con el paso del tiempo, sobre todo a prescindir del que prescinde de mí.

PROCRASTINAR: Un “más tarde” que pronto se vuelve tarde, sin más.

PUNTO CIEGO: Punto del sistema ocular en el que carecemos de visión. También el cerebro tiene un punto ciego cuya función es darnos la ilusión de no tener punto ciego. Por eso tragamos y decimos numerosas imbecilidades.

RABIA: Castigo que nos infligimos por el error de otro.

REALIDAD (PRINCIPIO DE): El mundo no existe para satisfacer mis deseos.

REALPOLITIK: 1. Intereses determinantes tras declaraciones altisonantes. 2. Festín de convenios quebrantados, palabras engañosas y real ruido de botas. 3. Ponerse en el pellejo del adversario antes de que él se ponga en el tuyo y te lo quite.

RECONOCIMIENTO: Remedio que mitiga el resentimiento.

REFLEXIONAR: Incomodar neuronas.

REVOLUCIÓN: No es abolición de toda dominación, sino cambio de dominación.

REVOLUCIONARIO UTÓPICO: Ignorante de la geografía: piensa encontrar el Cielo en la Tierra.

SABIO: Quien cada nuevo día se da cuenta que no era tan sabio como pensaba ayer.

SER DE LUZ: Hay seres de luz tan intensa que no pueden ver sus propias sombras.

SIRENAS: Búrlese y tire la primera piedra quien no haya perseguido quimeras ni escuchado cantos de sirenas.

SOÑADOR: Debe despertar si quiere realizar sus sueños.

TEMOR A DIOS: Es mejor que el temor a Dios vaya acompañado del temor a los demás, porque quienes sólo temen a Dios han demostrado que son capaces de cometer muchas atrocidades en Su nombre.

TIERRA PROMETIDA: Tierra que cambia de sitio cuando creemos que hemos llegado a ella.

TOLERANCIA: A fuerza de tolerar muchas cosas, terminan por llegar las que no queremos soportar.

TOMAR DISTANCIA: Tomar distancia para comprender; tomar distancia de mí, tomar distancia para comprenderme.

ÚNICO: Eso soy. Como todo el mundo.

VIOLENCIA SOCIAL: Respuesta a las preguntas que el Poder no oyó.

Rodolfo Ramón de Roux

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“Ya expira en occidente el mes de mayo / su tibia luz muriendo está”; lo habíamos ensayado para entonarlo a voz en cuello ese último día del mes consagrado al nombre de María y culminar con solemnidad los festejos de mayo, mes mariano por excelencia y de mucha tradición desde los tiempos de colegio, cuando nos esforzábamos por ser los mejores en su celebración.

Tal parece que nací “marinero de tierra adentro”; de pequeño fui ingeniero naval de barquitos de papel que ponía a navegar y muchas veces a naufragar por exceso de carga, en cuanto recipiente me permitiera reunir agua suficiente. De barcos de papel migré a troncos redondos labrados a la manera de cascos de barco, que incorporaron aparejos de vela para navegar en las aguas profundas de las quebradas, en las vacaciones familiares en el campo.

Ya de novicio me volvió la “fiebre náutica”, estimulada por el bote inflable que la familia le había regalado a Cisco Isaza y los juniores en vacaciones lo remolcaban corriente arriba del río Chicamocha para descender luego unas cuadras, hasta el puerto de partida. En paseos de jueves con “fusión” entre novicios y juniores, pude disfrutar de este ir y venir corriente arriba – corriente abajo del río Chicamocha, a orillas de San Rafael. Cuando se inició el proyecto llamado Lago del P. Emilio -ya mencionado antes en este blog- soñé atardeceres remando en aquel lago que nunca fue. 

Ya novicio, armé un improvisado “astillero” en un modesto cuarto del primer piso de la Casa de Formación en Santa Rosa, llamado “carpintería de los juniores”, donde me introducía, con el mayor sigilo, gracias al cuello clerical de plástico que, introducido en la ranura estrecha entre la puerta y la chapa, abría cualquier recinto. Allí comencé a dar forma al proyecto “Bote para el lago del P. Emilio”.

La madera la fui “sacando” de la carpintería adyacente al edificio, en complicidad con el collarín de plástico ya mencionado. Con herramientas muy rudimentarias fui armando el “encuadernado” del bote que no llegó a navegar, pues el invierno desbordó el agua acumulada en el proyecto de “lago” y por poco borra del mapa a Santa Rosa de Viterbo, casi que una aldea en la década de los años 50.

Era entonces, el fin del mayo mariano del año del Señor de mil y novecientos y cincuenta y siete. ¿Cómo celebrar el cierre de mes? Los juniores exhibían en el corredor sur, segundo piso de la Casa de Formación, poemas a la Virgen: español, latín, griego, inglés y hasta un soneto en francés del P. Eduardo Cárdenas, S.J. que aunque exótico, era la colaboración del insigne profesor, muy querido y respetado por todos.

Fue cuando, en “meditación de reglas”, el demonio me tentó con la idea de hacer algo raro en cualquier lugar insólito -que lo eran todos- en la Quinta de los Padres. Llegó la “inspiración”: ¡Un barco en medio de la piscina con la imagen de la Virgen en la cubierta y como escolta, cientos de velitas encendidas, símbolo de luz en la “noche oscura del alma”. Faltando unos días para finalizar el mes, aquella idea me obsesionaba día y noche.

Decidí buscar imágenes de barcos en la Enciclopedia Espasa Calpe de la biblioteca, con ayuda de la “llave maestra” del cuello clerical. La nave Victoria de Juan Sebastián Elcano parecía fácil de construir y además estaba cargada de simbolismo: venció las dificultades de la travesía alrededor del mundo, maltrecha pero vencedora de tormentas y bautizada con el nombre de la advocación “Virgen de la Victoria”. Resuelto el simbolismo del proyecto, quedaba aprovechar al máximo los días 30 y el 31 del mes para reproducir la nave.

Elegí un cuarto medio desocupado en el segundo piso del ala oriental del edificio, asignada al Noviciado, cerca de la cocina, para evitar ruidos delatores, pues me debía “salir de la vida común” para evitar inconvenientes. El día 30 de mayo, luego de los “oficios humildes” de la mañana, me encerré a trabajar. Asistí al examen de medio día, a la merienda, a la “segunda mesa” y, cuando todo el mundo apagó la luz, me escabullí a continuar con la nave Victoria.

Por algún descuido mío, el H. Ernesto López Montaño, “El trucha López”, descubrió mi escondite y decidió acompañarme esa noche después de la hora de acostada; más que de ayuda, su presencia era de acompañamiento. Hacia la media noche, “El trucha” cabeceaba de sueño; entonces le empecé a conversar sobre el Papa Pío XII del cual era fanático admirador en el momento. A punto de Pío XII lo pude mantener despierto hasta un poco antes de las 5 de la mañana, para asistir al “hoc signum” vociferado por Guido Arteaga.

Después de los oficios humildes del 31 de mayo, volví al improvisado astillero para dejar a punto la nave Victoria, todavía muy incompleta. Acudí al examen de medio día, a la primera mesa y durante el recreo y la siesta continué dando los últimos toques al barco y alistando las espermas conseguidas por “Loterito”, ese inolvidable y silencioso servidor de todo momento. Las fui pegando sobre pedazos de tabla para que pudieran sobreaguar en el micro mar de la piscina Santarrosana. 

Caía la tarde cuando empecé a trasportar hacia la piscina de La Quinta, la utilería necesaria para el espectáculo soñado en la miniatura del Mar Océano que era la piscina donde navegaría con garbo la réplica de la “nao” Victoria de Juan Sebastián Elcano, única sobreviviente de las cinco que emprendieron la aventura de darle la vuelta al mundo. Era la imagen deseada de la supervivencia de la vocación en la Compañía.

No había tenido tiempo para probar la capacidad de flote de mi burda réplica. Esto me producía tensión más allá de lo común, pues su hundimiento, al primer intento de navegabilidad, generaría el fenómeno que hoy dan en llamar bullying, actitud frecuente en aquellos tiempos de noviciado repleto de jóvenes alegres y muy dados a todo tipo de “chanzas pesadas” de uso común en el ambiente. 

Aprovechando que todavía no había moros en la costa deposité, sin soltarla del todo, mi nao Victoria a la que le añadí burdo mascarón de proa con figura femenina mal copiada por aquello del recato sexual y en el castillo de popa, una estampa visible de la “Virgen de Murillo” sublimación de lo femenino y defensa infalible en la turbulencia de las nefandas tentaciones asociadas a las “partes pudendas”.

El artilugio “cabeceó” un poco, pero se mantuvo a flote, liberado de mis amarras. Como era evidente que el centro de gravedad quedaba muy alto en el casco de la nave, logré introducirle algunas piedritas al fondo, para disminuir el riesgo de que se ladeara primero y girara después 180° sobre su eje.

Asegurada la navegabilidad de mi réplica, me di a la tarea de encender las espermas que había logrado conseguir en el pueblo gracias a la complicidad generosa de “Loterito”, quien nunca me reclamó el reintegro del dinero que le debió costar aquella contribución a los festejos del último día de mayo cuando según el canto, “su tibia luz muriendo está / y noche oscura envuelve nuestras almas / porque te alejas Madre, ya”.

La nao Victoria flotando fue el punto de arranque para la segunda parte de aquel rústico y esforzado homenaje a La Virgen; me había pasado dos días y una noche completa en vela para hacer realidad el sueño de una piscina que simulara mar, con múltiples luces de velas que flotaban en trozos de tabla y hacían corte de honor a La Virgen de la Victoria, la Inmaculada de Murillo, sobre nuestras perturbadoras tentaciones diarias de castidad.

Creo que Juno, la siempre resentida porque no la coronaron reina de belleza del Olimpo, se dio cuenta de que otra vez una mujer le empezaba a disputar el primer puesto como “Reina Universal de todo lo creado” y por lo visto volvió a recurrir al padre Eolo para que castigara aquellos desplazados del mundo pecador y pueblo predilecto y adorador de su recién aparecida rival (Aen. I, 69  […] incute vim ventis submersasque obrue puppes, 70. aut age diversos et dissice corpora ponto”, le ordenó en tono de sargento mayor: [“otórgale poder al viento y a las naves anegadas destrúyelas o dispérsalas y esparce los cuerpos por el mar].

 ¿Cómo iba Eolo a rechazar la tentadora recompensa de Juno? Son 14 las Ninfas de las cuales Deiopea es la de cuerpo más sobresaliente [quarum quaeforma pulcherrima] trofeo no solamente valioso por su belleza, sino también por la promesa formal de convertirlo en padre de hermosa prole [pulchra faciat te prole parentem].

En el pulso con Eolo yo perdí, pues en el momento no podía ser “padre de hermosa prole” y, sin previo aviso, se desató sobre aquel mar artificial el más cruel aguacero con borrasca incluida; vela que no se apagó giró sobre su pedestal y quedó como en los barcos de Eneas: “obrupta pupis”; trató de resistir un poco más la nave Victoria arrinconada en la orilla, pero todavía con su mascarón de proa enhiesto y su preciosa carga fija en el castillo de popa, no resistió largo tiempo el clima adverso y aquella noche del 31 de mayo de 1957, Juan Sebastián Elcano naufragó en aguas de la piscina de Santa Rosa de Viterbo. 

Jaime Escobar Fernández

Chía, 2 de noviembre de 2023

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El vino estaba excelente, aunque muy subido de alcohol. Lógico: era un añejo Falerno. Después de unas cuantas copas, se desataron las lenguas a propósito de la identidad de un “yo” que se iba haciendo cada vez más incierto bajo el efecto de los tragos. 

Comenzó Plutarco trayendo a colación la leyenda según la cual Teseo -con la ayuda de Ariadna- eliminó al temible Minotauro. Después de explicar cómo el mítico héroe logró salvar a los jóvenes destinados al sacrificio en el intrincado Laberinto, el ilustre historiador contó lo siguiente:

PLUTARCO.- Hasta la época de Demetrio de Falero, quien gobernó Atenas del 317 al 307 antes de vuestra era cristiana, los atenienses conservaron durante muchísimo tiempo el barco de treinta remos en el cual Teseo y los jóvenes volvieron de Creta. 

LINGUACUTA.- ¿Cómo lo lograron? 

PLUTARCO.- A medida que pasaban los años y se deterioraba la nave se retiraban las tablas estropeadas y se reemplazaban por unas nuevas y más resistentes. Llegó un momento en el cual todas las partes del barco habían sido sustituidas, de modo que éste se convirtió en un ejemplo para reflexionar sobre la identidad de las cosas. Unos filósofos defendían que el barco de Teseo continuaba siendo el mismo, mientras otros aseguraban que ya no lo era.

LINGUACUTA.- ¿No es eso lo que sucede con todas las células de nuestro propio cuerpo con el paso del tiempo? ¡Que angustia! ¿Soy o no soy la misma que hace veinte años?

SOFROSINA- No sólo ya no eres la misma, sino que serás “otra” dentro de unos años más. 

LINGUACUTA.- Déjame tranquila con mi “mismidad” que yo no me meto con la tuya.

SOFROSINA- Para que no te golpee la realidad vete haciendo a la idea del cambio permanente. No pienses la identidad como algo inmutable, sino como el fruto de una evolución en la cual “lo mismo” persiste en “lo otro”, pero de manera diferente.

MARX.- Pura dialéctica, Linguacuta: tesis, antítesis, síntesis… y vuelve y juega. También la Historia es más de lo mismo -“nada nuevo bajo el sol”- pero de otra manera pues “no nos bañamos dos veces en el mismo río”, Heraclitus dixit. 

LINGUACUTA.- En otras palabras, la Historia no se repite…pero rima y tartamudea.

SOFROSINA- Me parece buena solución considerar la identidad -personal y colectiva- como un proceso complejo de mutaciones y permanencias, de continuas ósmosis entre lo idéntico y lo diverso, y no como algo estático e incontaminado, lo que quisieran algunos peligrosos promotores de la pureza identitaria que le tienen terror al “otro”.

LINGUACUTA.- Y que claman: “Defendamos nuestras raíces”. 

SOFROSINA- ¡Ni que fuéramos árboles!

KRISHNAMURTI.- Aunque comprendo la inquietud de los “identitarios”: sí, tenemos raíces, pero añado que no son inertes. Todo lo que nos concierne, tanto en lo interno como en lo externo, nuestras relaciones, pensamientos, sentimientos, es impermanente, se halla en un estado de fluir constante. Dándose cuenta de esto, la mente anhela permanencia, un estado perpetuo de paz, de amor, de bondad, una seguridad que ni el tiempo ni los acontecimientos puedan destruir. Pero esta permanencia nace de la impermanencia, por lo tanto, lleva en sí las semillas de lo impermanente. 

SERGIO PITOL.- ¿Que quién soy? Uno es los libros que ha leído, la pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores, bastantes fastidios. Uno es una suma mermada por infinitas restas.

IMRE KERTÉSZ.- Por eso dije que “el yo es una ficción de la que a lo sumo somos coautores”.

ARTHUR RIMBAUD.- Más lapidario fui al decir: Je suis un autre (Yo soy otro).

LINGUACUTA.- Excelente tu paradójica formulación. Señala la íntima relación entre identidad y alteridad: es una invitación a concebir el sujeto en su relación con los demás.

RIMBAUD.- Es más: ¿quién habla cuando digo “yo”? ¿Cuántas voces resuenan en mi interior?

SÓCRATES.- ¡Por Zeus! ¿En dónde queda mi “conócete a ti mismo” si “yo soy otro”? ¿Debería acaso afirmar: “conozcámonos a ti mismo”? Todo esto parece un chiste de esquizofrénicos. De verdad que ya sólo sé que nada sé.

LINGUACUTA.- Es comprensible que estés enredado. También comienzo a preguntarme ¿cuántas personas recubren mi pomposo “yo”? 

SOFROSINA- Por algo la palabra latina “persona” significa “máscara de actor”. El “uno mismo” es una gruesa maraña de recuerdos y olvidos, en un flujo incesante que apenas sentimos, inmersos como estamos en el río de la Vida “cuyas aguas no repiten estrellas”.

Se oyó un sonoro bostezo. Molestóse Sofrosina. No era problema con ella; era efecto del Falerno. ¡Qué bebida tan divina! Se echaron los dialogantes bajo una frondosa encina. Títiro en sueño profundo los sumió con su flautina. Chuang Tse preguntó al despertarse: “¿Quién soy yo? Soñé que era mariposa, ¿si será que soy Chuang Tse?”. “No te preocupes mi Chuang, estamos hechos de sueños”, dijo Shakespeare, que soñaba que era el sueño de otro sueño. “Que toda la vida es sueño, -replicóle Calderón- y los sueños, sueños son”. Nandino, de nombre Elías, concluyó con estos versos: “Cuando soñamos/ parece que vivimos, / cuando vivimos/ parece que soñamos./ Y así,/ confundiendo los sueños con la vida /y la vida con los sueños,/ sin sentir/ nos apagamos”.

Rodolfo Ramón de Roux

Octubre de 2023

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En la ultratúmbica tertulia “¿Acaso estamos muertos?” escuché el siguiente intercambio de incertidumbres. Pero ¿habré oído bien?

DANTE ALIGHIERI.- No menos que saber, dudar me gusta más.

MICHEL DE MONTAIGNE.- A  mí me gusta saber mucho porque da ocasión de dudar más.

LINGUACUTA.- Dudo, luego existo.

KARL MARX.- De omnibus dubitandum, hay que dudar de todo: era mi máxima favorita.

LINGUACUTA.- Tú, tan perentorio e inclinado a profetizar, ¿nos estás tomando el pelo?

MARX.- Si lo dudan, pregúntenle a mi hija Eleanor, que fue mi secretaria y lo ha contado.

LINGUACUTA.- ¿Tenemos, pues, que dudar de todo menos de tu dudosa capacidad de dudar?.

DAVID HUME.- Muchas veces nuestras dudas surgen de aquello que teníamos por lo más cierto. Puede ser que eso le haya pasado a Marx, a posteriori.

MONTAIGNE.- ¡Pero miren quién llega! Bienvenido, mi querido Sexto Empírico, príncipe de  escépticos. He vuelto a leer con provecho tus Esbozos pirrónicos.

SEXTO EMPÍRICO.- ¿Y te has reafirmado en tu escepticismo? 

MONTAIGNE.- Sin dudarlo. Me parece razonable que si el conocimiento humano es relativo a nuestra percepción de las cosas -y esa percepción es limitada- entonces debemos carecer de opiniones definitivas. 

SEXTO EMPIRICO.- Bien lo dices. No es el escepticismo un rechazo del conocimiento, sino un cuestionamiento del carácter absoluto de nuestro conocimiento. Tengamos presente que la palabra griega skepsis significa indagación, examen y que el examen escéptico es, simplemente, un proceso del despertar filosófico a la complejidad de la realidad. 

LINGUACUTA.- Examen que implica esfuerzo.

SEXTO EMPIRICO.- Y que exige tomarse su tiempo, no precipitarse, analizar –sine ira et studio– las diferentes visiones sobre una misma realidad, lo cual nos conduce a la suspensión del juicio o epojé. Buscamos así tranquilidad de espíritu –ataraxia- con esta actitud de prudencia epistemológica.

MONTAIGNE.- Me molesta oír que este asumir el vivir y pensar sin certezas definitivas es propio de indolentes carentes de principios y de personalidad.

SEXTO EMPÍRICO.- Pongo en duda la seriedad de quien afirma tal cosa: el escéptico no es una persona desprovista de toda opinión o principio respecto de cuestiones relativas a la acción o a la especulación, ya que no es posible que exista alguien así. 

LINGUACUTA.- ¿Te parece entonces que es una acusación injusta?

SEXTO EMPÍRICO.- Sospechar de la capacidad de nuestros sentidos o de nuestra inteligencia; no tragar entero; observar cuidadosamente lo que tragamos; reconocer que nos hemos podido equivocar al tragar; desconfiar del tragar gregario que exige solidaridades incondicionales; cultivar los matices para no ver la vida en blanco y negro; oponer el humor a la imbecilidad; no disfrazar los hechos para contentar a una determinada manada: actúa así y te echarás encima a los fanáticos de todos los pelambres.

HUME.- Eso me pasó. Por escéptico -y muy particularmente en materia de religión- me bloquearon mi carrera académica en Edimburgo.

LINGUACUTA.- Y a tu gran amigo, el reputado Adam Smith, le amargaron la vida por atreverse a hacer tu elogio fúnebre y escribir que “En líneas generales, tanto durante su vida como desde su muerte, siempre le he tenido [a Hume] por una persona cuya erudición y virtud se acercaban tanto a la perfección como tal vez permita la fragilidad humana”. 

HUME.- Aclaro que no prediqué el ateísmo. Tanto Smith como yo defendimos que la religión nace para satisfacer una necesidad psicológica: ayudar a la gente a reconciliarse con su naturaleza y su destino. Aunque al vivir y morir, con felicidad y dignidad, pero sin fe, demostré estar por encima de esta necesidad.

LINGUACUTA.- Lo cual enervó mucho a los guardianes del Templo, cuyo celo por el dogma los consume.

HUME.- Cambiando de tema, les cuento que antes de mi llegada a Ultratumba estuve de viaje por mi querida Escocia con un amigo un tanto ingenuo y un discípulo demasiado escéptico.

SEXTO EMPÍRICO. ¿Te sucedió algo interesante?

HUME.- Al menos, simpático. Por la ventanilla del carruaje en el que viajábamos vimos un campo con ovejas negras. Ninguno de mis dos acompañantes había visto antes ovejas negras, por lo que se estableció un curioso diálogo: 

  • -¡Vaya! ¡En Escocia las ovejas son negras!- dijo mi amigo.
  • Querrás decir que en Escocia algunas ovejas son negras…, corregí.
  • Bueno, con lo que hemos visto lo único que podemos decir es que en Escocia algunas ovejas son negras… ¡por un lado!, remató mi discípulo con excesivo escepticismo.

SEXTO EMPÍRICO.- Me da la impresión de que eso es un chiste.

HUME.- Pues verifícalo. ¿Acaso no afirmaste que no hay que tragar entero?

BALTASAR GRACIÁN.- Es muy ordinario el mentir, sea extraordinario el creer.

SEXTO EMPÍRICO.- Hume, me parece exagerada la posición de tu discípulo: no hay que caer en un dogmatismo de la duda.

HUME.- No solo sería contradictorio, sino también estéril. 

SEXTO EMPÍRICO.- Así es. Bien señalaste en tu Investigación sobre el Entendimiento Humano que todos los humanos, en la vida cotidiana, actuamos con base a creencias, costumbres y pasiones.

HUME.- Por ello, aun sabiendo que nuestros sentidos y experiencia son limitados, y que nuestra razón es esclava de las pasiones, me inclino por un escepticismo mitigado. La duda excesiva y sistemática está bien para las discusiones teóricas y para los laboratorios científicos, pero no ayuda para la vida concreta. Sin embargo, no temo la duda excesiva con quienes quieren imponer a toda costa sus creencias.

LINGUACUTA.- En tal caso te gustará la siguiente anécdota contada por Simón Blackburn, uno de tus estudiosos.

HUME.- Soy todo oídos, aguda señorita.

LINGUACUTA.- Eminentes representantes de diversas religiones se encuentran un día en un programa de televisión. El budista hace el elogio de la paz interior, de la compasión, de la renuncia a los deseos. Los otros le dicen: “Es maravilloso. Si eso funciona para usted, es fantástico”. 

El hinduista toma la palabra y habla del Samsara, de los ciclos de la vida, de la enseñanza de Khrisna en el Bhagavad-gītā. Los otros participantes le dicen: “Es maravilloso. Si eso funciona para usted, es fantástico”. 

El católico habla entonces del mensaje de Jesús, de su encarnación, de su muerte redentora, de la vida eterna, del amor a los demás. Los participantes a la reunión le dicen: “Es maravilloso. Si eso funciona para usted, es fantástico”. 

El católico se enfurece y dice a los otros participantes: “¡Pero si el asunto no es que eso funcione para mí! ¡Se trata de la verdad universal, de la palabra del verdadero Dios! ¡Y si ustedes no creen, se condenarán por toda la eternidad!

Los otros le responden al unísono: “Es maravilloso. Si eso funciona para usted, es fantástico”. 

  • En medio de las sonrisas maliciosas de Sexto, Montaigne, Hume y Linguacuta, Blaise Pascal no se aguantó y exclamó airado:

PASCAL.- Detesto a los escépticos: son incapaces de decidirse y dar el salto de la fe. A ustedes se les pueden aplicar las palabras del Señor en el Apocalipsis: “Puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”. 

HUME.- Take it easy, Blaise, que con salto o sin salto de la fe todos hemos venido a templar en Ultratumba. Be cool.

PASCAL.- No estés tan tranquilo, insensato. Ya vendrá el Juicio final. ¡Todos ustedes van a ver lo que es el Infierno!

JEAN-PAUL SARTRE.- El Infierno ya fueron los otros. ¿Acaso nos prometes una dosis extra?

PASCAL.- Temblarás aquel día de la ira divina: ¡Dies irae, dies illa! ¡Quantus tremor est futurus, quando iudex est venturus!

LINGUACUTA.- Soseguémonos por el momento. Los invito a escuchar a este letrado exjesuita que desde hace poco nos acompaña en Ultratumba.

ANDRÉS ORTÍZ-OSÉS.- El agnóstico no sabe y no opina; el ateo no sabe y opina que no; el creyente no sabe y opina que sí. 

PASCAL.- Yo no opino, yo afirmo: Dios es.

ORTÍZ-OSÉS.- Dios es el nombre de lo innombrable, el concepto de lo inconcebible.

PASCAL.- Si creyéramos en Dios todo sería distinto.

ORTÍZ-OSÉS.- Con Dios todo sería distinto: el asunto es que Dios es tan distinto que no se corresponde con nuestra realidad. Dios es el que es: y nosotros somos como somos.

PASCAL.- Somos su imagen.

JERZY LEC.- Dios nos creó a su imagen. Pero ¿cómo sabemos si era realista?

PASCAL.- ¡Atrevido! No admito que bromees con las cosas divinas: es una cuestión de principios.

JERZY LEC.- Cuando me esgrimen que es “cuestión de principios” sé que llegamos al final del diálogo. Como dijo León Molina: “Me gusta charlar con personas de sólidas creencias; acabamos en un santiamén.”

LINGUACUTA.- Me da la impresión de que los ánimos se están caldeando.

SEXTO EMPÍRICO.- Y me parece que eso no es bueno para la ataraxia. Tal vez ya hemos hablado demasiado.

HUME.- Probablemente es hora de irnos al descanso.

MONTAIGNE.- Ojalá que no sea eterno.

R.I.P.

Rodolfo Ramón de Roux

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Años atrás, la muy popular Revista Selecciones del Reader´s Digest, ofrecía a sus lectores la sección “Mi personaje inolvidable”, destinada a resaltar cualidades destacas en personajes de variadas condiciones. Hoy hago un plagio descarado de esa sección, trayendo como “personaje inolvidable” lo que dado en llamar “Las negritudes”. Abrigo la esperanza de que nadie se “delique” pues “El Negro”, en mi experiencia vital, antes que gesto de rechazo, ha sido de inclusión, aprecio y afectos sinceros, como espero demostrarlo.

  • El “Negrito” lindo. Fui sobrino predilecto de tía paterna, solterona y amorosa a quien le alcanzaron sus afectos hasta a los sobrinos nietos, mis dos hijos mayores, todavía en vida de ella. Los favores por solicitud de la “Tía Anita” siempre estaban precedidos por el “Negrito lindo”: “Negrito lindo”, hágame un favor; “Negrito lindo”, tráigame; “Negrito lindo” acompáñeme. Nunca nada me sonó tan dulce y evocador para mí como para mis hijos, que ese “Negrito lindo”, lleno de ternura y acogida, fue semilla de mis posteriores afectos.
  • “La Negra”, muñeca icónica. Fuimos hogar antioqueño con sólo dos hijos, por aquello de que “la excepción confirma la regla”. Contra la tradición, a mi hermanita le regalaron hermosa muñeca que la familia bautizó “La Negra”, porque su piel lo era en grado sumo; labios abultados de intenso rojo vivo, cabello “afro” y bata de colores subidos. “La Negra” fue, durante años, juguete predilecto de mi hermana; con el tiempo, pedí a “La Negra” en herencia y ahora reaviva ese rescoldo dejado por el afecto y la ternura con los que mi hermanita abrazaba y consentía a “La Negra”. 
  • Pablo, “El Negro” cabuyero. Lo llamaban “cabuyero” por su único desempeño laboral. “El Negro” llegó buscando trabajo; sabía que se llamaba Pablo nacido por los contornos de las Minas del Zancudo, en el municipio de Titiribí, emporio de trabajadores negros en las épocas de mayor esplendor. Pablo nació despojado hasta de apellidos y abandonado pronto a su suerte; la vida suplió esa orfandad total, dotándolo de un espíritu indomable, sencillez, voluntad de servicio y devoción a sus patrones. “El Negro” es quizás el mejor exponente de esa utopía del “Perdón y Olvido” porque jamás le oí quejarse de nadie ni de nada y tenía razón para hacerlo, dados sus orígenes y los rigores de los primeros años de vida. ¿Qué pasaría con “El Negro”? Dios lo tenga a su lado, puesto más que merecido. 
  • “El Negro” Evelio Pérez. Patio-salón en el viejo Colegio de S. Ignacio en Medellín, a donde confluyeron, en los comienzos de los años 50, tres personajes inolvidables: el P. Juan José Briceño, S.J.; Alberto Upegui, en ese entonces joven pianista de futuro promisorio y el tenor lírico Evelio Pérez a quien con inmenso cariño todos llamábamos “El Negro” Evelio. 

Fueron épocas excepcionales: a 4 voces, todo el colegio entonó “Los Remeros del Volga” (popular ruso); “El coro de los martillos” (Verdi); “El Nabucco” (Verdi). Los “pequeños” hacíamos la primera voz preparados con esmero y rigor por “El Negro” Evelio, miembro entonces de la Compañía de Opera de Medellín. El calor humano de aquel tenor lírico acrecentó mis afectos a los de piel diferente. 

El “Negro Evelio” interpretó, en diversas ceremonias académicas del colegio San Ignacio, “La Romanza de la niña negra”, (Luis Cané, 1897-1957) y “Píntame angelitos negros”, (Eloy Blanco (1896-1955); “El Negro” Evelio ejecutó aquellas melodías, todavía lo recuerdo, con impactante emoción y sentimiento, otra muestra de su delicadeza, respeto y cariño. Evelio merece un “Mi personaje inolvidable” especial. 

  • “La NEGRA” sotana. En medio de la oscuridad de la media noche navideña de 1954, me revestí con “La Negra” sotana que cubriría “el hombre nuevo”, mientras felizmente reinaba el “Papa Negro” Jean-Baptiste Janssens (1889-1964); en teología fui el único que todavía andaba “chutando trapo” que decía mi mamá. Una vez coincidí en el ascensor de Chapinero con el P. Lorenzo Uribe, S.J., ambos revestidos de pies a cabeza con “La Negra” sotana; poco antes de llegar a nuestro destino, el P. Lorenzo me observó en silencio por breve tiempo para decirme muy serio: -“¿Hermano. Ud. usa sotana por devoción o por rebeldía”? Esperé también unos instantes y de salida, le respondí: “No padre; porque me da mucho frío”.
  • “El Negro” Hernández. A Guillermo Hernández Téllez, S.J. le “colgaron” ese mote desde mucho antes de conocerlo; por algunos indicios, parece que no estaba muy a gusto con ello. Mi primer recuerdo de “El Negro” Hernández, fue el entusiasmo con el que cantaba “El sultán tenía una pipa de oro y plaaata-a-a-a / con cien mil incrustaciones de hojala-a-a-a-ta / la compró en el Canadá-a-a-a; le costó un dólar no Ma-a-a-as”. Las demás estrofas de El Sultán resultó ser canción de La Falange, imposibles de cantar para el recato monacal.

Perdí de vista a “El negro” Hernández por muchos años, luego de compartir con él un corto tiempo en la comunidad del Colegio San Luis Gonzaga de Manizales; tiempos después, era invitado frecuente a las actividades de la Escuela de Padres en el Colegio de San Bartolomé la Merced, donde estudiaban tres de nuestros hijos. Por último, en la Universidad Javeriana donde nos saludábamos casi a diario, mientras él, a las puertas de su oficina, agotaba la cuota diaria de cigarrillos y yo iba camino a clase. 

  • “El Negro” Salas. Armando Salas Martínez es cubano y recordado educador del Movimiento Scout; emigró joven a Costa Rica donde todavía reside, sano y lúcido con sus 88 años a cuestas. Mi primer encuentro con “El Negro” Salas fue en la antigua finca “Los Salados”, hoy represa Santa Fe, en el oriente antioqueño. 

A comienzos de 1964 dirigió un curso de ocho días para jóvenes scouts de todo el país que se preparaban para mejorar su colaboración al Movimiento. El P. José Carlos Jaramillo, S.J. y yo empezando la etapa de magisterio, participamos de ese evento. De “El Negro” Salas aprendimos la vivencia de la Ley Scout en cada uno de sus puntos; en particular, “El scout es útil y ayuda a los demás sin pensar en recompensa” mandato que me ha dificultado cobrar mis colaboraciones en distintos campos. Todavía intercambio mensajes con “El Negro” Salas.

  • “El Negro” Cartagena. Hugo Cartagena Hernández, “Huguito” como lo solía llamar Guido Arteaga. Coincidimos los tres en Barranquilla y desvelábamos con nuestros comportamientos al P. Ramón Aristizábal, S.J. rector del entonces nuevo Colegio San José en Barranquilla. 

“El Negro” Cartagena era noble, sencillo y buen amigo, soporte impagable durante mis afugias del Magisterio. El “Trío Barranquilla” se dispersó; volví a saber de Hugo por el Dr. Google quien me cuenta que “HUGO CARTAGENA. Experienced Chief Executive Officer with a demonstrated history of working in the construction industry. Skilled in Negotiation, Luxury Goods, Budgeting, Business Planning, and Coaching. Strong business development professional graduated from UNIVERSIDAD JAVERIANA – BOGOTA. Desde octubre de 2017, es President & Ceo, de la Cámara de Comercio Internacional de Empresarios, IECC, con sede en Nueva York”. 

  • La “Negra” Lía. Lía Mesa Bustamante, nació en Armenia de Mantequilla y murió nonagenaria en Medellín. Proactiva y de carácter indomable, la “Negra” Lía se enfrentó a la ciudad en compañía de su familia y sin más recursos que una pobreza extrema y una voluntad decidida para superarla, empezó lavando y planchando ropa ajena, hasta que consiguió trabajo estable donde además de ganarse el cariño de patrones y clientes, pudo llevar una vida sencilla, con lo indispensable y con desbordante entusiasmo, audacia y alegría hasta el final de su existencia. 

Una vez, la “Negra” Lía consiguió que Tránsito Municipal cerrara el tráfico en la Avenida la Playa, durante tres horas, en pleno medio día, entre el Teatro Pablo Tobón Uribe y el edificio Coltejer, para realizar carrera de balineras de los Lobatos, rama infantil de los Scouts que ella dirigía. Prensa y radio de la época se ocuparon de las “balineras” de los Lobatos. La “Negra” Lía soñaba en grande y me contagió esa enfermedad el tiempo durante el cual disfruté de su amistad que siento mantenerse todavía.

  • “El Negro” Palomeque. El presbítero Lagarejo Palomeque cursaba su posgrado en Derecho Canónico en la Universidad Javeriana, cuando me crucé con él por primera vez; dosis alta de melanina, rostro de asombro, mirada de niño curioso y sencillez de trato, a la manera de “el mínimo y dulce Francisco de Asís” que diría el inmortal Rubén Darío. 

La figura del “Negro” Palomeque me trae a la memoria la figura de “El Negro” Robles, egresado Rosarista a quien su Alma Mater rindió homenaje en placa de mármol negro, ubicada en uno de los corredores del claustro. De él se cuenta que estando Laureano Gómez en el uso de la palabra, al ingresar Robles al recinto, el orador “le disparó su tiro” como en el poema aquel de La Tórtola: ¡“Señores, se oscureció el congreso”!; de inmediato respondió el agredido: ¡“Pero se iluminó Colombia”!

El P. Lagarejo es el único de muchos sacerdotes y laicos que repasaron su olvidado latín guiados por mis orientaciones y es también el único que todavía me llama y envía mensajes de texto; se me antoja compararlo con aquel personaje de la curación de los diez leprosos que regresa y no tiene cómo responder a la pregunta del Curador: “¿Eres el único que ha venido a agradecer? ¿Los otros nueve, dónde están? (Lc. 17, 11-19). Lagarejo siempre regresa, agradecido, con muestras de afecto.

Jaime Escobar Fernández

Octubre, 2023

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HORACIO. – ¿Por qué me fatigas con tus lamentos? Un pecho bien dispuesto espera en los desastres y teme un cambio de la suerte cuando todo va bien. 

BUDA. – Escucha a tu querido Horacio: todo es impermanente.

HERÁCLITO. – Panta rei: todo fluye. Ten paciencia.

LAO TSE. – Lo que existe forma un Todo-Uno en el que todo participa y todo se integra. Este Todo que vive, se mueve y se transforma constantemente es el Tao, pero puedes llamarlo como quieras: el Tao que se puede nombrar no es el verdadero Tao.

  • No entiendo para qué pueden servirme tus elucubraciones.

LAO TSE. – Espero que lo veas pronto, pero si no lo ves, tampoco es grave.  De todas maneras, si las aceptas, las cosas son como son. Y si no las aceptas, las cosas son como son. Dentro del Tao único y absoluto, todo lo que existe despliega su propia lógica de vida.

SPINOZA: Eso se parece mucho a mi “Deus sive Natura”, Dios o la Naturaleza.

LAO TSE: Tanto mejor.

HERÁCLITO: También se parece mucho al “todo fluye” de mi “panta rei”.

LAO TSE: De acuerdo. El Tao es el inmenso río de la Vida en el que todo es devenir: siempre mutando y transmutándose. 

  • ¿Entonces mi apreciado “yo” no es sino una consciente efímera forma animada del movimiento incesante de la Vida?

LAO TSE. – Abre los ojos y verás que eres un agregado de todo lo que te ha precedido, de todo lo que has heredado. Y que todo cambia constantemente. No eres el mismo de cuando naciste, ni de cuando tenías 5, 10, 20, 40, 60 años. 

  • Si la cosa es así solo se puede adquirir el autoconocimiento a través de un proceso de autoexamen que nunca termina, puesto que todo está en constante cambio. 

LAO TSE. – Cambio no solo individual sino también colectivo. ¿Es la sociedad en la que vivimos otra cosa que el reflejo de miles de millones de acciones llevadas a cabo por miles de millones de personas desde hace miles de años? Solemos quejarnos de la situación social, pero no es una “criatura” ajena a nosotros. ¡Es hora de aprender a ver quiénes somos!

  • Dímelo.

LAO TSE. – Si el llamado Big Bang se hubiera producido hace un año, el homo sapiens habría aparecido en la superficie del globo terrestre diez minutos antes de medianoche del último día del año, y toda la historia de la humanidad ocuparía solo los últimos 21 segundos. En resumen, somos recientísimos ocupantes de una pequeña bola perdida en el espacio infinito. 

  • ¡Y a mí que me dijeron desde niño que los humanos éramos “el centro de la Creación” y “la medida de todas las cosas”!

LAO TSE. – Se necesita mucha imaginación y desmedido orgullo para afirmarlo. Somos polvo de estrellas.

  • Ya quedé bien sacudido al enterarme de que los dinosaurios ocuparon el planeta Tierra setecientas veces más tiempo que el homo sapiens, y que nuestra ocupación puede ser bastante efímera ahora que somos capaces de autodestruirnos.

LAO TSE. – Sobre nuestra mortalidad quisiera narrarte la siguiente historia: La esposa de Chuang Tse murió, y cuando Hui Shi llegó para ofrecerle sus condolencias encontró a Chuang Tse agachado, golpeando una olla como si fuera un tambor y cantando. Hui Shi le dijo entonces: “Has vivido con esta mujer, habéis criado a vuestros hijos y envejecido juntos. ¡No llorar su muerte ya me parece mal! Pero ¿tocar el tambor y cantar no lo encuentras excesivo?”. “No -contestó Chuang Tse-. Así es como son las cosas. Al morir ella, ¿cómo podría yo no haber sentido pesar? Pero he pensado con mayor detenimiento y he comprendido que antes de que ella naciera, no tenía vida. No sólo no la tenía, sino que carecía de forma. No sólo carecía de forma, sino que ni tan sólo tenía chi [flujo vital de energía]. Pero en alguna parte del vasto e imperceptible mundo hubo un cambio y ella adquirió el chi, después éste cambió y ella adquirió una forma; después ésta cambió y ella obtuvo la vida. Ahora ha habido otro cambio y ella está muerta. Es como el mutuo ciclo de las Cuatro Estaciones. Ahora mi esposa descansa silenciosamente en la Gran Casa. Si tuviera que correr tras ella llorando sería sin duda demostrar que no comprendo lo que está predestinado. Así que he dejado de hacerlo”.

MONTAIGNE. – Eso se llama comprender el ciclo de la vida y la muerte. Por eso escribí en mis Ensayos, citando a Cicerón: “Filosofar es prepararse a morir”. Salgamos de este mundo como en él entramos. El mismo tránsito que hicimos de la muerte a la vida, sin pasión y sin horror, hagámoslo de nuevo de la vida a la muerte. Nuestro fin es uno de los componentes del orden del universo, es uno de los accidentes de la vida del mundo. La aceptación lúcida de nuestra muerte es sencillamente el requisito para una vida auténtica. 

HORACIO. – Imagina que cada día es el último que para ti alumbra, y agradecerás el mañana que ya no esperabas.

CÁTULO. – Y agradece también cuando tu edad florida gozaba su alegre primavera.

LAO TSE. – Ten bien presente que primero es la Vida, no el humano, quien solo es una de sus manifestaciones.

  • Puede que desde un punto de vista cósmico yo sea algo insignificante, pero esa cosa tan insignificante me parece más preciosa que el diamante más grande y más puro.

LAO TSE. – Por supuesto, pues es lo único “tuyo”. De ahí que tu vida sea simultáneamente preciosa e insignificante. Puedes extender esta conclusión a cada una de tus actividades: son fútiles desde un punto de vista cósmico, pero son valiosas a tus ojos, de lo contrario no las emprenderías.

  • Observo que tu visión del mundo está repleta de opuestos indisociables.

LAO TSE. – Es el principio del ying y el yang: vida/muerte, salud/enfermedad, dicha/desgracia, surgimiento/decaimiento, bondad/maldad, belleza/fealdad, recuerdo/olvido,  justicia/injusticia, no se dan la una sin la otra. 

  • No me digas que también son complementarios orden y desorden.

LAO TSE. – La complementariedad de los opuestos puede generalizarse a toda la vida. Por ejemplo, el “nosotros” no excluye al “yo”: la vida resulta precisamente de la tensión entre ambos. Por ello ningún sistema de derecho o de gobierno -por justo y bien intencionado que sea- puede eliminar las angustias y los conflictos provocados por nuestras interacciones en el río del tiempo, donde todo fluye y cambia inexorablemente, a veces de manera tumultuosa. 

  • ¿Qué me aconsejas para tan compleja convivencia, sabio amigo?

LAO TSE. –  Deja que el agua te enseñe a vivir.

  • ¿Cómo así?

LAO TSE. – Fluye como el agua. Aprende la humildad de un río en calma que se desplaza plácidamente y nutre silencioso sus riberas. Fluye con tus experiencias, ideas y sentimientos tal como éstos van y vienen en tu vida: ése es el “fluir con el momento”.

  • Pero también puede suceder que el río se vuelva caudaloso y peligroso.

LAO TSE. –  Aprende, entonces, a nadar con la corriente, como sobrenada una pelota en un torrente montañoso sin poder escapar a sus circunvoluciones y serpenteos.

  • Si me dejo llevar por la corriente temo más parecer pelotudo que pelota.

LOA TSE. – Pelotudo serás si te empeñes en “dar coces contra el aguijón” haciendo caso omiso de la fuerza de la corriente en la que estás inmerso, sus olas, remolinos y torbellinos. Ya te lo dije, el fluir del agua te enseña humildad. Y también perseverancia, oportunidad y flexibilidad.

  • Explícate mejor.

LOA TSE. – Ante los obstáculos -y siempre los tendrás- el agua sabe encontrar la grieta y ejercer allí pacientemente su fuerza hasta poder fluir libremente. Aprende -como el agua- a hallar la grieta por donde se abre un nuevo camino, una nueva oportunidad; entonces su flexibilidad vence a la dureza. Además, como el agua, que cuando la temperatura es extrema, puede convertirse en hielo o en vapor, no dudes en cambiar para seguir avanzando. Espero que te hayas dado cuenta de que lo más importante en todo esto es la práctica, no la teoría.

  • Lo tengo tan claro como claro le quedó a un colega universitario lo que significa saber fluir con los acontecimientos.

LAO TSE. Acicateas mi curiosidad.

  • Un día no hubo clases y mi colega regresó a casa mucho antes de la hora acostumbrada. Pero al llegar al hogar su mujer no estaba en la cocina. Ni en la sala. Ni en el patio. El profesor escuchó ruidos misteriosos en la recámara de arriba, subió las escaleras sigilosamente y abrió la puerta del cuarto. Su mujer y un tipo estaban en la cama. “¿Qué significa esto?” -preguntó mi colega-. “Mmmm, a decir verdad, no tengo ni idea -respondió el tipo-. Lo mío es la práctica, no la teoría”.

Rodolfo Ramón de Roux

Octubre, 2023

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EPICURO: No lograrás calmar las inquietudes de tu espíritu tratando de saciar tus deseos: tienes un buen coche, quieres el último modelo; tienes casa propia, quieres tener también casa de campo; eres millonario, quieres ser multimillonario. Como decía Schopenhauer, “somos máquinas deseantes”. Eso lo saben bien los publicistas y los amantes.

− Ya he verificado que los deseos son como el agua de mar: mientras más la bebemos más sed tenemos. Pero del deseo no se libran ni los budistas: desean no desear.

EPICURO: Qué irónico estás.

− La ironía es el arma de la impotencia.

EPICURO: Buen destello de lucidez.

− Aunque para ser medianamente feliz no hay que ser excesivamente lúcido.

EPICURO: Por eso abunda la lucidez: muchos la desechan para evitar encontrarse consigo mismos.

− No nos alejemos del tema: explícame tu terapia del deseo.

EPICURO: Pienso que la vida es para disfrutarla teniendo el mayor placer y el menor dolor posibles. Pero la capacidad de disfrutar de la vida se ve mermada por cuatro grandes miedos: a los dioses, a la muerte, al dolor y al futuro. Como estimo que la filosofía debe ser una “medicina del alma” ofrezco cuatro remedios para superar esos miedos, ése es mi “tetrafármaco”.

− ¿En qué consiste?

EPICURO: Fácilmente lo sabrás leyendo mi breve Carta a Meneceo, uno de los pocos escritos míos que sobrevivieron al triunfo del cristianismo que, por supuesto, trató de borrarme del mapa pues se trata de una religión del pecado, la culpabilidad y el castigo eterno que exalta el dolor redentor, la felicidad, pero post mortem y para algunos elegidos –extra Ecclesiam nulla salus– y el amor divino -no el sensual-, todo ello en las antípodas de lo que yo pregonaba.

− Pero, admite que el cristianismo es también la religión del amor al prójimo y que eso de tener como objetivo una vida placentera es algo bastante limitado y que no entusiasma a quienes buscan un sentido trascendente a sus vidas.

EPICURO: ¿Acaso te parece poca cosa una vida dichosamente serena? Al menos yo no sé qué pensar del bien, si excluyo el gozo proporcionado por el gusto y el olfato, si excluyo el proporcionado por las relaciones sexuales, si excluyo el proporcionado por el oído y si excluyo las dulces emociones que a través de las formas llegan a la vista. 

− Por eso a los epicúreos se les ha acusado de ser unos voluptuosos y vulgares materialistas.

EPICURO: Incluso nos han tratado de “cerdos” libidinosos. Recuerda que Horacio -excelso poeta que amaba la vida y el placer de ser feliz- reivindicó ser “un cerdo de la piara de Epicuro” (Epicuri de grege porcum).

− Por algo tuvo que decirlo.

EPICURO: Lo dijo irónicamente, pues confundir el epicureísmo con el libertinaje es un grosero error. Expliqué suficientemente que ni las bebidas ni las juergas continuas ni tampoco los placeres que presenta una mesa suntuosa originan una vida gozosa. Fue mi enseñanza -de palabra y obra- la de una gozosa sobriedad. Analicé el carácter insaciable de muchos deseos que se tornan imposibles de satisfacer y se vuelven así una fuente de frustración, de envidias, de violencias, de angustias que, por ende, nos apartan de la felicidad. 

− ¿Me vas a volver a decir que lea la Carta a Meneceo?

EPICURO:  Ni que fueras adivino. Pero lee también el De rerum natura (Sobre la naturaleza de las cosas)En esa admirable exposición en verso del epicureísmo, mi discípulo Lucrecio dice que nuestra alma es un vaso en el que vertemos el líquido de los placeres. Pero es un vaso resquebrajado y, por lo tanto, imposible de llenar. Las grietas que lo surcan son los deseos ilimitados. 

− Bella imagen.

EPICURO:  Lucrecio me elogia por haber advertido que el defecto se halla en el vaso mismo, repleto de poros y agujeros que hacen que todo cuanto en él se vierte se pierda y no haya forma alguna de llenarlo.

− Entonces ¿no hay nada que podamos hacer?

EPICURO: Para sellar las grietas del vaso de nuestra alma tenemos que elegir nuestros deseos con cuidado. Ningún placer es, en sí mismo, un mal; pero nuestra actitud hacia ellos puede hacer peligrar nuestra felicidad: no conviene desear todo placer. Es aconsejable proceder a un cálculo cuidadoso y racional de los placeres, mediante un ascetismo razonado de los deseos.

− ¿Quieres decir que no es posible vivir gozosamente sin hacerlo sobriamente, con sensatez y de forma justa, ni tampoco vivir sobriamente, con sensatez y de forma justa sin hacerlo gozosamente? 

EPICURO: Has entendido la gozosa sobriedad.

− Pero no es fácil elegir qué deseos experimentar y cuáles rechazar para alcanzar la gozosa sobriedad.

EPICURO: Amigo, la felicidad de la gozosa sobriedad es una conquista. Hay mucho en juego: tal es la condición de nuestra libertad. Nuestras pasiones nos alienan, nos despojan de nosotros mismos en favor del objeto de nuestro deseo. Es fácil ser adicto a ciertos placeres, convertirse en sus esclavos. Y son tantas las adicciones entre las que elegir: el sexo, el dinero, el poder, el alcohol, las drogas, las “redes sociales”, los videojuegos…

− ¿Podrías aconsejarme algo práctico?

EPICURO: Te recomiendo un ejercicio muy sencillo: la anticipación. Ante cualquier deseo hazte la siguiente pregunta: ¿qué me sucederá si se cumple el objeto de mi deseo y qué si no se cumple? 

– Esa recomendación me recuerda la historia de un hombre que tenía un ombligo muy protuberante. Aquello le ocasionaba mucha vergüenza, porque cuando iba a la piscina, se burlaban de él. Como era muy creyente, le pedía fervorosamente a Dios que le quitara ese ombligo. Una noche soñó que un ángel se lo extraía y lo dejaba encima de la mesa. Al despertar comprobó que el sueño era realidad. Muy feliz saltó de la cama y… se le cayeron las nalgas.

EPICURO: ¿Ya lo ves?. Hay deseos cuyo cumplimiento conlleva más dolores que gozos. Antes de cambiar algo, aunque pienses que es para mejor, examina sus posibles efectos secundarios.

− El sabio Chuang Tse, que nos había estado escuchando, nos contó entonces la siguiente historia.

CHUANG TSE: Un día, un hombre se encontró en posesión de un arco excepcional. Hecho de un viejo trozo de sándalo rojo, era sólido y flexible al mismo tiempo: su manejo era excepcional. El hombre estaba encantado con su arco. Pero, al mismo tiempo, le parecía que no era lo bastante bonito, demasiado sobrio. Así que pidió al artesano más hábil del país que lo adornara con una escena de caza. El artesano puso todo su talento en grabar la escena de caza, y el resultado fue asombrosamente realista. Caballos corriendo en pos de la presa, jinetes disparando flechas con sus arcos, el sol y el paisaje… no faltaba nada. Magníficos adornos completaban el cuadro, grabados en toda la superficie restante del arco. El hombre estaba encantado con el resultado: su arco era ahora perfecto. Lo cogió, colocó una flecha y tiró de la cuerda enérgicamente hacia él. Y entonces, pum, el arco se rompió: el excesivo embellecimiento había debilitado la madera y le había pasado factura.

– Al que vive encendiendo la llama de las cosas perfectas, cada día le depara nuevas frustraciones.  Y te advierto -me dijo Linguacuta, que por allí pasaba-: la noria de nuestros insaciables deseos también opera a escala social: la lucha por “un mañana mejor” no nos protege de quienes quieren a toda costa “un pasado mañana aún mejor”.

Rodolfo R. De Roux

Septiembre de 2023

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