Dice el dicho que “una imagen” vale más que mil palabras. Dado que vamos a reflexionar sobre la pobreza, qué mejor que verla y sentirla antes que describirla. Invitamos al lector a ver este corto video que la pone de relieve en varias de las dimensiones que quisiéramos reflexionar.
Todas las características que nos comparten la madre y el joven son un vívido resumen de lo que es la pobreza que, inaceptablemente, está presente en todos los continentes.
La experiencia de vivir en la pobreza, con las limitaciones que ésta conlleva, es una vivencia diaria que impacta al individuo en la más elemental de las necesidades: la de poder comer para aplacar el hambre. Si no comemos diariamente lo que necesitamos, sencillamente nos debilitamos, nos enfermamos y en grado extremo nos morimos literalmente, “de hambre”.
La pobreza se puede analizar desde varios niveles y descubrir que tiene múltiples significados que repercuten a nivel individual – el psicológico, anímico, espiritual – como al nivel comunitario, nacional e internacional.
No me detengo en los niveles nacionales (1) e internacionales porque estos son bien conocidos por todos nosotros. Me inclino a concentrarme en los niveles psicológico, anímico y espiritual, pues son los que más directamente afectan al individuo.
Vivir en esa constante realidad de carencia nos define cómo vemos el mundo y los demás. Nos lleva a albergar resentimiento contra el establecimiento que es culpable,- en gran medida, de por qué no se tiene la comida que aplaca ese vacío voraz que se siente en el estómago, todos los días, demasiadas noches cuando se tiene que ir a dormir con las mordidas de hambre que dan el estómago y los intestinos. Nos lleva a resentir de aquellos que, teniendo de sobra, no se apiadan y no alivian esa insoportable pobreza. Nos lleva a perder la noción de respeto de la propiedad de los otros, pues la necesidad por las cosas básicas, nos impulsa a quitárselas a aquellos que les sobra. Nos puede convertir en resentidos sociales, completamente justificados por vivir constantemente la experiencia de carencia y hambre.
Hasta acá es fácil entender el por qué la pobreza puede moldear una psique personal de esta manera, a tal punto que los principios éticos se relativizan y no tiene sentido respetarlos.
Pero hay otra dimensión de la pobreza, pocas veces analizada, pues suena a una irrealidad traída por los cabellos. Me refiero a la dimensión espiritual.
Esta dimensión es, ciertamente, más difícil de captar, entender y asimilar. Pero el muchacho del video nos da pautas para vislumbrarla. Cuando hace referencia a Dios, a estar agradecido, tener fe y esperanza, él está dándonos una guía para entender que hay una difícil dimensión de la pobreza que se nos escapa con frecuencia: la espiritual.
Curiosamente, Jesús una vez dijo, “Porque pobres tendréis siempre con vosotros, pero a mí no me tendréis siempre. (Mt. 26:11). ¿Qué quiso Jesús decir con esta afirmación? Si tomamos literalmente estas palabras de Jesús, esa realidad está cumpliéndose al pie de la letra pues las Naciones Unidas afirman que, en pleno Siglo XXI hay más de 700 millones de personas, o el 10 % de la población mundial, que aún vive en situación de extrema pobreza hoy en día, con dificultades para satisfacer las necesidades más básicas, como la salud, la educación y el acceso a agua y saneamiento, por nombrar algunas. (un.org)
Al paso de tortuga que van las reformas económicas, políticas, y sociales que se necesitan para resolver la pobreza rampante que se da a los niveles nacionales y a los internacionales donde las decisiones colectivas podrían aliviarla, no sería de extrañar que la misma apabullante realidad la encontraremos en las próximas centurias. Mientras las extremas diferencias sociales en lo económico existan, los pobres estarán entre nosotros.
Cabe entonces preguntarnos si hay otra forma de entender la afirmación de Jesús que no sea la pobreza física. La hay y es obviamente la espiritual. Hay multitud de personas que son ricos materialmente, pero son pobres espiritualmente.
Esa multitud, en gran medida, es las causante de la existencia de las condiciones de pobreza omnipresentes en todos los continentes de esta casa terrenal que compartimos. Los espiritualmente pobres son los que no tienen compasión, los que no tienen sentido de justicia, mucho menos de empatía. No les importa el bien común y por lo tanto, no están interesados en ayudar a buscar soluciones a tan flagrante situación mundial que podría remediarse si las cualidades espirituales, puestas al servicio de la solución, podrían reducir la pobreza a una insignificante realidad.
Y como aspecto contradictorio, la existencia de esos pobres que no tienen nada, y están entre nosotros, es la mejor oportunidad para ejercer el poderío espiritual de la empatía, de la compasión, de la gratuidad, del amor que se da, que comparte, que ayuda, que neutraliza las causas humanas que crean el problema.
En este sentido, podemos darles a los pobres gracias todos los días por recordarnos que lo mejor de nosotros mismos se da cuando salimos de nuestros encapsulados y egoístas “yos” para descubrir que en las necesidades de los otros “yos” está el sentido de universalidad que todos compartimos. Que cada pobre nos rescate de nuestra acomodada y rica realidad para sacudirnos un tanto, para poder manifestar nuestra grandiosidad interior: el reconocimiento de que todos, en esencia espiritual, somos idénticos, porque hemos sido creados a la “imagen y semejanza” de Dios, en y por amor.
Reconocernos así, es darle paso a la posibilidad de crear una civilización donde nos reconocemos como pertenecientes a una sola raza, la raza humana que habita en el único país, el planeta – que se nos ha confiado en fideicomiso para su administración responsable, de manera que toda su riqueza material sea el patrimonio de toda la humanidad con el que la pobreza pueda ser neutralizada.
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- Según el DANE, en el 2021, 3,6 millones de personas ingresaron a la condición de pobreza y 2,78 millones a la condición de pobreza extrema. En total son más de 21,02 millones de personas las que subsistían en ese momento con menos de $331.688 mensuales, un monto que, según el DANE, es la línea de pobreza en Colombia.
Reynaldo Pareja
Mayo, 2023
2 Comentarios
Descarnado y conmovedor el artículo de Reynaldo sobre la pobreza, y una de sus consecuencias, el hambre. Me toca muy en lo personal, y muy de cerca, pues en este momento llevo dos semanas en Carcas, y en este tiempo he sido testigo del hambre, y he visto de cerca el caso de personas que literalmente se van a la cama con el estómago vacío. Hace unos meses murió un profesor universitario con varios postgrados y la causa del fallecimiento fue que murió de hambre, y esta situación es algo que se vive a diario.
El pais (hacia varios años que no venía) se ha convertido en un escenario de grandes contrastes. El salario mínimo, que ganan muchísimas personas, es de Bs 130, que con un dólar a Bs 26, quiere decir que muchos funcionarios y empleados del primer nivel ganan US$ 5 dólares mensuales.
Por otra parte, el país está totalmente dolarizado. Una coca.cola cuesta US$1,50 y una hamburguesa en Burger King cuesta US$10. Casi podría decir que todo es más caro que en Colombia. La pregunta es ¿Cómo puede una persona que gana USD$5 mensuales vivir? Llevo dos semanas tratando de averiguarlo y no logro entenderlo.
Algo que podría comenzar a explicarlo es que hay que pagar extras (no lo llamemos corrupción sino instinto de supervivencia) por cualquier trámite que uno trate de hacer en cualquier sitio. Es corriente pagar un extra de US$300 o US$400 por cualquier diligencia o trámite.
Total, aunque como digo llevo dos semanas tratando de entenderlo y no lo consigo, a esto nos ha llevado lo que han llamado “el socialismo del Siglo XXI”.
Aunque recientes elecciones presidenciales comprueban que nadie escarmienta en cabeza ajena, esperemos que las personas pensantes en esos países se miren en este espejo y reflexionen, ¡Tal vez no lo hgan!, pero ojala. Un abrazo.
Reynaldo, imperdonablemente sólo he leído “por encima” tu artículo “por ahora”. Acabo de leer hoy -dos días después- el de Jorge Iván González “Deterioro en la calidad de vida”. Falta pensar en el deterioro en la Calidad de Vida integral.