El sentimiento de ser colombiano se ve matizado en forma diferente cuando se ha vivido fuera de la patria por más de 37 años, en comparación con aquellos que han vivido durante décadas y décadas en ella. Esa lejanía matiza, sin duda, el cómo vivo mi orgullo de ser colombiano que lo reflejo en mis observaciones siguientes.
Belleza de la naturaleza
Aunque no he podido visitar todos los sitios dignos de ser apreciados, admiro con ternura su belleza que he contemplado en múltiples fotografías de los amigos que han gozado los escenarios que tenemos en todo el territorio. Allí existe fauna y flora que pocos países tienen, donde abundan las especies de insectos muy variados, flores y orquídeas que rivalizan en belleza con flores de cualquier parte del mundo.
Nuestros bosques y selvas tropicales cobijan múltiples especies animales que solo se encuentran en Colombia, como el tapir o la anaconda, así como pájaros de todos los colores y tamaños, perros sin linaje, vacas de alcurnia, como las criadas a lo salvaje, toros, papagayos, gatos feos y otros cariñosos, pero igualmente esquivos. No nos faltan ni hormigas, mosquitos, abejas, arañas, lagartijas o iguanas.
Mi país natal, ecológicamente, cuenta con todo lo que otros países solo tienen parcialmente: dos océanos, lagos, montañas, valles, ríos, selvas, desierto, nevados, paisajes de ensueño y un encanto mágico en sus exuberantes paisajes que se saborean en momentos de paz y suscitan en el subconsciente un recuerdo del paraíso terrenal que no logramos capturar, pero si añorar.
Belleza de su gente
Tenemos una colección de etnias que nos enriquece como especie humana y nos permite vivir la realidad de que somos una sola raza ‒la raza humana‒, con multitud de expresiones de color de piel, textura de pelo, estatura y un conjunto de lenguas que reflejan la creatividad de muchas etnias que se han integrado al mosaico de la diversidad humana bajo el manto de nacionalidad colombiana.
Me enorgullece saber que hemos contribuido a la cultura y arte universal con un García Márquez, que nos produjo el ensoñamiento del realismo mágico, un Botero, que ha conquistado las calles de Nueva York con sus imponentes estatuas, los poemas sobresalientes, musicales y de puro sentimiento nacidos de la inspiración de Porfirio Barba Jacob o José Asunción Silva.
Igualmente, hemos producido científicos del calibre del Dr. Hakim con su famosa válvula cerebral. La brillante colombiana Adriana Ocampo Uria, astrónoma, geóloga planetaria y piloto astronauta. Martha Gómez (Ph.D), oriunda de Pereira, una autoridad mundial en clonación. Jorge Reynolds, científico bogotano, domina la electrofísica cardiaca y la ingeniería biomédica, reconocido mundialmente como el inventor del marcapasos artificial externo, con electrodos internos. El ingeniero colombiano Nelson Sabogal es hoy una de las personas que más sabe sobre los secretos de la capa de ozono. Y muchos más que han contribuido al adelanto de la ciencia.
Su cultura
Tenemos una amalgama de culturas: afro, indígena, española, caribeña, norteamericana, todas con rasgos típicamente colombianos.
Las expresiones musicales tienen más de 1025 ritmos, como el bambuco, el pasillo, el torbellino, la guabina y el bunde, la cumbia, el galerón, el joropo, el mapalé, el merengue. No nos faltan estilos, pues hasta el pasodoble lo hemos integrado a nuestros bailes de salón, a la par del rock and roll y el rap.
Los cantantes colombianos conocidos internacionalmente han puesto a Colombia en los éxitos musicales modernos: Shakira, Carlos Vives, Juanes, Andrea Echeverri y Maluma.
Su rostro feo
Pero como muchos otros países, tenemos políticos corruptos institucionalizados, intocables, abusadores del poder político que tienen la posibilidad de escaparse de ser ajusticiados.
Hemos vivido con odios políticos enconados durante decenas y decenas de años de lucha política que no acaba de superar el clientelismo y el partidismo, empecinados en mantenerse en el poder para seguir desangrando las arcas públicas contribuyendo a mantener la pobreza de los que no tienen acceso a dichas prebendas.
Adolecemos de un ejército que se involucró en masacres de campesinos durante la época de la Violencia y algunos policías sobornables por diversas razones.
Hemos vivido y alimentado una violencia aceptada y practicada a nivel nacional, regional, callejero por los grupos de interés que la usan para mantener el control y poder que los alimenta diariamente.
Se nos ha conocido, a lo largo de varias décadas como un país cuya inseguridad callejera se manifiesta en asaltos a la luz del día, robos en los buses, desfalcos en las compras, hurtos de automóviles en los parqueaderos. Momentos traumatizantes que multitud de personas han tenido que sobrevivir en silencio porque no hay fuerza pública que pueda impedirlo.
El narcotráfico descontrolado ha envenenado a miles de consumidores, ha corrompido el sistema económico, político, al ejército y a la policía, logrando perpetuarse en su destructora producción de drogas que aniquilan a los que las consumen, pero que enriquecen desmesuradamente a quienes producen ese “paraíso” mortal.
No nos faltan abusos de derechos humanos sin justicia. Son los más pobres los que no tienen cómo defenderse y mucho menos conseguir justicia.
Nos caracteriza una cultura de critica negativa de los demás a sus espaldas y con la intención de destruirlos que, aunque universal, tiene una forma colombiana muy especial de ser.
Tenemos una discriminación racial y de clase social que nos mantiene aún encasillados en niveles insalvables para la integración nacional.
A pesar de todo
A pesar de todo este rostro feo e hiriente que nos ha dejado con una herida en el alma nacional, me siento orgulloso de ser colombiano pues nuestro país ha producido para la historia latina y mundial nuestra marca de un país que no se doblega, sino que sigue luchando por conseguir esa paz tan anhelada, esa justicia tan necesaria para superar tantas inequidades.
Sigo orgulloso de poder contribuir a esa historia nacional e internacional en la medida en que nuestros esfuerzos individuales y colectivos nos hacen brillar en el firmamento del esfuerzo humano que sigue evolucionando.
Reynaldo Pareja
Diciembre, 2022