El siguiente texto, que combina poesía y un relato sobre los migrantes, nació para ser presentado en un concurso en Galicia y obtuvo un reconocimiento para publicarse en castellano y en gallego. Su autor vive hace más de 10 años en Alicante, la tierra de sus ancestros.
Cuando fuimos conscientes de que la decisión estaba tomada, de que ya habíamos pagado los cuatro pasajes en el barco que zarparía en dos semanas desde el puerto de Santa María, irrumpieron las dudas, las angustias y las culpas reprimidas, pues nunca imaginamos que abandonar la patria se pareciera tanto a una muerte anticipada.
Al dejar atrás las Azores y fijar el rumbo definitivo hacia el nuevo hogar, caímos en una suerte de sonambulismo descontrolado, saturados los sentidos por tanta mar, tanta soledad y rutina. Solo nos quedaba la placidez equívoca de las noches, el repaso a las fotografías de los que habíamos abandonado y el refugio último de las palabras para confundir nuestro dolor y aceptar el azar o el destino.
Meses más tarde, hecho ya realidad nuestro sueño de emigrar, el mayor de nosotros nos invitó a su pequeña casa de bahareque y techo de paja en la hermosa costa de La Guajira colombiana, y releyó estos versos que habíamos compuesto entre todos en medio de nuestra desesperanza y que habíamos olvidado, no sé si a propósito, cuando ya el barco que nos había traído había levado anclas para volver a España.
Señor, confunde las brújulas
y haz que su norte sea solo España.
Desorienta las aves migratorias
para que vuelvan a su nido.
Echa por la borda al astrolabio del timonel para
que solo se guíe por el instinto de su corazón.
Pero si ya la suerte está echada
y sea imposible mirar para atrás,
si nada hará que el viento cambie su rumbo
porque él también quiere emigrar,
desbarata entonces a tu antojo todas las tormentas,
confunde noches y días en un solo paréntesis del tiempo,
que anclemos deprisa en la orilla desconocida.
Y el primer amanecer en la nueva tierra
nos confirme que no estábamos equivocados.
Que donde se juntan mar y montañas,
por donde navegan ríos como espejos ambulantes,
debemos construir nuestra nueva morada.
Mientras, vamos escribiendo cartas,
las únicas que han resuelto volver a
las manos que nos suplicaban que
nunca partiéramos.
Hoy, cuando han pasado más de 50 años, les releo estos versos a mis nietos, ya mayores, y adivino en sus ojos un deseo irrefrenable de viajar, viajar para no llegar nunca.
Alfredo Cortés Daza
Noviembre, 2021
16 Comentarios
Con la calidad del Alfredo que conozco
Bellísimo artículo, Alfredo. No conocía la historia de tus ancestros, ni tus extraordinarias dotes de poeta. Cordial saludo desde Cartagena!
ESTE “VIENTO” TAMBIÉN ME HA TRAIDO LA DICHA DE RECIBIR UN MENSAJE DE MI PROFESOR DE LITERATURA EL AÑO 1964, SEGUNDO DE RETÓRICA. ¡CÓMO ME ACUERDO DE ESAS CLASES, CUÁNTO LAS DISFRUTABA! ME ALEGRA SABER QUE ESTÁS DISFRUTANDO DE ESE CALOR HISTÓRICO DE CARTAGENA. UN FUERTE ABRAZO.
Flota la nostalgia del emigrar, no se sabe si de allà para acà o viceversa. Todos somos un poco emigrantes y nos hallamos a mitad de camino entre el pasado y el por-venir. Que bueno que el viento esta a muestro favor. Un abrazo Alfredo.
VICENTILLO, GRACAS POR TUS HERMOSAS Y SENTIDAS PALABRAS. TÚ TAMBIÉN EMIGRASTE, PARA NUNCA VOLVER Y HAS SIDO FELIZ! UN FUERTE ABRAZO DESDE LA MADRE PATRIA.
Qué buen escrito, Alfredo. Inspirado e inspirador. Me alegra que lo hayas hecho conocer, pues ya lo había leído con deleite una vez que me lo enviaste y lo releo ahora con placer. Un abrazo y saludos a Elsa.
Hermoso relato el de Alfredo. Narra sobre todo la angustia al emigrar, unida a la esperanza de mejor futuro, que nos ha tocado talvez a la mayoría.
Al relatar la duda de sus abuelos al embarcar en el Puerto de Santa María, recuerdo al abuelo de mi abuelo, don Manuel de Benito Escauriaza de Barrera (1821-1862) que hace unos 170 años se embarcó hacia Cartagena desde Bermeo, en el país vasco no lejos de Bilbao, para nunca regresar.
Hace un par de años visitando el país vasco, llegué a Bermeo, pequeño pueblito de marineros, talvez respondiendo al reclamo del antepasado. Anoto que don Manuel murió ahogado (como corresponde a cualquier marinero que se respete) cuando su nave zozobró en el Golfo de Morrosquillo cuando él tenía apenas 41 años, dejando a mi tatarabuela “mamá Jacinta” de solo 6 años.
Gracias Alfredo, y te felicitaré mañana por tu cumpleaños, ya que en Venezuela se dice que felicitar a alguien antes de la fecha es “´pavoso” (mala suerte). Un Abrazo
Eduardo, conmovedor tu relato. Hay tantos misterios en nuestras historias! Gracias por tu mensaje.
Desplegaste, afortunadamente, las velas de tus escritos que siempre son inspiradores y plenos de poesía. Que siempre haya buen viento y buena mar en tus narraciones mientras el canto de las sirenas acompaña tu raudo navegar por el vasto piélago de la poesía.
Alfredo: muy interesante tu relato y se te revelan las memorias y los recuerdos de la vida. ?????????????
GRACIAS, QUERIDOS AMIGOS, POR SU MENSAJE. CREO QUE ME CONOCEN BIEN PUES SON MUCHAS LAS HORAS QUE HEMOS COMPARTIDO. UN GRAN ABRAZO.
Alfredo,
Hermoso poema que describe nuestro común y pesado recurrente enigma : me equivoque dejando mi patria donde me pario mi madre`? Me abre dejado ilusionar de los cantos de sirenas que hablaban de vientos a favor? Quizá…Porque partir es morir a medias…!
Gracias Guillo por tus acertados comentarios. Creo que haber emigrado ha sido positivo en muchos aspectos. Un abrazo.
Alfredo: me ayudas a reforzar mi amor por la poesía: esa capacidad de, con muy pocas palabras, abrir mundos de imágenes, recuerdos y añoranzas…yo cumpliré el año entrante 40 años de vivir en el Perú…
Gracias, Jorge Luis, por tu nota laudatoria…no sabía que llevaras tantos años en Perú. Hace varias décadas visité Lima y me encantó. Sigo, desde hace tiempo, su literatura y, desde tiempos más recientes, su exquisita comida, muy conocida en España.Un fuerte abrazo.
Hablando de literatura peruana, Afredo: César Vallejo, Blanca Varela y ahora, Gabriela Wiener…abrazo.