Antes de las elecciones una victoria de Petro significaba el fin de la democracia, de la libertad y hasta de los valores familiares. A las 4:51 de la tarde del día la votación los nubarrones desaparecieron por arte de magia y el respeto por la democracia primó y con ello la peregrinación de apoyos al candidato elegido.
¡Qué proceso tan voluble y acomodado el de la reciente elección presidencial! Parece que ella hubiere mutado de un ejercicio democrático a una práctica oportunista en donde todo se vale. Por lo tanto, para las elecciones se estimula un ambiente enrarecido artificialmente; se propicia la confusión en los temas tratados y se fomentan mecanismos de manipulación de la información. Es un proceso esencialmente manipulado.
1. Ambiente enrarecido
Desde el inicio del proceso electoral se fomenta artificialmente un contexto para que terminemos escondidos y atemorizados en una burbuja polarizante e irracional, combinada con hastío, cansancio y desesperanza y ahí sí estamos listos para depositar nuestro voto en la urna. Cómo es posible que después del paso por un trapiche quiebrahuesos de los cincuenta candidatos a la presidencia siguiéramos tratando a las cuatro personas que conforman las dos fórmulas presidenciales con insultos personales, con ultrajes racistas, con desprecio y palabrotas, y cuando estamos lo suficientemente entumecidos y aturdidos llega el momento de salir a decidir. Una de las dos fórmulas nos iba a gobernar por cuatro años y no se escatimó esfuerzo alguno para desacreditar y vilipendiar a la contraparte. Qué fácil y placentero es recurrir a señalamientos absolutistas y dramáticos para hablar de ricos desalmados; fin de la democracia, de la libertad, de los valores de familia.
Con el fin de destruir al otro todo se vale, sin reato de conciencia, sin compasión humana, sin ética y, tristemente para la gran mayoría de quienes diseñaron y aplicaron estas estrategias y tácticas demoledoras, mudar de posición es tan fácil como cambiar la corbata por otra de color diferente, con tranquilidad y sin ponderar la desconfianza y el desasosiego que pocos minutos atrás habían estado promoviendo con ahínco y con todos los adelantos tecnológicos de una mercadotecnia insensata.
Brincan inmediatamente preguntas: ¿cuánto o qué se cobra por ese salto mortal? Cuánto tiempo durará esta unión espontánea? ¿O es que en realidad sí se busca el bien del país?
La inmensa mayoría de quienes votamos nos sentimos frustrados, atemorizados, intimidados y/o manipulados por los conductores de las campañas “democráticas”.
2. Planes de gobierno confusos y simplistas
Se espera que un candidato responsable tenga un plan de gobierno integral y coherente. El plan del gobierno del candidato ganador, Colombia, Potencia Mundial de la Vida, contiene 54 páginas. El volumen de información compartido en una campaña es ínfimo y se reduce a temas en boga en el país en forma esquemática y simplista; por lo regular sin un plan financiero que lo haga factible y, con toda seguridad, sujeto a distorsiones por parte de la campaña contraria.
Los temas seleccionados por el candidato se presentan como un conjunto de anzuelos con diferentes carnadas para que caigan peces de las más variadas especies. Por lo regular, la decisión de una persona para votar se basa en la aceptación emocional de un tema y no contempla el análisis ponderado de todos los planes de un candidato, ni mucho menos se toma el tiempo para comparar las ofertas programáticas de la contraparte.
La falta de información de los votantes, sobre el plan de gobierno de los candidatos es crasa, a lo cual hay que añadirle los ataques del bando contrario que embadurnan y deforman las propuestas de la competencia.
Surge entonces la pregunta: realmente, ¿hay claridad en la mente de los ciudadanos sobre el plan de gobierno que propone el candidato de su elección? Siendo generosos, podría decirse que el plan de gobierno de los candidatos lo conoce adecuadamente máximo el 1 % de la población. ¿Podríamos aseverar que quienes votan conocen los programas de gobierno, su coherencia y viabilidad financiera y administrativa?
3. Información distorsionada
Los medios para divulgar los planes de gobierno son insólitos. Uno es la plaza pública en medio del sol, el sudor, la lluvia, la gritería, la venta de helados, empanadas y el ruido de las chirimías. Se vociferan hasta la saciedad estribillos pegajosos del plan de gobierno y se distorsionan tanto en forma sutil como grotesca los del candidato rival.
Otra forma de comunicar las ideas del candidato es a través de los medios escritos y hablados tradicionales, que selectiva y tendenciosamente presentan generalidades favorables a sus financiadores y distorsionan las del adversario. Por último, llega el medio más efectivo de comunicación de los planteamientos de los candidatos como es la guerra de guerrillas, es decir, las redes sociales. Esta táctica es altamente eficaz porque la recibimos cuando subimos las escaleras, estamos en una reunión o dormimos tranquilamente; puede ser personalizada y focalizada para generar miedo y pánico individual o para convertir las creencias en dogmas inmutables y excluyentes. Votamos en medio de la confusión y el precondicionamiento emocional.
4. Reflexión final: un poco de todo
En el proceso electoral que terminó hace poco, solo votó el 58 % de la población; al candidato electo lo acompañó un exiguo 31 % de los votantes potenciales; el número de personas que aportaron financieramente a las campañas fue minúsculo; el conocimiento de los programas de gobierno por parte de los ciudadanos que se acercaron a las urnas fue irrisorio; quienes manipulan el proceso son un número reducido de individuos, y los que votamos lo hicimos en un ambiente enrarecido, manipulado, fantasioso y artificial.
¿Podemos calificar este proceso como libre y democrático? Si quisiéramos aportar al mejoramiento del sistema de elecciones, con el planteamiento de un diagnóstico más realista, ¿no sería mejor que nos bajáramos de esa nube mítica, incuestionada y base de nuestra institucionalidad, de que vivimos en una democracia libre, y aceptar que operamos en un sistema oligárquico y manipulador?
Silvio Zuluaga
Agosto, 2022
3 Comentarios
Estas reflexiones y preguntas son válidas para todas las elecciones pasadas de Colombia y de la gran mayoría de países democráticos. Para ejemplo las últimas elecciones de Estados Unidos. El tema no es el que sino el como y no depende de las campañas sino del proceso electoral y sus normas. Tema complejo y difícil de resolver pues pasa por cambios culturales, de educación no solo política sino también de comportamiento civil del electorado y de arreglo de las normas electorales, de la financiación de las campañas, su auditoría y los topes de estas financiaciones.
Es muy cierto lo que indica Silvio, pero al fin y al cabo parece ser la mejor solución, teniendo en cuenta las alternativas. El candidato por el que votó “toda” Colombia, recibió el voto de 3 de cada 10 votantes, otros 3 votaron por el otro candidato, y hubo 4 que no fueron a votar.
Y menos mal que tenemos segunda vuelta. En paises que no la tienen, el candidato con mayor número de votos en la primera vuelta, por ejemplo un 30%, puede resultar siendo elegido presidente a pesar que talvez solo un 15% de los votantes potenciales votaron por el/ella. Esto sucedió con Allende que ganó la presidencia con el 36% de los votos. No sé cuánto fue la abstención en esa oportunidad, pero teniendo en cuenta la abstención el “apoyo” fue bastante minoritario. Un Abrazo
Excelente análisis Silvio. Qué bueno volver a leer tu escrito, ANTES y DURANTE las próximas elecciones. Tal vez así podamos asimilar las lecciones aprendidas.