En nuestra tertulia de los jueves número 166, quisimos acercarnos al tema de la muerte. Algunos quisimos escribir nuestras percepciones… Presentamos el video y la copia de esta presentación.
Me ha costado comenzar a escribir esta carta. No sabía cómo dirigirme a ti. “Querida muerte”, tenía algo de falso. Tampoco es que te desee. No te convoco aún. “Hola muerte”, me sonaba a una mentirosa familiaridad que creo todavía no tener contigo…
Así que opté, más bien, por algo más sentido y ceñido a mi realidad: “Cercana muerte”, lo que también me ha permitido tutearte. Y es que, desde la temprana partida de mi hermana, menor que yo hace 7 años, y de la derrota por el Covid, de mi hermano, mayor que yo hace 2 años, he notado que la cuenta del tiempo para mí ha comenzado a ser inexorablemente regresiva. Se trata de “los años que me quedan por vivir”, como canta Gloria Stefan.
Y entonces, al sentirte cercana, se han iluminado partes de mi vida, antes en la sombra por el ritmo desaforado del trabajo y de la subsistencia, del crédito hipotecario, de las universidades y los colegios por pagar…
Esa cercanía me ha dado un inapreciable regalo: ser dueño de mi tiempo es una novedosa dimensión de mi vida. Cada día nuevo día es una sorpresa que me permite desde disfrutar de los pájaros en los parques, gozar del viaje en bus por dos soles viendo a la gente en sus correteos tratando de vivir dignamente, hasta compartir con mi ser querido un colorido atardecer a la orilla del mar. Desde leer el libro que me acaricia, hasta volver a escuchar –y bailar– la música que siempre me ha alegrado…en una palabra: degustar plácidamente las pequeñas cosas a las que cantaban Mercedes y Chabela.
Y es que la salud, a estas alturas, es también esa condición que te permite el sosiego que muchos no tienen y no dejo de admirarlos por tener la fuerza para luchar cotidianamente, buscando domar dolores, conseguir medicinas para lograr acumular días, con la incertidumbre de lo que vendrá mañana. Si algo quisiera, cercana muerte, es encontrarte como ahora, con sosiego, con calma, para despedirme de todos…como apagándome.
Decirles gracias a cada uno de mis 10 nietos (entre los 3 y los 21 años) es la prioridad que me dicta el ahora. Gracias, sí, porque son diez ventanitas distintas por donde puedo entrever este adolorido mundo, con colores distintos, a diferentes alturas, con muchos relieves y matices, esperanzas para la supervivencia humana.
Y cuando, a la entrada de la casa pasen por el jardín perfumado por el jazmín, sepan que está allí porque el abuelo, como abono, contribuye a hacer posible semejante hazaña.
Jorge Luis Puerta
Lima, Noviembre de 2023
5 Comentarios
Que sigas disfrutando lo que te va quedando. Y esté lejano el día en que vayas a servir como abono.
Lograste, querido Jorge Luis, lo que yo no: tutear a la muerte. Porque si la llamé “hermana” era lo más justo. Bello tu texto. Puedo unirme a la mayoría de tus frases; y digo la mayoría porque nietos o hijos quedaron, como dirían algunos de los compañeros, para la sucesiva reencarnación. Un abrazo grande,
Alberto Echeverri
Jorge Luis, que buen uso de tu tiempo ahora! Un amigo de 43 años desea fervientemente y trabaja arduamente para llegar pronto a ese estado de vida tuyo. La muerte llegará solo a su tiempo (kairos).
Jorge Luis: Que hermoso pensar en el jardín donde la fragancia de tu vida y tus recuerdos va a ambientar a una familia tan grande y tan fecunda. No en vano han sido las preocupaciones y los sinsabores de muchos años, pero también alegres y muy fértiles las realizaciones , los múltiples trabajos y los grandes o pequeños triunfos que acontecen en el diario vivir. Gracias por tus mensajes, que ciertamente nos llegan a todos. Saludos. Hernando
Comentarios muy sesudos todos. Gracias.