Estaba leyendo hace pocos días, un artículo sobre los peligros que enfrenta la sociedad de la Cuarta Revolución Industrial por el desbordamiento de las tecnologías, especialmente de aquellas referidas a la Inteligencia Artificial y a la Robótica.
Los autores señalaban con preocupación, la necesidad de conducir y manejar dichos avances de forma tal que no afectaran las propiedades y características del ser humano, especialmente cuando la Inteligencia Artificial supliera y suprimiera la capacidad de la decisión individual y colectiva propia de la voluntad humana. Utilizaban un término inglés “harnessing of technologies”, que me pareció una apropiada metáfora para significar la necesidad de un manejo apropiado de las mismas.
Recordé entonces lo que mi abuelo me enseñó cuando para montar a caballo me pedía que ajustara “el arnés de las bestias”, es decir la silla de montar con su alfombra, los estribos, el lazo y sus correas de ajuste, la jáquima para conducir el caballo y el freno para detenerlo. Entendí que la metáfora hace alusión a que las tecnologías deben estar al servicio de quien las usa y maneja, y que el jinete que las monta a su vez debe ser el que las conduzca, oriente, las exija para lograr las metas al paso adecuado, y las frene cuando sea necesario.
Bobadas mías quizás, pero muy ciertas para tratar de dilucidar el enorme problema de la relación entre el hombre, la sociedad y las tecnologías, asunto que ocupa un lugar preponderante en la construcción del paradigma de la nueva época histórica a la que he venido haciendo alusión.
Asunto que en primera instancia ha sido concomitante a la presencia de la inteligencia, la voluntad y la habilidad humanas en el planeta tierra desde hace muchísimos siglos. Al desenterrar los restos de los homínidos que habitaron el planeta, los antropólogos siempre hacen alusión al descubrimiento de instrumentos que les permitieron manejar y modificar sus contextos naturales, es decir a las herramientas técnicas que les apoyaron para construir su propio hábitat y desarrollar sus culturas.
Se puede afirmar que el desarrollo de la humanidad está signado y acompañado en forma sustancial por el desarrollo de la tecnología. Es preciso clarificar qué se entiende por lo tanto bajo el término de tecnología, que incluye entre muchos componentes: herramientas, equipos y aparatos, modos y procesos de uso, manuales de procedimientos y de utilización según diferentes alternativas, todos los cuales son, a su vez, producto de los avances científicos y de las leyes generales que conforman las diferentes disciplinas del conocimiento.
Por parte de quienes las usan, desarrollan y utilizan se requiere por lo tanto: conocimientos científicos, desarrollo de pericias, actitudes y habilidades, sujeción a las reglas de uso y voluntad de utilización. Esta es la forma compleja como se entiende y se da sentido a la tecnología en su acepción de agente, ella misma, del desarrollo y potenciación de la humanidad y por lo tanto de la historia. Por lo cual, se puede afirmar también que, la agencia tecnológica opera como sujeto activo de la transformación del mundo y en consecuencia de la existencia del hombre en el planeta tierra, cambiante en razón de la misma tecnología.
Esta relación del “homo sapiens et laborans” con el planeta da los argumentos para entender la función de “sostenibilidad” que dado el cambio de la actual época histórica se le asigna a la tecnología. Se parte de la evidencia sobre los efectos extensos y perjudiciales que la industria tecnológica ha causado en el atmósfera, los mares, las costas y la corteza terrestre, tanto por la extracción de las materias primas, como primordialmente por su uso, rendimiento, distribución y utilización a través de los productos desarrollados para la humanidad, que en su gran impacto debido al crecimiento desbordado de la población mundial y a las fallas en el manejo de los subproductos, los deshechos y las basuras, están poniendo en peligro la continuidad de la existencia del hombre en el planeta tierra.
Por eso, en este cambio de época que vivimos “sostenibilidad” debe entenderse no solo como restricción y equilibrio en el uso de los recursos escasos y disponibles en función de las generaciones futuras, sino la utilización de los mismos en forma circular, para que se puedan convertir, una vez utilizados, en nuevos recursos para el mantenimiento de la presencia del hombre en el planeta tierra. Menuda tarea la que le corresponde a la tecnología en la conservación del planeta tierra como casa común de la humanidad, tal como lo expresó el Papa Francisco, quien fue el primero en afirmar que no estamos en una época de cambio “sino en un cambio de época histórica”.
Pero si bien “la sostenibilidad” tiene que ver con el asunto planetario en su dimensión geográfica y ecológica –es decir en el ecosistema ambiental- no es menos necesario considerar que dicha meta es también necesaria para la humanidad en sí misma, como conjunto viviente de seres racionales, es decir para la sociedad, la economía y la cultura como “ecosistema social”.
Se trata entonces de las modificaciones, reformas, invenciones e innovaciones que es preciso emprender para adecuar a la humanidad en su conjunto a las exigencias, posibilidades y potencialidades de los nuevos desarrollos –es decir los que ya se están dando en la cuarta revolución industria 4RI, y los que son previsibles para la 5RI–. Y entonces, el tema de la sostenibilidad tiene que referirse a asuntos tales como la familia, la democracia, la política, el deporte, la recreación, el transporte, la alimentación, la vivienda, la salud, el empleo, el trabajo, y los múltiples asuntos que conforman el ethos de las sociedades contemporáneas. Hablar de sostenibilidad implica por lo tanto aplicar la tecnología en su ámbito más complejo para enfrentar los retos que tiene la misma humanidad.
En esta concepción, la sostenibilidad implica a su vez “sustento y soporte”. Sustento implica la necesidad de alimentarla, papel que juega de forma muy significativa la invención y la innovación como procesos y mecanismos desarrollados por la misma humanidad en su proceder hacia niveles permanentes de progreso.
Soporte implica apoyo permanente, asunto en el cual, en esta nueva época, juegan un papel relevante las Nanotecnologías, la Biotecnología, las ciencias de la Información y las ciencias del Conocimiento, todas ellas producto evolutivo de las mismas tecnologías tradicionales del mundo industrializado. Es decir, la tecnología es un sistema que se reproduce a sí mismo, por eso es necesario calificarlo como autopoiético. Y este es el acento de la tecnología en la nueva época que estamos viviendo, lo cual al mismo tiempo, tiene sus ventajas y también sus peligros.
En síntesis, en esta nueva era a la que nos enfrentamos como humanidad, la tecnología debe formar parte y estar al servicio del progreso mesurado, racional y equilibrado del “ecosistema global” en sus aspectos ambientales, sociales, económicos y culturales.
Este es a su vez, el signo más amplio de lo que significa el cambio de época en el tiempo histórico actual de la humanidad y el mayor dilema y la mayor exigencia para la invención, la innovación, la imaginación y el comportamiento humanos, que debe contar con el apoyo de la misma tecnología como sistema autopoiético y por excelencia el producto más avanzado y al mismo tiempo el más amenazante de la propia existencia humana.
Hernando Bernal Alarcón
Noviembre, 2023