Hace un año el dictador Vladimir Putin ordenó la invasión de un país independiente, Ucrania. En realidad era un violento paso más, lleno de prepotencia y poder, después de “la ayuda militar” dada a los prorrusos del Dombas y de la anexión de Crimea, ambos territorios ucranianos, bajo el pretexto de liberarlos de los nazis y salvar a los habitantes de lengua rusa residentes en Ucrania.
Se le olvidó al dictador ruso el pacto firmado en Moscú el 23 de agosto de 1939, por el alemán Joachim von Ribbentrop y por el ruso Viacheslav Molotov, cuando Rusia y Alemania se aliaron al inicio de la 2a guerra mundial. Los dictadores siempre se apoyan. El pacto se firmó unos días antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, con lo cual el territorio polaco fue despedazado; cuando los nazis decidieron invadir a Rusia en 1941, los efectos del pacto se acabaron.
También se le olvidó a Putin que cuando ellos ayudaron a los aliados a vencer a los nazis, aprovecharon para someter a todos los países del Este al régimen soviético.. Construyeron la “cortina de hierro”, no para evitar que los pobres de todo el mundo invadieran “el paraíso comunista”, sino para que los suyos, los pueblos sojuzgados, no se les volaran.
Hace un año él y sus secuaces pensaron que la famosa “intervención especial” para derrotar a Ucrania les tomaría menos de una semana. La realidad es que en todo este tiempo sólo han logrado ocupar unas centenas de kilómetros gracias a los mercenarios del grupo Wagner y a los paramilitares chechenos.
Sin embargo, su acción ha causado una enorme destrucción de ciudades y pueblos. Se ha encarecido el costo de la energía y de los alimentos que supera el 100% en algunos países. Según la ACNUR, la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, desde el inicio de la invasión, han salido de Ucrania más de 7,7 millones de personas hacia varios países de Europa, principalmente hacia Polonia, Alemania y Rusia. Otros siete millones de ucranianos se han desplazado dentro de su propio país, una nación que tenía cerca de 45 millones de personas al comienzo de la invasión. Los costos del armamento utilizado en la guerra son incalculables. Y la destrucción causada tiene terribles consecuencias en el desarrollo, la educación, la salud, la vivienda, la agricultura y toda la vida de los afectados. Los tiranos no contemplan los costos pues sólo quieren imponer su voluntad a cualquier precio.
Pero, como en toda guerra, los civiles son los que están sufriendo las más dramáticas y terribles consecuencias de la invasión. Concretamente, las imágenes de las cadenas de televisión que nos informan diariamente (Euronews, France 24, Franceinfo) muestran cómo los rusos no atacan únicamente los objetivos militares. Los invasores han destruido escuelas, edificios de vivienda, hospitales, teatros, centros de atención a madres y a niños recién nacidos, centrales eléctricas, carreteras y obras de infraestructura. En los lugares que habían sido ocupado por los rusos y que han recuperado los ucranianos, se han encontrado fosas comunas, centros de tortura y mujeres violadas. Hay equipos internacionales que están registrando todos estos abusos que pueden ser declarados crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad. El futuro dirá si un Tribunal los podrá juzgar y condenar.
Sin embargo, mientras las tres grandes potencias que hoy luchan por la hegemonía del planeta: Estados Unidos, Rusia y China, quieran seguir imponiendo sus modelos económicos o políticos al resto del mundo, será muy difícil vivir en paz. Si las Naciones Unidas nacieron como un organismo internacional para evitar la guerra y mantener la paz, esta guerra de Rusia contra Ucrania y las demás que han asolado y siguen azotando a muchas naciones después de la segunda guerra mundial, son la mejor demostración de su inutilidad y de su impotencia para cumplir con su propósito. Desafortunadamente la ONU no ejerce ninguna autoridad y su Consejo de Seguridad estámaniatado con el veto de cualquiera de sus 5 fundadores.
Putin y sus secuaces no contaban con que el resto del mundo y en particular los países de la OTAN se quedarían igual de callados y divididos, como en el caso de Crimea. Pero gracias a los cálculos errados de Putin, los europeos están más unidos que nunca y la OTAN cuenta con nuevos y futuros miembros.
Por otra parte, me doy cuenta de que con la falta de libertad de prensa y la manipulación de los medios de comunicación orientados por el estado ruso, muchos de los habitantes de ese país piensan que la OTAN quiere atacarlos. Esto es algo imposible pues los dos campos cuentan con armas atómicas, con las que se eliminarían mutuamente. Además, en la ayuda militar entregada por los demás países a Ucrania, siempre se ha tenido en cuenta no dar armas que puedan violar la frontera rusa.
Esperemos que esta guerra se termine pronto con la recuperación de todos los territorios de Ucrania y un tratado de paz negociado por los contendores.
Eduardo Pardo Mercado, desde Paris.
Marzo, 2023