Nuestro compañero Alberto Betancourt, en una sesión inolvidable – hasta la fecha vista por casi 500 personas en youtube- nos compartió sus experiencias a través de los años, las cuales también son fruto de sus observaciones y posteriores estudios relacionados con su profesión musical y sus descubrimientos personales sobre el poder de la mente humana. Le presentamos el video de esa memorable sesión a nuestros lectores del blog.
Alberto Betancourt

Alberto Betancourt
Alberto Betancourt Angel fue jesuita de 1952 a 1962. Se estableció en Guatemala como profesor de física y matemáticas en el Liceo Javier en 1963 y allí realizó los cursos finales de órgano y armonía en el Conservatorio Nacional de Música. En 1964 se dedicó por completo a la música trabajando como organista independiente. En sus presentaciones ante el público comenzó a sentir ciertos fenómenos que lo llevaron a descubrir el papel del subconsciente en la ejecución musical. Tomó cursos de hipnosis, autohipnotismo, control mental e hipnoterapia. Su método de Piano a primera vista se basa en la programación de los fundamentos de la música en el subconsciente.
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Mientras estudiaba en la Compañía de Jesús fui aprendiendo la música por mi cuenta, convirtiéndome en mi propio maestro, y logré llegar a ser músico a pesar de ser jesuita.
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Muchos psicólogos usan los términos consciente / inconsciente con base en que el prefijo in implica una negación, como competente / incompetente, o sea, consciente / no consciente. Debajo del consciente existe otra entidad que no razona y que realiza funciones en nuestro organismo, independientemente del consciente, que es el que razona. Por eso, prefiero usar consciente / subconsciente.
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El subconsciente trabaja como una computadora que controla todos los procesos biológicos, todos los movimientos rutinarios y rítmicos, las reacciones instintivas y también opera como un programador de nuestra salud.
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Cuando era pequeño en Medellín, Colombia, mi papá me llevaba los domingos a misa a la Catedral Metropolitana, donde escuchábamos el gran órgano y después pasábamos al Parque Bolívar para escuchar la retreta de la banda municipal. Cuando había conciertos en los teatros Bolívar, Junín o Bellas Artes a mi papá le encantaba asistir y me llevaba de compañía, despertando así en mí el interés por la música.