A pesar de la distancia (llevo viviendo 40 años en el Perú), soy consciente y mis cuatro hijos también, de que estas elecciones presidenciales son cruciales para el porvenir de Colombia. Por eso, nos hemos prometido (nunca lo habíamos hecho antes) que, estemos donde estemos, votaremos.
Yo votaría por la Coalición de la Esperanza. Me basta una razón: la presencia siempre potente, discreta, coherente, de Humberto de la Calle. Su compromiso con la Paz Grande ‒como la llama Pacho de Roux‒ en todos estos años, pasara lo que pasara en la política colombiana, es la base que él ha venido tallando para su imagen de estadista, de ciudadano comprometido que se ha evidenciado dramáticamente en estas últimas semanas, al aceptar ser senador antes que aspirante a la presidencia, siendo él el más presidenciable de todos: una muestra más de su generosidad, de su vocación por el país, aunque se sienta hoy “atrapado por las circunstancias”, como declaró a El País (de España) recientemente.
Yo seguiré apostando por la generación de un espacio político de centro sólido, representativo de tantos sueños colombianos fracasados secularmente.
Aunque Ingrid Betancourt ‒siempre me ha marcado su imagen narcisista y pueril‒ haya hecho estallar la frágil alianza llamada Coalición de la Esperanza.
Aunque haya discursos que invalidan los términos derecha, izquierda y centro, por considerar que actualmente la realidad es mucho más compleja que en el siglo XX.
Aunque Isaiah Berlin, al reconocerse como un liberal de centro, los definía cínicamente como “centristas miserables, moderados despreciables, intelectuales escépticos, criptorreaccionarios”.
Aunque ser de centro esté hoy devaluado,
Creo que la generación de un espacio donde la moderación impere, donde las voces de los ciudadanos de a pie sean oídas, donde la formación de ciudadanía sea una tarea cotidiana, donde la satisfacción de los derechos humanos con la paz al centro sean el objetivo final, le haría un enorme bien a Colombia.
Todo indica que los protagonistas no están aún preparados para subir al escenario y asumir los roles que demanda la creación de la esperanza.
Jorge Luis Puerta
Febrero 2022
2 Comentarios
Jorge Luis, comparto tu esperanza de que el país tome un nuevo rumbo a partir de estas eleccionesy un nuevo rumbo que signifique la redención de los millones de colombianos aherrojados de la mesa de las oportunidades.
Es indudable que desede la Colonia hemos tenido una omnipotente Plutocracia. Eso de democracia en Colombia suena a burla tragicómica.
Comparto tu opinión sobre De la Calle y sobre Ingrid, la pantallera quien desde su huelga de hambre en el Congreso, pasando por su desatino al entrar directo a la leonera de las Farc para que la secuestraran, su pedido de indemnización por el Estado, para finalizar con la rencilla pública con Alejandro Gaviria, ha demostrado ser una vedette y no una estadista.
Excelente tu análisis político de este momento.
Tuve la oportunidad de conocer a Gabriel Betancur y a su familia muy de cerca. Ingrid poco heredó de la sobriedad y grandeza de su padre y sí mucho de la veleidad de su madre. Lástima porque hubiera podido hacer mucho para transformar al país, dada la resonancia que tuvo en su cautiverio y en su dramática liberación. Por otra parte me tocó de cerca trabajar en forma paralela con Humberto DelaCalle Lombana, por quien siento un profundo respeto en relación con sus grandes cualidades de estadista y político, a la par que como hombre público de enorme reconocimiento. Lástima que los partidos y los electores no le hubieran dado el chance de dirigir al país. Estoy de acuerdo con que sería el único líder con capacidad de subsanar la polarización y aglutinar las fuerzas de bien en función de la sociedad para un futuro diferente. Saludos. Hernando.