Mientras trataba de responder esta pregunta, recibí un chat de una sobrina con una crónica periodística extraordinaria y nostálgica que me transportó a los recuerdos de mis padres y abuelos. Hablaban personas de 80 y 90 años; el lenguaje, el acento, los escenarios, las costumbres, los pueblitos, las creencias, los nombres de las personas, los objetos, los recuerdos… aparecían con un realismo sencillo y espontáneo, que me conmovieron hondamente.
Aunque el relato de mi sobrina no se refería a la Navidad, me di cuenta de que me resultaba imposible separar el hoy del pasado. ¿Qué significa para mí la navidad en este momento? Sobresalen las relaciones: de nosotros, como padres, con nuestros hijos, y lo que fueron las relaciones con mis padres y mis hermanos.
Por ejemplo, algo tan simple como los nombres propios de esta temporada: el pesebre, el nacimiento o el belén…, sinónimos de la representación de la Navidad de Jesús… Y, en otro contexto, la novena, los regalos, los buñuelos y las natillas, el árbol, sus arreglos, el ajiaco.
Hay, entonces, cosas y detalles que van cambiando, mientras existe un trasfondo permanente. Cuando pequeños nos dedicábamos a hacer el pesebre: todo un pueblito o casi comarca, con las casitas de cartón, los ríos de papel de plata y hasta agua corriendo, las ovejas, las gallinas, la mula y el buey; los reyes magos que se iban acercando día a día; san José y la Virgen, junto al pesebre, todavía vacío hasta el 24 por la noche. Y ese día, en la cena, antes o después de la “Misa del Gallo”, con sus villancicos, la comida preparada con cariño, la reunión familiar y los postres y golosinas de la época.
Toda una experiencia, con el peligro, sobre todo hoy día, de ocultar o envolatar el significado de la fecha: el nacimiento del niño Jesús o el niño Dios, según la forma de nombrarlo.
En el trasfondo de los festejos y celebraciones, del ambiente alegre y familiar, de las costumbres y tradiciones cambiantes, se oculta un misterio, un acontecimiento trascendental que parte la historia, al menos occidental, en dos: tanto que se cuentan los años como antes y después de Cristo. Eso, por fuera, en el tiempo y el espacio…, pero por dentro, tanto ayer como hoy, el significado profundo de la navidad es la Encarnación del Hijo de Dios.
Estamos acostumbrados a recitar este misterio, pero nos quedamos tratando de comprender qué significa. Ya no basta la reflexión, sino que la fe nos ayuda a encontrar el sentido de esta fecha o, mejor, de este hecho histórico y trascendente a la vez: Jesucristo nos revela a Dios Padre que lo envía al mundo, primero a Él y, complementariamente, a su Espíritu.
La encarnación del Hijo de Dios es incomprensible en sí misma. Lo que sí podemos comprender es la manifestación de Dios en el Jesús histórico de Nazaret y en el Jesucristo resucitado y viviente en la historia y en la comunidad humana.
La Navidad hoy significa para mí el nacimiento histórico de Jesús como hijo de María, y el comienzo de la plenitud de la Revelación progresiva de Dios en la historia.
Vicente Alcalá Colacios
Diciembre, 2021
2 Comentarios
Vicente: toda reflexión sobre la encarnación del Hijo de Dios, que a su vez se calificó a sí mismo como “el hijo del hombre” es realmente un llamado a tratar de comprender un Misterio. El misterio de Dios hecho hombre, es decir del creador que se hace a la realidad de la criatura. Gracias por hacernos reflexionar sobre este tema que es crucial para fundamentar nuestra fe. Saludos. Hernando
Jesús, su Afirmación como Hijo de Dios, su Vida, su Mensaje… es lo real, lo indiscutible, lo que nos ha sido “dado”, en nuestra cultura, el puente inspirador y firme de nuestra relación con Dios… En verdad Vicente, es lo que celebramos en Navidad, “su nacimiento histórico como hijo de María” y la continuidad de “la revelación progresiva de Dios en la historia”.
Mil gracias por recordárnoslo y un abrazo,