Como reacción o complemento a la exposición sobre “Salud mental y Depresión” realizada el pasado 27 de julio durante la tertulia de los jueves, Vicente hace en este artículo un planteamiento adicional para el manejo de la depresión.
En la tertulia sobre “Salud mental y depresión” tuvimos una exposición excelente del Dr. Ricardo Angarita y bastante exhaustiva acerca de las bases biológicas de los estados depresivos y, en consecuencia, sobre los diferentes tratamientos médicos.
Sin embargo, hubo dos preguntas en sentido contrario: Así como los procesos bioquímicos afectan los estados y trastornos mentales ¿es posible que procesos mentales voluntarios incidan positivamente sobre los procesos bioquímicos y cerebrales con sus consecuencias?
La respuesta que se dio a la primera pregunta, que formulé yo, consistió en reiterar y profundizar las premisas, es decir, volver a explicar causales bioquímicas de los estados mentales, pero no se trató ni resolvió la inquietud o, al menos, yo no capté una respuesta.
Un paradigma ayuda a comprender mejor algo, pero puede limitar la comprensión de otros factores, con una sola perspectiva, y puede limitar la visión más amplia de la realidad y de las interrelaciones entre sus diferentes componentes. Las especializaciones tienen ese riesgo si no están precedidas de una formación humanista, amplia e integral.
En el caso que nos ocupa, fue muy ilustrativo el conocimiento sobre el influjo del hipotálamo en los estados alterados de conciencia, como la depresión, pero el hipotálamo no agota el sistema cerebral, ni el sistema cerebral agota el sistema nervioso, ni el sistema nervioso agota el sistema orgánico total, ni el ser vivo que es el ser humano agota la realidad de lo humano, ni la realidad de lo humano agota la plenitud del SER.
Sólo en su respuesta a la segunda pregunta, el expositor afirmó que en medio de la depresión no era posible que los procesos mentales actuaran y, sólo cuando se salía de la depresión, sí podían tener efecto positivo los procesos mentales como la meditación, entre otros.
Voy a describir dos experiencias vividas, que fundamentan el planteamiento de que procesos mentales voluntarios pueden incidir positivamente sobre procesos biológicos.
1ª. En mi familia paterna tenemos antecedentes depresivos -en uno de los casos, bastante grave-. Yo padecí etapas o temporadas de estado depresivo agudo, podríamos decir.
Visualicé o describí la depresión como una especie de imán que sólo atraía lo negro, lo negativo, lo difícil, lo catastrófico; especialmente en las noches de insomnio, los pensamientos negativos no sólo me impedían dormir, sino que me atormentaban literalmente.
De manera consciente, comprendí que la realidad no es totalmente negativa, negra, inmanejable, sino que está entreverada de positivo y negativo, de favorable y desfavorable, de dificultades y de soluciones. Cuando estaba imbuido -de manera inconsciente- en el estado depresivo, me dije “mañana será otro día” y efectivamente fui manejando la situación de manera que no me dejé anular, sino que reaccioné y paulatinamente superé la depresión. Un fallecido psiquiatra amigo me definió la depresión como “parálisis de la voluntad” y era muy acertada esa caracterización porque otro síntoma de la depresión es la “incapacidad” para decidir y para actuar.
Al saber que eso era así -no importa qué factores biológicos afectaban esa parálisis- induje unos procesos voluntarios para superarla y comenzar a decidir y actuar. También, cuando preveo que “se acerca” un episodio depresivo, comienzo a activar procesos mentales que lo frenan o impiden.
2ª experiencia. A veces sentimos la fuerza de inclinaciones, estímulos, impulsos instintivos -por ejemplo, sexuales- y que nos pueden inducir a conductas no deseables.
Pero también podemos provocar y experimentar procesos mentales voluntarios que frenan o dirigen esos influjos biológicos, de manera que logramos comportamientos más adecuados que los que se producirían “dejándose llevar”. El destacado neurocientífico colombiano Rodolfo Llinás tuvo una expresión que ilustra la diferencia entre los procesos biológicos u orgánicos y los procesos mentales voluntarios: “El enamoramiento es un accidente químico pasajero mientras la construcción de una pareja es una decisión, un proyecto de vida”.
Adicionalmente, en la exposición científica a la que hice alusión al comienzo de este escrito, se refirieron manifestaciones “religiosas” contraproducentes o claramente negativas. Como en todo, los aspectos religiosos pueden manejarse de manera adecuada o inadecuada.
Mi amigo Reynaldo Pareja, que fue quien hizo la segunda pregunta, me sugirió este párrafo: Si de alguna manera creemos y aceptamos lo que se nos ha presentado por las diferentes religiones mundiales de que todos los seres humanos son creados “a imagen y semejanza de Dios”, entonces nuestra esencia es espiritual, no sólo biológica. Él es un Ser incorpóreo, es Espíritu puro. Esto sugiere fuertemente que nuestra esencia es un canal de la fuerza Divina que podemos cultivar diariamente para fortalecer el espíritu, la mente, y el subconsciente. Lo hacemos si diariamente alimentamos el espíritu con meditación e introspección, así como diariamente tenemos que ingerir alimento dos a tres veces por día para que toda nuestra biología se mantenga fuerte y sana. Un dicho sabio dice, “la Fe mueve montañas”. La gran lección espiritual, es que la Gracia Divina puede renovar hasta la última célula cancerosa cuando conscientemente se sincronizan corazón y mente, trabajando al unísono para conseguir una meta de curación.
Nuestro amigo Alberto Betancur nos habló de las “órdenes” curativas que imparte al subconsciente con los efectos casi mágicos que obtiene. Para mí, ese es otro caso de cómo inciden los procesos mentales sobre los procesos biológicos.
Lo consciente actúa en lo biológico, la acción de Dios actúa en ambos. Lo sobrenatural opera en lo natural. “La gracia de Dios actúa sobre la naturaleza” (la cual ya es también un don gratuito de Dios).
Personalmente, creo, confío y busco esos “refuerzos” religiosos que consolidan procesos positivos de la propia capacidad cognoscitiva y voluntaria.
Vicente Alcalá Colacios
Agosto, 2023
9 Comentarios
Interesanate, gracias.
Aunque no orientado exclusivamente a la depresión, existe aquí en Caracas (donde he pasado ya algunos meses) un local especializado en “ansiedad y estrés”, en un centro comercial lujoso por donde paso a menudo, Aunque habría pensado que sería un negocio con pocos clientes, cada vez que paso por allí hay alguien entrando o saliendo. El sitio se llama “Gravity” y entiendo es una sucursal de un negocio originado en los EEUU. Pueden ver más en
(https://oceandrive.com.ve/zz-carrusel/necesitas-desestresarte-gravity-center-el-espacio-que-busca-ayudarte-a-calmar-el-estres/)
Vicente, excelente la reflexión que realizas sobre el poder de la mente para la prevención y afrontamiento de los estados depresivos. De ello soy testigo pues en un momento dado, “decidí” no seguir deprimido. Efectivamente es una decisión de la voluntad que aflora en el momento en que se ciernen los nubarrones oscuros para contrarrestarlos.
Al respecto, dos aportes: El que mencionas de Alberto Betancur para el manejo del subconsciente, que es muy efectivo como lo he podido comprobar, y el recuerdo del P. Irala que en 1961 nos visitó en el noviciado de la Ceja: “Soy felizzzz” era su consejo para afirmarlo frente al espejo todas las mañanas. Y esto desde el punto de vista meramente mental – biológico, sin meter a los dioses en el proceso.
Pienso que la actitud de las personas puede superar este tipo de problemas mediante el uso de la mente positiva. Piensa en positivo y alejarás ese “gustico” masoquista que sientes en la fase de la depresión.
Interesante reflexión, complementada por John y su recuerdo del padre Irala. Concuerdo que en la vida hay actitudes que se logran con una decisión. “Amar es una decisión”, nos decían en el encuentro matrimonial. Ahora pienso que “Creer en Dios es una decisión”. No es una decisión fácil, pero con la ayuda del mismo Dios se podrá alcanzar. Gracias Vicente por tus mensajes, siempre llenos de fe y confianza.
Como dijo Voltaire con picardía: “He decidido ser feliz porque es bueno para la salud”.
Graciaa Vicente por este artículo.
Estoy de acuerdo que la conciencia, lo que pensamos actúa en nuestra parte biológica, muchas de las enfermedades que padecemos son somatizaciones de nuestros pensamientos y sentimientos negatios.
Por algo lemos con el apostol Pablo, ue para cambiar nuestra manera de vivir, hay que cambiar nuestra manera de pensar. (Romanos 12,2)
“Está comprobado: la meditación sí cambia el cuerpo y la mente” (Biological Psychiatry) https://www.nytimes.com/es
Vicente, excelente tu análisis y muy enriquecedor. Creo en el fortalecimiento personal basado en un estilo de vida sano y fundamentado en valores. No dejará, sin embargo, de haber casos de enfermedades severas desencadenadas por malos hábitos, factores genéticos, eventos traumáticos, y sus combinaciones, para los cuales se requiera un tratamiento médico.
Algunos enfermos aprenden a identificar los síntomas de las crisis y toman la medicina formulada por el médico para ayudarse. Claro, siempre mejor el que logra controlarse sin medicina. Hoy hay mucho avances en medicación psiquiátrica, pero también subsisten tabús para acudir al médico
Muy bueno tu complemento Vicente. Tambien creo en el poder la mente y los pensamientos positivos en la sanaciòn. Un abrazo