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Vicente Alcalá

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Voy a contarles una anécdota que puede parecer insignificante pero que, para mí, tiene un profundo sentido.

Mi esposa y yo, estábamos acompañando a mi hijo a comprar una corbata que quería estrenar para su matrimonio. El llevó el vestido que se iba a poner, para escoger mejor la corbata que le combinara; nos dimos cuenta de que el vestido tenía unas arrugas en la parte delantera.

Había expuesta una colección, ordenada por tonos de color. Atendían un par de chicas y una de ellas mostraba, opinaba, traía otras corbatas y comentaba sobre el nuevo diseñador y las colecciones anteriores, según la época… Explicaba de una, que tenía unas golondrinas, y la describía con cariño, fue por ella y nos la mostró. Cuando yo la observé, les comenté que esa era la apropiada para la ocasión, porque se veían las parejas de golondrinas como  dándose un pico con los picos.  

No recuerdo si fue la misma chica u otra presente, que ofreció llevar el vestido adentro para que aplancharan las arrugas que tenía. Pudo ser un gesto de “venta” pero lo hizo con amabilidad. Curioseé yo el precio de una de las corbatas y vi $ 125.000; me pareció bueno por la calidad que tenían. Al acercarnos a la caja, le dije a mi hijo que yo se la regalaba. Me dijo que no, y comentó él que se iba a casar; las chicas sonrieron y le desearon felicidades. Mi sorpresa fue grande cuando me di cuenta de que el precio era mayor que el observado antes por mí. La cajera comentó de broma que yo tenía suerte, ¡menos mal que no me la habían dejado pagar!

La chica que nos había atendido nos estaba despidiendo en la puerta del almacén; tenía unos 22 años, bajita, más bien gordita, sonriente, con gafas y cara simpática. Comenzó a decirnos ¡qué lindo! ¡es que se nota en muchos detalles! … y de pronto nos dice ¡yo no tengo papá!

Quedamos mudos. Imagínense una persona, que sin habernos conocido antes, nos comunica semejante sentimiento. Mi reacción fue preguntarle si no había buscado “reemplazarlo”. Tanto ella como mi hijo pusieron una cara de sorpresa… seguí yo preguntándole si era soltera. Entonces, a la chica le dio como pena, pero a la vez risa, y dijo ¡ah, ya entendí! 

Todo esto me impresionó mucho, pero no quise comentarlo. Más tarde, mi señora dijo que era simpática la niña que nos atendió; le comentamos que nos había dicho que no tenía papá; ambos expresaron que la joven estaba conmovida y, a la reacción de la mamá, mi hijo añadió que esto es más frecuente de lo que pensamos.

Recuerdo los mensajes por T.V. del Bienestar Familiar, mostrando a niños y niñas buscando a sus padres o abuelos: “me conoces aquí estoy”. Es un drama más de nuestra sociedad colombiana.  

Pensé primero en los que tuvimos padres excelentes, y en nuestros hijos que nos tienen a sus padres. Además de la gratitud, brota la solidaridad -al menos afectiva- con quienes carecen de esta bendición, como la chica de la que hablé antes.  

Dije que esta anécdota tiene para mí, un profundo significado. Veamos por qué. 

Cuando escribí “La enfermera colombiana” (publicada en este blog anteriormente), pensaba en la bondad, la belleza humana, la amabilidad, la simpatía, la calidez de la mujer colombiana en general. 

He sentido esas cualidades también en las chicas que atienden y prestan su servicio en almacenes y otros establecimientos o en llamadas telefónicas. Esto es lo que experimenté una vez más en la situación a la que me acabo de referir al narrar la anécdota de las corbatas. Cuando pienso en la mujer colombiana, experimento confianza y esperanza en el futuro del país.

Bernard Lonergan S.I. distingue entre el mundo de la inmediatez (propio de los niños) y el mundo mediado por la significación. La significación se encarna en la intersubjetividad humana (un encuentro, una sonrisa, los gestos, la voz, la expresión corporal, una conversación…) la significación se capta también en el arte, los símbolos, el lenguaje y en la significación personificada: lo que significa una persona, en su forma de vida, sus palabras, sus hechos. Sin darnos cuenta, lo que somos, y la forma como actuamos, tiene una significación determinada para los demás. Seguro que, para la chica que “no tiene papá”, yo signifiqué algo y desperté sus sentimientos, debido a su situación personal y al ver nuestra relación positiva de padre e hijo.

Otro significado más profundo aún -inspirado en la falta de papá de la joven- se vino a mi memoria al recordar un relato que hace el Papa Benedicto XVI en la Encíclica “Spe Salvi” (En esperanza fuimos salvados). 

Se trata de una esclava africana -de Sudán- que después de padecer terribles torturas de sus “dueños” o “patrones” conoció por primera vez al Señor, tan diferente a los señores que la habían esclavizado. 

Algo semejante es deseable que experimenten los niños, jóvenes y adultos que fueron abandonados o son huérfanos, al sentir la compañía de Dios, Padre amoroso de todos nosotros: de ellos, lo mismo que de los que tenemos familia. 

Vicente Alcala Colacios

Noviembre, 2023

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El 16 de enero de 2021 escribí en este blog, el artículo “Preguntas a las breves respuestas a las grandes preguntas” (2.500 vistas a la fecha). Hoy comparto varias reflexiones, a propósito de la tertulia del 28 de septiembre de 2023 sobre Astronomía: “La formación de agujeros negros” y del diálogo que le siguió.

“Conocer la mente de Dios es conocer las leyes de la naturaleza. Mi predicción es que conoceremos la mente de Dios para el final de este siglo… Las leyes de la ciencia pueden, o no, haber sido decretadas por Dios, pero este no puede intervenir para transgredirlas, o no serían leyes” [1]

¿Qué noción de Dios y de las leyes manifiestan estas afirmaciones? 

Los números y las leyes son elaboraciones mentales humanas y no son “creados” por Dios. Los números y las leyes no son “creados” por el ser humano, sino que son descubiertos por la mente, como expresión intelectual de realidades concretas; en la naturaleza encontramos, por ejemplo, árboles y los “contamos”: uno, dos, tres, cuatro… los árboles están ahí, pero los números no están escritos en los árboles, los números fueron inventados para significar cantidades y las cantidades son nociones descubiertas por la mente, en las realidades cuantificables. 

Algo semejante ocurre con las leyes de la ciencia: las leyes son formulaciones descubiertas y expresadas para entender regularidades que se dan en la realidad del universo. Las leyes son comprensiones que describen y explican fenómenos naturales, pero las leyes son elaboraciones mentales fundamentadas en el comportamiento de los objetos reales y sus relaciones. 

Decir que Dios creó las leyes de la naturaleza es semejante a decir que Dios creó la música que “crean” los grandes compositores. No, la música no es creación directa de Dios, sino “creación” directa de los músicos. ¿Cómo pueden los músicos crear música? es otra cuestión.

Confesamos, según nuestra fe, que Dios creó el universo. Conocemos lo creado, pero no podemos comprender la creación como acto creador de Dios. La ciencia busca comprender y conocer cómo evolucionó el universo y cómo funciona el universo; la ciencia describe y descubre cómo está compuesto o conformado el universo y descubre y formula leyes que explican las regularidades comprobadas experimentalmente, pero la ciencia no puede comprender y conocer el acto de la creación ni la naturaleza de Dios. 

Si las leyes de la naturaleza son elaboraciones o formulaciones creadas por la mente humana, no es adecuado decir que “conocer la mente de Dios es conocer las leyes de la naturaleza”. Aunque llegáramos a conocer y elaborar todas las leyes que expliquen las relaciones y la acción de la naturaleza… no sería adecuado decir que “conoceremos la mente de Dios para el final de este siglo”. 

Stephen Hawking puede conocer profundamente las leyes de la naturaleza, pero ¿entendió que las leyes son descubrimientos y formulaciones de la mente humana y no “decretadas” por la mente de Dios?

Dios creó las realidades físicas que actúan con regularidad, expresada en leyes; pero las leyes son descubiertas y elaboradas por la mente humana que investiga y descubre cómo funciona la naturaleza. Dios creó las realidades cuantificables, pero los números que cuantifican esas realidades son “creación” o elaboración de la mente humana. 

Decir que “Dios no puede transgredir las leyes de la ciencia o no serían leyes” sería confundir las leyes de la ciencia con la naturaleza que esas leyes tratan de explicar. Además, sería no comprender que las leyes de la ciencia se aplican a la naturaleza creada, pero no se aplican al Dios Creador de esta naturaleza, si Dios está “por encima” de la naturaleza. 

Así como tiempo no se aplica a Dios, espacio no se aplica a Dios, origen no se aplica a Dios, comienzo no se aplica a Dios, creado no se aplica a Dios, causa-efecto no se aplica a Dios… las leyes de la ciencia no se aplican a Dios. Dios no está sujeto a esas leyes. 

¿Qué consecuencias se siguen de estas reflexiones y afirmaciones? ¿Para qué sirven estas aclaraciones? 

En primer lugar, ayudan a diferenciar los ámbitos o dimensiones de la ciencia, de la filosofía y de la fe (y de la teología que estudia esta fe). La ciencia puede ser verdadera, la filosofía puede ser verdadera y la fe puede ser verdadera: pero las tres verdades pertenecen a dimensiones (o acercamientos) diferentes de la misma realidad. Los tres abordamientos de la realidad se pueden y se deben complementar, pero sus ámbitos no se pueden confundir ni invadir. Es necesario el “diálogo” entre los tres campos, pero no se pueden reemplazar mutuamente: la ciencia no reemplaza la fe, la fe no interfiere en la ciencia, la filosofía es fundamento intelectual de la ciencia y de la no-irracionalidad de la fe.

En segundo lugar, la distinción entre ciencia, filosofía, fe (y teología), invita al estudio, formación y profundización en cada una de las tres dimensiones humanas distinguidas. 

La negación del título “Dios no crea los números ni las leyes” busca aclarar la diferencia entre la fe en Dios, la ciencia y la reflexión filosófica; diferencia que no significa contradicción, sino más bien complementación mutua entre las tres.


[1] Stephen Hawking, Breves respuestas a las grandes preguntas, pp.41 y 42.

Vicente Alcalá Colacios

Noviembre, 2023

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Con este título aparece el volumen III, en el plan de las obras completas de Joseph Ratzinger editadas por la B.A.C. En el volumen IV “Introducción al cristianismo”, se puede leer el capítulo III de la parte I, con el mismo título y tres secciones: 1. La opción de la Iglesia primitiva por la filosofía. 2. La transformación del Dios de los filósofos. 3. El reflejo de la cuestión en el texto del credo. 

En ese breve capítulo es apasionante el recorrido que hace J. Ratzinger por la historia, la filosofía, el Evangelio y la formulación del Credo en la Iglesia. Invito a su lectura. 

Voy a decir primero, algo sobre Dios desde la filosofía y luego, algo sobre Dios desde el Evangelio. No son dos dioses distintos, pero sí son dos formas distintas y complementarias de acercarnos al único Dios verdadero.

No podemos explicarnos por nosotros mismos, así como no puede explicarse el universo por sí mismo. La humanidad descubrió el principio de causa-efecto entre otros: los seres finitos y limitados requieren del SER infinito, eterno y sobrenatural; los demás seres son efecto y el SER es la causa. Sólo un SER sin espacio, sin tiempo, sin comienzo, sin origen, sin causa, sin limitaciones… da razón y explicación de los demás seres. Este SER es al que llamamos Dios. Este principio, causa-efecto, se descubrió en la naturaleza creada, pero no se puede aplicar al Creador de la naturaleza; por eso no hay que pensar en una causa para Dios. Desde la filosofía, Dios ES, mientras que los demás seres son. Participación del ser, es una manera de decir que somos, porque Dios ES y nos participa el ser que somos.

Pero el Dios de la fe, de la fe cristiana, de la fe del Evangelio, de la fe de Jesucristo, es Alguien “mucho más” que el Dios de los filósofos.

Jesús de Nazareth dijo “Quien me ve a mí, ve al Padre” y podría haber dicho también Quien me oye a mí, oye al Padre.

Y eso es lo primero que dijo Jesús de Dios: “Abba, Padre”. Y lo repitió en la oración que nos enseñó: “Padre nuestro”. Y lo repitió otras veces; cuando le pidieron los discípulos a Jesús que les enseñara a orar “Jesús les contestó: cuando oren, digan Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino; el pan nuestro de cada día danos hoy”. 

“Miren las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre del cielo los alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas?” “Miren cómo crecen los lirios… pues si a la hierba del campo Dios la viste así, ¡cuánto más a ustedes!” “Si ustedes saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más dará el Padre del cielo cosas buenas a los que se las pidan!”

Jesús, antes de nacer no podía hablar del Espíritu Santo, por eso, un ángel habló de éste: “María…quedó embarazada por obra del Espíritu Santo” y “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el consagrado que nazca llevará el título de Hijo de Dios”. 

Tenemos ya una primera presentación del Dios de la fe: Dios Padre, Hijo, Espíritu Santo. No es un Dios impersonal, no es un Dios solitario e inactivo, es un Dios comunitario, relacional en el amor, dador y sustentador de vida. 

“En aquella ocasión, con el júbilo del Espíritu Santo, dijo: Te alabo Padre, Señor de cielo y tierra… nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre, y quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo decida revelárselo”. Y en otra ocasión dijo: “Yo pediré al Padre que les envíe otro Defensor que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la verdad… El Defensor, el Espíritu Santo que enviará el Padre en mi nombre les enseñará todo”.

Por eso, cuando Jesús fue resucitado por el Padre, dijo a sus discípulos “La paz esté con ustedes… Reciban el Espíritu Santo” “Como el Padre me envió, así yo los envío a ustedes”. “Me han concedido plena autoridad en cielo y tierra. Vayan y hagan discípulos entre todos los pueblos, bautícenlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”.

Este es el Dios de nuestra fe: Dios Padre, Hijo, Espíritu Santo.

Lucas, uno de los cuatro evangelistas, escribió también el llamado “Hechos de los Apóstoles” y al comienzo del libro dice: “(Jesús) Después de su pasión, se les había presentado vivo durante cuarenta días… hablando del reino de Dios… les encargó que no se alejaran de Jerusalén, sino que esperaran lo prometido por el Padre: la promesa que yo les he anunciado… ustedes serán bautizados dentro de poco con el Espíritu Santo”. 

En el mismo libro de los Hechos, se narra tres veces la acción de Dios en la primera comunidad cristiana: “Permanecían íntimamente unidos en la oración” “Se reunían frecuentemente para escuchar la enseñanza de los apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y las oraciones… los creyentes estaban todos unidos y poseían todo en común; vendían bienes y posesiones y las repartían según la necesidad de cada uno” “El pueblo los estimaba mucho; se les iba agregando un número creciente de creyentes en el Señor, hombres y mujeres”.

Unidad en la comunidad; Jesús en medio de ellos por siempre; el Espíritu de Dios que une.

Acabamos de oír, no ya solamente lo que es Dios en sí mismo, sino la acción de Dios en la comunidad creyente. Si regresamos a los Evangelios, oiremos lo que Jesús dijo de Dios, a través de sus enseñanzas, sus parábolas y también de sus obras y sus gestos.

“Si uno de ustedes tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va a buscar la extraviada hasta encontrarla? Al encontrarla, se la echa a los hombros contento… de la misma manera habrá más fiesta en el cielo por un pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesiten arrepentirse”. Lo mismo expresa con la parábola conocida como del hijo pródigo: “Celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado”.

Dios nos dice, por boca de Jesús, que está presente y actuante en nuestra vida; se alegra con nosotros, se “preocupa” por nosotros, nos cuida… no es indiferente con nosotros… y nos pide que “seamos perfectos” como Él es perfecto. 

Jesús nos muestra cómo es Dios y cómo quiere que seamos nosotros. Así es el Dios de la fe.

Este escrito queda muy corto al hablar del Dios de la fe; la manera de completarlo es acudiendo directamente a la palabra y a la persona de Jesús, Dios hecho hombre, para que lleguemos a conocer y unirnos al Dios uno y trino de nuestra fe.(La presente reflexión sobre la relación en Dios: Padre-Hijo-Espíritu Santo se manifiesta también en la relación de Dios con nosotros: ver en este blog el artículo “Creación, Encarnación, Resurrección“).

Vicente Alcalá Colacios

Octubre, 2023

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Al decir “enfermera” no estoy excluyendo a las demás mujeres, ni estoy privilegiando esta profesión sobre otras; al decir “colombiana” no estoy siendo nacionalista, ni comparando con nacionales de otros países… se trata de concretar observaciones sobre la mujer, para que no sean abstractas, sino poniéndoles cara -o uniforme- visibles.

Como digo, podríamos hablar de las mujeres colombianas, pero resultaría demasiado genérico o universal; mi deseo es particularizar de alguna manera, para que las observaciones tengan un sustento más sensible.

No sólo la enfermera; ésta es sólo un caso concreto de la bondad, la belleza humana y la amabilidad de la mujer colombiana, en su inmensa mayoría. 

No soy ciego frente a los casos opuestos, dolorosos y, desgraciadamente numerosos… pero si uno sabe observar, apreciar y valorar todas esas buenas cualidades en la mujer colombiana sencilla, “popular” -sin excluir a las demás- se puede uno llenar de optimismo frente al presente y futuro de nuestra sociedad. 

Escojo escribir sobre las enfermeras porque, en el trato especial de la gran mayoría de estas mujeres, se siente y sobresale el servicio, la atención, la calidez humana, el cuidado generoso… y sea esta una oportunidad de hacerles llegar el reconocimiento y la gratitud de todos los que somos beneficiarios de su trabajo: ancianos, adultos, niños, enfermos de cualquier edad y condición, de cualquier dolor. 

En la mayor parte de los casos, su trabajo profesional lo comparten con su vida familiar y las obligaciones de esposas, madres, hijas… con todos los sacrificios de tiempo, transporte, trasnochadas, tareas domésticas -a veces desapercibidas por los demás-.

Me quedo corto al hablar de ellas, pero lo hago con especial cariño, al haber vivido recientemente esta experiencia por más de quince días. Y al decir enfermeras, podemos incluir a terapistas, nutricionistas, técnicas de radiología y, por supuesto, a las médicas.

Acabo de acordarme de las jóvenes deportistas con su dedicación entusiasmo y pasión por su camiseta… pero no me desvío ni extiendo porque podría caer en omisiones odiosas. 

Por asociación, quiero aludir a otra persona en particular; ya la había mencionado en el artículo titulado “Lenguaje de señas y otras señales”No es enfermera estrictamente, pero tiene la misma apariencia, con su figura delgada y su uniforme blanco; además su ocupación de facilitar la comunicación para los que no pueden oír es otra forma de servicio médico, por llamarlo así. Hago la referencia a ella debido a la reciente experiencia de escucharla o verla con atención y con el alma.    

Estaba yo en otro contexto diferente, al participar en la Misa por televisión (mientras me animo a ir a la iglesia cercana). Comunicaba, con sus gestos y el movimiento de sus manos y brazos -elevándolos al cielo- una espiritualidad suave y sentida, especialmente cuando traducía la música y no sólo las palabras del celebrante. Parece un hecho insignificante, entre tantos acontecimientos nacionales e internacionales, pero no se trata de número o cantidad sino de una comunicación humana y a la vez dirigida a Dios y a los demás; me trato de situar en la situación de sus destinatarios y me pregunto cómo ven y escuchan en silencio.

Estos artículos míos para el blog no tienen mayores pretensiones ni obedecen a una planificación intencionada en particular, se trata de compartir vivencias cotidianas y ordinarias como las de ustedes, pero que surgen de situaciones concretas que atraen la atención y la reflexión acerca de las personas y las comunidades que nos rodean.  

Vicente Alcalá Colacios

Octubre, 2023

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Como reacción o complemento a la exposición sobre “Salud mental y Depresión” realizada el pasado 27 de julio durante la tertulia de los jueves, Vicente hace en este artículo un planteamiento adicional para el manejo de la depresión.

En la tertulia sobre “Salud mental y depresión” tuvimos una exposición excelente del Dr. Ricardo Angarita y bastante exhaustiva acerca de las bases biológicas de los estados depresivos y, en consecuencia, sobre los diferentes tratamientos médicos. 

Sin embargo, hubo dos preguntas en sentido contrario: Así como los procesos bioquímicos afectan los estados y trastornos mentales ¿es posible que procesos mentales voluntarios incidan positivamente sobre los procesos bioquímicos y cerebrales con sus consecuencias?

La respuesta que se dio a la primera pregunta, que formulé yo, consistió en reiterar y profundizar las premisas, es decir, volver a explicar causales bioquímicas de los estados mentales, pero no se trató ni resolvió la inquietud o, al menos, yo no capté una respuesta.

Un paradigma ayuda a comprender mejor algo, pero puede limitar la comprensión de otros factores, con una sola perspectiva, y puede limitar la visión más amplia de la realidad y de las interrelaciones entre sus diferentes componentes. Las especializaciones tienen ese riesgo si no están precedidas de una formación humanista, amplia e integral.

En el caso que nos ocupa, fue muy ilustrativo el conocimiento sobre el influjo del hipotálamo en los estados alterados de conciencia, como la depresión, pero el hipotálamo no agota el sistema cerebral, ni el sistema cerebral agota el sistema nervioso, ni el sistema nervioso agota el sistema orgánico total, ni el ser vivo que es el ser humano agota la realidad de lo humano, ni la realidad de lo humano agota la plenitud del SER. 

Sólo en su respuesta a la segunda pregunta, el expositor afirmó que en medio de la depresión no era posible que los procesos mentales actuaran y, sólo cuando se salía de la depresión, sí podían tener efecto positivo los procesos mentales como la meditación, entre otros. 

Voy a describir dos experiencias vividas, que fundamentan el planteamiento de que procesos mentales voluntarios pueden incidir positivamente sobre procesos biológicos.

1ª. En mi familia paterna tenemos antecedentes depresivos -en uno de los casos, bastante grave-.  Yo padecí etapas o temporadas de estado depresivo agudo, podríamos decir. 

Visualicé o describí la depresión como una especie de imán que sólo atraía lo negro, lo negativo, lo difícil, lo catastrófico; especialmente en las noches de insomnio, los pensamientos negativos no sólo me impedían dormir, sino que me atormentaban literalmente. 

De manera consciente, comprendí que la realidad no es totalmente negativa, negra, inmanejable, sino que está entreverada de positivo y negativo, de favorable y desfavorable, de dificultades y de soluciones. Cuando estaba imbuido -de manera inconsciente- en el estado depresivo, me dije “mañana será otro día” y efectivamente fui manejando la situación de manera que no me dejé anular, sino que reaccioné y paulatinamente superé la depresión. Un fallecido psiquiatra amigo me definió la depresión como “parálisis de la voluntad” y era muy acertada esa caracterización porque otro síntoma de la depresión es la “incapacidad” para decidir y para actuar.

Al saber que eso era así -no importa qué factores biológicos afectaban esa parálisis- induje unos procesos voluntarios para superarla y comenzar a decidir y actuar. También, cuando preveo que “se acerca” un episodio depresivo, comienzo a activar procesos mentales que lo frenan o impiden. 

2ª experiencia. A veces sentimos la fuerza de inclinaciones, estímulos, impulsos instintivos -por ejemplo, sexuales- y que nos pueden inducir a conductas no deseables. 

Pero también podemos provocar y experimentar procesos mentales voluntarios que frenan o dirigen esos influjos biológicos, de manera que logramos comportamientos más adecuados que los que se producirían “dejándose llevar”. El destacado neurocientífico colombiano Rodolfo Llinás tuvo una expresión que ilustra la diferencia entre los procesos biológicos u orgánicos y los procesos mentales voluntarios: “El enamoramiento es un accidente químico pasajero mientras la construcción de una pareja es una decisión, un proyecto de vida”.

Adicionalmente, en la exposición científica a la que hice alusión al comienzo de este escrito, se refirieron manifestaciones “religiosas” contraproducentes o claramente negativas. Como en todo, los aspectos religiosos pueden manejarse de manera adecuada o inadecuada.

Mi amigo Reynaldo Pareja, que fue quien hizo la segunda pregunta, me sugirió este párrafo: Si de alguna manera creemos y aceptamos lo que se nos ha presentado por las diferentes religiones mundiales de que todos los seres humanos son creados “a imagen y semejanza de Dios”, entonces nuestra esencia es espiritual, no sólo biológica. Él es un Ser incorpóreo, es Espíritu puro. Esto sugiere fuertemente que nuestra esencia es un canal de la fuerza Divina que podemos cultivar diariamente para fortalecer el espíritu, la mente, y el subconsciente. Lo hacemos si diariamente alimentamos el espíritu con meditación e introspección, así como diariamente tenemos que ingerir alimento dos a tres veces por día para que toda nuestra biología se mantenga fuerte y sana. Un dicho sabio dice, “la Fe mueve montañas”. La gran lección espiritual, es que la Gracia Divina puede renovar hasta la última célula cancerosa cuando conscientemente se sincronizan corazón y mente, trabajando al unísono para conseguir una meta de curación.

Nuestro amigo Alberto Betancur nos habló de las “órdenes” curativas que imparte al subconsciente con los efectos casi mágicos que obtiene. Para mí, ese es otro caso de cómo inciden los procesos mentales sobre los procesos biológicos.

Lo consciente actúa en lo biológico, la acción de Dios actúa en ambos. Lo sobrenatural opera en lo natural. “La gracia de Dios actúa sobre la naturaleza” (la cual ya es también un don gratuito de Dios).

Personalmente, creo, confío y busco esos “refuerzos” religiosos que consolidan procesos positivos de la propia capacidad cognoscitiva y voluntaria. 

Vicente Alcalá Colacios

Agosto, 2023

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Cartas recíprocas

Por Vicente Alcala
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El evocador artículo enviado a este blog por Chucho Ferro para el día del padre de este 2023, nos animó a muchos a escribir estas “cartas” inspiradas en nuestros padres que venimos publicando aquí. Hoy, Vicente le escribe una carta a su padre y recuerda la que recibió de él hace unos años.

Te escribo esta carta, papá, y nunca olvido la que tú me escribiste hace 61 años cuando me vine a Colombia.

Lo principal que me decías es que le pedías a la Virgen María que me protegiera y que estabas seguro de que lo haría porque, cuando nacimos cada uno de los cinco hijos, la mamá y tú nos llevaron al altar de la Virgen para pedirle que nos protegiera y así ha ocurrido.

No sólo se ha cumplido ese deseo, sino que ustedes se unieron a esa protección y así la hemos sentido -de manera extraordinaria- en varias ocasiones. Poco después de que nació Carlos, Elssye, Pilar y yo, lo llevamos al santuario de la Virgen de Bojacá para agradecerle y pedirle por la vida de Carlitos.

Te escribo desde la clínica y recuerdo, en la ultima visita que nos vimos, que llegué al hospital donde estabas semiinconsciente y, apenas me sentiste, te reanimaste; pasamos unos días muy felices.

Hace poco recibí las fotos que encabezan esta carta y las junté a un retrato que tenía de Manolo (quien está ya al lado vuestro). Escribirte a ti es escribir también a mamá y a mis hermanos, porque tú no eres tú sin nosotros y nosotros no seríamos sin tu persona, tu presencia y tu legado.

Nuestras cartas y nuestras vidas reproducen “El secreto de la laguna”: se trata de recibir con amor y entregar con amor. Te escribo también pidiendo la protección para nosotros y nuestros dos hijos que estarán lejos, aunque siempre unidos y presentes.

Tu protección será extensión de la de Dios Padre a todos nosotros, y nuestra conversación escrita es como la oración con Él. Siguen siendo recíprocos, no sólo nuestras cartas, sino el amor paterno y filial. Quiero ser tan buen padre como tú lo fuiste con nosotros; Carlos me dice que soy el mejor papá del mundo; es una afirmación subjetiva, pero lo auténticamente subjetivo es lo más verdadero; Pilar me dice lo mismo que Carlos.

Bueno papá, muchas gracias por todo y seguimos comunicándonos. Te quiero mucho. 

Vicente Alcalá Colacios

Agosto, 2023

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Fui director del área de Desarrollo Humano, y me preguntaba después ¿realmente colaboré al D.H. de los empleados de la empresa? Pero ¿en qué consiste el D.H., no sólo en una empresa sino en la vida?

Además de trabajar en el área de D.H., pertenecí a la Asociación para el Desarrollo de Personal, que agrupaba a diferentes empresas del país. En la Revista “Hombre y Trabajo” que publicaba la Asociación Colombiana de Relaciones Industriales y Personal, escribí un artículo titulado “Desarrollo de Personal: capacitación y mucho más”.

Bastantes empresas en Colombia ofrecen capacitación a su personal, pero ¿existen empresas que ofrezcan o faciliten desarrollo humano a sus directivos y empleados, o consideran más bien que esa es una responsabilidad de cada persona y no de la empresa?

Si capacitación es mucho más que instrucción, adiestramiento y entrenamiento, el desarrollo de personal es mucho más que capacitación. Pero desarrollo de personal suena todavía a desarrollo en el trabajo y para el trabajo; en últimas, parece desarrollo en beneficio de la empresa, así no se excluya el beneficio para las personas. Todo esto depende de la filosofía de cada empresa u organización; las empresas que buscan Calidad Total en Japón, proclaman que el objetivo principal de la empresa es la felicidad de sus miembros, tanto socios como empleados.

Esto último parece idealismo, pero tiene bastante sentido: utilidades, ganancias, crecimiento… pero todo eso ¿para qué?

Una empresa es un medio apto para el desarrollo de las personas, pues ofrece ingreso para vivir y ocupación; plantea permanentemente problemas reales que exigen creatividad, inteligencia y decisión para resolverlos; está compuesta por grupos de personas y el desarrollo humano integral no puede ser individualista sino social: necesita de los grupos y se apoya en los grupos. 

Las empresas tienen una responsabilidad social para contribuir al desarrollo equilibrado de la sociedad y para eso deben desarrollarse ellas, pero el desarrollo mismo de las empresas depende del desarrollo de las personas y de los grupos que las conforman. La empresa que busque el desarrollo de su personal, encontrará su propio crecimiento. La inversión en el desarrollo de personal es la más rentable de todas las inversiones para un plazo duradero, y el desarrollo integral se manifiesta en los resultados de la empresa.

Podríamos seguir ampliando las ideas sobre capacitación y desarrollo de personal, pero somos más que trabajadores: somos padres, madres, miembros de nuestras familias y de nuestras comunidades, somos ciudadanos. Nuestro desarrollo humano es para la vida.

El Desarrollo Humano Integral significa crecimiento y progreso, implica retirar los obstáculos que impiden el despliegue de la personalidad en su ser y en sus realizaciones.

Hay un desarrollo biológico u orgánico, desde la concepción hasta el nacimiento, desde la niñez, la adolescencia, la juventud, la edad madura, la vejez y hasta la muerte…  Este es un primer aspecto del Desarrollo Humano, pero no termina con la muerte.

Al desarrollo biológico se integra un desarrollo psíquico, emocional, afectivo… que va desde el amor filial y familiar, ampliándose poco a poco, hasta un amor solidario por los demás; y no solo se ama a las personas, se ama lo que se hace y lo necesario para lo que se quiere lograr… 

Esto último nos remite al desarrollo intelectual y profesional. Desde la escuela primaria y su ambiente, crece la educación pasando por la adolescencia hasta la edad madura y, con ello, hay un desarrollo del conocimiento especializado y el ejercicio laboral y profesional al servicio de los demás y de la sociedad. Conocemos para hacer. Y este hacer, además de orientarse al desarrollo propio y de la familia, contribuye al desarrollo humano colectivo.

Tanto a nivel personal como colectivo, es necesario el desarrollo ético o moral. Es el desarrollo que orienta la búsqueda del bien en la verdad. El “instinto” moral está inscrito en la naturaleza humana, pero como todo lo humano, requiere de formación o crecimiento y el desarrollo moral se forma y crece en y con la comunidad humana histórica.

Son muchas, por lo tanto, las dimensiones del Desarrollo Humano… y nos falta una que le da sentido y valor a todas las demás: es la dimensión espiritual, trascendente o religiosa; es la dimensión del sentido o significado que tiene y le damos a nuestra vida individual y social. Este desarrollo trascendente se inscribe en el desarrollo histórico de la humanidad con sus luces y sus sombras, su progreso, su decadencia y su recuperación. 

Bajo la claridad del Evangelio de Jesucristo, el desarrollo sobrenatural de la fe, la caridad y la esperanza eleva, al más alto nivel, el desarrollo humano biológico, psíquico, intelectual y moral.

Vicente Alcalá Colacios

Agosto, 2023

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El presente artículo se inscribe en la misma línea que el excelente de Francisco Cajiao, Desafíos de la paz, publicado en este blog el pasado 17 de mayo.

¿La fotografía refleja un día nublado, o es un día soleado que tiene algunas nubes? Algo semejante podemos preguntar acerca de la cultura colombiana: ¿se trata de una cultura sesgada o somos una cultura sana, que presenta algunos rasgos culturales ciertamente enfermos, violentos, sesgados, dañados o decadentes? 

Mejor que hablar de una cultura sesgada, podemos hablar de enfermedades culturales en nuestra cultura colombiana, pues, aunque parezca difícil, afirmamos que nuestra cultura es fundamentalmente positiva; lo que ocurre es que, por insistir en lo realmente negativo, olvidamos los grandes valores y la belleza de la bondad humana de la gran mayoría de nuestra sociedad, especialmente notable en el amor de las madres, sean cuales sean sus circunstancias. 

Por lo general. ninguna persona es totalmente sana ni tampoco totalmente enferma. Lo mismo ocurre con las culturas y, en concreto, con la cultura colombiana. Prefiero hablar de enfermedades culturales en vez de sesgos culturales, porque al decir sesgos se necesitaría asociarlos a un punto de referencia que sería no-sesgado; en cambio, enfermedades son algo que, indiscutiblemente, implica un daño o un riesgo para la salud.

Nos bastan las películas y los noticieros -quizás en exceso- para visualizar las dolorosas escenas de atracos, violaciones, delitos, crímenes, corrupción, guerras… y todos los demás comportamientos violentos que podemos comprender y afirmar como efectos decadentes y deteriorados de las enfermedades culturales de una sociedad.

Concretamente en Colombia, podemos constatar que sus enfermedades culturales se manifiestan en rasgos racistas, clasistas, machistas, violentos, excluyentes, discriminadores… y que llevan a insultar, ofender, atacar, violentar y matar. Una de las causas del manejo doloroso de los conflictos en Colombia es, sin duda, ese conjunto de enfermedades culturales heredadas y persistentes.

Si una cultura es el conjunto de significaciones y valores que informan un determinado modo de vida de una sociedad o grupo social, cuando las significaciones y valores de esa sociedad manifiestan enfermedades culturales, su modo de vida o manera de actuar deriva en la violencia que se observa en sus múltiples expresiones. 

Uno de los hallazgos que la Comisión para el esclarecimiento de la Verdad, la convivencia y la no-repetición, encontró en sus investigaciones está expresado así: 

Uno de los primeros factores de persistencia del conflicto armado es la herencia cultural excluyente del otro, que media en la justificación de la violencia contra determinadas poblaciones y territorios, y marcan con violencia las relaciones políticas, sociales y económicas. Los discursos, valores, ideas, imaginarios y prejuicios que alimentan esos rasgos de la cultura pueden rastrearse desde antes de la formación del Estado Nación y son anteriores al conflicto armado… Esas exclusiones no solo pusieron a estas poblaciones y territorios en situación de mayor vulnerabilidad al impacto de la guerra, sino que también marcaron la desproporcionalidad de la violencia del conflicto armado contra ellas, pues los actores armados reprodujeron estos rasgos culturales en sus prácticas. Estos rasgos culturales (enfermos) se reproducen también en nuestras relaciones políticas; los discursos de los partidos tradicionales que llevaron a la Violencia de los años cincuenta marcaron una manera de convertir los sujetos de la oposición política en enemigos de la nación… El desprecio por el otro también ha marcado las relaciones económicas.

En una palabra: el diagnóstico de las enfermedades culturales que nos aquejan consiste en que no reconocemos al otro como legítimo otro.

Siguiendo con la imagen médica: nadie cura a nadie, sino que nuestra “parte” sana es la que puede curar nuestra “parte” enferma. Así, la mayor parte sana de la cultura colombiana es la que puede sanar sus rasgos enfermos. 

Nos adherimos a las recomendaciones de la Comisión para transformar esos aspectos violentos de nuestra cultura que operan sobre cada uno de nosotros y sobre el conjunto de la sociedad, pues la mentalidad, los valores y los comportamientos son centrales en la transformación de la cultura, sin la cual es imposible la transformación de la sociedad.

Si queremos una sociedad en paz, tenemos que construir una cultura de paz. La Comisión apela a los rasgos culturales predominantes en Colombia: a la solidaridad de las mujeres y a la unidad familiar, a los jueces que prefieren exilarse antes que traicionar el deber de buscar justicia, a los políticos que luchan por las transformaciones que el país necesita, a los empresarios que rechazaron el paramilitarismo… En ellos y tantos otros que han privilegiado la vida, la dignidad y la convivencia pacífica, podemos inspirarnos como sociedad. 

Las recomendaciones se dirigen a una educación para la formación de sujetos que vivan en paz; a una estrategia coordinada a nivel nacional, regional y local para una cultura de paz; a los medios de comunicación y a las comunidades religiosas para fomentar el valor de la dignidad de todas las personas, el respeto de los derechos humanos, el diálogo,  reconocimiento y respeto de la diversidad, de tal manera que contribuyan a desinstalar las narrativas de odio que legitiman y aceptan la eliminación y agresión física al otro.

Vicente Alcalá Colacios

Julio, 2023

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Antes de la edad globalizada, en occidente desconocíamos bastante a oriente y oriente desconocía bastante a occidente. La sabiduría que revivimos en el presente artículo, “producida” en el oriente-medio, nos invita a reconocer lo mejor para ambas tradiciones culturales, para hoy y para siempre.  

Los libros de Proverbios, Eclesiastés, Eclesiástico, Sabiduría, por no nombrar a Job y Salmos, nos transmiten una tradición milenaria y perenne. Degustemos algunos de sus abrebocas. 

Y al tiempo, acogeremos el comentario de un amigo al artículo Un libro leído en grupo, cuando dijo que leer los cuatro evangelios sigue siendo fuente de inspiración. ¡Dejémonos inspirar!

“Hijo mío, escucha los avisos de tu padre, no rechaces las enseñanzas de tu madre”. “Planten un árbol bueno y tendrán un fruto bueno”. Somos en gran parte, lo que fue nuestro hogar; si queremos una sociedad sana, debemos educar desde pequeños.

“No permitas que te abandonen bondad y lealtad, cuélgatelas al cuello, escríbelas en la tablilla del corazón”. “De la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro de bondad”. La calidad de las lecturas enriquece el tesoro del corazón.

“La sabiduría proclama por las calles, en las plazas levanta la voz… presten atención a mis correcciones y les abriré el corazón comunicándoles mis palabras”. “Lo sembrado en tierra fértil es el que escucha la palabra y la entiende; ese da fruto: ciento o sesenta o treinta”. Y como dijo un discípulo: a dónde iremos Señor, si Tú tienes palabras de vida eterna.

“Dichoso el hombre que alcanza sabiduría, el hombre que adquiere inteligencia” “Ustedes son la luz del mundo… “¿Se enciende una lámpara para meterla en un cajón o debajo de la cama?” Las cualidades que tenemos no se deben enterrar, se deben cultivar y ponerlas al servicio de los demás. 

“No niegues un favor a quien lo necesita si está en tu mano hacérselo”. “Quien cierra los oídos al clamor del necesitado no será escuchado cuando grite” “Traten a los demás como quieren que los demás los traten”. “Gratuitamente han recibido, gratuitamente deben dar”. Gratuidad es la cualidad de dar o recibir, sin tener que esperar nada a cambio. Haz el bien sin mirar a quién.

“Felices los misericordiosos, porque serán tratados con misericordia”. Si queremos que nos traten bien, primero tratemos bien a los demás y, además, como veo a los otros, ellos me verán a mí. Y no hagamos a otros lo que no quisiéramos que nos hagan.

“Tal es la suerte de la codicia sin límite, que quita la vida a su dueño”. “¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su vida?” Lo primero es lo primero, pero ¡cuántas cosas secundarias nos roban lo más importante!

“La justicia hace prosperar a una nación, el pecado es la ruina de los pueblos”. “Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Una de las características de la justicia es la de dar a cada uno lo que le corresponde. “Por qué tomas a mal que yo sea generoso…” Si todos recibimos lo que nos toca, no debemos ser envidiosos si otros reciben más que nosotros.

“Un reino dividido internamente va a la ruina”. No hay que provocar la discordia para sacar partido; mejor que dividir, es unir. “Por falta de gobierno se arruina un pueblo, y se salva a fuerza de deliberación” “Fracasan los planes cuando no se consulta, y se logran cuando hay consejeros”.

“Respuesta amable aplaca la ira, palabra hiriente aviva el enojo. De la lengua de los sabios brota sabiduría, de la boca del necio, necedades” “La boca del justo es manantial de vida”. “No contamina al hombre lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella”. “Por tus palabras te absolverán y por tus palabras serás condenado”. Eres esclavo de tus palabras y dueño de tu silencio. 

“Un árbol sano da frutos buenos, un árbol enfermo da frutos malos… por sus frutos los reconocerán”. Obras son amores y no buenas razones. Si el corazón está dañado, las acciones serán destructivas; obramos el bien si somos limpios de corazón. “Está permitido en sábado hacer el bien”. Para hacer el bien no hay que pedir permiso.

“Corazón contento cara feliz, corazón abatido desalienta el espíritu… Para el desgraciado todos los días son malos, el corazón contento está siempre de fiesta… mirada serena alegra el corazón” “Felices los que trabajan por la paz porque se llamarán hijos de Dios” Según la actitud que cultivemos, será nuestro modo de andar por la vida: alegres o amargados.

“Si tuvieran la fe del tamaño de una semilla de mostaza, dirían a aquel monte que se trasladara allá y se trasladaría”. La fe mueve montañas, pero la fe necesita poner manos a la obra. Quien quiere hacer algo, encuentra los medios; quien no quiere, inventa excusas. 

“Quien entre ustedes quiera llegar a ser grande, que se haga servidor de los demás”. Servir no es humillante sino honroso; así como lo más útil es lo que más sirve, así el ser humano más valioso es el que sirve mejor.

“No solo de pan vive el hombre” Hay que cuidar la vida, pero hay que preguntarse por el sentido de esa vida que protegemos, y responderse. “El que busca justicia y misericordia alcanzará vida y gloria” “El generoso será bendecido porque repartió el pan con el pobre”. La autenticidad del ser humano la realiza en su autotrascendencia: en salir de sí mismo, en sus relaciones, en ser para los demás. El hombre se encuentra a sí mismo al trascenderse a sí mismo.

“La necedad del hombre le hace perder su camino” “Al hombre le parece siempre recto su camino, pero es Dios quien pesa los corazones”. “El Señor dirige los pasos del hombre” Dejémonos guiar por Él en nuestro diario caminar.

Vicente Alcalá Colacios

Julio, 2023

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Estamos acostumbrados a pensar en el misterio, dentro del ámbito religioso. Más aún, el Diccionario de la Lengua Española, entre nueve acepciones que traduce de la palabra misterio, seis de ellas son de sentido religioso. Entonces, ¿de qué hablamos aquí, al decir “El misterio humano”?

En un artículo anterior publicado en este blog y que llamé “Caminos a la certeza”, expresé que en un sentido, el misterio es provisional: cuando no sabemos o no entendemos algo, decimos que eso es un misterio para nosotros, pero cuando ese algo se conoce y se comprende, el misterio se aclara y se acaba. Al decir misterio humano, ¿es algo provisional o será un misterio permanente? 

“Hasta el momento no tenemos ninguna explicación en absoluto de cómo la mente surge del cerebro. (…) Estudiar la mente es una empresa diferente de estudiar el cerebro”[1].

“En el gran cuadro de la ciencia contemporánea hay muchas cosas que no entendemos, y una de las que entendemos menos somos nosotros mismos. (…) No disponemos todavía de una solución convincente y consensuada a la pregunta de cómo se forma la consciencia de nosotros mismos”[2].

“Si alguien me dijera ‘le explico cómo funciona la consciencia, pero luego lo mato’, yo le diría: ‘perfecto’”[3].

“Las grandes preguntas de la existencia siguen sin respuesta (…) ¿Qué es la consciencia?”[4].

Las declaraciones anteriores de científicos destacados nos indican que, por ahora, la consciencia y la mente son un “misterio” y, por lo tanto, el ser humano también. 

La inteligencia humana, que no es la única inteligencia, nos hace comprender que tenemos consciencia de nosotros mismos, del mundo que nos rodea, incluidos los demás seres humanos y tenemos consciencia de que tenemos consciencia de este tener consciencia.

Para los que no somos científicos, asomarnos al extenso universo del cerebro humano encerrado en un cráneo relativamente pequeño, es un “misterio”. Imaginarse millones y millones de neuronas, diferentes y especializadas, es casi imposible y, lo que es más innumerable: pensar en millones y millones de conexiones entre esas neuronas supera nuestra imaginación. 

Pero el asunto no termina ahí. Humberto Maturana y Francisco Varela son destacados biólogos chilenos y explican cómo no se pueden entender las bases biológicas del conocer sólo a través del examen del sistema nervioso, sino que es necesario entender cómo los procesos cognoscitivos se enraízan en el ser vivo en su totalidad. Y más allá: el operar recursivo del lenguaje es condición sine qua non para la experiencia que asociamos a lo mental [5]. Lo mental no es algo que está dentro de mi cráneo: la conciencia y lo mental pertenecen al dominio de acoplamiento social y es allí donde se da su dinámica.[6] En otras palabras: el ser humano no se puede comprender sin su ser social.

En síntesis, para comprender el fenómeno del conocer humano, de la consciencia y de la mente es necesario aclarar:

¿Cuál es la organización del ser vivo?

¿Cuál es la organización del sistema nervioso?

¿Cuál es la organización del sistema social?

(Se entiende aquí por organización a las relaciones que deben darse entre los componentes de algo para que se dé ese algo, para que se lo reconozca como miembro de una clase específica). 

Para entender bien todo un libro, hay que entender cada uno de sus capítulos, pero para entender bien alguno de sus capítulos, hay que entender todo el libro. Además, hay que regresar una y otra vez al texto. Y esto ocurre, no sólo para un libro… ocurre también para entender al ser humano. 

Para entender la totalidad del ser humano hay que entender cada algo de su ser, pero para entender algo del ser humano, hay que entender la totalidad del ser humano. 

Estábamos hablando del conocer, de la consciencia, de la mente… pero somos seres que perciben, deciden, ríen y lloran; ¿qué son nuestros valores, nuestros sueños, nuestras emociones, nuestro propio saber? ¿qué lugar ocupamos nosotros, seres humanos, en este gran fresco del mundo que ofrece la física contemporánea?; ¿qué somos nosotros en este mundo inmenso que abarca desde la estructura profunda de la materia-energía y del espacio hasta el límite del cosmos astronómico que conocemos?   

El sentido común, que es inteligente, nos hace comprender que el ser humano es un pequeño átomo en este inmenso universo, pero este inmenso universo no se comprendería ni tendría voz, sin el pequeño átomo que se llama ser humano. 

Y el ser humano no es simplemente un individuo, ¿no es un misterio la inmensa multitud de millones y millones de personas en el mundo actual? ¿no es un misterio la variedad de pueblos y culturas? ¿no es un misterio el recorrido de la historia humana y su “prehistoria”? ¿no es un misterio el mundo que quiere descubrir el hombre, a pesar de los avances de todas las ciencias, de las artes, de la inteligencia natural y artificial? 

No hemos hablado de la parte más dolorosa del misterio humano: ¿Quién comprende el abismo de la violencia, la criminalidad, la drogadicción, la corrupción, el homicidio, las guerras…?

Esta misteriosa realidad del mal concreto nos conduce al enigma del bien en la verdad: a la pregunta por el fundamento de la ética o moral, ¿por qué es posible el progreso y la decadencia y la recuperación o redención?

Si llegáramos a descifrar el misterio humano, el misterio de lo que somos, el misterio del obrar bien o mal, todavía nos faltaría saber ¿para dónde vamos?, ¿cuál es nuestro futuro?, ¿cuál es el destino de nuestra vida y de la humanidad, y del universo…?

Y así se encuentran el misterio humano y el misterio de Dios. 

El Espíritu de Dios nos enseña sobre nuestro espíritu. Jesucristo nos ilumina sobre el misterio de Dios y el misterio del hombre. La auto-revelación de Dios en Jesucristo nos aclara nuestro origen y nuestro fin. La fe es un don misterioso de Dios, y la fe refuerza nuestra inteligencia para comprender que el misterio que somos, como humanos, se disuelve en el misterio del amor de Dios y en Éste encuentra su realización y su felicidad. En eso esperamos y en la esperanza hemos sido salvados: eso aclara el Misterio humano.


[1] Harari, Yuval Noah (2018). 21 lecciones para el siglo XXI. Bogotá: Debate

[2] Rovelli, Carlo (2016). Siete breves lecciones de física. Barcelona: Anagrama

[3] Correa, Pablo (2017). Rodolfo Llinás: La pregunta difícil. Bogotá: Aguilar

[4] Hawking, Stephen (2018). Breves respuestas a las grandes preguntas. Barcelona: Crítica

[5] Maturana H. y Varela F., (1996) El árbol del conocimiento. Santiago de Chile. Editorial Universitaria, página 152.  

[6] Ibid. página 154.

Vicente Alcalá Colacios

Julio, 2023

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Canto al presente

Por Vicente Alcala
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Bienaventurados pasado, futuro y presente. Es bueno recordar, revivir y escribir lo pasado. Las preocupaciones sobre uno mismo y los demás son el futuro. Por recordar el pasado y pensar en el futuro, se puede descuidar lo más real e importante que es vivir y reconocer las bondades del presente. 

Bendito seas hoy que nos despiertas vivos, saludables y descansados. 

Bendito seas hoy que nos alumbras al amanecer, nos haces gozar el color pastel de las nubes, el trino de los pajaritos, el brillo de las flores, el verdor de los árboles y la frescura del aire mañanero.

Bendito seas hoy que nos muestras el perfil de las montañas y las viviendas de los humanos.

Bendito seas hoy que nos mantienes la salud, las fuerzas, los sentidos y la consciencia.

Bendito seas hoy que nos proteges bajo un techo y nos regalas los muebles para utilizarlos y compartirlos.

Bendito seas hoy que nos regalas el alimento y lo demás necesario para vivir.

Bendito seas hoy a pesar de nuestros sentimientos por los que carecen de casi todo.

Bendito seas hoy que nos das la oportunidad de ayudar a los demás.

Bendito seas hoy porque nos trasladas, a pie, o en bicicleta, o en automóvil, o en cabalgadura, o en buses, o en metro…

Bendito seas hoy que nos das trabajo u ocupaciones. 

Bendito seas hoy en que podemos contribuir a lograr una sociedad mejor y un planeta más sostenible.

Bendito seas hoy cuando nos haces sentir dificultades o dolor, pero nos refuerzas la energía espiritual para superarlos. 

Bendito seas hoy presente cercano, por los que están a nuestro lado.

Bendito seas hoy cuando podemos abrazar a los que nos quieren.

Bendito seas hoy presente lejano y a distancia, pero que nos ayudas a comunicarnos y nos haces sentir unidos; nos permites adivinar y compartir los sentimientos, deseos, afecto, energía y ánimo. 

Bendito seas hoy que nos permites disfrutar la música que nos gusta y otros entretenimientos.

Bendito seas hoy porque podemos sentir el presente, comprender el presente, amar en presente.

Bendito seas hoy porque podemos reforzar los hábitos de ser atentos, ser inteligentes, ser razonables, ser responsables y ser amorosos.

Bendito seas hoy por el amor verdadero que es inmortal y, no podemos dejarlo morir, sino que podemos sentirlo, comunicarlo y expresarlo.

Bendito seas hoy que recibimos mensajes y enviamos saludos a los amigos que hace tiempo no vemos.

Bendito seas hoy, porque podemos leer diariamente a los que escriben en este blog, y a tantos otros escritos.

Bendito seas hoy por tantas otras cosas que no alcanzamos a escribir ahora.

Bendito seas hoy por todo lo que quisieran expresar los que leen este canto al presente.

Bendito seas hoy por poder agradecer a Dios, hoy y todos los días.

Vicente Alcalá Colacios

Julio, 2023

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Vicente se refiere a la primera parte de la entrevista, reconociendo y valorando la coherencia del Papa, su capacidad de escuchar con el alma, su autenticidad y la continuidad con temas tratados en su visita a Colombia.

Si alguien le cae mal a uno, nada de lo que diga o haga será bien recibido. Por el contrario, si alguien le cae bien a uno, cualquier cosa de esta persona será bienvenida. Esto no significa que el valor de lo que se expresa dependa del gusto o disgusto, pero este factor emocional es como la puerta de entrada. Y ¿por qué alguien le cae bien a uno? Hay muchos motivos, conscientes e inconscientes… uno de ellos es, que lo que dice o hace se parece mucho o coincide con lo que uno piensa o siente. Otro es que se nota coherencia. en esa persona, entre lo que dice y las actitudes que muestra. 

Esta es mi primera reacción ante el Papa, en su entrevista. Su capacidad de escuchar con el alma, con los oídos, con la vista, con todo su cuerpo y con simpatía.

Es auténtico; no sólo sincero, sino abierto a los otros; no es por su interés personal, sino que se interesa de verdad por quien le está hablando y atiende a sus intereses. Reacciona a la emoción del que habla y lo hace sentir bien, relacionando lo que comunica el otro con algo propio de él. 

Me hizo recordar y confirmó varios de los mensajes en su visita a Colombia: el encuentro no es para él una idea abstracta, lo vive y lo demuestra; sobre todo  con los jóvenes. Dicho sea de paso: a mí me rejuveneció esta entrevista, no sólo por el Papa sino por los jóvenes.

Otras cosas de las que dijo en Colombia: la esclavitud actual, y la manera tan sutil como la reconoce y la manifiesta.

Su realismo y su naturalidad. No se asombra de nada humano y habla de lo vivido por él y vivido por los demás a su alrededor. No trata de aparentar nada, sino que responde como es, como piensa. Unas veces coincide con lo que vive el joven que le habla (soledad, depresión); otras veces reconoce que a él no le ha pasado igual sino diferente (la acogida en Argentina a los inmigrantes y ya que él mismo es inmigrante en su familia); otras veces empatiza con lo que vive el joven y de alguna manera le da una respuesta con gestos más que con palabras.

Se trasluce su espiritualidad ignaciana: “en tiempo de desolación, no hacer mudanza”. Aprovecha el momento de la tormenta para resaltar lo que está diciendo con la imagen del “invierno” interior. También su actitud de sana indiferencia: las cosas tanto cuanto contribuyan al bien. 

No defiende a la Iglesia justificándola, sino aceptando sus errores y ubicándose siempre en el momento de la historia y en la cultura circundante, pero reconociendo la necesidad de cambio y conversión, comenzando desde dentro. Más que sermones, da valor al testimonio de quienes, como la religiosa con los niños de la calle, se entrega al servicio de los demás. 

No sólo se queda en lo personal y la sintonía con el otro. Trasciende a niveles nacionales e internacionales, denuncia y amonesta sobre la necesidad de acoger e integrar a los inmigrantes. En cuanto al racismo, acoge la relación que se da con la inmigración que le exponen los jóvenes. En lo del racismo, la explotación y otras enfermedades culturales, es nítido y comprometido.

Estas notas se refieren a la primera parte de la entrevista. La segunda parte es más “dura” y me hizo sentir la distancia entre la propia cultura y la de los jóvenes, que exige un acercamiento comprensivo.

Vicente Alcalá Colacios

Junio, 2023

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A veces oímos sin escuchar, otras veces ni siquiera oímos, a veces oímos y escuchamos… pero hay que aprender a “escuchar con el alma” para ayudar a construir una cultura de paz.

Cuando mi hijo tenía unos cinco años, estaba jugando con los carritos de colección, a los que les tenía una devoción apasionada. Me llamó a jugar con él y, en el corredor del segundo piso de la casa, empujaba hacia mí un carrito y yo se lo devolvía. En seguida me dijo: ¡papá, juega conmigo! Yo le contesté, ¡pero si estoy jugando contigo! ¡Pero, papá, entusiásmate!

Aparentemente, yo estaba jugando con mi hijo, pero ciertamente -por su reclamo- yo no estaba compenetrado en su juego. Esto nos pasa, muchas veces, no sólo con el juego, sino con muchas situaciones de la vida y, especialmente, en las conversaciones o diálogos. 

Externamente estamos presentes, pero cuando falta simpatía o -al menos- empatía, estamos ausentes interna y emocionalmente. Oímos, pero no escuchamos y, menos aún sentimos los sentimientos de nuestro interlocutor.

En conversaciones telefónicas con mi hija que vive en el exterior, me sorprendí a veces oyendo con poco interés lo que nos contaba; en ocasiones me parecían cosas sin importancia… sin importancia para mí, pero no comprendía o no sentía en el momento- que sí eran cosas importantes para ella y mucho más con el deseo que manifestaba de comunicarse con nosotros. Ahora dejo de verdad lo que estoy haciendo, para conversar con mi hija y procurar escucharla con el alma. 

Otras veces, escucha uno el reclamo aún de la propia pareja, cuando hablando nos advierte que no le ponemos atención o que no le hacemos caso. No es necesariamente distracción, sino que no estamos sintonizados en el momento. Sin darnos cuenta, estamos lejos o por lo menos no estamos compenetrados con sentimientos mutuos. 

Estoy aprendiendo lo que es escuchar con el alma. Es lo que dice el biólogo Humberto Maturana cuando explica el conversar como el fluir entrelazado de “emocionar y “lenguajear” (que no es exclusivamente hablar). 

Si eso le pasa a uno con quien más quiere… cuanto más nos pasa con otras personas. En nuestras tertulias de los jueves, tratamos de conversar con nuestros amigos, de escucharnos con el alma.

El hecho de escuchar con el alma implica una actitud de desprendimiento y generosidad. Necesita uno desprenderse temporalmente de los propios intereses y ocupaciones, para dar acogida, con generosidad del propio tiempo, atención y disponibilidad, a las palabras, preocupaciones, intereses, sentimientos y proyectos de la otra persona. Escuchar con el alma es practicar el amor que es, también, aceptar al otro como legítimo otro.

Una cultura de la paz necesitaría, entre otras actitudes, el hábito generalizado de escuchar con el alma. Si logramos aprender a escucharnos con el alma, unos a otros, nos amaríamos de verdad, no seríamos tan indiferentes en nuestra sociedad y, mucho menos, ofenderíamos, despreciaríamos y violentaríamos a los demás. Así como el niño que coge en sus manos un violín, no cogerá nunca en sus manos un arma de fuego, seríamos más humanos, porque la autenticidad humana se realiza en la autotrascendencia, en el salir de nuestro encerramiento egoísta para ser más altruistas o generosos. Lo expresó muy bien una escritora, cuando comentó: el dar cosas es, muchas veces lavarnos las manos; es necesario, no tanto dar, cuanto darnos”. Escuchar con el alma implica no sólo dar de nuestro tiempo sino “darnos” al que oímos, y esto contribuye a construir una cultura de paz. 

Todo lo anterior podría parecer, utópico, idealista o ingenuo; sin embargo, para hacerlo más realista, podemos hacerlo poco a poco: no “saltamos” de una vez a ser escuchas perfectos, pero sí podemos cada vez más aprender a escuchar mejor, conversar cada vez más atentos. Lo mismo con otros comportamientos sociales, no es pretender alcanzar el ideal de una vez, sino actuar un poco mejor cada vez, ser un poco más “abiertos” a los demás, cada día.

Lo contrario de aceptar al otro como legítimo otro, es discriminar, rechazar, excluir, menospreciar a cualquiera, por sus condiciones socioeconómicas, por su nivel cultural, por su color de piel, sus gustos o creencias, su inclinación sexual o comportamientos. Cuando se tiene algún prejuicio semejante, se hace mucho más difícil escuchar con el alma, pero precisamente, si escuchamos a alguien con el alma, probablemente se desvanecerán esos prejuicios.

No aceptar al otro como legítimo otro es una de las causas principales de la cultura de la violencia, que contamina una cultura pacífica, y que ha corrompido en gran proporción a nuestra sociedad colombiana. 

Escuchar con el alma a los demás es un buen camino hacia una cultura de paz, una cultura de la vida, una civilización del amor. 

Vicente Alcalá Colacios

Junio, 2023

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Digo momento de impacto extendido” porque hubo un momento, pero sus efectos duran hasta hoy.

Estaba yo en quinto de bachillerato -no sé cómo, pues no recuerdo haber aprendido casi nada en el Instituto de Almería- y la profesora de Filosofía dice “Alcalá tiene las ideas muy claritas”; claritas como la profesora, que era menudita. Corría el año 1957 y yo tenía 15.

No exagero al decir que no aprendí casi nada en bachillerato; prueba de lo cual es que aunque había terminado los cursos, no tenía yo Diploma de Bachiller, hasta que Pacho de Roux, no sé cómo hizo para que le mandaran desde la Universidad de Granada un diploma que se necesitaba para me pudieran dar el título de Licenciatura en Filosofía y Letras de la Universidad Javeriana.

¿Por qué impacto? No sé si inconsciente o consciente, pero lo cierto es que hasta 1963 en Chapinero, supe que yo era inteligente, como todos nosotros, y luego me di cuenta que yo no era simplemente Licenciado en Filosofía, sino filósofo. Eso no tiene mayor mérito, porque todos somos implícitamente filósofos, lo único es que yo fui siéndolo explícitamente.

No hice curso de Ciencias, como algunos de ustedes -y sigo sin conocerlas mayormente, aunque las admiro- de manera que pasé directamente de Humanidades a Filosofía. Tuvimos magníficos profesores como los padres Chucho Sáenz, Noriega, Gallego, Jaime Vélez… por nombrar algunos. Dirigidos por éste último, y con un equipo, escribimos “Curso de Filosofía”, en dos tomos, para V y VI de bachillerato, que utilicé en dos años de magisterio en Bucaramanga. Algunos alumnos, después de muchos años, me recordaron como profesor de filosofía con sincero agradecimiento. 

Poco tiempo después, a otro grupo -esta vez de tres amigos- nos pagaron el contrato cumplido por elaborar un programa de Filosofía, pero que no admitieron porque este era “un programa para aprender a pensar, en vez de aprender Filosofía que era lo que se necesitaba”, según lo que opinó quien nos contrataba en el Ministerio de Educación. El nuestro se trataba de un programa de filosofía situacional: se planteaban situaciones comunes a los jóvenes, por ejemplo, “Nos gusta conversar con nuestros amigos” y seguían varias preguntas y diálogos, que posteriormente se complementaban con textos de algunos filósofos que trataban el tema; las situaciones se iban sucediendo en ámbitos más amplios progresivamente. 

Casi cuarenta años más tarde, en el 2005, (hace ya 17) me vinculé al Grupo “Cosmópolis” en que estudiamos el método propuesto por Bernard Lonergan en Insight y en Método. Aquí supe, por ejemplo, que Teoría del conocimiento no es igual que Epistemología… Y toda la propuesta para la apropiación de la estructura dinámica del ser personal, capaz de conocimiento y acción moral, es valiosísima. 

Sería largo hablar de eso, pero me pregunté y me sigo preguntando ¿Cómo es posible realizar las diversas operaciones mentales que Lonergan nos ayuda a identificar tan claramente (sensación, comprensión, reflexión, deliberación, decisión…)? y ¿por qué podemos lograr los diferentes niveles de consciencia que alcanzamos (consciencia empírica, consciencia inteligente, consciencia reflexiva, consciencia responsable, consciencia religiosa)? 

Esto nos lleva a la Neurociencia, a preguntarnos por las condiciones biológicas necesarias para el pensamiento, la mente, la libertad efectiva, la responsabilidad y el amor… En eso estamos, como mostró la tertulia del jueves 24 de marzo de 2023, en la que dialogamos sobre las relaciones del cerebro y la mente.

Sobre este mismo problema de las bases biológicas de los procesos mentales y especialmente del entendimiento humano, estudié varias de las obras de los biólogos y filósofos Humberto Maturana y Francisco Varela, como El árbol del conocimientoDe máquinas y seres vivos, Biología del conocimientoEl fenómeno de la vida, Conocer: las ciencias cognitivas, entre otras. Tres preguntas importantes que formulan son: ¿Cuál es la organización del ser vivo? ¿Cuál es la organización del sistema nervioso? ¿Cuál es la organización básica de todo sistema social, que da origen a toda cultura?

En el ámbito de la filosofía moral, es necesario aludir al movimiento por una Ética mundial, promovido por Hans Küng, y a sus principios para una paz entre las religiones y las naciones.

Para mí, otro autor apasionante ha sido el filósofo y teólogo Joseph Ratzinger, luego Papa Benedicto XVI, que nos completa el itinerario hasta la Teología y la experiencia religiosa. 

Hoy, a la altura de los 80 años, mi familia y el entorno físico abierto, en que vivo, impulsan mis búsquedas existenciales. La amistad, en las tertulias de exjesuitas y el blog, son un estímulo excelente para la reflexión y la expresión filosófica, y para el camino hacia la verdad y la sabiduría. 

Vicente Alcalá Colacios

Mayo, 2023

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Hace poco, escribimos sobre la Inteligencia Natural Humana y sus logros históricos. Hoy expresamos que el ser humano es mucho más que inteligencia. En noviembre de 2021 se presentó en este blog, una propuesta integral sobre la esencia del hombre. En varios artículos se han sugerido las formas de desarrollar la esencia del ser humano; en este artículo, continuamos con esa tarea que siempre va más allá.

La inteligencia humana natural es tan importante que durante mucho tiempo se ha considerado como la característica distintiva de nuestra especie biológica, de tal manera que se definía al ser humano como “animal racional”. La razón ciertamente es una de las capacidades o potencialidades humanas más importantes. Pero podemos decir también que el ser humano es mucho más que razón.  

Ese “mucho más” hay que verlo desde abajo y desde arriba de la inteligencia. Es una forma de decirlo con palabras espaciales, pero lo cierto es que, al decir animal racional, no podemos olvidar al animal que somos, ni tampoco podemos olvidar que la inteligencia y la razón no son lo último en el ser humano: conocemos para actuar y actuamos para ser felices.                                                                                                                                                         

¿Cómo ubicamos las emociones, la sensibilidad, los sentimientos, la imaginación, la comprensión, la creatividad, el simbolismo, la laboriosidad, la bondad, el amor, la sociabilidad, la responsabilidad, la solidaridad, la trascendencia…? 

Son capacidades, son potencialidades, son rasgos humanos sí, pero no terminados sino en proceso de perfeccionamiento, de desarrollo, de realización.

El conocer tiene que ver con la verdad, el actuar tiene que ver con el bien, la felicidad tiene que ver con la plenitud y la permanencia, con la inmortalidad. 

El conocer es más de lo que pensamos: comienza con los sentidos y se complementa con el entendimiento o comprensión, pero hace falta el juicio acertado, la afirmación fundamentada, para decir que verdaderamente conocemos algo. Y ese largo camino tiene muchas etapas. El aprendizaje debe acompañar durante todo el trayecto; la investigación es el ejercicio de la curiosidad, de la búsqueda y de la confirmación; la experiencia se va adquiriendo poco a poco y con trabajo. 

El actuar se despliega como en un mapamundi o un globo terráqueo, solamente que como no se puede abarcar todo individualmente, hay que repartirse las tareas, hay que coordinarlas, y se necesitan la complementación y la colaboración de todos los actores para acercarnos a un bien común, universal. El bien común, o para todos, es un ideal deseable y casi inalcanzable, pero no lo podemos perder del horizonte humano para que podamos soñar con la felicidad; el bien común siempre está por delante de nuestra visión, pero aunque siempre está más allá, no deja de atraernos, de motivarnos, de impulsarnos; además el bien común verdadero es el faro ético de nuestro actuar.

La felicidad está más allá del horizonte y de las montañas, pero está. El arte, la música y, sobre todo el amor, nos conducen hacia la felicidad. El arte no tiene barreras, ni límites, ni fronteras… la música nos transporta, no sé a dónde, pero nos lleva a otro mundo… el amor anhela ser eterno y, lo mismo que el deseo de conocer y de conseguir el bien, siempre quiere traspasar el aparente final de la muerte. El amor, junto con la fe y la esperanza, viene en nuestra ayuda para trascender esta vida temporal, pero, de los tres, el más importante es el amor y es que perdurará cuando la esperanza haya alcanzado su objetivo, y la fe ya no se necesite porque la realidad amorosa no simplemente será creída sino que se vivirá plenamente y eternamente. 

Esta visión positiva del ser humano, personal y social, no ignora ni olvida sus dinamismos naturales animales, ni las omisiones y errores en el conocer, ni las desviaciones o debilidades de la voluntad al actuar. Sin embargo, estas posibilidades negativas no pueden provocar una visión pesimista del ser humano, sino que matizan la interpretación y la realización de lo que somos con un prudente ingrediente siempre necesario de realismo.   

La inteligencia, el trabajo, la política, la economía, las finanzas, la tecnología… y todas las demás actividades humanas son importantes y valen la pena, si se subordinan y se encaminan a lo verdaderamente humano, que llega a ser divino. 

Vicente Alcalá

Marzo, 2023

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