Para lograr la calidad que he expuesto en mi anterior columna, se requiere financiación porque la calidad es costosa. El punto es que la reforma debe ser explícita en formular los objetivos académicos buscados por la nueva ley.
En mi columna anterior hice, con base en mi experiencia en dirección universitaria, una síntesis de las características de la calidad educativa que deberían demostrar las instituciones de educación superior a fin de acreditarse institucionalmente por el Ministerio de Educación. Termino por completar mi punto de vista.
Primero: la pertinencia y actualización de los planes de estudio de cada carrera -en términos más específicos “el currículo académico”- deben estar conectado con el desarrollo de la sociedad en permanente evolución.
Segundo: la evaluación del desempeño de los egresadoshecha por empresarios de organismos públicos como privados. Es indispensable conocer su opinión sobre los graduados, para confiar en la calidad de una institución educativa.
Tercero: el bienestar universitario que, a primera vista no parece tener relación directa con objetivos académicos. No es cierto. Un buen clima organizacional se sustenta en que profesores, funcionarios y estudiantes trabajan y estudian en espacios físicos adecuados, confortables, que propician la productividad científica y académica. Así, también es relevante del bienestar es que existan complementos como las actividades culturales (grupos musicales, danza y teatro) y los deportes, ojalá con escenarios para practicarlos.
Cuarto: en conexión mayor y visible con la calidad académica, modernamente entendida, lainternacionalización se ha convertido en elemento clave de la calidad. Es indudable que a los estudiantes se los debe formar para un mundo globalizado, para ser ciudadanos de este mundo. Exigencia que implica el manejo del inglés -la lingua franca de hoy-. Mejor aún, si la universidad ofrece el aprendizaje de otras lenguas, ya que la formación multilingüe abre muchas puertas a los profesionales.
Quinto: si los profesores ostentan además alguno de sus títulos académicos obtenidos en el exterior, el conocimiento de otras lenguas, la calidad del proceso educativo aumentará, y motivará a los estudiantes.
Además, la educación superior pública y privada constituyen un sistema articulado: si bien el Estado está obligado a financiar la educación pública, ello no le impide ofrecer planes de fomento a la educación superior privada que cuenta con el 46% de los matriculados del país.
Jesús Ferro Bayona
Artículo publicado en El Heraldo, Barranquilla