Según lo programado, el pasado 30 de noviembre debían haberse encendido las turbinas 1 y 2 de la represa Hidroituango, aunque hubo que prolongar el plazo para garantizar que las poblaciones de Puerto Valdivia y Tarazá pudieran desalojar sus casas oportunamente, mientras se comprobaba si todo funcionaba de acuerdo a lo esperado.
En Hidroituango, lo que no está claro es si la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG) le ampliará el plazo a EPM para que pueda aplazar el encendido sin que le cobre la multa de US$190 millones. A las volandas, a la medianoche del pasado miércoles, EPM Hidroituango le habría demostrado a la CREG que estaba lista para generar energía, y con esto espera haberse ahorrado la multa. A la verdad, más parecía una tragicomedia…
Según el diario El Tiempo del pasado sábado 19 de noviembre, Javier Pava, director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) declaró en el Congreso que “en mi concepto de especialista de este sistema, ese proyecto (Hidroituango) nunca va a ser estable porque hay alteraciones muy graves al macizo rocoso” (…). Y añadió: “no podría uno pensar que esta población viva todo el tiempo en esta incertidumbre”. Con estas afirmaciones, decido publicar un artículo que venía preparando desde hace largo tiempo.
Con todo respeto me atrevo a afirmar que, a quienes idearon, iniciaron y echaron a andar el proyecto de Hidroituango les faltó sindéresis: prudencia, buen juicio, sentido común, una justa evaluación de los enormes riesgos de una represa en ese profundo cañón del Cauca, ponderación de los peligros para la vida de millones de colombianos (10 millones, según se dice ahora), y para la economía de Antioquia y de Colombia entera.
¿Quién puede asegurar que a largo de los supuestos 60 años de vida útil de la presa, los tremendos sacudones que ya nos está dando el cambio climático no generen de repente una incontenible creciente del río? ¿O que el macizo no comience a derrumbarse y genere un sismo que reviente la presa? ¿Cómo es posible que se pongan a funcionar las turbinas 1 y 2, en medio de serias objeciones de expertos y de polémicas y discusiones entre contratistas y políticos? ¿Acaso se quiere echar a cara y sello la suerte del país y de millones de habitantes?
Concuerdo plenamente con el justo comentario de algún residente de un pueblo aguas abajo, que decía algo así: “tendremos que vivir por lo menos 60 años con un temor permanente de que el monstruo se nos venga encima; ese miedo continuo ya nos tiene enfermos de incertidumbre y temor, y esto sin contar con que perdimos la mayor parte de la pesca, el recurso que nos permitía vivir”.
Hasta donde he podido averiguar ‒y aquí transcribo literalmente lo que informa El Mundo.com “Hidroituango”, única fuente que pude encontrar sobre los orígenes de la presa‒ “uno de los antecedentes más importantes de Hidroituango es un trabajo en el que participó el ingeniero Lucio Chiquito, titulado: ‘Riqueza hidráulica de Antioquia 1898-2011’ ( https://www.elmundo.com/…/Hidroituango-mas-de…/371331 ). El ingeniero civil Lucio Chiquito Caicedo es “Uno de los personajes más influyentes de la ingeniería en el país durante el siglo XX (…), es socio fundador de Empresas Públicas de Medellín (EPM) y otras firmas, como Integral, Sedic, Camacol y la Escuela de Ingeniería de Antioquia”. “Chiquito nació en Cali, en 1916, y egresó con honores del programa de Ingeniería Civil de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional, sede Medellín” (…) y “pudo acceder a una beca en Inglaterra”.
Lucio Chiquito ‒quien con 106 años aún vive y conserva una perfecta memoria‒ (El Tiempo, 19 de noviembre de 2022) cuenta que “siendo miembro de la firma consultora Integral, de la cual también había sido uno de los fundadores, participó en una reunión de la Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos (SAI) en el año 1962, en la que se le planteó al entonces gerente de EPM, Luis Echavarría Villegas, un bosquejo preliminar de una central en el río Cauca, que tendría una potencia de 4000 megavatios y una altura de presa de 350 metros.
“No fue sino hasta junio de 1998 que (sic) fue creada la Sociedad Promotora de la Hidroeléctrica Pescadero Ituango, que (sic) se actualizarían los estudios de factibilidad del proyecto y se le diera el empujón inicial para hacerlo realidad”. (Ver: Más de medio siglo tras una idea revolucionaria, por Yenifer Yepes, 20 mayo de 2018, en https://www.elmundo.com/…/Hidroituango-mas-de…/371331
A continuación, El Mundo.com incurre en lo que parece una contradicción: según el texto “Hidroituango estuvo inicialmente en la cabeza del ingeniero José Tejada Sáenz (¿ya no en la de Lucio Chiquito?), cuando a mediados de 1969 se ideó un plan para construir una serie de centrales hidroeléctricas escalonadas en el Cauca Medio, desde La Virginia hasta Caucasia. (No entiendo esa especie de competencia entre la Escuela de Ingeniería de Antioquia, hoy Universidad EIA, que promueve al caleño Chiquito, y Eafit, que exalta al paisa Tejada). “Para Tejada, este proyecto representaba la ‘fuente potencial de energía hidroeléctrica más importante para el país’, como lo consignan archivos del periódico El Mundo, escritos por el historiador José María Bravo Betancourth.
No puedo dejar de pensar que hubo en los iniciadores e impulsores del proyecto mucha vanidad, deseo desmedido de prestigio, reconocimiento y poder, y desde luego, mucha ambición de dinero ‒sí, en primer lugar, para la empresa, el departamento y la nación‒, pero, de paso, ¿también para sus bolsillos?
El debate está que arde. Según la ONG Ríos Vivos y su vocera, la senadora del Pacto Histórico, Isabel Zuleta ( https://riosvivoscolombia.org/…/lo-que-debes-saber…/ ) ,“Los principales accionistas de Hidroituango son la Gobernación de Antioquia y Empresas Públicas de Medellín (EPM), que a su vez es ejecutora. EPM durante los últimos años se ha convertido en un grupo empresarial, Grupo EPM, (…) con presencia en distintos países de Latinoamérica y Europa, que al actuar bajo la lógica del lucro (…) ha incurrido en la violación de derechos como resultado de sus emprendimientos empresariales; en Colombia estas violaciones e irregularidades no son evidentes dada la connivencia de las instituciones del Estado y los vacíos de la legislación colombiana en materia de derechos y de la falta de garantías de no repetición para las víctimas del conflicto armado frente a los megaproyectos hidroeléctricos”. ( https://www.senado.gov.co/…/4215-continua-incertidumbre… ).
A su vez, ante el Congreso (…) “el Gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria Correa, resaltó la importancia de hacer efectivo los seguros del Proyecto hidroeléctrico: Debemos trabajar todos en dos direcciones: 1) El cobro de los seguros de Hidroituango; para eso uno contrata unos seguros, para cobrarlos cuando se produzca un siniestro, y lo que pasó en la represa fue un siniestro. 2) Pongamos a funcionar Hidroituango; la mejor manera de disminuir riesgo es poner en funcionamiento la hidroeléctrica. El mayor riesgo que hay es tener el vertedero al 100 %, sin posibilidad de revisarlo o hacerle mantenimiento”.
Así, pues, teniendo en cuenta lo afirmado por Pava, director de la UNGRD, me atrevo a afirmar enfáticamente lo que ya han dicho otras personas: más vale DESMONTAR LA REPRESA DE HIDROITUANGO. Hacerlo representará una pérdida gigantesca del dinero invertido: $18,3 billones de pesos, según datos del 14 de julio de 2021 (La República, 19 de noviembre del 2022: https://www.larepublica.co/…/la-inversion-total-del… ) . A esta suma habría que sumarle otra muchísimo mayor: el costo del desmonte, la extracción y adecuada disposición de las turbinas, la destrucción cuidadosa y progresiva de la misma presa, el vertedero, los canales, etc. En fin, el trabajo requerido no sería menor al que fue necesario para construir la presa.
Sin embargo, el costo sería muchísimo menor del que tendría una posible y aterradora hecatombe que devastaría al país. La mera posibilidad de un fracaso tan monumental me disuade de que se enciendan las turbinas 1 y 2.
Sin duda alguna, una propuesta de desmonte exigiría un debate muy serio entre expertos. Pero incluso, si por un imposible hubiese conceptos favorables y compartidos entre los conocedores, yo conservaría todas mis reservas sobre la viabilidad de la empresa. In dubio, libertas, ante la duda, la libertad (de opciones), dice un adagio latino. En este caso, pienso lo contrario: In dubio, securitas, frente a la duda, es obligatorio optar por lo más seguro.
Desde luego que este artículo no tiene la menor influencia en las decisiones que se están tomando, pero al menos quiero dejar la impotente constancia de mi desacuerdo, y soy muy consciente de la distancia que media entre la libre opinión de un colombiano cualquiera y el alto costo político y moral de la decisión que debe adoptar un gobernante de cualquier nivel. Lo lamento por el presidente Petro, y no descarto que sus frecuentes problemas digestivos y respiratorios sean la expresión corporal de una latente ansiedad ante problemas tan serios como el de Hidroituango, que en días pasados lo retuvo en Medellín durante dos días.
Luis Alberto Restrepo M.
Diciembre, 2022
1 comentario
¡Es increíble que esté sucediendo lo que plantea Luis Alberto en forma muy clara y didáctica! ¿Desmontar la represa, perder lo que se ha invertido y gastar una suma similar en el desmonte, o como alternativa dejar a los habitantes de los pueblos cercanos a merced de lo que podría pasar cualquier día de estos? ¡Es increible que estas sean las opciones!
Habría talvez algunas sugerencias, ¿sería posible reducir la capacidad de la represa, de modo que funcione a un porcentaje de su capacidad, salvando algo de lo que ya se invirtió, sin que haya tanto peligro de inundación?
Otra sugerencia sería que quienes hicieron los estudios se muden con sus hijos a una casa al pie de la represa… aunque no creo que aceptarían esta sugerencia.
De nuevo gracias a Luis Alberto. Abrazo y Feliz Navidad.