Si hay que ir hasta el extremo de la verdad, todos somos culpables. No hace mucho en la prensa, leí que el máximo representante de la Iglesia Ortodoxa en Rusia, el patriarca Kiril, había sostenido en septiembre en un sermón de domingo que el sacrificio en el cumplimiento del deber militar en la guerra contra Ucrania “lava todos los pecados”.
El próximo 24 de diciembre se cumplen 10 meses de la invasión rusa a Ucrania, que ha producido miseria, dolor y muerte –¿qué guerra no lo ha hecho?– con argumentos que solo el presidente ruso y su círculo de poder se creen y que no son sino falacias y distorsiones que estrangulan la historia. Las estadísticas sobre desplazados, soldados caídos, hombres y mujeres muertos, niños infelices y con hambre son tan frías como el frío que empezó a azotar la región, que si bien está acostumbrada a la inclemencia invernal es por la adaptación humana a las condiciones climáticas que provienen de siglos atrás. Pero otras son las circunstancias en tiempos de guerra.
“El pasado enero estábamos a unos 20 ºC bajo cero, pero imagíneselo ahora sin electricidad ni calefacción”, le dijo un ucraniano a un reportero. Desde el ataque ruso que el 23 de noviembre reciente volvió a golpear 50 % de la red eléctrica de Ucrania, seis millones de los 41 millones de habitantes mal contados sufren las peores condiciones humanas sin energía eléctrica. Y continúa diciendo: “yo tengo estufa de leña y tengo el bosque delante de la casa, también tengo un pozo por lo que el agua no nos falta, y tengo animales y sembrados para poder comer”. Una mísera excepción a la regla impuesta con sangre por Putin que, según declaraciones de estos días, dijo que no ve que el conflicto termine por ahora. Si Tolstoi, el gran escritor ruso de Guerra y paz, viviera diría otra vez que “la finalidad de la guerra es el homicidio; sus instrumentos: el espionaje, la traición, la ruina de los habitantes, el saqueo y el robo para aprovisionar al ejército, el engaño y la mentira, llamadas astucias militares”.
Dada la respuesta ucraniana que se ha armado para defenderse del agresor, Svetlana Alexiévich, premio Nobel de Literatura de Bielorrusia, país aliado a Rusia a la fuerza, reflexiona sobre quiénes son los culpables de la guerra: “Estos miles de niños ucranianos, que están abrazados a gatos, duermen en el metro, en los sótanos. Después de eso, ¿cómo puedes decir: ¿sabes?, ellos también tienen la culpa, enojaron a Putin, también son un país agresor”, remata con rabia. Si hay que ir hasta el extremo de la verdad, todos somos culpables.
No hace mucho en la prensa leí que el máximo representante de la Iglesia Ortodoxa en Rusia, el patriarca Kiril, había sostenido en septiembre en un sermón de domingo que el sacrificio en el cumplimiento del deber militar en la guerra contra Ucrania “lava todos los pecados”.
Se me vino a la mente la homilía del papa Urbano II que en 1095, y para darle apoyo al llamado de auxilio del emperador de Bizancio, Alejo I Comneno, sitiado por los turcos selyúcidas, llamó a su vez a los diferentes países cristianos de Europa occidental a recuperar Tierra Santa, ofreciendo el perdón de los pecados a todo el que muriese en la misión divina, a lo cual siguió la movilización de un inmenso ejército inspirado por el ideal de la guerra santa con el que se iniciaron las Cruzadas. Se produjeron después atrocidades y mortandad humanas por varios siglos.
Publicado en El Heraldo (Barranquilla)
Diciembre, 2022
5 Comentarios
Jesus, excelente descripcion de la falacia de creer que hay guerra justificada. Justificaciones son las que fabrican los iniciadores de las mismas para eximirse historicamente de las atrocidades que desataron o inician hoy dia. No hay peor guerra que la justifica una mal interpretada religion.
CHUCHO. Qué terrible es constatar que la historia “se sigue escribiendo con la sangre y la vida de los inocentes” y con el profundo sufrimiento de las poblaciones afectadas por los conflictos, a pesar del esfuerzo humanizante que hemos venido realizando a lo largo de los tiempos, y muy especialmente en esta época en la cual presumimos de los enormes avances científicos y del progreso de la sociedad del conocimiento. Gracias por tu escrito. Saludos. Hernando
A los llamados líderes no les importa el sufrimiento de las poblaciones a las que les llevan sus guerras.Les importa su imagen de vencedores.
Ninguna guerra puede ser buena, santa o salvadora. Apoyar la guerra es ponerse del lado de los criminales
Por eso toda guerra es un crimen.