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Graficar la vida

Por Luis Arturo Vahos
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El ejercicio que ha ocupado las últimas tertulias de los jueves, donde nos hemos atrevido a mirar nuestras vidas con el fin de encontrar aprendizajes que puedan ser útiles, me hace pensar que el ejercicio mismo de dicha introspección compartida es ya un aprendizaje estupendo y demuestra una madurez grupal, digna de ser replicada por otros.

Me inclino respetuoso ante los amigos que aceptaron el reto de compartir aprendizajes vitales y nos regalaron destellos de vida en los cuales amor, fe, servicio, creatividad, desprendimiento, empresa, ciencia, amistad y espiritualidad son muestra de lo que somos.

Cómo no sentir respeto y un poquitín de envidia ante la fe ilustrada de Reynaldo Pareja, certificada con lágrimas; la de Bernardo Nieto, digna del más inocente de los niños, como requería Jesús de Nazaret o la de Hernando Bernal: trabajo, servicio y armonía musical. Admirables, prácticas, sencillas las enseñanzas de Goyo; sabios y fundados en la experiencia los consejos de Darío Gamboa. Actitud de confianza paciente la demostrada por Vicente Alcalá, a la espera del retoño que se convierte en árbol y la flor que deviene en fruto, cuyo aroma se presintió años atrás y hoy se degusta en familia. 

Tanta generosidad y autenticidad de todos los que participaron en la primera sesión se convierte en formidable reto que pretendo asumir.

Mi vida no acaba de aprender; no es imitable. Si Darío la graficara, se parecería mucho a los cuadros que produce Wall Street en días de crisis como los actuales. He cruzado muchos puentes que me han permitido experimentar desde la más genuina espiritualidad hasta los abyectos e inconfesables comportamientos que envilecen a cualquiera, aunque nunca haya caído en la criminalidad. He tenido suerte. Hoy pienso que es gracia, porque no he sucumbido, y atisbo desde mi pequeñez un final donde seré recibido con misericordia.

Esta certeza ha nacido de mi práctica diaria de contacto con esa realidad que vibra en nuestro interior a otro nivel y que fue despertada hace treinta y cinco años por mi maestro Ajaib Singh Yi.

Estoy seguro ahora de transitar hacia el Verdadero Hogar, aunque ego, avaricia, codicia, ira y lujuria siempre estén ahí como piedras resbaladizas que amenazan mis pasos. Mirando hacia atrás, sé que ya no hay culpa, ni miedo. También sé que la persistencia en seguir la senda ‒sin duda, sin prisa, sin pereza‒, me hará cruzar la meta definitiva como lo he logrado en las maratones que he corrido. 

Y de no lograrlo en esta vida, cuento con la promesa de otras vidas, si fueran necesarias.

Gracias. 

Luis Arturo Vahos

Junio 2022

1 comentario
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1 comentario

Hernando+Bernal+A. 9 julio, 2022 - 11:12 am

Luis Arturo: hermosa, profunda y muy sentida la confesión sobre tu experiencia de vida. Gracias por compartirla. Saludos.

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