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Adviento es espera e ilusión de Navidad

Por Bernardo Nieto
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Estamos en tiempo de adviento, esperando la llegada del Salvador, Jesucristo, Dios hecho hombre. Toda gestación y el nacimiento de un niño debería ser motivo de alegría, como en la escena del evangelio cuando María visita a su prima Isabel (Lc 1, 39-45).

Al escuchar que María ha llegado, Isabel, con seis meses de embarazo y movida por el Espíritu Santo, reconoce como todo un honor que venga a visitarla María, quien está embarazada de tres meses y en espera del redentor de la humanidad, y la recibe jubilosa. A la dicha de Juan Bautista ‒que salta de gozo en el vientre de su madre‒ y al reconocimiento revelador de Isabel se une el más hermoso canto de María, el Magníficat, cuando en profunda oración reconoce ante Isabel, su prima del alma, la grandeza del Señor y lo que se está obrando en ella. Y las dos primas israelitas, bendecidas por Dios, pasan una temporada juntas hasta cuando Juan Bautista nace. Luego de este tiempo, tan íntimo y feliz, María, gestante ya de seis meses, regresa a su ciudad llevando en su vientre al Señor. María embarazada, al servicio de quien la necesita, para mí es la mejor imagen del servicio.

Este tiempo de adviento me hace recordar que hace unos años atendí y coordiné el viaje de un grupo de profesores indígenas extranjeros que venían becados a una intensiva capacitación de un mes en la Universidad. Habían ganado con méritos una beca completa de su gobierno para actualizar sus conocimientos y capacitarse en pedagogía y docencia y para refrescar las más recientes metodologías de enseñanza. Su trayectoria como maestros y el servicio prestado a los niños de comunidades indígenas habían sido también fundamentales para ser tenidos en cuenta y recibir la beca.

Un par de semanas después de llegar, una de las profesoras indígenas tuvo una repentina hemorragia que nos alarmó. Fue llevada de urgencia al Hospital Universitario y, a pesar de la cuidadosa atención médica, fue imposible salvar al bebé que estaba esperando. Gracias a los cuidados de los médicos del hospital, su vida se salvó. La joven había ocultado a su marido su embarazo pues, con seguridad, le habría impedido viajar y ella habría perdido la beca que con tanto esfuerzo se había ganado. También se las ingenió para escabullir el chequeo médico previo al viaje que le habría garantizado la vida a su tercer bebé. ¡Ya había tenido dos pérdidas antes del segundo mes de embarazo por falta de oportuna atención médica! A pesar de los riesgos, la maestra confió en que su cuerpo respondería sin problemas en este nuevo embarazo. 

Luego de esta dolorosa y riesgosa situación, la profesora decidió permanecer en el curso, recibió atención psicológica en la Universidad y, luego de un mes, al terminar el entrenamiento, regresó a su país con su certificado final que le permitiría aspirar a un nivel superior en el escalafón docente y a un mejor salario. Sin embargo, como me enteré más tarde, su vida familiar se le convirtió en una pesadilla. 

En este nuevo tiempo de adviento vuelvo a pensar en que, casos como este, hacen parte de las múltiples situaciones de riesgo en la atención de salud a las madres gestantes en todo el mundo. En el caso que hoy comparto ‒y por las razones descritas‒, una madre por tercera vez pierde un hijo y, solo por fortuna, logra salvarse. 

En pleno siglo XXI, 830 mujeres mueren diariamente por causas totalmente prevenibles, relacionadas con el embarazo y el parto. Cada año 302.000 familias se quedan sin mamá, con todas las consecuencias que trae para un hogar la ausencia de la madre: orfandad, viudez, abandono de los niños y niñas, desintegración familiar, etc. 

Aunque entre 1990 y 2015 se redujo 44 % la tasa de mortalidad materna en el mundo, proteger la vida de una madre durante el embarazo y el parto impone unir los esfuerzos sociales, particularmente en los países “en vías de desarrollo”, en donde hoy está 99 % de los casos de muertes maternas durante la gestación y el alumbramiento. 

De acuerdo con el informe de la OPS/OMS, UNICEF, el PMA y UNFPA (2016), en Colombia mueren al año más de 400 mujeres por razones asociadas con el embarazo y el parto y “… fallecen cerca de 8000 recién nacidos al año. (…) Las cifras más alarmantes se registran en Amazonas, Choco y Vaupés”.¹ Por ello, hacia allí se deben orientar los esfuerzos de gobiernos, familias y autoridades sanitarias. 

La mortalidad materna es mayor en las zonas rurales y en las comunidades más pobres. Engendrar un bebé en el campo o en medio de la pobreza pareciera condenar a las madres a la falta de atención médica y al olvido de las autoridades de salud. Las adolescentes corren mayor riesgo de complicaciones y muerte a consecuencia del embarazo. Basta leer cuidadosamente el informe del Dane² sobre nacimientos en niñas y adolescentes en Colombia (2021) para entender la dimensión del problema.  

Por una muy precaria y superficial educación sexual y para la vida, las relaciones sexuales realizadas desde temprana edad y sin ninguna prevención resultan irresponsablemente en embarazos no deseados. La etapa de gestación que debería ser una “dulce espera” se convierte, para muchas jóvenes, en una época azarosa y llena de incertidumbre. Muchos hombres jóvenes abandonan a sus compañeras cuando se enteran del embarazo o les piden que aborten. En nuestro país, dolorosamente, además, resulta fácil “desembarazarse” y quitar la vida de los indefensos que vienen en camino. 

Esta situación, por supuesto, es una clara violación de los derechos del niño³ y también una realidad que marca un duro contraste con la razón gozosa del adviento y la visita de María a su prima Isabel.

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¹ Reducción de la mortalidad materna y neonatal con enfoque intercultural, de derechos y de género OPS/OMS, UNICEF, PMA, UNFPA.

http://iris.paho.org/xmlui/bitstream/handle/123456789/33713/9789275319314-spa.pdf?sequence=1&isAllowed=y

² www.dane.gov.co/files/investigaciones/notas-estadisticas/ene-2022-nota-estadistica-embarazo.pdf

³ Preámbulo de la Convención internacional sobre los Derechos del niño. Teniendo presente que, como se indica en la Declaración de los Derechos del Niño, “el niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidado especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento”.

Bernardo Nieto Sotomayor

Diciembre, 2022

1 comentario
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1 comentario

Hernando+Bernal+A. 7 diciembre, 2022 - 7:53 am

Bernardo: muy profunda y necesaria tu reflexión, que además tiene como telón de fondo la celebración cristiana que estamos realizando, con el nacimiento del Niño Dios. Un abrazo de Navidad para todos los tuyos. Hernando

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