El evocador artículo enviado a nuestro blog por Chucho Ferro para el día del padre de este 2023, nos animó a muchos a escribir “cartas” inspiradas en nuestros padres que venimos publicando aquí, para compartir con todos/as…
Hace mucho tiempo que he querido escribirte esta carta. Ahora que se me ha presentado la oportunidad, la aprovecho para expresarte mis sentimientos y recuerdos de quien fuiste como padre y el rol decisivo que jugaste en mi vida.
Te recuerdo como un hombre dedicado con ahínco a ser un proveedor excelente de todas las necesidades básicas mías, de mis hermanos y de mi madre. No recuerdo haber pasado un solo día en el que me haya ido a la cama con hambre porque no había nada que comer en casa.
Fuiste un proveedor ejemplar que me dejó impreso en mi consciencia que, si algún día tuviese hijos propios, lo haría cuando pudiera darles todo lo que necesitaban para crecer sanos, bien alimentados, con una buena educación y nivel de responsabilidad personal que los haría conscientes de cómo comportarse en la vida de manera que les ofrecieran lo mismo a sus propios hijos.
Lo logré y te lo agradezco porque al ver a mi hijo tratar a los suyos de esa manera, siento que tu esfuerzo floreció en los nietos que he tenido el privilegio de abrazar, jugar con ellos, deleitarme en contarles cuentos antes de dormir o tener una sesión de lucha libre sobre mi cama como la corona del día. Recuerdos como éstos nunca los tuve contigo, porque creciste en esa cultura donde el hombre no expresaba emociones ni sentimientos tan profundos; esa no era la reacción del macho estoico, esperado por dicha cultura.
Tu responsabilidad laboral ejercida a lo largo de los 30 y más años de trabajo que llevaste a cabo, la aprendí desde muy joven y la apliqué en mis años laborales, logrando un nivel de profesionalidad que fue reconocida en todos los seis países donde trabajé para la misma compañía hasta que me retiré de las misma después de 25 largos años de trabajo. Gracias de nuevo porque esa tenacidad me la enseñaste con el ejemplo que no necesité de discursos didácticos.
Si bien tengo todos esos recuerdos de responsabilidad los hay también de tu alegre y jocosa personalidad que te hacía ser el centro de cualquier reunión de amigos. Unas carcajadas estruendosas creaban el ambiente de jocosidad que todos gozaban. Si me animé a aprender a bailar fue también por tu ejemplo que, como buen costeño, tus piernas se movían con la gracia y agilidad de los que no necesitan más de dos notas para lanzarse al ruedo.
Y también tengo que agradecerte porque con tus limitaciones aprendí lecciones de vida que hasta el día de hoy me han servido. La primera, no dejar que la bebida se convierta en un requisito para expresar mi alegría y buen genio. Tu afición a la misma, celebrada por nuestra cultura que apoya y estimula que, sin alcohol no puede haber una reunión alegre, y de sana expansión, me permitió eximirme de esa dependencia, dándome la oportunidad de expresarme conscientemente tanto en ideas como en sano humor.
Me enseñaste también que, si se triunfa en la vida económicamente, no es para derrocharlo todo a manos llenas, para impresionar a los supuestos amigos que se desvanecieron cuando te retiraste y no podías sostener el ritmo de gasto que exigían para aceptarte en su círculo de amistades.
Otra lección que aprendí, que te la agradezco cada día que tomo un libro para investigar, para encontrar ideas que me han de servir para el próximo libro que escriba, es que uno adquiere un valor exponencial de enriquecimiento intelectual, emocional y espiritual con la lectura constante. Nunca te vi leer un libro de literatura, de arte, de ficción, o de reflexiones sobre la vida. Precisamente esa ausencia de lectura te impidió tener una conversación de fondo conmigo o con tus amigos puesto que no tenías marcos de referencia que te permitían diálogos de profundidad. Eso te mantuvo en un nivel de superficialidad que compartías con los de tu grupo de conocidos porque la mayoría no leía tampoco. La costumbre de leer que aprendí de esa lección es la que me ha enriquecido permanentemente. Gracias de nuevo, papi.
Finalmente, aprendí que, sin una vida interior – que nunca realmente te la vi manifestar verbal o por acciones concretas – me dio la pista que, sin ella, la vida se convierte en un vacío de alegría artificial pero no plena como la que experimento diariamente. Gracias porque tu vacío interior me estimuló a encontrar una plenitud interior que no la cambio por nada porque le ha dado a mi vida espiritual una dinámica y propósito que supera la vergüenza que solemos tener de no abordar estos temas con los amigos o recién conocidos.
Gracias papi, porque sin haber sido quien fuiste, probablemente no sería hoy quien soy.
Reynaldo Pareja
Julio, 2023
3 Comentarios
Gracias, Rerynaldo. Nos muestras con gran delicadeza y amor que, aun en las circunstancias menos propicias, podemos sacar muchas y provechosas lecciones para la vida.
Reynaldo: Un profundo reconocimiento al valor y la importancia para la vida y para las generaciones futuras de una paternidad excelentemente ejercida. Gracias por compartir este mensaje. Saludos. Hernando
Como había escuchado en la tertulia esta carta de Reynaldo, pensé que no era necesario leerla en el blog, pero si no era necesario sí fue muy conveniente por la riqueza humana que expresa, gracias.