Cuenta un anónimo que en la Segunda Guerra Mundial un joven piloto de un avión monomotor realizaba una larga travesía a través del campo enemigo. El viaje era arriesgado y muy tensionante por los peligros que implicaba.
En la mitad del recorrido el aviador notó que los instrumentos de vuelo comenzaron a comportarse de manera extraña. Al investigar la causa encontró que una rata estaba royendo los cables del tablero de mando. Esta acción causaba que los instrumentos de vuelo dieran lecturas incorrectas que podrían hacer que el piloto tomara decisiones equivocadas, fatales en esas circunstancias.
El piloto empezó a sentir pánico, pero recordó de inmediato algo que su instructor, un hombre sabio y experimentado, le había enseñado:
“Cuando encuentres ratas en tu vuelo, lo que es normal, no gastes tu energía peleando con ellas, ni arriesgues tu seguridad por perseguirlas. ¡Elévate! ¡Elévate lo más que puedas! Las ratas no resisten la altura”.
El piloto cumplió el consejo y unos momentos después se percató de que la rata estaba muerta en el piso de la cabina.
En la vida de cada hombre se encuentran a diario toda clase de ratas. Hechos y circunstancias, y hasta personas, que nos hacen entrar en pánico, sentir un miedo rabioso, terminar con nuestras opciones de avanzar y de progresar. Seres y hechos que nos detienen en la aventura de la vida y que nos desvían de nuestro camino.
No te detengas a pelear con ellas, ni te distraigas mirando lo que no te conviene ni ayuda. Cuando un dedo señala una estrella, el estúpido mira el dedo.
Las ratas son los fantasmas creados por nuestros miedos y nuestra inmadurez.
Cuando Jesucristo aconsejó que pusiéramos la otra mejilla frente a una “rata”, no quiso decir que peleáramos con ella, sino que nos eleváramos a mayores alturas, a las alturas que las ratas no resisten.
Al insulto, a la calumnia, a la ofensa, la manera de contestar es elevándose. A la maldad se contesta con dignidad. Al odio con tranquilidad y paz. Al chisme se responde con la verdad.
No podemos vivir al servicio de las ratas. Para quien es esclavo, una sola cadena le basta. Liberémonos de lo que nos ata y detiene, de lo innecesario y baladí. Vayamos a lo esencial y lo esencial es la vida, es el amor.
Quien se pone por encima de las circunstancias es un hombre de verdad. Vamos para adelante y dejamos en el camino los que nos estorba y conturba.
Elevémonos y matemos las ratas.
Samuel Arango M.
Octubre, 2020
1 Comentario
Por encima de la corrupción está la honradez, la honestidad y la verdad. Por encima del egoísmo, la división y la polarización, está el bien y la belleza de nuestro país.