Creo que el orgullo va muy unido a la satisfacción. Por eso, no puedo afirmar que me sienta orgulloso de haber nacido en mi país, de ser colombiano. Y no hablo de la satisfacción personal, de haber tenido un buen trabajo, de haber formado una familia feliz y de disfrutar ahora de hijos y nietos. Y de seguir viajando hasta el último extravío.
“No amo mi patria…
pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos…
varias figuras de su historia
montañas
– y tres o cuatro ríos”.
José Emilio Pacheco
Alta traición
No me siento satisfecho con la historia de mi país. Ni con lo que preveo de su futuro. Hablo como un colombiano más. No pretendo sentar cátedra.
A veces pienso que nos parecemos a ese fabricante de espejos del que habla el poeta Juan Manuel Roca: “yo fabrico espejos, al horror agrego más horror…”.
“Ulrica”, un personaje de ficción de Borges, le pregunta a Javier Otálora, profesor de los Andes, qué es ser colombiano. “No sé ‒le respondí‒, es un acto de fe”.
Una fe que no hemos tenido. A veces pareciera que no creemos ni en nosotros mismos, como si un complejo de inferioridad nos superara.
No, no puedo amar a una Colombia que afirma ser uno de los países más felices del mundo como si la corrupción rampante, la desigualdad, la indiferencia ante los más necesitados, la pobreza, la concentración de la riqueza en pocas manos y el miedo a sellar la paz no existieran, como si fueran falacias inventadas por los organismos internacionales o por los mal llamados movimientos de izquierda.
Nunca habrá un camino definitivo y seguro hacia la paz. “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
No amo mi patria, pero daría la vida por ver a todos mis compatriotas unidos, dispuestos a sacrificar bienestar y eso que llamamos suerte, para trabajar sin condiciones por el perdón y la paz definitivas.
Y recordemos que todavía estamos a tiempo pues, como dijo Buñuel, la edad es lo que menos importa, a menos que sea usted un queso.
Alfredo Cortés Daza
Diciembre, 2022
2 Comentarios
Alfredo, muy auténtica y sentida tu reflexión, y más siendo escrita por quien vive con vista al Mediterráneo, como si estuviera frente al Caribe, Resalto eso de que todavía estamos a tiempo… pues como dice el refrán “Lo cortés no quita lo valiente”.
El “dolor de patria” no impide admirar y amar todo lo bueno del país y su gente, a la vez que nos impulsa a trabajar juntos por una sociedad colombiana como la que deseamos.
Alfredo, poético como siempre en tu vida y en tu destino. Comparto tus reflexiones sobre nuestro pobre país envilecido, corrupto y subsumido por las mafias del narcotráfico y por esas podridas mafias políticas que son peor.es y que han arrastrado a este país hasta la postración. Pero como dice Vicentillo, amemos lo bueno y trabajemos por mejorar este erial de penas y sinsabores.