No somos la excepción: somos parte de la norma

Por: Luis Alberto Restrepo
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En Colombia estamos viviendo una situación dramática, encajonados este mes entre dos populismos: uno de izquierda y otro de derecha. Nos sacamos los ojos a punta de Twitter, memes y cuanto misil electrónico tengamos a mano. 

Con diferencias nacionales, prácticamente todos los países del mundo actual están viéndose emplazados a disyuntivas similares, lo que quizás nos indica que el mal no hay que buscarlo en las sábanas. Está dentro de las cobijas. 

Desde los tiempos de Reagan y Thatcher, hemos vivido una fuerte liberalización y globalización de las economías. Ahora, tras los golpes al bolsillo generados por una inflación galopante en un mundo saturado de vendedores sin compradores y, luego, empobrecido por la pandemia viral y fuertes protestas sociales, los lazos globales se van rompiendo y cada gobierno cierra las puertas de su casa para que no se le cuelen los ladrones. Busca, más bien, producir para su consumo y exportar, aunque, obviamente, no le resulta fácil generar excedentes y encontrar compradores. 

A lo anterior hay que añadir, con todo énfasis, los golpes cada día más rudos del vertiginoso cambio climático. El clima nos está tumbando la casa. Washington convertido hace unas semanas en una Venecia del nuevo mundo; Alemania, igual; Brasil, otro tanto, todos con ríos urbanos como Medellín y muchas otras ciudades del país y del mundo.

Tormentas, diluvios sin que hasta ahora aparezca el Arca de Noé en la que el chulo nos anuncie el fin de la pesadilla. Incendios, remolinos y torbellinos que todo lo arrasan, en fin. Y al mismo tiempo, seguimos haciendo lo mismo, llenando la tierra y los mares de todo el plástico y toda la mugre, sacándole el jugo al petróleo y al carbón que se han valorizado por muchas razones ‒entre otras, por la guerra de Putin‒. 

Cerramos los ojos y seguimos para adelante. ¡Qué ciegos, qué brutos! No nos resignamos a lo que podría parecer un drástico retroceso hacia etapas primitivas que creíamos superadas. Y no es un simple retroceso. Seremos más sabios, más humanos, menos máquinas al servicio de los bancos y las multinacionales. 

Y en medio de este caos, partidos por mitades enemigas, seguimos sacándonos los ojos, convencido cada uno de ser la Meca de la Verdad, de la única Verdad.

Dado el caos actual, nada raro que el bipolar Elon Musk ‒que ya se arrepintió de comprar Twitter (¡uf!, menos mal)‒ vuelva a pensar en irse a vivir a Marte o meterse por un agujero negro a ver si sale al otro lado. Sinceramente, le deseo a él y a sus amigos que les vaya bien y que se vayan muchos más a ver si los que quedamos somos capaces de volver a la sobriedad, donde lo importante no sea acumular y acumular cada día más y más, sumar chimeneas, edificios de cristal, grandes trasatlánticos que arrasan los corales y los peces, etc., sino recuperar el amor, la amistad, la cultura y, en especial, el respeto y la solidaridad con todos los humanos, particularmente con quienes más lo necesitan. 

O al menos esto es lo que yo pienso.

Luis Alberto Restrepo

Julio, 2022

5 Comentarios

Rodolfo de Roux 20 julio, 2022 - 4:17 am

Larpo, como decía Pitigrilli: “ser hombre es ya por sí mismo una circunstancia atenuante”. Nos hemos alegremente autodenominado “sapiens sapiens”, pero solo tenemos la posibilidad de serlo, y con frecuencia la desaprovechamos.

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Rosario Carrizosa 20 julio, 2022 - 6:34 am

Si, Larpo, de acuerdo contigo, hay que conservar o recuperar el amor, la amistad, la cultura y, en especial, el respeto y la solidaridad con todos los humanos, particularmente con quienes más lo necesitan. Esto es lo esencial de la vida.

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Vicente Alcalá 20 julio, 2022 - 8:03 am

Y piensas bien !

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EDUARDO JIMENEZ 21 julio, 2022 - 7:23 am

¡Muy de acuerdo, Luis Alberto. Gracias por esas reflexiones tan sensatas!

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Reynaldo Pareja 22 julio, 2022 - 11:45 am

Luis Alberto, la sensatez parece que no se logra activar, ni poner en practica cuando ponemos por encima de ella la desaforada carrera por acumular diariamente lo que no necesitamos, botar lo que producimos sin otro criterio de no querer ver lo desechado, definir que el criterio absoluto para producir sin restriccion es cuanto redito economico se obtendra de la inversion, independientemente del daño ecologico que le hagamos al pais, independientemente de cuanto maltratemos a los que no se puedan defender, ncluyendo las especies vegetales y animales. Mientras mantegamos esa mentalidad de que tenemos permiso sin restriccion para acabar con los recursos limitados del planeta, nos estamos avocanco a un extincion como especie que el cambio climatico ha comenzado a hacerlo realidad. Que nuestras reflexiones, como la que nos compartes, estimulen a los que tengan el poder economico, politico y social a que usen su capacidad de sensatez para poner su energia creativa al servicio de todos, no de si mismos o los grupos que representan.

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