La igualdad es una utopía

Por: Carlos Torres
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Es un hecho que la igualdad es inalcanzable. En la historia, ninguna sociedad lo ha logrado, lo que plantea la pregunta de cuál es el ideal. La mera organización social es fuente de desigualdad.

Partimos de la observación fáctica que la igualdad es imposible de alcanzar. A pesar del esfuerzo de los pensadores en los campos filosófico, político, religiosos y económico, no se ha podido llegar en ninguna sociedad a la igualdad entre todos los miembros de la comunidad. Los índices de Gini de las naciones de la Tierra oscilan entre un valor mínimo cercano a 0.3 a un máximo cercano a 0.6. Es decir, se puede lograr mayor o menor nivel de desigualdad, pero no eliminarla. ¿Cuál es entonces el ideal? ¿El menor índice posible? ¿Un índice x, considerado adecuado?

La sociología nos enseña que las dinámicas de los grupos terminan por distribuir roles, funciones, autoridades, liderazgos entre los miembros. La organización social es, por tanto, una fuente de desigualdad.

Desde Platón el concepto ideal de sociedad suponía la existencia de grupos con características diversas e incluso necesarias para la adecuada vida de la comunidad. Unos serían maestros, otros gobernantes, otros trabajadores. Puesto que no han faltado quienes de forma convencida consideren la igualdad como el ideal de la sociedad, se han derivado movimientos de ideas, enfoques políticos y líderes que han pregonado y buscado las sociedades igualitarias. 

La historia ha mostrado el fracaso de los más grandes esfuerzos en este sentido. El más reciente, el del mundo comunista, liderado por la Unión Soviética y China, llegó a cobijar la mitad de la humanidad y tuvo no solo el poder político, sino incluso el económico y militar suficiente para imponer y disponer del tiempo y los recursos suficientes para hacer realidad una sociedad en donde predominara la igualdad. Sin embargo, se juzga que fracasó y solo algunos pocos países de escasa significación en el concierto internacional aún creen en ese modelo. Los grandes líderes comunistas los han alejado totalmente del modelo igualitario, aunque han logrado, entre otras cosas, generar amplia riqueza para sus habitantes, incluyendo el fenómeno de sacar a millones de sus ciudadanos de la pobreza. Paradójicamente, al tiempo que obtienen victorias contra esta, crece la desigualdad medida con el índice de Gini. Aquí de nuevo nos preguntamos si el tema es el indicador o el fenómeno social.

La conclusión del análisis fáctico sería que la igualdad no solo es una utopía y, por tanto, imposible, sino que podría llegar a ser inconveniente. 

Podría plantearse, por el contrario, el siguiente principio: no somos iguales ni queremos serlo.

A pesar de lo políticamente incorrecto que en los tiempos actuales dicho principio pueda parecer, a continuación ofrezco la argumentación que me ha llevado a dicha conclusión. Creo que las injusticias y problemas del mundo que hacen sufrir a millones de sus habitantes no se corrigen con una carrera por la igualdad que está condenada al fracaso. 

En todas las demás especies vivas e incluso en el mundo de los no vivos, la riqueza se genera por la desigualdad que es tratada como diversidad en el mundo vegetal y animal y como diferencia de potencial en el mundo físico-químico. Las leyes de la termodinámica nos llevan a entender el mundo como el trabajo resultante del uso de la energía que se deriva de la diferencia de potencial. Sin diversidad y diferencia, el mundo estaría muerto e inerte.

Biológicamente, existen hombres y mujeres que no son, ni pueden nunca llegar a ser iguales. Son complementarios, no solo en su fisiología, sino en su sicología, riqueza espiritual y aporte a la familia, a la sociedad, independientemente de los ajustes, avances y logros en la comprensión de sus derechos y deberes que en este aspecto ofrece el mundo actual y en los cambios de las relaciones sociales entre los géneros que han aparecido en las últimas décadas. Ello, sin entrar en consideraciones de los recientes movimientos LGBTI, que piden respetar aún más la desigualdad de género. 

La pirámide de edades desde la infancia a la ancianidad ofrece un nuevo factor de desigualdad con impacto sobre las actividades, las capacidades, los aportes, los derechos, las potencialidades y las posibilidades de cada grupo etario. Para la humanidad es importante que unos eduquen a los niños y otros reciban la educación de sus maestros. Unos aportan el vigor de la juventud y otros la experiencia de los mayores. A medida que avanza el mundo en sus oportunidades y comprensión de nosotros mismos, la desigualdad es la característica que permite un desarrollo personal adecuado a la edad que van logrando las personas con el tiempo. La sociedad se organiza en gran parte basado en esas diferencias de edad, generando para cada edad diferentes derechos y deberes en la comunidad en aspectos educativos, políticos, económicos y sociales. 

La diversidad cultural es un valor que defienden con ardor aquellos mismos que hacen discursos convencidos de la igualdad. Se busca el respeto y la conservación de los valores, prácticas, principios, costumbres de las naciones, regiones, grupos y subgrupos de la sociedad. Se combate una globalización que dé como resultado una estandarización de la sociedad y una pérdida de las culturas autóctonas ancestrales de cada región, que por definición son diferentes. Se declaran patrimonio universal inmaterial de la humanidad expresiones culturales que se busca conservar y de ninguna manera uniformar para todos los seres humanos. Se respeta la diferencia. Es interesante notar la contradicción que supone que los entes multilaterales al mismo tiempo que impulsan la igualdad, impulsan la diversidad. Lo que pasa es que lo hacen en diferentes momentos y eventos y sin notar la contradicción que aquí resalto. 

Carlos Torres H.

Marzo, 2021

4 Comentarios

Hernando Bernal A. 18 marzo, 2021 - 10:32 am

Carlos: muy interesante el tema que planteas para discusión. Tiene un significado profundo en lo relacionado con la organización de nuestras sociedades. Gracias por tu valioso aporte. Saludos

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Jorge Luis Puerta 18 marzo, 2021 - 11:40 am

Carlos: tu lectura me ha llevado a reflexionar sobre otro término tan o más importante: la equidad. Valdría la pena también, traerlo a nuestra mesa para comenzar a diseccionarlo. Tarea importantísima en el mundo “nuevo” que la pandemia nos está legando…

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Dario Herrera 18 marzo, 2021 - 11:48 am

Comentarios muy válidos para esta forma de ver la igualdad. Yo diría que Amartya Sen dió una directriz clara cuando propuso la necesidad de libertad y de igualdad de oportunidades como meta de una sociedad, precisamente entendiendo la diversidad y diferencia entre los ciudadanos de una comunidad. Esta diversidad y diferencia combinada con los determinantes sociales producen vulnerabilidad social en partes de la población. Esto es lo que hay que atacar en la sociedad buscando equidad más que igualdad.

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John Arbeláez 18 marzo, 2021 - 6:32 pm

Los genes, las culturas,las oportunidades y los deseos de progreso de cada uno son factores que , como bien lo expresa Carlos, atentan contra la cacareada igualdad. Otra cosa sería si en esa Equidad e igualdad de oportunidades para todos, unos progresan y otros ven pasar por su lado las oportunidades sin detectarlas, lo que se convierte en desigualdad real, pero ha sido la decisión de cada uno quien ha labrado su destino desigual.
A lo mejor, el origen de la desigualdasd habría que buscarlo en el interior de las personas, unos porque avasallan y otros porque permiten el vasallaje desde su propio interior. sigo dubitando…

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