Kafka sigue en nuestro horizonte cultural con sus obras que han inspirado a muchos escritores, a otros tantos que no lo son pero que lo leen como uno de los grandes referentes de la literatura.
Ya no llegan cartas, ni se escriben. De las cartas de antes, los mayores guardamos recuerdos vivos. Los jóvenes se las imaginarán preguntando a los abuelos. Fueron el medio de comunicación interpersonal más frecuente desde siglos atrás; eran largas, escritas a mano. En sentido literario, las mejores eran las cartas de amor.
El mes pasado, al cumplirse los 99 años del nacimiento del escritor Franz Kafka, comenté en una columna su Carta al padre, acercándose el domingo cuando se honra a los padres, a los que viven, a los que se fueron. Kafka sigue en nuestro horizonte cultural con sus obras que han inspirado a muchos escritores, a otros tantos que no lo son pero que lo leen como uno de los grandes referentes de la literatura: La metamorfosis, El castillo, El proceso. Seguramente se leen en clases en colegios o al menos en las universidades. En este mes de julio, el 3 pasado, su cumplieron 140 años de su nacimiento. Lo que más recordé fueron sus Cartas a Milena.
Se conocieron en Praga en un otoño de 1919, adonde Milena fue con su marido desde Viena, para encontrarse con literatos checos entre los cuales estaba Kafka. Milena Jesenská había nacido como Franz Kafka en Praga y por lo que siguió después, por el enamoramiento apasionado de ambos, su lengua común que era el checo pasó a ser el de la comunicación amorosa de la cual sabemos todo lo que un ser enamorado, completamente tímido como se definía Franz, era capaz de decir, hasta lo inefable, con desespero, apenas ocultable tras el velo del lenguaje escrito.
Después de escribirle por tres años cartas de felicidad y amor, en un arrebato de susceptibilidad por un supuesto rechazo de Milena que Kafka sentía, le escribió: ”No puedes amarme, por más que lo quieras; desdichadamente amas al amor que sientes por mí, pero el amor que sientes por mí no te ama”. Lo escribió tras infinidad de cartas en las que Kafka le decía: “Llegó tu carta, la felicidad de tu carta”. Y esta otra:”si alguien destinado a la muerte puede seguir viviendo de felicidad, seguiré viviendo”. “Me perteneces, aunque no volvamos a vernos nunca más”. “Nunca me abandones. Contigo en el corazón puedo soportar cualquier cosa”.
Las cartas de respuesta de Milena no se conocen; se perdieron. Pero sí sabemos que Milena, activista anti-nazi, murió en mayo de 1944 en un campo de concentración nazi para mujeres cerca de Berlín. Su amiga de prisión, Buber-Neumann, escribió un libro de recuerdos de Milena. En un capítulo consta que le dijo que el amor era para ella la única vida con verdadera grandeza. Se refería a Kafka que ya había muerto.
Jesus Ferro Bayona
Julio, 2023
4 Comentarios
Linda historia de amor, como lo son muchas de las historias de amor de los escritores. Dicen que Kafka y ella se conocieron cuando MIlena lo contactó para pedirle su autorización para traducir uno de sus cuentos del alemán al checo. (yo de ignoarante creía que Kakfka escribíra en checo, cuando toda su obra fue escirta en alemán). Este amor con Milena, y otros similares, fueron bastante más literarios y románticos que ordinarios. Gracias Jesu.
Es como tú dices, Eduardo, después del encuentro en la taberna de Praga, ella empezó a traducir sus escritos en checo porque Kafka escribía en alemán.El amor se tradujo en unos encuentros físicos, que después de suspendieron por estar casada y vivir en Viena. Kafka sufrió mucho con esa separación. Y de ese sufrimiento salieron esas cartas desesperadas de amo. Solo conocemos las de Franz lastimosamente.
No conocía nada de ellos, pero las palabras escritas traslucen un amor más que «platónico» capaz de fortalecer en un campo de concentración, y que muestra una vez más que «El amor verdadero es una relación innmortal». Gracias Chucho por compartirnos tu erudición literaria.
Fue un amor más que platónico, cierto.Ya en el campo de Concentración se acabó la correspondencia porque Kafka había muerto.Gracias por tu comentario, Vicente.