El futuro nace en el presente

Por: Samuel Arango
397 Vistas
artificial intelligence, brain, think

En 1900, la bisabuela aún estaba soltera, la electricidad era un cocuyo y la radio apenas empezaba a imaginarse. Si alguien se le hubiera arrimado para decirle que a ella le tocaría ver llegar a un hombre a la Luna, con seguridad absoluta ella habría pensado que ese alguien estaba loco. Sin embargo, la bisabuela vio llegar, el 20 de julio de 1969, al norteamericano Neil Amstrong a la Luna. 

Si en este momento alguien se nos acercara y nos dijera que en un futuro que posiblemente viviremos, el medio de comunicación masivo más perfecto será la mente humana, posiblemente consideremos lo mismo que hubiera pensado la bisabuela en 1900. O si nos afirmaran que en ese futuro estaremos conversando con los seres de otros planetas, creeremos que la televisión actual está dañando nuestros cerebros como alteraron los libros de caballería la cabeza de don Quijote. Pero hoy es más fácil imaginar lo que vendrá, en parte porque ya está llegando y porque el futuro, siempre, nace en el presente.

El que nace

Una de las características más sobresalientes de nuestro tiempo es que el cambio tecnológico se efectúa a una velocidad tan vertiginosa que la reflexión que podemos hacer sobre él ya está retrasada. Cuando al fin logremos teorizar sobre los efectos, defectos y afectos de las nuevas tecnologías de la comunicación, el proceso humano de interrelación se encontrará mucho más avanzado, al punto que ya serán nuevas las circunstancias que hay que reflexionar. En ese sentido seremos pasajeros del cambio, pero nos habituaremos a él e incluso le perderemos el miedo. La tecnología, pues, tendrá que separarse un poco de la teoría de la relación humana en cuanto que este proceso supera a los instrumentos que son los que cambian con tanta prontitud. Si usted compra un equipo hoy, este será obsoleto por la tarde, pero igual le servirá para comunicarse con unos contenidos que en el fondo no varían al mismo ritmo.

Otra de las realidades del presente, que engendran el futuro, es el estado del conocimiento cuantitativo. La informática y la sistematización, que caracterizan este momento de la historia, los algoritmos, hacen que no tengamos necesidad de “aprender” ingentes cantidades de hechos, fórmulas y soluciones que ya están incorporadas a los bancos de datos. En parte, la preocupación mayor será no lo que desconocemos en cuanto a información, sino en dónde localizaremos lo que necesitamos. La información estará sistematizada y podremos dedicarnos a procesos más creativos e interesantes. En realidad, tener gran parte del mundo que nos rodea en las múltiples pantallas nos permite desarrollarnos como personas, como seres humanos. En este sentido puede corroborarse la teoría de John Naisbitt acerca de las megatendencias cuando plantea un regreso inminente al humanismo, favorecido por las nuevas tecnologías que liberan al hombre del encarte de estar dedicando tiempo a lo que ya se encuentra procesado. 

Además, este neohumanismo es también parte de un proceso natural que inicia de la saturación materialista que lleva al desengaño y a la búsqueda de valores que sí tienen sentido, existencialmente hablando. 

Lo anterior supone también el crecimiento, nunca desmesurado sino como valor, del tiempo de ocio de los habitantes de la Tierra. El trabajo podrá realizarse desde cualquier lugar del planeta y con una rapidez cada vez mayor para satisfacer las necesidades básicas de subsistencia. El tiempo restante, cada día en incremento, podrá dedicarse a actividades regeneradoras, como la cultura, el arte, la recreación, el desarrollo, el turismo, etc. Ahí toman aún más auge ya no los alimentos que permiten existir, sino los productos dietéticos; el ejercicio que prolonga y enriquece la vida; los alimentos bajos en calorías y altos en vitaminas, desgrasados, etc. Incluso se regresará, sin duda, a una especie de alimentación menos artificial y las huertas caseras, de jardín, adquirirán dimensiones nuevas. El hombre, fruto de la tierra, buscará de nuevo la tierra y entonces podrá dedicarse al cuidado a sí mismo en cuerpo y espíritu.

Otra de las tendencias actuales que permiten visualizar al menos un poco el futuro es la nueva conceptualización de los poderes y de la autoridad en general. Van perdiendo terreno las hegemonías, los totalitarismos, las disciplinas partidistas y todas aquellas relaciones de poder que están fundamentadas en falsas estructuras de verticalidad. Este hecho exige dirigentes muy distintos que basen su prestigio y autoridad en el ejercicio honesto de una actividad, incluso política, y en la efectividad que muestren en la obtención de resultados. A los jefes del futuro no hay que nombrarlos: surgirán como consecuencia de sus propias cualidades de liderazgo.

El futuro especulado

Ante los planteamientos anteriores, es posible extrapolar el tiempo y el espacio y pensar, como no pudo hacerlo la bisabuela, en lo que puede ser el futuro de los medios de comunicación. Para ello, casi que se mete uno en una verdadera selva de posibilidades, a veces con contradicciones, o al menos en direcciones diferentes y encontradas. Los ahora viejos medios, como la televisión, la radio y la prensa, variarán su tecnología de acuerdo con los desarrollos científicos, pero al mismo tiempo tomarán posición ante la gente como medios virtuales que permitirán comunicarse con mayor efectividad en dos sentidos:

1. La comunicación interpersonal, base de la comunicación colectiva, podrá ser aún más rica y llena de posibilidades. La mente humana entrará en contacto con otras mentes y podrán cifrarse nuevos códigos comunicacionales que sobrepasarán la galaxia de Gutenberg y la era de la imagen o audiovisual. 

2. La comunicación masiva podrá lucrarse de ese desarrollo de la mente al punto que de verdad podría pensarse que el nuevo medio de comunicación será el cerebro mismo.

Casi todos los teóricos del futuro, que antes llamábamos brujos, son muy claros al explicar que lo más probable es que la tecnología se desarrolle hacia dos polos opuestos:

a) El polo micro: es decir, que al mismo tiempo que el hombre se desarrolla como comunicador esencial se utilizarán medios, apoyados en los avances científicos, que le permitirán satisfacer la necesidad de comunicación de su pequeño entorno. Los hombres serán, hasta cierto punto, comunicadores sociales dentro de su círculo particular. Todas las pantallas estarán a su alcance para ser usadas en la comunicación con los seres más cercanos. Periódicos electrónicos o celulares que intercomunican los hogares; imágenes locales, de barrio y hasta de cuadra, de agrupaciones, de colegios, de comunidades, enlazadas por el interés de cualquier tipo, etc., incluso con capacidad de doble vía o respuesta inmediata.

b) El polo macro: continuará la tendencia alguna vez enunciada por el superado Marshall McLuhan de los supermedios que borran las fronteras y que llegan a todos los rincones con una concepción diferente del mundo, como la casa de todos o la aldea global. El lenguaje será variado, no solo para que el inglés sea el idioma dominante, sino para buscar nuevos códigos cifrados de entendimiento casi universal. 

La macrocomunicación entonces alternará con la microcomunicación en una convivencia pacífica de enormes resultados para el desarrollo integral de mujeres y hombres.

Los medios de comunicación, gracias a la tecnología, estarán en las manos de los habitantes del planeta Tierra para que cada ser humano sea al mismo tiempo receptor de ellos y emisor. Sin duda alguna se enriquecerá la comunicación humana porque la tecnología seguirá su carrera de progreso, pero será solo un instrumento de un proceso mucho más profundo de humanización de las relaciones humanas.

Casi podría afirmarse, como conclusión, que el esquema de la comunicación consigo mismo ‒o reflexión interior‒ regirá, con el tiempo, para el entendimiento con el Tú en la creación de un Nosotros que es pequeño como un hogar o una comunidad o que es grande como el concierto de las naciones en una gran comunidad que es el mundo entero y en la estructuración del diálogo intergaláctico con otros seres inteligentes tan desarrollados o más que nosotros.

De todas maneras, afortunados nosotros que tenemos la posibilidad de pensar en el futuro, así nos equivoquemos.

Samuel Arango M.

Octubre, 2020

3 Comentarios

Eduardo Jiménez 1 noviembre, 2020 - 5:56 am

Interesante artículo. No estoy seguro sin embargo que sus deseables predicciones se cumplan, a pesar que Samuel dice que “hoy es más fácil imaginar lo que vendrá”. Es probable que hace 100 años algún futurólogo haya predicho que en el entonces naciente siglo XX los seres humanos se ocuparían de su espiritualidad, alimentándose de huertas caseras y demás escenarios que plantea Samuel. Como todos sabemos lo que en realidad ocurrió fueron las dos guerras mundiales, Corea, Vietnam, hambrunas., la “revolución” de Octubre, Cuba, dictaduras militares de derecha e izquierda, etc etc Muy agradable el futuro que pinta Samuel, ojalá en algún (improbable) momento ocurra.

Responder
Hernando Bernal A. 1 noviembre, 2020 - 12:34 pm

Samuel; muy interesante su artículo. Especialmente provocativo que pudiéramos llegar a un perfeccionamiento de la comunicación personal y colectiva que realmente derivara en un fortalecimiento de los grupos comunitarios y de base, como agentes de progreso y desarrollo humano y social. Gracias por sus perspectivas. Saludos.

Responder
Luis Arturo Vahos 8 noviembre, 2020 - 11:48 am

Muy enriquecedor tu artículo. Nos abre la mente a lo imposible hoy pero probable después. Si lo hubiera leído antes de escuchar a Carlos Vasco hablando de educación, seguramente estaría totalmente de acuerdo contigo, pero después de esa charla, no estoy muy seguro. La humanidad del futuro, con todos los medios de comunicación en sus manos o mentes, de qué hablarán? Tal vez de a quién le pertenece esa minúscula porción de agua que hallaron en la luna. Si la humanidad no progresa a nivel ético en todo su amplio significado, si no desarrollamos nuestra esencia de hijos de Dios, no le veo futuro, sino extinción. Gracias por haberme hecho soñar.

Responder

Dejar un comentario