No existen fórmulas generales ni diagramas abstractos capaces de reflejar cabalmente una vivencia espiritual; solo puede reproducirse en la totalidad concreta de una historia personal, que ni una biblioteca entera, por rica que fuese, podría contener.
Entretanto, ni las ideologías, ni los credos, ni la lealtad a los ídolos pueden estorbar mi espiritualidad, aun en la esfera científica y tecnológica. Ahora, para acortar este relato, les comunico que me ha costado trabajo darle forma a estas ideas; por eso, primero discutí si proponía un marco conceptual o uno teórico; después pensé en una fenomenología o regresar a una simple cronología de los momentos graves de mi espíritu. Decidí, entonces, optar por describir este presente como propone Erich Fromm en la introducción de su libro El miedo a la libertad, siguiendo lo dicho por Pico della Mirándola en su Oratio de hominis dignitate:
“No te di, Adán, ni un puesto determinado ni un aspecto propio ni función alguna que te fuera peculiar, con el fin de que aquel puesto, aquel aspecto, aquella función por los que te decidieras, los obtengas y conserves según tu deseo y designio. La naturaleza limitada de los otros se halla determinada por las leyes que yo he dictado. La tuya, tú mismo la determinarás sin estar limitado por barrera ninguna, por tu propia voluntad, en cuyas manos te he confiado. No te hice ni celestial ni terrenal, ni mortal ni inmortal, con el fin de que ‒casi libre y soberano artífice de ti mismo‒ te plasmaras y te esculpieras en la forma que te hubieras elegido”.
Afortunadamente, ciertos aspectos de la vida espiritual se reflejan en un orden estetico más sencillo que el resto de experiencias. Mi síntesis espiritual es mucho más diáfana y sutil cuando la observo en la pintura La creación de Adán, de Miguel Ángel:

O, mejor, aún, cuando desde el mundo de la poesía puedo leer a Borges, en su poema Instantes:
“Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho, tomaría muy pocas cosas con seriedad.
(…)
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora
Acudo a concretar mi espiritualidad desde la respuesta de Jesús a la samaritana cuando ella le pregunta ¿dónde debemos adorar a Dios? Él le contesta: ni en este monte ni en Jerusalén, sino en el espíritu”. De este modo he asumido mi espiritualidad desde mi hogar, como el altar, donde encuentro a mi esposa, a mis hijos, a mis nietos, a mis nueras y a mi yerno. Y desde ese hogar elevo mi canto con la letra de ¿Cómo no creer en Dios?:
¿Como no creer en Dios?
si me ha dado los hijos y la vida.
¿Como no creer en Dios?
si me ha dado la mujer querida…
( https://www.letras.com/wilkins/739231/ )
Doy gracias a mi esposa porque he tenido con ella una vida espiritual que me ha permitido el goce y el disfrute de la vida (y, por qué no, hacer un paréntesis para agradecer lo que recibí de Fernando Londoño B. y Gerardo Remolina).
Doy gracias a la Virgen María y, por eso, recito con San Lucas: Engrandece al Señor, alma mía, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador.

Y en el decir de los antiguos egipcios solo esperaría que mi alma llegue a pesar menos que una pluma para así poder ascender a los cielos. Por eso, aspiro como ideario espiritual lo dicho por el profeta Miqueas:
Te han explicado lo que Dios desea de ti: simplemente que respetes el derecho, que ames la misericordia y que andes humildemente con tu Dios.
Pedro Suárez
Octubre, 2020
3 Comentarios
Pedro: hermosa y muy profunda la descripción y definición de tu espiritualidad. Gracias por compartirla con nosotros.
Pedro Alejandro:
Qué alegría saber de ti!
Te recuerdo con mucho afecto!
Estimado Pedro:
Tu sinceridad y honestidad me hacen apreciarte más. Un abrazo