El significado cristiano de la Navidad permanece a lo largo del tiempo. La encarnación sigue siendo un misterio, lo mismo que la resurrección. Y la opción de creer o no creer en ellas. Como ya otros blogueros se han referido al contenido religioso navideño, me centraré en el contenido profano que tiene para mí.
Desde muy joven me llamó la atención que en los textos referentes a la Navidad y a la despedida de Jesús había una palabra que se repetía: “…y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace” (Lc. 2, 14) y “Os dejo la paz, mi paz os doy (Jn 14, 27). Navidad es, entonces, un momento para buscar la paz, para meditar y hablar acerca de ella y para la reconciliación, el reencuentro y el amor familiar y amical.
En mi hogar, Navidad significa también cambio y construcción. Cambio porque hacemos del mes algo diferente al resto del año. Desde el 1º de diciembre el apartamento empieza a oler distinto. Mi hija menor, Inés Elvira, comienza la primera tanda de galletas de gengibre, cuyo aroma inunda el espacio. A lo largo del mes vendrán otras tandas. Es un ritual que se repite cada diciembre y que nos hace sentir que estamos en otro momento anual.
El cambio viene acompañado de una decoración diferente en diversas partes del apartamento, desde la puerta hasta la sala y el comedor. Los colores verde y rojo se toman el ambiente. Hay que hacerle espacio al árbol de navidad, lo que implica mover muebles en un espacio reducido. No hacemos pesebre, pues este es una escultura que hizo mi suegra María Mercedes.
Cambio también en el texto de la novena navideña, después de que hijas y sobrinos preguntaran hace años qué significaban algunas palabras que aparecen en la versión tradicional (de hace varios siglos) que antes leíamos y que hubo que cambiar para que entendieran y apreciaran lo que se rezaba. Ya no más términos como benignísimo, prenda, entrañas, soberano, beneficio, Adonaí, padre putativo…, solo comprensibles para los adultos. Niñas y niños debían comprender lo que se rezaba.
Construcción porque nos ponemos el reto de hacer algo distinto todos los años. Los adornos para decorar el árbol combinan lo tradicional con arreglos que se hacen manualmente y toman días de trabajo. Después de más de 30 años el reto es grande para no repetir, pero la tarea se hace con alegría y disfrute.
Una particularidad de nuestro árbol navideño es que, en parte, está adornado con galletas…, para írselas comiendo. Esta característica se convierte en motivo de visita de familiares y amigos de mis hijas, pues es un pretexto para visitarnos y compartir un buen rato. El árbol, entonces, se recrea cada rato.

Navidad es, entonces, hablando en profano, nacimiento de un ambiente que hace pensar en que surge una situación diferente cada año y que invita a la unión y a la celebración.
William Mejía
Diciembre, 2021