La OTAN y Rusia están enfrentados en una espiral de guerra y, sin una postura prudente de apertura al diálogo, las consecuencias serán devastadoras. No todo debería ser válido ni en la guerra, ni en el amor.
Empecemos por la peor de las guerras: la nuclear. Nadie sabe a dónde llegará la escalada de agresiones y maltratos entre la OTAN y Rusia. Lo que sí sabemos, sin embargo, es que ya pasan de cuarenta los países aliados para apoyar a Ucrania en la guerra contra Rusia, países aliados que representan algo más del 40 % del producto interno bruto mundial. También está claro que los ucranianos, gracias al apoyo de sus aliados están “correteando” a los rusos con armas y tecnología de comunicaciones (espionaje satelital y electrónico), superiores.
La guerra de tarifas que empezó Trump contra China se ha extendido ahora a la guerra financiera con la eliminación de los bancos rusos del sistema de pagos internacionales (Swift), y el embargo de las reservas monetarias rusas en el exterior, con lo cual muchos otros países ahora temen futuras retaliaciones similares. Y esto sin mencionar la guerra contra el medio ambiente implícita en la guerra convencional.
La guerra en Ucrania está poniendo a prueba la eficacia de nuevas armas como los lanzacohetes americanos himars, que utilizan georreferenciación similar a la de los celulares para localizar sus objetivos. Rusia no cuenta con armas tan avanzadas por no tener una capacidad industrial como la de Estados Unidos, donde los adelantos industriales se aplican al armamento.
Los aviones de última generación de Rusia derribados en Ucrania proveen valiosa información a la OTAN para desarrollar métodos de ataque más efectivos o, simplemente, para bloquear sus componentes electrónicos y software. Rusia utiliza drones iraníes, eufemísticamente llamados “kamizake” o suicidas.
Las armas nucleares aceleraron el fin de la II Guerra Mundial, basadas en el cálculo de cuántos soldados costaría invadir Japón versus cuantos muertos habría en un bombardeo atómico limitado a solo dos ciudades (Hiroshima y Nagasaki), que finalmente resultó en aproximadamente 200.000 muertes, mayoritariamente civiles.
Al hacer referencia a Estados Unidos como el único país en utilizar armas nucleares, Vladimir Putin habría dado a entender que esa también sería su justificación para el uso de armas nucleares en Ucrania y, seguramente, se esté preguntando cuántos soldados rusos tendría que sacrificar para subyugar a ese país.
La OTAN también cree que, si no detiene a Rusia ahora ‒utilizando a Ucrania‒, eventualmente tendrá que hacerlo de manera directa y a un mayor costo. Después de la Segunda Guerra Mundial las guerras por interpuesta persona han sido numerosas, siendo la más cruel y mortal la guerra de Vietnam, donde Rusia puso las armas y Estados Unidos los muertos, estos últimos de todas formas mucho menores que los muertos vietnamitas. En Ucrania los papeles se han invertido pero, al final, es probable que también la mayoría de los muertos sean ucranianos.
Lo que está pasando no es nuevo. Desde la antigüedad todo vale en la guerra y en el amor. ¿Quién, por ejemplo, inutilizó mediante explosivos el gasoducto Nord Stream en el mar Báltico, de lo cual Rusia y los “aliados” se acusan mutuamente? En las luchas por amor, generalmente alguien queda para disfrutar; pero, en caso de una tercera guerra mundial pocos sobrevivirán…, y no quedarán ni despojos, ni quien los recoja.
En la guerra se espera no tanto que el soldado dé la vida por amor a su patria, como que logre que el soldado enemigo dé la vida por la suya, pero en una confrontación nuclear ninguna de las dos proposiciones es válida, porque ambos van a perder la vida.
Tanto en la guerra como en el amor no han faltado los suicidas: los primeros, por el despecho, y los segundos, para inmolarse con tal de que el enemigo también perezca. Al fin, guerra y amor se representan por medio del fuego y se habla de las llamas de la guerra y del fuego del amor. Y, aún más, para justificar la guerra con frecuencia apelamos al amor a la patria, amor a los que vamos a liberar de alguna opresión mediante la guerra, etc.…
Si perdemos la prudencia necesaria para el diálogo constructivo, ese fuego nos devorará.
Juan L. Gómez C.
Enero, 2023
3 Comentarios
– Dulce et decorum est pro patria mori.
Lo siento pero soy diabético.
Laureano, muy buena tu interrelación entre la guerra y el amor. Que las llamas del amor te calienten pero no te consuman.
Juan Laureano: Detallada, precisa y dura la descripción que haces de la situación con la guerra en Ucrania. Dios no permita que entremos de nuevo en la era nuclear. Saludos. Hernando
Laureano algunos comentarios a lo que nos compartes.
Tenemos que tener en cuena que Rusia fue la que ataco la Crimea,, con el pretexto de que fue parte del Imperio Ruso en la epoca de los Zares, y la anexo. Todo el mundo se quedo callado o protesto pasito.
En los acuerdos de Minsk los Rusos y Ukranianos se pusieron de acuerdo para respetar las fronteras. Putin no respeto el acuerdo y fue quien invadio. Pensaba que esta vez no volverian a decir nada, pero se equivoco. Su pretendida Operacon Especial fue un fracaso.
La OTAN, como tal decidio no intervenir para evitar una confrontacion directa con Rusia. Eso lo esta cumpliendo, pues son
la naciones europeas y Estados Unidos quienes estan aportando armas. Es una” coincidencia” que todos ellos hagan parte de la OTAN. Ademas estan dando armas “defensivas” con la condicion de que no impacten el territorio Ruso.
Espero que Europa no se vaya a dejar chantajear por Putin, por miedo a que use armas nucleares. De lo contrario cuales seran los proximos invadidos ?