El abuelo no nace, se hace

Por: Reynaldo Pareja
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Ser abuelo tiene muchos y diferentes significados para las personas. Este texto muestra lo que representa la abuelidad en los detalles de la vida por el acompañamiento que se hace a los nietos pequeños en su descubrimiento del mundo… y sus alrededores.

En este momento tengo la dicha y el privilegio de ser abuelo de dos nietos adorables: Natalia, de seis años, y Mateo, de cuatro. Su padre, Leonardo, es mi hijo mayor. No pierdo la esperanza de que mi segundo hijo, Andrés, algún día me dé la felicidad de ser abuelo otra vez. 

Verse uno prolongado por dos nietos que llevan el apellido del abuelo es sentirse prolongado en el tiempo un poco más de lo que había logrado cuando me convertí en padre. 

De lo mucho que podría alabar las cualidades de cada uno destaco su personalidad ‒que ya se ve definida en su estructura básica ‒, sus alcances, inteligencia, creatividad, sentido del humor, picardía y genio fuerte. Sus adorables respuestas lo derriten a uno; su capacidad para manipularme en darles gusto y permitirme vivir en su mundo de fantasía creo que es la mejor manera de expresar en qué consiste ser abuelo, describiendo algunas escenas y momentos que me hacen vivir este nuevo rol con la intensidad que solo los nietos pueden arrancarle a uno. Así vivo este regalo de la Vida y del Creador. 

Ser abuelo es tener la libertad de ser niño de nuevo, tirado en el piso armando un complicado Lego, haciendo una carrera de autos que no van más rápido de lo que los empujamos, dibujando estilo libre, coloreando por fuera de las líneas, decidiendo dónde van las piezas del rompecabezas, aunque no encajen.

Ser abuelo es gozarme el perseguir a los nietos por todos los corredores de la casa cuando me piden que los agarre o encontrarlos en sus escondites favoritos haciéndome el que no tengo idea de dónde pueden estar.

Ser abuelo es disfrutar una estupenda pelea de almohadas, teniendo cuidado de no tirar a uno de ellos fuera del sofá o de la cama, so pena de que mi hijo nos prohíba tan íntimo juego de destreza, fuerza y arrojo al sepultar al abuelo que se deja vencer.

Ser abuelo es leer el mismo cuento muchas veces antes de dormir y pedirles permiso para mezclarle algunas de mis fantásticas aventuras que lo hacen más interesante y atreverme, al final del día, a hacerlos dormir mientras les canto una canción inventada por mí, a pesar de que me expulsaron de la clase de música en el colegio porque era tan “tarro” que desafinaba a todos.

Ser abuelo es hacer de tiburón que los persigue en la piscina y les arranca gritos de júbilo o de fingido terror. Es usar mis brazos como trampolín para que vayan tomando confianza para tirarse de pie mientras estamos dentro de la piscina o recibirlos cuando se lanzan del borde confiados en que los recibiré en mis brazos.

Ser abuelo es celebrarles los progresos de aprendizaje en sus bicicletas o patinetas o en sus ideas que me dejan boquiabierto por el nivel de conocimientos que han adquirido.

Ser abuelo es salir de exploración por el vecindario mientras vamos poniendo atención a cuántos diferentes pájaros, lagartijas, insectos y flores logramos identificar. Es hacerlos maravillar ante la majestuosidad de un árbol enorme que no podemos abarcar los tres porque su tronco es demasiado grueso.

Ser abuelo es recortarles el mango o la manzana como les gusta en el desayuno, para mezclarlos con su cereal favorito de redondeles huecos (porque son azucarados) y con cerezas negras, acompañándolo con leche o jugo de manzana.

Ser abuelo es abrir un libro de imágenes del espacio sideral y preguntarles dónde está eso y oírles decir que esta allá afuera de la Tierra. Cuando les muestro una imagen de nuestra Vía Láctea y logran identificar la flecha que ubica nuestro minúsculo punto-Tierra es sentir con orgullo que comienzan a tener una visión cósmica de nuestra realidad terrenal.

La coronación de ser abuelo es escucharles su respuesta a mi pregunta: ¿quién creó todo ese mundo de estrellas que vemos en las fotos del espacio? Ellos me dicen con serenidad: abuelo, eso lo hizo Dios. 

Ser abuelo es tener esa profunda experiencia de que las enseñanzas que se logran inculcar en sus tiernas mentes y corazones sirvan de base para que, en el futuro, cuando decidan tener su propia familia, quieran tener una relación con sus hijos tan cálida como la tuvieron con su abuelo.

En ese momento celebraré, en la otra rivera de la Existencia, que cada minuto invertido en estar con ellos, en gozar su proceso de abrirse a lo desconocido y en oír del abuelo los principios que guiaron su crecimiento espiritual y florecieron en sus vidas con tal fuerza y convencimiento que impactaron el mundo porque aprendieron a amar al planeta y a todos sus habitantes como hermanos de la raza humana que somos, así como el reconocimiento de que todos somos hijos del mismo Padre-Creador. 

Reynaldo Pareja

Noviembre, 2021

2 Comentarios

Gabriel+Rodríguez 4 noviembre, 2021 - 11:51 am

Excelente

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Juan Gregorio Vélez 5 noviembre, 2021 - 10:14 am

Que belleza y profundidad de relato. Plenamente identificado en las experiencias que narras. Mil gracias Reynaldo y que te los sigas gozando.

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