Ante la dolorosa situación que atravesamos en Colombia decidimos manifestarnos. Por eso, les propusimos a quienes desearan hacerlo, que escribieran un texto breve al respecto.
Este artículo hace parte de la cosecha que obtuvimos.
Todos sabemos que muchas cosas tienen que cambiar en el país si queremos salir adelante. Cada uno de nosotros tiene que cambiar. Estamos de acuerdo con que las cosas no van bien y que la solución no es echarle la culpa a nadie en especial, porque todos la tenemos.
Por eso, es necesario que hagamos un examen sincero para que podamos saber qué tenemos que cambiar. Y que cada uno asuma la responsabilidad de hacer lo que tiene que hacer. Esta alternativa es urgente. Porque hemos hecho muchas cosas bien, pero muchas no las hemos podido manejar como se debe.
Por eso, con la mano en el corazón, nos comprometemos a no mentir jamás. La verdad nos hará libres, nos permitirá conocer los problemas y darles soluciones. Tenemos que recuperar el valor de la palabra. Rechacemos la mentira, porque el engaño y la falsedad hacen sociedades corruptas. Nos comprometemos a buscar por todos los medios el bien común antes que el bien particular. No dejemos que nuestro trabajo nos lleve a lucrarnos a nosotros en detrimento de los demás o del patrimonio público. La honradez debe ser la marca que llevemos con orgullo en nuestras frentes.
Dediquemos todos nuestros esfuerzos para que las personas sean tratadas con dignidad, con igualdad, con respeto y estima. Comprometámonos a manejar las divergencias como elementos que nos enriquecen y que en vez de alejarnos nos unen en la búsqueda de soluciones. Respetemos el sentir y el pensar diferentes, escuchemos con especial atención y respetemos las diferencias hasta las últimas consecuencias. Nunca consideremos enemigos a quienes piensen distinto.
Manejemos la política con altura y decencia, sin atacar al hombre, aunque combatamos con firmeza el delito y la inmoralidad. Digamos las cosas con claridad y al mismo tiempo con caridad. No respondamos ataques rastreros, no seamos alimentadores de pasiones bajas y torcidas. Desarrollemos, por convicción plena, nuestra capacidad de escuchar. No hablemos tanto que no oigamos a nadie.
No le tengamos miedo al trabajo y a la creatividad. Creemos que Colombia necesita un rediseño profundo en el que estamos dispuestos a laborar sin descanso. Seamos hombres de cambio y no le temamos al progreso y al avance de las ciencias y del pensamiento, pero al mismo tiempo defendamos hasta el fin los valores esenciales y fundamentales del ser humano, como la libertad, la justicia, la equidad.
Como rezan los Alcohólicos Anónimos: “Dios, concédenos la serenidad para aceptar todo lo que no podemos cambiar, valor para cambiar lo que podemos cambiar y la sabiduría para reconocer la diferencia”.
Samuel Arango M.
Julio, 2021
4 Comentarios
Al leer tu reflexión, Samuel, me sentí leyendo los mensajes del Papa Francisco en su visita a Colombia en 2017,
La mirada de alguien externo pero compenetrado, imparcial pero comprometido, como es el caso de Francisco con relación a nuestro país, puede ser más acertada y más eficaz que la propia mirada de los colombianos sobre muestra misma realidad. Sin embargo, la tuya está a la altura y manifiesta sinceridad y compromiso, muchas gracias.
Samuel: gracias por compartir estas ideas tan valiosas y por mostrar caminos para hacer lo que debemos hacer. Con admiración. Hernando
Hola Samuel. No he leído tu escrito,; pero mi hija Catalina Sánchez (Actualmente Catalina Frank) sí lo hizo. Te copio su comentario:
Fwd: New Post Published – Colombia, nuestro compromiso ciudadano
Todo iba bien hasta que dice “seamos hombres de cambio”… y las mujeres?
Humberto
Samuel, trazas un esperanzador camino de reconstrucción de nuestra patria sacudida por tantas y tantas injusticias, inequidades y abusos del poder político, económico y social.
Sólo con la cooperación y el sentido de humanidad, Colombia podrá ser viable. Por ahora nuestro país es una nación sin futuro…
Mil gracias por darnos luces para ese nuevo camino de esperanza.