Que este 2022 nos regale muchos Cervantes capaces de desenmascarar a los encantadores de serpientes.
Hace años tengo de compañero de viaje en mi tableta a Cervantes con todas las aventuras del ingenioso hidalgo. Esa constante presencia en salas de espera, aeropuertos y aviones me ha generado cierta antipatía por el señor Don Quijote, pues veo a muchos personajes de nuestra realidad que, por desgracia, se parecen al personaje cervantino.
Hace unos meses visité en Argamasilla de Alba la celda en la que estuvo preso el escritor.
De ese lugar nos habla este texto de Jorge Bustos en El País:
“Argamasilla, dicen Azorín y la tradición más fundada, es el famoso lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiso acordarse Cervantes; y con razón, porque aquí pasó cuatro meses preso en una cueva por orden del marqués don Rodrigo de Pacheco. Quedaos con este nombre: muchos le señalan como modelo histórico del mismo Alonso Quijano. ¿Qué hizo para merecer tal honor —visto ahora—, tal venganza en la concreta sensibilidad de Cervantes? Don Rodrigo era un hidalgo de Argamasilla, austero y devoto, con quien Cervantes discutió por asuntos fiscales y no solo fiscales. Unos dicen que el aristócrata se negaba a pagar al alcabalero; otros, que Cervantes quiso estafarle para quedarse con parte de lo recaudado; y los terceros creen que el escritor requebró a la sobrina de don Rodrigo con más grosería que donaire. Además, se burlaba sin rebozo de los poetastros locales, que no intercederían precisamente por el acusado. Por alguna de estas razones o por todas a la vez, porque todas son verosímiles, el caso es que el marqués llamó a su amigo Medrano y le pidió que abriera la cueva, que le llevaba un inquilino a escarmentar”.
Se dice que el tal marqués no gozaba de cordura, que hablaba de apariciones y a veces paseaba medio desnudo por los alrededores. Es decir, “que se le iba secando el seso”. Hay un retrato de Pacheco en el que aparece con indisimulables signos de desequilibrio: “la palidez seca y avellanada del rostro, los ojos glaucos, heterócromos, sobre abultadas ojeras, la desviación de la mirada”.
Resulta claro que la primera novela de nuestra lengua es una burla sarcástica a quienes pretenden ser intachables caballeros, merecedores de poder y reconocimiento, inmunes al juicio público y moralmente superiores al resto de la humanidad. Cada página de la obra produce una mezcla de irritación y ternura, pues la capacidad de trastocar sus fantasías en verdades incuestionables por las cuales se justifica todo sacrificio y toda arbitrariedad lo convierten en un peligro ambulante. Primero, para el pobre Sancho Panza, síntesis del hombre sencillo, analfabeto, carente de luces y fiel hasta el extremo para servir a su amo a pesar de no entender nada de lo que dice o hace. También para todas las personas y lugares por donde cruza fabricando desastres sin la menor conciencia de sus desafueros.
Pensaba en estos días, escuchando las noticias políticas y los perfiles de quienes creen merecer la silla presidencial o las jugosas curules del Congreso de la República, qué nuevas aventuras hubiera añadido don Miguel de Cervantes a esta caterva de caballeros andantes, ‒algunos más trágicos, otros más cómicos‒, que piensan que la Biblia y El Capital dicen lo mismo, que pondrán cadena perpetua a los corruptos, que cambiarán el petróleo por aguacates o que mandarán a los indígenas que pasan por Cali a su ‘habitat natural’.
Que nos libre el cielo de Quijotes que quieren convencer a la gente sencilla de que una vasija de barbero es un yelmo de oro o que un molino es un gigante con quien se debe armar una guerra. Que el 2022 nos regale muchos Cervantes capaces de desenmascarar a los encantadores de serpientes, los locos con ansias de poder y los autodeclarados salvadores de la patria. Espero no estar igual de loco por desear con toda el alma un período de cordura para los años que vienen.
Enero, 2022
4 Comentarios
Francisco: Rodolfo en sus comentarios en este blog nos ha recordado una profunda verdad: “stultorum
infinitus este numerus”. Un cordial saludo y un feliz año. Hernando
Francisco, excelente rescate de la personalidad de don Quijote que no queremos ver enacarnada en los “salvadores de la patria” que buscan los molinos de viento para ensarzarse en una lucha de poder dejando a los Sanchos Panzas en igual o peores circunstancias de su pauperrima realidad. Que la agudeza de Cervantes nos sirva hoy dia para ver el rostro verdadero de aquellos que quieren gobernar desplegando su poder para su beneficio de clase, de elite que antepone su auto enriquecimiento a cualquier realidad social de los más oprimidos.
Pacho, tu sugerente y atractiva reflexión me generó la duda de si es posible comparar la “caterva” de la que hablas con los caballeros andantes que emulaba don Quijote. En estos últimos veo al menos un listado de valores (una ética) que no veo en aquellos.
Mil gracias y un abrazo,
Habrá Quijotes mientras la población se comporte como molinos de viento, sin posibilidad de autodeterminación, sin pensamiento propio, sin conciencia social y política, sin ansias de libertad. Seducidos por el mismo soplo político que los tiene cautivos y esclavizados. Por siglos han soplado los mismo vientos desde los Quijotes criollos de siempre.