Tengo razones profundamente inamovibles ‒por sus valores; por su grandeza humana, femenina y racial; por su heroísmo existencial y vital; por su inalcanzable altura de dignidad y compromiso con la justicia, la equidad y la paz, y por mucho más‒, tengo razones para inclinarme ante Francia Márquez, ¡ante sus ideas y ante su compromiso audaz con ellas…!
Desconcierta, pero no sorprende, la estulticia de políticos y dirigentes que continúan empujando a Colombia por el despeñadero de las polarizaciones populistas, sin importarles el catastrófico destino de su país carcomido por la politiquería y, menos les importan, los millones de vidas que se extinguen por la violencia, la soberbia, el poder, las injusticias, la corrupción, los desequilibrios, y los riesgos revolucionarios de la desesperanza hambrienta. ¡Y bien advertidos como están! ¡Desconcierta y aterra!
¡Se les dijo, se les repitió, se les insistió…, y se les sigue repitiendo! ¡Ojalá no tengamos que recordarlo!
Entonces, ¿por cuál programa de gobierno me inclino a votar? Me quedo con la primera parte de la pregunta: ¿Cuál programa…?
Por lo tanto, no puedo “inclinarme ante lo inexistente”.
Sí tengo razones profundamente inamovibles, por sus valores; por su grandeza humana, femenina y racial; por su heroísmo existencial y vital; por su inalcanzable altura de dignidad y compromiso con la justicia, la equidad y la paz, y por mucho más, tengo razones para inclinarme ante Francia Márquez, ¡ante sus ideas y ante su compromiso audaz con ellas…!
¡Frente a su grandeza, sí me inclino! (¡Escuchen sus conferencias!)
Por la escasez de minutos, solo puedo recomendarles la historia de esta mujer en Wikipedia, y la del historiador Guillermo Zuluaga C., en quien me apoyaré más adelante.
Pues bien: evolucionaba mi aprecio por Francia Márquez ‒no por el Pacto Histórico‒, cuando leí el artículo de Guillermo Zuluaga, titulado ¡FRANCIA!
Mi intención de escribir sobre Francia Márquez se esfumó, pues hubiese sido catalogado como “plagiario…”.
Decidí, eso sí, “pedirle prestados” a G. Zuluaga, apartes de su artículo, para exponerles lo que, quizá, no hubiera escrito tan bien…
Escribe así, Guillermo, el 14 de febrero de 2022:
“Se dice o se piensa en Francia y nos llegan la idea de los Derechos Humanos, de la Constitución, de la Revolución Francesa; Lucho Herrera, el Louvre…
¡A Francia le debemos tanto…!
Pero en Colombia, ahora, la palabra “Francia” tiene porte de mujer. Otra “negra grande”, ganadora en 2018 del Premio Medioambiental Goldman, Nobel por la Defensa del Medio Ambiente; integrante del Grupo Negociador de Colombia en nombre de las víctimas en el Proceso de Paz, y con un etcétera interminable…
Esta negra hecha en el caótico y diverso Cauca y formada en la pluricultural Cali, propone que las trilladas agendas nacionales sean cambiadas por una agenda alterna de respeto al medio ambiente y a los derechos humanos, en su sentido pleno. Ella los transversaliza con los suyos.
Para hablar de progreso, de explotación minera, primero hay que respetar las zonas reservadas y desde ahí tomar camino. Sus propuestas de paz, de derechos humanos, los mira desde sus ojos de negra, de marginal, pues los ha transpirado, los ha padecido; vienen de los labios, del cerebro y de la piel de una mujer negra. No se victimiza; al contrario, asume esto como reflexión y reto.
Francia tiene los ojos de tantos encima… Por su capacidad, su inteligencia, su valentía. Su figura y sus palabras no pasan inadvertidas. “Hija” de los espacios que abrió la Constitución del 91 y de las entrañas del movimiento social, ha puesto al país a pensar en temas alejados del centralismo del poder y ha enriquecido con su mirada, gestos y palabras la escena política nacional.
Propuestas que sintetiza como “mandatos populares”: terminar la guerra, respetar los pactos con los grupos armados y negociar con los que faltan; sembrar economías para la vida, “hay que pensar en un sistema productivo que permita estructurar el turismo ecológico, la producción agroalimentaria, y que frene la deforestación”. Reparación histórica para los pueblos étnicos, para enfrentar el racismo estructural y garantizar la diversidad étnica y cultural; luchar contra el patriarcado y establecer la justicia de género.
Dice que ya no es posible pensarnos como individuos, sino “pensarnos con la naturaleza, entre humanos, como una gran familia”, sacudiendo la política del letargo de los temas de siempre, haciendo un gran aporte a la democracia y a la construcción de un futuro más diverso y humano.
A lo mejor también en Colombia algún día tengamos que decir que: ¡A Francia le debemos tanto…!”.
Y concluyo: Francia Márquez es sus ideas, es su vida real, coherente y comprometida.
Por todo lo anterior, ante la improbabilidad de que ella llegue a la Presidencia, votaré por el candidato finalista que más contenga las ideas y la vida de Francia, hechas propuestas.
¡Viva Francia! ¡Viva Colombia! ¡Y que Dios cuide a La Negra “Marqueza”!
Edmundo Pérez G.
Marzo, 2022