Hoy nuestro blog cambia de cara. La muerte ayer de Carlos Enrique Velasco así nos lo pide. Y es que nos ha empujado a comprender una nueva virtud de este rincón de “exjesuitas en tertulia”: se convierte en un baúl de recuerdos para celebrar la vida. Y este es uno de ellos: tuvimos que insistirle para que nos mostrara esa amable cara de humilde poeta que al leer su “Quisiera…” nos deja un enorme testimonio de su amor por la vida. Recordémoslo así:
Carlos Enrique Velasco

Carlos Enrique Velasco
Apostólico en el seminario menor de San Pedro Claver, 1957-1959. Jesuita, febrero de 1960 a agosto de 1968. Filósofo, economista, empresario y promotor de apoyo a empresas con dificultades financieras. Escribidor de novelas (Eleonora y yo. Recuerdos tardíos de un renegado, La calle de la cuesta y Paulina y sus contiguas). Casado, tres hijos, dos nietos. Colombiano a mucho orgullo.
-
Ante la propuesta de dedicar dos sesiones para compartir las poesías favoritas de nuestra autoría o de algún poeta preferido, nuestro grupo tuvo dos “Tardes de poesía” o “Patio de los poetas”. Se presentaron inspiraciones escritas hace muchos años o recientes, o escritas por otros poetas ‒famosos o no, familiares o compañeros jesuitas‒ a quienes admiramos y de quienes aprendimos a colocar en el papel los pensamientos y sentimientos de momentos y circunstancias especiales. En este Patio de los Poetas que iniciamos esta tarde en nuestra sección de cultura compartiremos con nuestros lectores los videos de estas muestras especiales para cada uno.
-
A raíz de mucho elucubrar sobre el libro o los libros más importantes de mi vida decidí transcribirles lo que Luciano Mendieta Arroyave, un desconocido escritor, escribió en uno de sus frecuentes momentos de ensoñación.
-
Si me preguntan cuál es mi espiritualidad actual, diría que del Credo solo podría recitar con convicción el comienzo del primer versículo: Creo en Dios. No podría seguir adelante, a pesar de lo que fui durante mi niñez, mi adolescencia y el comienzo de mi vida adulta. Ahora, sin embargo, aunque creo en Dios ‒que es necesario para explicar qué sucedió antes del Big Bang‒, mi credo es que cada quien tiene el derecho de ser lo que es y la obligación de permitir que los demás puedan ser lo que son. Mi espiritualidad es vivir de acuerdo con la esencia misma de la naturaleza humana.