Aprovechamos nuestras vacaciones para ir a Portugal y conocer varias poblaciones de ese país. Coimbra fue una de las ciudades que visitamos. Es célebre por tener una de las universidades más antiguas del mundo occidental: ¡fue fundada en 1290!
Después de caminar por la única calle principal de Coimbra, desviarnos por una subida empedrada, deslizarnos por unas escaleras del siglo XII y ver la luz del cielo azul, descubrimos un restaurante llamado “Pasaporte”. Entramos con sigilo. Se veía lúgubre, porque sus cortinas cubrían las ventanas del primer piso, que escondían a la vista sus paredes de azulejos típicos. Seguimos al señor que nos invitó a pasar y finalmente subimos unas escaleras semirredondas para descubrir un mágico lugar.

Confieso que no esperaba mucho de nada, pero me deje llevar y… ¡oh sorpresa! El salón principal con sus mesas, lámparas, chimenea y paredes con sus historias en los azulejos me dejaron atónita. Y más todavía, mirar a través del cristal la vista de Coimbra desde lo más alto. La terraza, a la que se le notaba el paso de los años, nos dio la posibilidad de caminarla lentamente y muy agradecidos, pues los comensales éramos solo cuatro. Otra pareja y nosotros dos.
Después vino lo mejor. Sentí que nos dieron un trato de reyes: dos meseros a nuestra disposición y un derroche de entradas muy gourmets que sin pedirlas llegaban a la mesa. Disfruté el plato principal y sentí lo que Laura Esquivel describe en su libro Como agua para chocolate: solo placer gastronómico. Ahh!, y todo esto acompañado con el delicioso vino verde que es especial de esta región.
Luego llegaron los postres: una variedad muy casera ‒nos dieron de todos un poco‒ y cerramos con un agua de frutos rojos, muy satisfechos por haber aprovechado la oportunidad de entrar a “Pasaporte”, llamado así porque antiguamente este lugar era la oficina del gobierno donde se efectuaban los trámites para obtener el pasaporte.

Hoy en día este restaurante le pertenece a un chef que está dando lo mejor de sí para enamorar a los pocos turistas que vienen a pasar una o dos noches en Coimbra. ¡No necesitas más! De lo contrario, te verás de arriba para abajo por sus callecitas, haciendo mucho ejercicio que claramente le hará bien a tu corazón y a tus huesos.

La Universidad de Coimbra es una de las más antiguas de Europa ‒es la más antigua de Portugal‒. Su biblioteca, que fue construida entre 1717 y 1728, encierra historias como la de una cría de sus propios murciélagos que todas las noches salen y se alimentan de los bichos que podrían comerse los libros. Pude ver los cobertores de cuero que al atardecer, los que trabajan allí, tienden en las mesas de madera de 1740 para cuidarlas de las heces de esos animalitos.
En los alrededores de la universidad hay un jardín botánico que solo conocen unas cuantas personas, porque es gratis. Si la entrada tuviera un costo, seguramente habría fila para entrar. Eso nos comentó el guía…

Coimbra es una ciudad universitaria: de ello sobrevive y de todos aquellos que solo quieren paz y tranquilidad en sus vidas.
Pilar Balcázar
Octubre, 2022