Los Sistemas Integrados de Transporte Masivo (SITM) han sido la gran apuesta del país para modernizar y fortalecer el transporte público como una estrategia para mejorar la calidad de vida en las ciudades, disminuir los tiempos de viaje de los ciudadanos y reducir el uso de combustibles fósiles. La apuesta está a punto de fracasar por las enormes dificultades financieras que enfrentan estos sistemas, que los tienen en riesgo de quiebra.
La quiebra de los SITM
Una empresa está quebrada cuando de manera reiterada sus ingresos no alcanzan para cubrir sus gastos. Esto está sucediendo con todos los SITM que operan en el país desde hace varios años, pues los buses solo han podido seguir rodando gracias a cuantiosas transferencias de los municipios.
Cuando se diseñaron y estructuraron los SITM, el esquema financiero planeado consistía en que el sector público pagaba la construcción de la infraestructura de carriles dedicados y las estaciones, y le correspondía a los concesionarios privados comprar y operar la flota de buses. La inversión pública era a fondo perdido, pues nunca se recuperaba, mientras que la inversión de los concesionarios, junto con sus utilidades y los gastos de operación, se repagaba con el recaudo de pasajes.
La inversión pública en los siete SITM construidos ascendió a unos $20 billones, de los cuales la Nación aportó 70 %, y los municipios y distritos especiales el 30 % restante, financiado en su mayor parte con recursos de la sobretasa de la gasolina.
Como es flaca sobremanera toda humana previsión, las proyecciones del cierre financiero se quedaron en el papel, los recaudos de pasajes no han sido suficientes para el repago a los concesionarios y, en algunos casos, ni siquiera han bastado para cubrir los gastos de operación, por lo que se han generado cuantiosos déficits que aparecen en el cuadro siguiente y que han tenido que ser cubiertos con transferencias de los municipios para evitar que las ciudades se queden sin servicio de transporte público.

Dos anotaciones sobre estos cuantiosos subsidios: la primera, es que corresponden a los déficits que tenían los SITM antes de la pandemia y que se incrementaron con la reducción de pasajeros generada por el encierro de las ciudades, la cual no se ha recuperado, de manera que los déficits estimados para este año y para 2023 serán aún mayores.
La segunda, es que a pesar del apoyo público, Metrocali de Cali y Megabús de Pereira tuvieron que acogerse a la Ley 550 de reestructuración ante la imposibilidad de pagar sus acreencias.
Los pasajeros que nunca llegaron
Aunque ha habido algunos retrasos en los ajustes anuales que debían hacerse a las tarifas, estos no son significativos y la causa principal de la crisis de los SITM es que no se cumplieron las proyecciones de pasajeros que utilizan estos sistemas. El éxito inicial del Transmilenio en Bogotá, con la troncal de la avenida Caracas, indujo a que se pensara que ese modelo era replicable con igual éxito en las demás ciudades.

La realidad resultó muy diferente, inclusive para las nuevas rutas y el SITP de Bogotá, pues frente a los 5.8 millones de pasajeros diarios que se esperaba, el máximo que se llegó a movilizar antes de la pandemia fue 4.2 millones, es decir, 72 % de lo esperado. Un factor que es más grave en esta ciudad es la cantidad de “colados” que no pagan pasaje, que se estima que puede llegar a 30 % de los usuarios, lo que genera pérdidas al sistema por $40.000 millones mensuales.
En Cali y Barranquilla la situación es mucho peor. En Cali se llegó a un máximo de 490.000 pasajeros/día en 2013, y de ahí descendió a 390.000 antes de la pandemia, es decir, 39 % de la demanda esperada. Barranquilla, por su parte, empezó más tarde, pero tampoco superó 40 % de los pasajeros esperados.
El impacto de la pandemia agravó la situación financiera de los SITM, pues en 2020 se redujo en más de 60 % el número de pasajeros transportados en todas las ciudades. Aunque el año siguiente se recuperó parte de la demanda, en 2022 en ninguna ciudad se había logrado volver a los niveles de 2019. En Cali, los bloqueos durante el paro nacional llevaron a que no hubiera ninguna recuperación en 2021.

Ante esta realidad se hace indispensable una reestructuración a fondo de los SITM, pues es claro que nos son sostenibles financieramente y no puede seguirse subsidiando permanentemente con recursos de los fiscos municipales, máxime cuando pronto habrá que renovar las flotas de buses.
Mauricio Cabrera
Diciembre, 2022