Sigue creciendo el déficit externo del país y, por lo tanto, las necesidades de financiarlo con capitales internacionales, lo que incrementa cada vez más los pasivos externos del país. El examen de los datos hasta septiembre, publicados por el Banco de la República (BR) y el Dane, muestra esta realidad y confirma que la vulnerabilidad externa es una de las herencias más complicadas que dejó el gobierno anterior.
La cuenta corriente de la balanza de pagos contabiliza todos los ingresos y egresos de las transacciones de bienes y servicios con el exterior. Cuando compramos al resto del mundo más de lo que vendemos significa que el país gasta más dólares que los que recibe y se produce un déficit que debe ser financiado con créditos externos o con dólares provenientes de la inversión extranjera y de capitales golondrina.
Según el BR el déficit de la cuenta corriente llegó en el tercer trimestre de este año al récord histórico de 7.2 % del PIB, y en lo corrido del año acumuló la impresionante cifra de 16.453 millones de dólares, que se han cubierto con ingresos netos de capital por cuantía similar, lo que significa que los pasivos internacionales del país se han incrementado en ese monto y continúa creciendo el saldo negativo de nuestros activos menos pasivos internacionales, que ya llega a la suma de 176.500 millones de dólares. Le debemos al resto del mundo una suma equivalente al 52 % del PIB, que es lo que produce la economía en un año.
Dos factores explican tamaño déficit. El primero, el saldo del comercio de bienes y servicios, que es negativo en 12.700 millones de dólares y, el segundo, otros 12.900 millones de dólares, que es la diferencia entre lo que pagamos al resto del mundo en intereses por los créditos externos y por dividendos a las empresas internacionales que tienen inversiones en Colombia, y lo que recibimos de otros países por los mismos conceptos.
La suma de estos dos factores arroja un saldo negativo de 25.600 millones de dólares, pero el déficit de la cuenta corriente es menor gracias a los ingresos provenientes de nuestro segundo producto de exportación (después del petróleo), que son los colombianos que han migrado a otros países buscando las oportunidades que no encuentran en su patria y mandan dinero a sus familias. Este año se han recibido 6.873 millones de dólares por estas remesas, que equivalen a 2.7 % del PIB, y otros 3.343 millones de dólares de otras transferencias recibidas por el sector público.
En el comercio de bienes sorprende la dinámica que continúan teniendo las importaciones que en lo corrido del año, según el Dane, llegaron a 53.390 millones de dólares con un crecimiento de 40 % con respecto al mismo período del año anterior. Inclusive, si se compara con lo importado en 2019 ‒antes de la pandemia‒, el crecimiento es aún mayor, de 50 %.
El mayor valor de las importaciones no se debe solo al alza de los precios internacionales de las materias primas, pues en pesos constantes que publica el Dane el incremento es de 30 %. Quienes todavía afirman que en Colombia no ha habido apertura, seguro no han revisado las cifras que muestran que en 1990 las importaciones representaban 8 % del PIB, y este año son el 26 %.
Queda pendiente una interesante pregunta: ¿por qué la devaluación del peso todavía no ha frenado las importaciones?
Mauricio Cabrera Galvis
Diciembre, 2022