En el artículo anterior desarrollé las cualidades de un líder, como simpatía, sensibilidad y empatía, y aptitudes como observación, lucidez y creatividad. El siguiente texto culmina la panorámica de las características de un líder, al exponer las actitudes que debe tener.
Actitudes
Disposición de ánimo manifestada exteriormente. Las actitudes suelen ser aprendidas, culturales. Nacen de los valores y conocimientos adquiridos a través de la educación del hogar y de la escuela. Nacen de los ejemplos recibidos. Las actitudes pues son adquiridas y pueden ser enseñadas y transmitidas.
Objetividad
Para lograrla hay que evitar los prejuicios, tan frecuentes en el ser humano. Hay que basarse en las realidades. Buscar las cosas como son, más que como somos. Evitar los extremismos. Aceptar la posibilidad de que existen diferentes interpretaciones de las cosas. Respetar las verdades de los demás en la búsqueda de una verdad más aproximada. Sopesar, medir, poner en su justo punto. Analizar y buscar el conocimiento profundo.
Ecuanimidad
Tendencia a ser justo y equilibrado. Darle a cada uno de los seres humanos su vero valor. No considerar a nadie ni más ni menos que a otros. Valorar a los demás en su justo punto, con sus diferencias. Aceptar a todos como son sin compararlos en su valor. Justipreciar. Ser puente en las divergencias.
Integridad moral
Rectitud y honestidad. Coherencia entre lo que se dice y lo que se vive. El mal ejemplo es más elocuente que mil discursos. Si alguien no puede dar ejemplo, como líder, es mejor que no lo intente. El escándalo es enorme y los medios de comunicación consideran ese material como boccatto di cardinale.
Respeto a los demás
Esta actitud nace de la valoración que realizamos de los demás de acuerdo con nuestros valores morales y humanos. Todos los seres humanos, no importa su condición, valen como tales. De pronto cabe el rechazo al delito o al pecado, pero nunca el rechazo a un ser humano, por más bajo que haya caído. Los demás, deben ser considerados como seres privilegiados y dignos de todo respeto y consideración. No existen, en esta categoría, clases sociales. El trato por lo tanto será igualitario y respetuoso siempre y en todo lugar.
Apego a la verdad
Esta actitud que debería ser la constante de todos los hombres pero que no es tan frecuente, se enfatiza para los líderes ya que es la esencia de la credibilidad. “Ego sum veritas”. Por lo tanto, el compromiso con la verdad es total así lleve a la muerte. En este sentido la manipulación, también corriente en el medio social que solemos frecuentar, no cabe en el líder. Ni las verdades a medias que son en esencia una forma de mentir. Aunque hay que reconocer que no todo lo que es verdad debe decirse, especialmente cuando se encuentra de por medio la dignidad humana.
Culto a la libertad de expresión
El líder, se caracteriza por saber escuchar, por dejar hablar. Esa es una de sus fortalezas y ventajas. Tiene la capacidad, unida a la de hablar, de escuchar. No habla bien quien no escucha bien, es una verdad incuestionable. Siempre atiende, pregunta, calla. Escuchar es una de las cualidades claves en el hablar bien. De hecho el hombre se toma unos cinco años en aprender a hablar y toda la vida en aprender a callar. Todo el mundo habla, casi nadie calla.
Emocionalidad
Mi madre solía decir: yo no nací con plata mijo, pero nací con entusiasmo. El entusiasmo marca la diferencia. Si no se demuestra entusiasmo no se convence. El mensaje muy bien estructurado, muy lógico y claro, sin sentimiento, sin convencimiento, no convence. Se entiende, pero no se atiende. Un mensaje sin emoción es como un beso por teléfono, insípido, incoloro. La emoción es el resultado de creer profundamente, de estar convencido. Nadie convence si no demuestra convencimiento, racional y emotivo.
Capacidad de asombro
La vida hay que gozarla. El mensaje hay que disfrutarlo. La capacidad de asombro es algo que viene con el hombre. Los niños se asombran con todo, lo disfrutan todo. Nuevamente es la cultura la que atrofia esta capacidad. Miremos con detenimiento a los niños. “Si no os hiciereis como niños…” Una persona que se asombra es sana, es sencilla, es profundamente humana e inteligente. Cada día debe ser una tormenta de asombros. Desde sentir la vida misma, más el disfrutar lo que a cada paso encontramos. Las gentes, las cosas.
Estudio permanente
El papel que la sociedad moderna le ha otorgado al líder es asustador. Es un hombre que debe saber prácticamente de todo lo habido y por haber. Además de ser pulcro, debe ser instruido, poseer el don de consejo, ser mesurado, discreto. Por esa razón el líder debe ser un estudioso permanente. Siempre está estudiando, siempre se está actualizando. No para de preguntar, no para de leer, no para de capacitarse en todo lo que suponga ayuda a los demás. Debe saber algo de medicina, algo de psicología, de pediatría, de gerontología, y mucho de espiritualidad, de humanismo. No podemos pensar en formar líderes sin antes formar excelentes seres humanos. Este es un reto que pocos están disgustos a asumir, pero es un problema de calidad y también de caridad…
Curiosidad
El progreso de la humanidad está íntimamente ligado a la curiosidad. Esta ha sido el motor del desarrollo. En lo espiritual, en la vida personal, si no se tiene curiosidad no se avanza. Los niños, nuevamente ellos, pregunta una o otra vez: “y eso por qué” Da Vinci siempre y a cada momento se preguntaba: Qué pasaría si… y por eso llegó a ser el hombre más desarrollado de la historia de la humanidad, fuera de Jesús, lógicamente. Pero nuestra cultura afirma: La curiosidad mató al gato. Nuevamente en contra de la capacidad de pregunta que el hombre trae bajo el brazo.
Silencio
Esta cualidad es propia de seres desarrollados intelectual y muy especialmente espiritualmente. El silencio alimenta el alma. Descontamina el espíritu. Una persona que no sabe guardar silencios está atosigada, envenenada, copada de basura. Los silencios permiten al hombre encontrarse a sí mismo, a los demás y a Dios. Sólo en el silencio se hace posible la vida interior. Pero los ruidos cotidianos a veces nos ahogan y nos hacen perder la perspectiva de lo trascendente.
Buen humor
Curiosa actitud que normalmente no se considera en la vida espiritual. Pero encontramos ejemplos permanentemente. Juan XXIII, Teresa de Jesús. El buen humor, además de ser una buena medicina, la risa remedio infalible, es síntoma de inteligencia y limpieza de espíritu. Una persona de buen humor despierta simpatía y refleja transparencia y claridad, es confiable.
Podríamos continuar con más cualidades, aptitudes y actitudes, pero lo que queda claro es que para ser hoy en día una persona competente, hay que desarrollar al ser humano en todas sus dimensiones. Es necesario empezar por conocerse, elaborar el mapa personal y, luego, conocer a los demás, para amarlos, respetarlos y ayudarles.
Samuel Arango M.
Octubre, 2022