Una reflexión sobre el absurdo

Por: Bernardo Nieto
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Como muchos reconocen, el “estallido” social que nos sobrecoge y agobia, venía gestándose desde hace mucho tiempo. Es ingenuo y falaz pensar que sea parte de una “conspiración internacional” en contra del establecimiento, del gobierno y de los valores nacionales. 

La turbulencia violenta que vivimos en este momento tiene causas mediatas que encuentro relacionadas con una clarísima y vieja situación de inequidad social, las cuales son muy difíciles de solucionar a corto plazo y en medio de la presente coyuntura. Sin embargo, si en el Congreso de la República no se enfrentan y atienden con resolución esas causas profundas, aunque las soluciones se demoren un poco, por largo tiempo continuaremos desmoronando el país en medio de la violencia, la destrucción, la corrupción y la ambición de poder. 

El desmadre tiene también causas inmediatas, relacionadas con la pandemia. Son tozudos, duros y ciertos los datos del DANE, que muestran el agravamiento del desempleo y la consecuente pauperización de la clase media. Más de 22 millones de colombianos se debaten para no caer en la extrema pobreza, en la que ya viven millones de compatriotas, llenos de angustia y desazón por miedo a perder la vida por el virus. Sin embargo, tienen que seguir remando cada día contra la corriente para conseguir el pan, un abrigo para pasar la noche y amanecer al día siguiente con la dura tarea de continuar enfrentando un presente sin futuro. 

Y las vacunas aún no llegan para los que están en edad plenamente productiva, para los que tienen que salir a rebuscarse en las calles o para los campesinos que tratan de vender de manera precaria lo que duramente cultivaron en terruños ajenos o en cosechas logradas al debe con bancos hambrientos e inmisericordes. 

El descontento y la desesperación experimentada en los hígados, a punto de estallar, se encontraron con la más inoportuna, regresiva, arrogante e incendiaria propuesta de una reforma tributaria que abofeteó el rostro herido de una mayoría de afectados negativamente por ella. Aunque ya se retiró, esa iniciativa fallida del gobierno fue la chispa que prendió el polvorín. Nunca debió presentarse con el contenido que tenía; por supuesto que se necesitan recursos financieros para salir de la crisis agravada por la pandemia, pero pueden conseguirse sin acogotar a los que menos tienen.

Ciertamente son totalmente reprochables e inaceptables la destrucción de los bienes públicos y privados, la violencia, los bloqueos que afectan aún más la provisión de bienes y productos, que frenan la cadena productiva y generan más desempleo. Los asesinatos de colombianos en medio de esta dura confrontación nos llenan de terror y nos sobrecogen. Tienen que ser investigados y castigados, pero muchos en el país y en el exterior se preguntan si son confiables las autoridades que los identifican, investigan, juzgan y sancionan.

Mirando la terrible violencia desatada, creo que la solución no puede ser la que aplicó en su momento Sansón contra los filisteos. El “muera yo y todos los filisteos” del relato bíblico nos deja ver el absurdo de un titán ciego, embrutecido y desesperado por el dolor, que sacude en medio de gritos con su fuerza descomunal las columnas del edificio para que aplaste a todos al derrumbarse. Después del estruendo, cuando se asiente la polvareda, solo queda el dolor agudizado y sin solución de los pocos sobrevivientes. 

El uso de la fuerza enceguecida y de cualquier origen tiene que parar. La rebelión irracional o la represión brutal amparada en “para-autoridades” ilegales pueden llevarnos a la locura y a la sin salida. Tiene que haber racionalidad y cordura. En esa loca carrera se colaron los más interesados en aprovechar la revuelta para satisfacer sus ambiciones y satisfacerse del caos. 

La sorda discusión entre quienes todavía se quedan en preámbulos y no inician la negociación se desvía de lo esencial, pues quiere lograr absurdos lógicos y jurídicos inviables. Las declaraciones de los “directivos del paro” incluyen exigencias inaceptables para el gobierno y, a su vez, este les exige a los sindicalistas el claro rechazo de los bloqueos a los que eufemísticamente los directivos llaman “cortes temporales de vías”. ¿Qué van a lograr el gobierno y los integrantes del llamado “comité del paro” con estas dilaciones?

Los jóvenes en las calles están ahí, sin que nadie los escuche. Continúa la protesta, siguen desatendidas las voces y las justas peticiones de quienes piden oportunidades para trabajar, para educarse, para dar de comer a sus familias y tener la esperanza de una patria mejor. Luego de más de un mes de fatigantes y fallidos acercamientos entre líderes del paro y el gobierno, que hasta el momento a nada conducen, el gobierno va tomando medidas que más se parecen al autoritarismo de un estado de excepción no declarado y, aparentemente, casi necesario. 

Todavía se desconoce lo que será la nueva propuesta de reforma tributaria con la que se espera que, finalmente y, como debe ser en plena justicia y equidad, quienes más tienen, más aporten, para que el país cuente con los recursos que necesita para superar la crisis y encontrar caminos de concordia. Veo muy difícil que, quienes tienen el poder, quieran ceder y buscar soluciones de fondo, a corto, mediano y largo plazo.

Convocar una consulta popular, consagrada en nuestra Constitución política y en la que se manifieste el pueblo sobre los puntos más álgidos del problema como “constituyente primario”, puede ser una salida a esta coyuntura. Es posible que se demore la convocatoria; que haya saboteo en este Congreso que nada ha hecho para brindar soluciones a la crisis. No obstante, es una salida del constituyente primario en ejercicio de su pleno derecho democrático y plenamente constitucional. Creo que vale la pena apoyar esta idea de la consulta popular, dada la dimensión del problema. En una consulta popular la racionalidad podría primar sobre la polarización. Para eso está en la Constitución. 

Ojalá sea yo un profeta de mal agüero; ojalá me equivoque, pero si no hay verdadero diálogo, altura moral entre quienes conversan y respuestas prontas, que respondan a necesidades concretas, veo cercano un “estado de excepción”, más revueltas y más autoritarismo hasta que, finalmente, la negociación se tenga que hacer ‒o se detenga‒ en medio del desastre de un eventual golpe de estado que frustre ilusiones y ahonde divisiones y nos aísle del concierto mundial de las naciones que viven en paz. 

Cuánta sanación necesitamos y cuánta serenidad, sabiduría y firmeza requieren quienes nos gobiernan. Veo que muchos la reclaman con desilusión y sin esperanza.

Bernardo Nieto Sotomayor

Junio, 2021

7 Comentarios

Gloria Joya 4 junio, 2021 - 1:27 pm

Leo tu columna después de ver un vídeo sobre la compra del helicóptero presidencial con un costo de 12 millones USD, donde señalan que una hora de vuelo cuesta 8 millones de pesos y requiere un presupuesto anual para su mantenimiento de más de 8 mil millones de pesos, así que este Duque ciego, bruto, indolente, violento y soberbio….. no parece ser la respuesta al clamor de equidad social. Con este presidente poco de “…verdadero diálogo y altura moral”. La esperanza queda en nuestra participación en las próximas elecciones, en la renovación del Congreso en qué decidamos sin la presión de un tamal, cincuenta mil pesos o el afán de conservar un puesto; en qué no nos asusten los que llaman de izquierda y no volvamos a elegir a los corruptos.

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Rosario Carrizosa 5 junio, 2021 - 8:47 am

Con tristeza y mucho dolor no veo que el gobierno quiera buscar salidas, ni dialogar con los miles de jóvenes sin esperanza y con reclamos justos en paro por todo el país.

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Carlos Posada 4 junio, 2021 - 3:15 pm

Gracias Bernardo por tu reflexión sobre el momento que vivimos en nuestra querida patria. Ojalá no seas profeta de mal agüero y la sensatez prime en las conversaciones.

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Luis Alberto Restrepo 5 junio, 2021 - 7:32 am

Excelente tu artículo, Bernardo. Sólo que no creo que sean necesarios ni el estado de excepción ni el golpe de estado, porque esos ya se están efectuando en defensa de una supuesta “legalidad”.

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Reynaldo Pareja 5 junio, 2021 - 1:59 pm

Bernardo, de no poder llevar a cabo otra accion directa que sea solucion a la problematica que planteas, por lo menos que la reflexión colectiva del grupo se convierta en alguna forma de “consciencia social y politica” que no tenga miedos ni reparos de dar una sesuda opinion que contribuya a la creacion de una respuesta colectiva que aporte soluciones. Que tus reflexiones nos inviten a crear ese clima de consciencia critica equilibrada que tanto hace falta para alimentar un proceso que nos afecta a todos queramoslo o no.

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Eduardo Pardo 6 junio, 2021 - 3:57 am

Si la mayoria del Gobierno y el Congreso reflexionaran sobre lo que dices, como tambien los del Comité del Paro, posiblemente encontrarian soluciones.
Convocar una Consulta Popular seria positivo, pero si es manipulada como sucedio con la de la Paz y la Corrupcion, no llevaria a nada.

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Jorge Luis Puerta 6 junio, 2021 - 11:09 am

Es el momento de escuchar las miles de voces de la sociedad civil organizada. No pueden dejarse arrebatar las calles. Por cada policía, por cada militar en ellas, habrá 5 civiles haciéndose oír…hasta que alguien quiera escuchar!!!.

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