Trabajar para no matar

Por: Mauricio Cabrera Galvis
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En Buenaventura, ciudad asolada por la violencia y la guerra entre bandas criminales, el presidente Petro lanzó una propuesta que ha desatado gran polémica: dijo que les pagará a algunos jóvenes para que dejen de delinquir y entren a estudiar. “Serán miles de jóvenes a los cuales les vamos a pagar por no matar, por no participar de la violencia, por estudiar”, fueron sus palabras.

En lugar del escándalo fariseo e ideológico contra la frase “pagar para no matar¨ es necesario analizar la propuesta que tiene un objetivo incuestionable, porque hay preguntas muy válidas sobre su implementación y, sobre todo, porque hay alternativas que pueden ser más eficaces para lograr el objetivo de sacar a los jóvenes de la violencia.

Lo primero que hay que decir es que la propuesta no es nueva. En varias ocasiones se ha utilizado el mecanismo de incentivos monetarios para inducir una conducta determinada por parte de los beneficiarios. El programa de “Familias en acción” es el ejemplo más conocido y de mayor cobertura. También se ha usado para disminuir la violencia como lo hizo la alcaldía de Mockus que, con mucho éxito, ofreció mercados a los pandilleros, a cambio de pistolas y puñales.

Tampoco es una propuesta inesperada. De hecho, el presidente dijo que estos pagos se harían como parte del programa “Jóvenes en Paz”, que es un programa incluido en el Plan de Desarrollo, donde se propone (artículo 348) “la implementación de una ruta de atención integral a la juventud entre los 14 y 28 años de edad que se encuentra en situación de extrema pobreza, jóvenes rurales, explotación sexual, vinculados a dinámicas de criminalidad”.

Nadie puede objetar la necesidad de estas iniciativas en un país donde la tercera parte de la población se acuesta con hambre; en el que hay 1.2 millones de jóvenes desempleados y casi tres millones que ni estudian ni trabajan. Mucho menos en una ciudad como Buenaventura donde el desempleo juvenil alcanza el 47%. Lo que es discutible es que programas de transferencias monetarias sean la mejor alternativa para esos jóvenes.

Lo que se necesita es un programa de empleo para jóvenes que cree rápidamente 100 000 nuevos puestos de trabajo. Estos jóvenes, pagados por el Estado, se dedicarían a proyectos de creación de bienes públicos que no requieren un alto grado de capacitación: reforestación y recuperación de cuencas, vías terciarias en el campo, la malla vial en las ciudades, reparación y mantenimiento de infraestructura pública (parques, escuelas, centros de salud, etc.), y de servicios sociales para las comunidades.

Para que el programa funcione se requiere la articulación con los gobiernos locales y la colaboración del sector privado, como lo plantea el mismo artículo 348 del PND. Lo primero es fundamental, pues los proyectos que emplearían a los jóvenes son locales y requieren de la aprobación de alcaldes y gobernadores. La participación del sector privado (empresas y ONGs) se requiere para administrar el programa y su logística. Como se hizo con el FOREC[1] en la reconstrucción del eje cafetero, después del terremoto de 1999.

La pobreza y el hambre de los jóvenes es consecuencia de la falta de un trabajo digno. Las transferencias monetarias les dan presente pero no futuro; por el contrario, un trabajo remunerado les da ingresos para vivir, pero sobre todo les da dignidad, y es el mejor incentivo para no matar.


[1] Fondo para la Reconstrucción Económica y Social del Eje Cafetero.

Mauricio Cabrera Galvis

Publicado en Cambio, Colombia

3 Comentarios

EDUARDO JIMENEZ 27 julio, 2023 - 6:44 am

Gracias a Mauricio por tocar este tema. Ahora bien, el “escándalo fariseo” como él lo llama, se debe precisamente a que, como también él lo dice muy acertadamente “Lo que es discutible es que programas de transferencias monetarias sean la mejor alternativa para esos jóvenes”.
Entregarle un millón de pesos a jóvenes delincuentes a cambio de nada, no resuelve el problema. Al contario, podría servir para aumentar la delincuencia, y es un pobre estímulo para quienes trabajan un mes entero para ganar esa suma. Se le vienen a uno a la mente los “colectivos” venezolanos, creados con esa mentalidad que parece ser la de quien lo está proponiendo.
Una posible solución, como bien lo apunta Mauricio, sería o hubiera sido, ofrecerle empleo a esos jóvenes para que se ganen su millón de pesos trabajando. Saludos

Lo que se necesita es un programa de empleo para jóvenes que cree rápidamente 100 000 nuevos

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Vicente Alcala 27 julio, 2023 - 7:04 am

Un populismo desesperado lleva a propuestas irrealizables e ineficaces, por decir lo menos. Mejor que criticar, es proponer, basados en la experiencia y el conocimiento, como usted lo hace en este artículo, Mauricio. Gracias.

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John Arbeláez Ochoa 27 julio, 2023 - 9:38 am

Se pasa por alto el hecho de que deberán estudiar y trabajar a la vez. No se les ofrece trabajo únicamente, sino la posibilidad de prepararse para la vida por medio de la educación. Sin ella, todas las propuestas fallarán.

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