“El Hambre. Tened presente el hambre”*, dice un poema que escribió Miguel Hernández mientras defendía a la República en las trincheras de la guerra civil española, el cual, años después, musicalizó Serrat. Hoy la exhortación tiene total vigencia, cuando la pandemia ha agudizado un problema que ya existía en Colombia y que al Gobierno no le parece tan grave.
La vicepresidenta protestó porque la FAO (organización de la ONU para la alimentación y la agricultura) hubiera incluido a Colombia en un mapa dentro de los 20 países con mayor riesgo de enfrentar una crisis alimentaria. Razonable reclamo porque suena exagerado que al país lo coloquen en el mismo nivel de otros como Haití, Sudán o Afganistán. Pero el problema no es la foto.
La FAO aceptó sacar a Colombia del mapa de los 20, y con eso el Gobierno quedó tranquilo, pero mejorar el puesto en el ranking de las hambrunas no elimina el riesgo de una emergencia alimentaria en el país la cual, según la FAO, existe por tres factores que dificultan el acceso a los alimentos: la situación de los migrantes venezolanos, el retorno del conflicto armado en amplias zonas del país y las consecuencias económicas de la pandemia.
En realidad, el mensaje de la FAO advierte del riesgo de empeoramiento de una situación que ya es bastante mala, de acuerdo con las mismas cifras oficiales. Según la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (Ensin), en 2015 ‒último año en que la realizó el ICBF‒ el 54,2 % de los hogares en Colombia tenía “inseguridad alimentaria”, es decir, que no tenían “la disponibilidad suficiente y estable de alimentos, el acceso y el consumo oportuno y permanente de los mismos en cantidad, calidad e inocuidad en condiciones que permitan su adecuada utilización para llevar una vida saludable y activa”. En una palabra, uno de cada dos hogares en Colombia no se alimentaba bien.
Si esta era la situación en 2015, el Dane muestra que la pandemia la empeoró, porque disminuyeron los ingresos de la mayoría de los hogares y el porcentaje de pobres aumentó de 35 a 43 %, es decir, que 3,5 millones de personas cayeron en situación de pobreza.
La consecuencia de mayor pobreza es más hambre. Según el Dane, antes de la pandemia, el 11 % de los hogares no podía hacer las tres comidas al día, y ahora es casi la tercera parte de la población: 15 millones de personas se acuestan con hambre. De estos, 1.5 millones solo comen una vez al día y 150.000 ni siquiera pueden comer todos los días.
Como se observa en el gráfico, este promedio nacional esconde enormes desigualdades regionales, pues mientras hay ciudades como Riohacha o Manizales, donde menos del 15 % de los hogares no puede hacer las tres comidas diarias, en la turística Cartagena o en la ciudad milagro de Barranquilla más de las dos terceras partes de la población se acuesta con hambre. En esta última puede mejorar un poco la situación este año, cuando empiece a circular la plata de la compra de votos.

Las ayudas del Gobierno han sido insuficientes para aliviar esta situación. En junio de 2020, cuando se inició el programa de Ingreso Solidario, que repartía $160.000 mensuales a los hogares más pobres, el porcentaje de los que comían menos de tres veces al día era 31 %, es decir, el mismo de ahora.
Las cifras son impresionantes, pero el hambre no es una estadística: son hombres, mujeres y niños que la padecen; adultos que no rinden en sus trabajos, jóvenes que tienen mermada su capacidad de aprendizaje, niños que lloran ante el desespero y la impotencia de sus madres. El hambre es el mayor fracaso de la humanidad
Martín Caparrós escribió en su libro El Hambre una dolorosa crónica sobre el sufrimiento y la muerte de quienes no tienen alimentación suficiente. Para este periodista, el hambre no es un problema de pobreza, sino de riqueza: si hay tanta gente que no come lo suficiente es porque otros comen mucho o desperdician más.
El hambre no es un problema técnico, sino político. Hoy puede producirse alimentos para toda la humanidad, pero no hay el modelo económico ni la voluntad política de distribuirlos.
Ha habido intentos de políticas que han logrado aliviar un poco la situación. El más conocido es el programa de “Hambre cero” del presidente Lula en Brasil y, más cerca de nosotros, está el programa “Bogotá sin hambre”, dirigido por el exministro Eduardo Díaz durante la alcaldía de Lucho Garzón. En los días del paro nacional del año pasado se debatió la propuesta de la renta básica universal, pero el Gobierno congeló la discusión.
En medio de la actual campaña electoral, los candidatos deben recordar al poeta de Orihuela: ¡Tened presente el hambre!
* https://poemas.uned.es/poema/el-hambre-miguel-hernandez/ ; Joan Manuel Serrat: https://www.youtube.com/watch?v=fr_m88j33jA
Mauricio Cabrera
Febrero, 2022
Publicado en Revista Cambio (Colombia)
3 Comentarios
Eso de matar al cartero….
Mauricio, que bueno que nos recuerdes uno de los mayores retos económicos, éticos y cristianos en nuestra sociedad.
Jorge Luis, me pusiste a pensar que era eso del cartero….
Me imagino que es alguna anecdota en la que se quiere matar al cartero porque trajo una carta con una mala noticia…. La culpa es de la FAO….
Estos dias leia sobre la obsesion de los presidentes de Colombia por la imagen, en vez de preocuparse por la cruda realidad
Esta bien que el crecimiento de la «economia» sea del 10 por ciento, pero la pobreza y la inequidad ¿Cuanto ha crecido? ¿O sera todo culpa del.Covid?