A los lectores del blog queremos contarles que desde hace 14 meses venimos reuniéndonos, semana a semana, en tertulias amigables, para conversar sobre muy diversos temas. Esas tertulias alimentan el blog y este aprovecha lo compartido allí.
Ante la dolorosa situación que atravesamos en Colombia decidimos manifestarnos. Por eso, les propusimos a quienes desearan hacerlo, que escribieran un texto breve al respecto.
Este artículo hace parte de la cosecha que obtuvimos.
Hoy prevalece en el mundo la incertidumbre, de modo que sobre la coyuntura solo podemos tener opiniones volátiles.
En los países árabes, Siria, Turquía y norte del África, las revueltas populares condujeron a tiranías; en Estados Unidos, a la elección de un gobierno demócrata; en Chile, a un incierto proceso constitucional, copado por izquierdas e independientes sin experiencia; en Colombia, no hay golpe de Estado a la vista y ojalá tampoco Constituyente, pero sí prolongación de una violencia confusa.
El domingo 6 de junio, el Comité del paro anunció una “nueva táctica” desconocida; se levantó de la mesa y no se sabe cuándo volverá. Las casi 60 personas y las 27 organizaciones que lo conforman tienen criterios encontrados y no han logrado consenso. El paro queda entonces aplazado y el próximo puede ser más fuerte.
Pronto el país entrará en modo “campaña” y vamos hacia unas elecciones de resultado incierto, sin mucho espacio para el centro. Nos queda un país destruido por el paro y sobre todo por la pandemia: 27 millones de pobres, 7.400.000 en pobreza extrema. El costo total de la destrucción se estima en 11 billones, 900 mil millones. Casi todos los colombianos disponemos ahora de menos recursos. Solo unos pocos se han enriquecido con la pobreza ajena y tienen su plata en el exterior. La reconstrucción tendrá que pagarla la clase media.
Las causas de la situación son muy diversas. De modo general, desde los años 80, las sociedades no se sienten representadas en los partidos y buscan maneras de gobernarse a sí mismas. Hoy, las redes sociales refuerzan y complican ese panorama: agitan sobre todo a los jóvenes, que caen víctimas de “influenciadores” y sus inventos, mentiras y exageraciones.
No hay solución mágica en el corto plazo y la única posible no está tanto en manos de los políticos, cuanto en manos de la sociedad, es decir, de todos nosotros. Y el voto sigue siendo nuestra única arma.
Mi contribución es precaria. He tratado de ofrecer lecturas documentadas de la situación en Facebook y colaboro “por los laditos” con la Universidad Nacional, que busca extender educación de calidad en los territorios a través de sus sedes de frontera.
Socorro y yo estamos terminando de formalizar el contrato de un fideicomiso al que cedemos todo nuestro patrimonio con el fin de ayudar a financiar proyectos sociales y ambientales en regiones y sectores más necesitados.
Luis Alberto Restrepo
Julio, 2021