Home Tags Posts tagged with "no repeticion"
Tag:

no repeticion

community, group, crowd-1751060.jpg
Download PDF

El abogado y exsecretario de gobierno de Antioquia asegura que no hay rincón de Colombia que no haya vivido el conflicto armado y que eso debería ser una oportunidad de encontrarnos y decir: ¡Esto que nos pasó es un desastre! La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición (CV) lo entrevista.

Santiago Londoño Uribe (SLU), abogado de la Universidad de los Andes y magíster en Derecho Internacional Humanitario y Derechos Humanos, aseguró que la resistencia es una de las cosas que nos unen como país, y que no habrá una nueva narrativa mientras la institucionalidad no reconozca su responsabilidad y se comprometa con la no repetición. Londoño también es fundador del pregrado de Ciencia Política de la universidad Eafit. En la arena pública empezó el recorrido como concejal en 2008, y entre 2012 y 2015 fue secretario de gobierno de Antioquia.   

CV. Cuéntele a las personas que van a leer esta entrevista desde dónde habla, quién es usted.

SLU. A los 23 años, mientras estaba en la Universidad de los Andes, fui inspector de policía y tránsito del municipio de Jardín, Antioquia. Eso me dio la oportunidad, siendo muy citadino, de entender dinámicas que pasaban por lo rural, como el conflicto armado. Después hice una maestría y le metí teoría a ese tema que, para mí, es el problema central de este país: el conflicto nunca ha permitido que enfrentemos problemas estructurales, como la desigualdad; ha servido para desenfocar las políticas públicas y chuparse el presupuesto. Luego de estar casi una década en la academia fui elegido concejal. En 2012 empecé el cargo más emocionante que he tenido, el más duro también: ser secretario de gobierno de Antioquia. Son 125 municipios muy complejos. Tenía las responsabilidades de la política de seguridad del departamento, pero al mismo tiempo de todo lo que tenía que ver con víctimas y derechos humanos. Existe la idea, y eso es parte de nuestra fractura, de que la defensa de derechos humanos se hace desde la oposición, pero, todo lo contrario, la seguridad no se puede hacer de espaldas a los derechos humanos. No hay tal cosa como una política de seguridad sin una gran línea de derechos humanos.

CV. Teniendo ese panorama de un departamento clave en el conflicto armado interno, ¿cuál considera que es el gran reto de la Comisión de la Verdad?

SLU. Si bien el derecho y la política son herramientas importantes para entender la realidad y para transformarla, no son las mejores herramientas para generar tejido social o para intentar buscar bases compartidas entre comunidades. La política es de ganar o perder elecciones. El derecho es adversarial, generalmente. El arte, en cambio, tiene muchas más herramientas y facultades para entender la realidad que compartimos, no lo que nos diferencia o nos fractura. Creo que la búsqueda de la verdad debe pasar por ahí. La Comisión de la Verdad, precisamente por no ser adversarial, por no estar dedicada a la aplicación de lo judicial ‒que esa es la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP)‒ es la que tiene las mejores herramientas para construir un relato que una al país. Con algunas particularidades, no hay rincón de este país que no haya vivido este conflicto armado. Eso debería ser una oportunidad de encontrarnos y decir: ¡Esto que nos pasó es un desastre!, una catástrofe humanitaria que no puede volver a pasar. Creo que la Comisión, como lo viene haciendo, debe enfocarse en eso, con un gran número de personas diferentes para hablar de lo que significó este conflicto. Estoy convencido de que en esa narración encontramos muchos más puntos en común que diferencias. Necesitamos mover las emociones políticas de la reconciliación y la reconstrucción, como dice Martha Nussbaum.

CV. ¿La resistencia es un punto común?

SLU. Yo creo que cada comunidad, sector e individuo ha enfrentado la guerra de una manera distinta, pero comparten la capacidad de superarlo. Hay un estudio que revisó 35 conflictos armados en todo el mundo y concluyó que, si bien en los primeros momentos hay un rompimiento del tejido social, unos años después el efecto es todo lo contrario. Es decir, se analizó y se documentó que las sociedades, después de ciertos años del conflicto, son mucho más unidas y solidarias. El conflicto al principio quiebra y rompe, pero después de unos años la gente entiende que lo único que le queda es el vínculo.

CV. ¿Y ese hilo narrativo es el que le parece importante contar?

SLU. Yo creo que hay que tratar de llegar ahí: el conflicto rompe, fractura; pero las comunidades, los individuos y los sectores son capaces de reconstruir, de repensarse y de salir adelante.

CV. ¿Qué más cree que nos une?

SLU. Hoy somos capaces de reconocer que no podemos volver a vivir esto, que nunca fue justo, que no era justo ni secuestrar, ni desaparecer, ni amenazar, ni cobrar vacunas, ni usar las fuerzas del Estado ilegalmente. Si eso logramos hacerlo desde lo humano, sin partido político, sin color, yo creo que la Comisión cumple con creces sus funciones. Y para eso el arte, la cultura, la literatura son mucho mejores herramientas que el derecho y la política.

CV. En ese giro del relato de nación, ¿qué rol tiene la institucionalidad?

SLU. Tiene que hacer su propio proceso de mea culpa y pedir perdón porque fue otro actor del conflicto. Cuando el Estado debió haber sido el tercero que aseguraba condiciones, que protegía, que permitía que hubiera seguridad o que tomaba decisiones en justicia, fue verdugo, persecutor, violador de derechos. Cuando el Estado rompe el principio de confianza tiene que reconstruirla y reconstruir el tejido institucional. Creo que no habrá una nueva narrativa si no se da ese proceso. La institucionalidad tiene que reconocer que fue parte del problema y que, para ser parte de la solución, tiene que hacer cambios, entendiendo qué no puede volver a pasar y acoger las recomendaciones que haga la Comisión.

CV. ¿Y los empresarios?

SLU. En muchos casos se piensa que su rol fue reactivo, que estaban haciendo lo suyo y les cayó el conflicto armado, pero no son capaces de hacer extensivo ese análisis a las comunidades. Existe la idea de que, si a esta gente del Bajo Cauca o de Urabá les cayó la guerra tan duro, “por algo sería”. Ahí hay un problema profundo, porque se crean categorías de víctimas: las puras y las que no lo son tanto porque estaban cerquita a los territorios que se consideraban guerrilleros, o eran de izquierda. Con esa mirada es muy difícil reconocer responsabilidades y ser empático. Unos sí eran víctimas, porque estaban generando empleo, pagando impuestos y llegaron por ellos, pero los otros, que son del territorio, “vaya usted a saber”. Explicar la estigmatización es parte del reto de la Comisión. El otro problema es que hay una mirada poco autocrítica. Lo que alcanza a leer uno en sentencias judiciales, en investigaciones académicas es que, en términos generales, los empresarios sabían lo que pasaba y pagaban, algunos porque les tocaba, pero entendían a dónde iba el asunto. Esto ha sido tabú para muchos sectores. 

CV. ¿Por qué cree que es tan difícil hacer estos reconocimientos?

SLU. Porque pareciera que, si hay un reconocimiento de responsabilidades, de alguna manera queda teñido para siempre. Y no. Reconocer qué se hizo, qué se financió, definitivamente tiene un impacto, pero no quiere decir que nos vamos a quedar ahí. Hay que entender que, si somos responsables, lo hicimos por necesidad extrema. Eso no quiere decir que está bien, pero el Estado no debió haber dejado nunca solo a nadie. El Estado dejó solo a la gran mayoría, por corrupto, por inepto, por pequeño, por miope, por lo que sea, pero a donde vaya uno encuentra historias de gente que está echada a la deriva. Y los empresarios no son la excepción. Hay que reconocer que muchos, de muy buena fe, hicieron empresa, contrataron gente, pagaron impuestos, pero no tenían quién los cuidara. La decisión fue equivocada, sin duda alguna. La gran lección de este país tendría que ser, primero, que el Estado tiene un papel en la defensa de los territorios y de las personas, que no puede dejarle a nadie y, segundo, que el momento en que se toma la decisión de ir a las armas, así sea para defenderse, es un momento fracasado y trágico. No hay ninguna historia de una defensa que sea solo defensa. Todas las defensas terminaron en catástrofes humanitarias, porque la lógica de la guerra es así.

CV. Usted acaba de hacer una investigación en la comuna 13 de Medellín sobre procesos de gobernanza urbana. ¿Qué podría decir sobre la participación de la comunidad en la construcción de ese relato compartido?

SLU. En las instituciones subestimamos a las comunidades y a su capacidad intrínseca de organizarse y de entender qué es lo mejor para ellas. Tienen muchas herramientas que hay que entender, que hay que potenciar. Ellas saben muy bien cómo pueden reconstruirse. Necesitan apoyo y recursos. Hay que poner la institución a favor de sus iniciativas, no imponiéndoles, desde Bogotá, el diseño de un proceso. Esta gente es la que realmente vivió el conflicto en carne propia, saben cuáles son las particularidades de su territorio y, sobre todo, cuáles son sus capacidades. Otra lección es que esto hay que hacerlo entre muchos y entre los diferentes. 

CV. ¿Qué cree que debería pasar con el Informe Final? ¿Qué obligación tenemos como ciudadanos, como instituciones, como colectivos, como comunidad?

SLU. Lo primero, y eso estoy seguro de que lo están haciendo así, debe tener voces de gente muy distinta, de historias muy distintas, para que cuando eso se lea, se lleve al teatro, se ponga en un documental, se lleve a la música, a todo lo que van a hacer y la gente diga: ahí estoy yo. Si yo no soy capaz de reconocerme ahí, es un documento como muchos de los que hay, como los libros del Centro Nacional de Memoria Histórica, que a mí me encantan y han sido muy útiles, pero no han permeado a la sociedad. Segundo, que el relato conmueva, que yo entienda eso que pasó, entienda lo que es ser un secuestrado, lo que era ser un guerrillero que perdió a su mejor amigo, a su mamá, o que un día dijo no puedo con esto y tengo que irme. Es muy duro porque seguimos en el conflicto. Si hubiera sido un cierre, la gente habría tenido tiempo de decir: se acuerdan de… Pero no. Hoy seguimos contando masacres.

Abril, 2022

1 comentario
0 Linkedin
Download PDF

“La verdad de la no repetición” – ¿Un mundo posible? 

En la entrega anterior planteaba esta hipótesis: si lográramos tener unas creencias e imaginario colectivo compartido sobre los valores en que creemos y la forma como  queremos vivirlos, nuestras acciones como personas, familias, comunidades, regiones y como país lograrían el cambio que deseamos. Sin embargo, creería que además de compartir unos valores, se haría preciso tener unas verdades comunes y, entre ellas, propondría la verdad de “la no repetición”. 

Todos hemos sentido de alguna forma el rigor del proverbio que dice “el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra” y que, según el Instituto Cervantes*, significa que “el ser humano no siempre sabe discernir conforme a la razón y por esa causa no aprende de la experiencia y vuelve a equivocarse en una situación semejante”. Ante ese vaticinio me sigo preguntando: ¿será que la violencia, el maltrato, la discriminación y la exclusión serán piedras con las que siempre tropezaremos? ¿Habrá un mundo posible donde la “repetición” de estos flagelos no se dé?

Esto viene rondando mi cabeza especialmente desde que el equipo que conforma la Comisión de la Verdad, liderada por Francisco de Roux, con su trabajo juicioso y riguroso, se ha dado a la tarea de esclarecer la verdad sobre el conflicto en Colombia y buscar la no repetición. En esa búsqueda de la verdad nos han permitido escuchar las voces de las víctimas y de los victimarios, todos ellos bajo diversas identidades, procedencias, ropajes y roles que en su momento les permitieron sufrir o alimentar el conflicto. 

En esa búsqueda de la verdad, ¡magna tarea que le han dado a los comisionados!, se han escuchado todas las versiones, desde las fundamentadas en hechos concretos, hasta aquellas que solo tienen como soporte la memoria, la ausencia y el dolor de la desaparición. La lucha entre lo objetivo, lo interpretado, lo corroborado y lo contrastado se vuelve cada día un reto mayor ante una sociedad que cada vez está más perpleja y desconcertada ante esta catarsis colectiva de víctimas que ha inundado el país. Luego de escuchar a Francisco de Roux, quien con su mirada compasiva nos invita a hacer lo mismo, nos dice que “los victimarios antes que nada han sido víctimas”, y de conocer sobre tanta crudeza y dolor, me sigo preguntando: y con esta realidad, ¿cómo podría ser Colombia el país en que me gustaría vivir?

Si bien la Comisión tiene muy claros sus objetivos y metodologías para lograr su cometido, me sigue inquietando saber cuál es la verdad común que necesitaríamos tener como colombianos para hacer de Colombia el país en que nos gustaría vivir. Es más, al escuchar en días recientes el diálogo o, mejor dicho, la interlocución entre Salvatore Mancuso y Rodrigo Londoño facilitado por esa misma Comisión, recordé una de las populares doloras de Ramón de Campoamor: “y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira, / todo es según el color / del cristal con que se mira /”, y observaba cómo cada uno de ellos tenía “su verdad” o “su cristal”… empañado muchas veces por el odio y/o “el fin justifica los medios”, mostrando ambos con gran maestría su impotencia para “justificar lo injustificable”.

Imposible no reconocer la insensatez y la deshumanización que lleva consigo la guerra. Allí no hay lógica, no hay racionalidad, solo hay seres que se dejaron arrastrar por sus instintos animales y sacaron lo peor de sí mismos y de los demás. Un gran testimonio para reconocer que el camino de la violencia, del maltrato, la discriminación y la exclusión solo trae dolor y odio y, lo peor, no beneficia a nadie. Al escucharlos no solo llegaron a mi mente imágenes y sonidos de dolor y atrocidad que se han vivido y se siguen viviendo en nuestro país, sino también otros hechos que hemos vivido como familia humana en nuestro planeta a lo largo de la historia.

Gandhi, Mandela, Martin Luther King, el juicio de Nuremberg, el juicio de Tokio y el nacimiento de la Corte Penal Internacional, los campos de concentración, el muro de Berlín, el Museo del Apartheid en Johannesburgo, el Museo del Holocausto en Jerusalén… personajes, hechos y símbolos de la historia reciente que están ahí para no olvidarlos, que nos invitan a “No repetir”, a que saquemos no lo peor, sino lo mejor de nosotros mismos. Y eso, “lo mejor”, por la equidad de la creación, todos lo tenemos; es más, todos lo llevamos en nuestro interior.

Estoy convencida de que el proceso que estamos viviendo en Colombia puede convertirse en una gran luz de esperanza, en dejarnos la gran verdad colectiva y compartida de la no repetición, la verdad del reconocimiento, la comprensión y la convicción de que el camino de la violencia, el maltrato, la discriminación y la exclusión solo trae dolor y odio y no beneficia a nadie. Una luz que nos invita y alerta a que no repitamos lo que nos daña y destruye, a que no tropecemos de nuevo con estas piedras.

Porque vivir en una Colombia donde su verdad fundamental compartida sea la no repetición de palabras y actos que dañan y destruyen, es donde me gustaría vivir. Un país en que esa gran verdad colectiva ha surgido de unos ciudadanos valientes y audaces que enfrentaron sus propios demonios y les dieron la cara y les dijeron: no más. Un país con una gran tarea pedagógica y de compromiso con las generaciones presentes y futuras y con el propósito de restaurar la dignidad y la vida de los que han sufrido lo insufrible. Una Colombia que cuente con todos los testimonios, voces y lágrimas de los actores del conflicto para hacer que nuestra conciencia como ciudadanos se abra a la transformación y no repitamos más actos de violencia, maltrato, discriminación y exclusión. ¡Un mundo posible que está en nuestras manos alcanzarlo! 

Porque fuimos creados para ser más y no para ser menos humanos.

https://cvc.cervantes.es/lengua/refranero/ficha.aspx?Par=58612&Lng=0

Marta Elena Villegas

Septiembre, 2021

7 Comentarios
0 Linkedin