¿Cuál es la alternativa a la no-religión organizada que está en boga hoy en día? ¿Es posible que ella pueda llenar el vacío producido por el desprestigio que tiene la religión organizada?
Antes de explorar la diferencia entre religión y espiritualidad, conviene precisar los dos términos.
Religión puede definirse como:
“creencia en Dios para adorarlo, usualmente expresada en una conducta ética y moral que busca llevar a la persona y la comunidad a una relación personal y grupal con Dios”.
Espiritualidad puede definirse como:
“cualidad o hecho de ser espiritual, no-físico” o “carácter predominantemente espiritual demostrado por el pensamiento, y vida espiritual”. La espiritualidad es un enfoque sobre las cosas espirituales y el mundo espiritual en vez del físico, que son las cosas terrenales¹.
Estas dos definiciones ayudan a distinguir entre dos formas de practicar una u otra. Cuando se estudian de cerca se encuentran diferencias de concepción y de práctica. En Estados Unidos, por ejemplo, el movimiento espiritual se ha caracterizado por enfatizar que la práctica de la espiritualidad no está afiliada a ninguna religión específica. Un estudio realizado en 2002 encontró que hasta 33 % de las personas se identifican como «espirituales, pero no religiosas»².
Esta aclaración permite ver que el movimiento espiritual rechaza la religión como institución y le da más énfasis a lo personal en relación con la dimensión espiritual individual. De ahí que quienes se identifican como espirituales varían en su filosofía espiritual, en prácticas y contenidos teológicos, en referencia con un poder superior o con la naturaleza trascendente de la realidad, sin vincularse a una confesión religiosa. En Estados Unidos la mayoría de estas personas cree en algo trascendente, pero opta por estar alejada de una estructura organizacional.
¿Qué ofrece este movimiento que lo hace tan atractivo?
En primer lugar, le posibilita al individuo cultivar su interioridad, su espiritualidad, sin estar ligado a una religión organizada con las características que expuse artículo anteriormente. Esta tendencia comenzó con fuerza en Inglaterra y Estados Unidos en la década de 1960 como un movimiento existencialista que pregonaba enfáticamente la libertad individual como el principio fundamental para adoptar y ejercer alguna forma de espiritualidad no afiliada a ninguna organización religiosa; así lograba disolver la tensión entre espiritualidad personal y pertenencia a una organización religiosa convencional.
La mayoría de los seguidores de este movimiento valoran la curiosidad, la libertad intelectual y un enfoque experimental y vivencial espiritual antes que una práctica ritualista obligatoria, vacía ‒según ellos‒ de una conexión vital con la Trascendencia. Muchos consideran la religión organizada como el principal enemigo de la espiritualidad auténtica y afirman que la espiritualidad es una reflexión y una experiencia privada, no un ritual público. Ser «religioso» transmite una connotación institucional, generalmente asociada con tradiciones rituales como asistir a los servicios de adoración, estar presente en la celebración de la misa, recitar oraciones obligadas, etc. Ser espiritual, por el contrario, connota la práctica y el empoderamiento personal que tiene que ver con las motivaciones más profundas de la vida.
Este movimiento juzga negativamente a la religión por su comportamiento institucional de obligación, de insistencia en la culpa, en el pecado y en una obediencia ciega a aceptar los dogmas en su contenido teológico, definido por la jerarquía eclesiástica, contenido que debe aceptarse y practicarse, aunque no se entiendan las razones de su justificación; por ejemplo, que una hostia pueda ser realmente el cuerpo de Cristo cuando el sacerdote la consagra, como afirma el catolicismo.
Este ejemplo pone de relieve por qué los espiritualistas buscan la libertad individual para escoger el camino que le permita al individuo encontrarse con su yo espiritual interno como un derecho que ninguna organización religiosa tiene la autoridad para desafiar o neutralizar, mucho menos imponer su versión institucional de espiritualidad. Esta posición se basa también en la premisa de que la espiritualidad es ante todo el ejercicio interno de descubrimiento personal como individuo, que tiene un potencial para experimentar y comunicarse con la dimensión de la Trascendencia porque puede descubrirla presente en sí mismo como algo vital en lo más íntimo de su ser.
Esa Trascendencia es percibida en muchos niveles de expresión, tales como Energía Universal que responde a las necesidades individuales y colectivas, Fuente de paz y sosiego, Armonía entre los seres humanos y la naturaleza, aspectos que el individuo puede descubrir y experimentar.
Se defiende que esa Trascendencia no tiene que tener un único nombre propio, porque la limitación esencial de todo ser humano le impide conocer la realidad interna de esa realidad transcendente, lo cual no impide buscar el camino, la forma más apropiada para relacionarse con ella. Estiman que el autoconocimiento es vital para poder llegar a experimentar dicho contacto, autoconocimiento que se logra a través de múltiples disciplinas disponibles que afirman que su ejercicio lleva al individuo a experimentar y sentir espiritualmente la Trascendencia. Entre ellas, las más conocidas son el yoga, las diferentes modalidades de meditación, la oración silenciosa, las melodías apacibles y elevadoras del espíritu ‒como los timbales tibetanos y el movimiento rítmico del Tai Chi‒ y el vaciamiento de todo pensamiento para sentirse presente en el aquí y ahora.
Hay otras prácticas adicionales que contribuyen al desarrollo de la espiritualidad, como ingerir alimentos sanos, naturales, no producidos con base en hormonas, fertilizantes, herbicidas y cualquier producto tóxico; ejercitarse a diario para mantener una circulación enérgica de la sangre que irrigue todos los órganos; abstenerse de bebidas intoxicantes que puedan obnubilar la conciencia ‒según abogan algunos‒ y llevar a cabo alguna manera de servicio a otros como forma de crecimiento espiritual en relación con los demás.
De igual importancia es tomar conciencia de la relación armónica que debe tenerse con el medio ambiente, reconociendo que la madre Tierra nos brinda el sustento y el hábitat donde podemos vivir. De ahí surgen comportamientos individuales para reducir el impacto ecológico, como usar artículos reciclables, no generar basura tóxica, reducir el consumo energético y participar en acciones de limpieza del ambiente.
Esta concentración en el desarrollo espiritual del individuo lleva a ciertos grupos a tener un distanciamiento y desinterés por las fuerzas políticas, económicas y sociales que dan forma a la marcha del mundo en multitud de dimensiones, en las cuales prefieren no mezclarse para evitar “contaminarse” con los objetivos puramente materiales de dichas organizaciones. De ahí que los espiritualistas procuren no involucrarse en actividades políticas y económicas cuyos fines institucionales se concentran en adquisición de poder y de riqueza y en el mantenimiento de las estructuras de injusticia social³.
En resumen, quienes no quieren vincularse con alguna “religión organizada” lo hacen porque están más interesados en el empoderamiento del individuo para encontrar su camino personal de relación con la Trascendencia, independientemente del nombre con que se la denomine. Encuentran en las religiones organizadas tradicionales una estructura sofocante de la libertad del individuo para hallar el camino espiritual que más se ajuste a su manera de percibir y practicar su espiritualidad.
Esta manera de enfocar el ejercicio de la espiritualidad individual es criticable porque abre la puerta a un relativismo exagerado, donde cada uno define el camino que cree que más le conviene en su búsqueda para contactar la Trascendencia. Ese camino puede llevar fácilmente a un relativismo moral y ético, puesto que es el individuo quien lo define, por lo que es viable que se equivoque en lo referente a las normas justas de convivencia y de relación con los otros.
Además, se confunde el ejercicio de la espiritualidad con la conveniencia personal que puede llevar a concentrarse tanto en su bienestar personal que se olvide de la necesidad del bienestar de los demás. Tampoco acepta que la Trascendencia (Dios) haya tenido y tenga una forma de comunicarse con la humanidad a través de un Portavoz de Sí mismo que tiene mucha mayor claridad de lo que le conviene espiritualmente a su propia creación, pues el grado de comunicación íntima con Dios está muy por encima de cualquier nivel de la más pura experiencia mística que pueda alcanzar un mortal común.
Estas reflexiones abren la puerta para hacernos una pregunta: ¿qué tipo de religión merece nuestra reflexión, conocimiento e indagación, que nos lleve a un grado aceptable de la misma?
La respuesta la abordaré en el próximo y último artículo.
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¹ Wikipedia, spirituality.
² George H Gallup Jr. Americans’ Spiritual Searches turn Inward, Feb. 11, 2003 at Facebook
³ https://es.wikipedia.org ‘ wiki ‘ Spiritual… Spiritual but not religious – Wikipedia.
Reynaldo Pareja
Mayo, 2022