El libro Inteligencias múltiples. La teoría en la práctica, de Howard Gardner, publicado en 1995, abrió la concepción de que había de inteligencia en varias dimensiones, como la inteligencia interpersonal y la intrapersonal, la corporal, la naturalista o la musical.
Hoy se habla de muchas formas de inteligencia. Están la lógica-matemática, la lingüística y la espacial, entre otras. Después empezó a hablarse de la inteligencia emocional, como un camino para conocer y controlar las emociones. La inteligencia social, también denominada interpersonal, facilita la interacción con los otros. Desarrollar ese tipo de inteligencia nos ayuda a escuchar, hablar y, en general, a desenvolvernos en el tiempo y de la manera indicada.
Los humanos somos seres sociales por naturaleza, pero eso no nos dota automáticamente del equilibrio necesario para interactuar con los demás. Necesitamos un gran refuerzo mediante la educación (entre más temprano, mejor), para adquirir el sentido de lo comunitario, basado en el respeto a los otros y el diálogo en busca del bien común como el bien mayor (incluso mayor que el bien individual, si alguna vez fuesen antagónicos). La libertad, por ejemplo, es un bien individual muy preciado, pero sin límites termina en el desorden, que es un mal para toda la comunidad. El individuo es libre, pero dentro del orden, que es el respeto a los demás.
Buena parte de los problemas de inequidad e injusticia vienen de un bajo nivel de capital social. Para construir capital social se requiere educar a los niños en los valores comunitarios y en el sentido de nación como empresa común que debemos construir todos. No ayuda minimizar asignaturas en el currículo escolar, como ha sucedido con la historia y la geografía y otras disciplinas humanísticas ‒incluidas en un área llamada ciencias sociales‒, y la filosofía, que nos ubican en el tiempo y el espacio como seres sociales pensantes.
Tampoco ayuda que no se evalúen los profesores. ¿Qué mensaje se envía a los educandos cuando los maestros no permiten ser evaluados si en el mundo exterior todo está sujeto a evaluación y supervisión?
El desarrollo de las redes sociales ha complicado aún más las cosas por la proliferación de noticias falsas que exacerban el inmediatismo de la sociedad de consumo. No hay tiempo ni base intelectual para filtrar, ordenar y asimilar tanta información circulante, promotora de cambios inmediatos y supuestamente fáciles de implementar.
Tampoco la sociedad ha desarrollado mecanismos de control de los nuevos canales digitales, en los cuales cada uno expresa lo que quiere, generalmente de forma inmune y sin tener que responder por lo que se dice. Son fenómenos sociales desbordantes en todas partes del mundo (una pandemia más voraz que el COVID-19, pues no tiene vacuna), con excepción de los regímenes totalitarios.
Los riesgos de las redes sociales, como sistema de información errático y caótico, apenas están empezándose a sentir. La tecnología es buena o mala, según se use. En sí misma no lleva implícito ningún control o análisis de riesgo.
El mal uso de las redes sociales puede distorsionar y aun destruir el capital social de una nación, sobre todo si el fenómeno se acentúa por fallas (en el sistema educativo), generadoras de un bajo coeficiente de inteligencia social.
Juan L. Gómez
Septiembre, 2021