El equipo económico designado por el presidente Petro marca una clara ruptura con la tendencia que ha dominado el manejo de la política económica del país en las últimas décadas.
José Antonio Ocampo en Hacienda, Cecilia López en Agricultura y Desarrollo Rural, Germán Umaña en Comercio, Turismo e Industria y Jorge Iván González en Planeación Nacional representan una escuela económica muy alejada de los principios neoliberales del llamado “Consenso de Washington” que se convirtieron en la biblia de los gobiernos de los países en desarrollo por más de cuatro décadas.
Por allá, a finales de los años 80 del siglo pasado, cuando América Latina apenas se estaba recuperando de la década perdida por la crisis de la deuda, se impuso un nuevo modelo de desarrollo inspirado en el neoliberalismo de los gobiernos de la Thatcher en Inglaterra y Reagan en Estados Unidos.
Tres elementos esenciales de ese modelo eran reducir el papel del Estado en la economía para dar una libertad total a los mercados, dejar de lado los temas de pobreza y de la distribución del ingreso y la riqueza, y acabar el proteccionismo en el comercio internacional. A partir de allí se decidió, por ejemplo, que la mejor política industrial era no tener política industrial, o que había que reducir los impuestos a los más ricos para que fueran aún más ricos, creciera la torta y solo después repartirla, o que había que hacer la apertura hacia adentro de la economía.
En estas cuatro décadas la aplicación de este modelo en Colombia ha sido predominante, pero no homogénea ni continua. El plan de desarrollo de “El Salto Social” del gobierno Samper trató de cambiar esa orientación con éxito relativo por las complicaciones del proceso 8000 y la oposición soterrada y abierta de los aperturistas. El gobierno Santos también se alejó de ese modelo, pues prestó más atención a la distribución del ingreso y a la regulación de los mercados.
En el mundo fueron muy negativas las consecuencias de ese modelo de desarrollo, al que se ha llamado neoliberal, en materia de frenar el ritmo de crecimiento económico y propiciar una enorme concentración del ingreso y la riqueza. En Colombi, además, se debilitó la agricultura nacional convirtiéndonos en importadores de alimentos y se generó un proceso de desindustrialización.
José Antonio, Cecilia, Germán y Jorge Iván no son caras nuevas, pero sus ideas sí lo son; hacen parte de otra escuela que puede llamarse de muchas maneras ‒heterodoxa, social demócrata, keynesiana, estructuralista o simplemente progresista‒, pero en cualquier caso tienen una orientación muy diferente a la que ha sido hegemónica en el pensamiento y la política económica.
Son claras las prioridades del nuevo equipo económico: una mayor intervención del Estado para acelerar el crecimiento mediante una reforma rural integral y políticas de promoción de la industria nacional, tributación progresiva para mantener la disciplina fiscal y tener más recursos para luchar contra las desigualdades, el hambre y la pobreza.
El concepto de “Misión Economía” que ha planteado el presidente no es el socialismo del siglo XXI, ni se trata de nacionalizar empresas o cerrar la economía. Es decir, adiós al neoliberalismo para desarrollar el capitalismo del siglo XXI, en el que la acción conjunta del Estado y el sector privado permitan crear riqueza en un marco de equilibrio macroeconómico y distribuirla para el beneficio de todos los colombianos.
Mauricio Cabrera Galvis
Agosto, 2022