A los lectores del blog queremos contarles que desde hace 14 meses venimos reuniéndonos, semana a semana, en tertulias amigables, para conversar sobre muy diversos temas. Esas tertulias alimentan el blog y este aprovecha lo compartido allí.
Ante la dolorosa situación que atravesamos en Colombia decidimos manifestarnos. Por eso, les propusimos a quienes desearan hacerlo, que escribieran un texto breve al respecto.
Este artículo hace parte de la cosecha que obtuvimos.
Lo que veo que ha sucedido recientemente en Colombia es una explosión social, resultante de múltiples factores que se juntaron en un momento socioeconómico que coincidió con la presentación de una reforma tributaria, una pandemia en sus más altos niveles de enfermedad y contagio y las crisis económicas anteriores de falta de empleo y oportunidades de educación para los jóvenes, el cansancio por el encerramiento y la crisis política de gobernabilidad con una campaña electoral próxima.
Los jóvenes reflejan una reacción, además, ante la crisis cada vez mayor de los valores ejemplificados por sus mayores, la influencia oportunista de una narcocultura donde vale todo y la ley del vivo imperante en nuestra cultura.
La clase política ‒con un espectáculo lamentable de deshonestidad, jugadas jurídicas, acusaciones mutuas, polarización y egoísmo desmesurado‒, y los poderes económicos son insensibles a la tremenda desigualdad que completa este cuadro de explosión social.
El estallido desmesurado y consciente de los odios que ya venía en las redes sociales y la prensa, terminaron por polarizar no solo con la violencia de las palabras para manipular a la gente y promover la destrucción, sino también creando caos y parálisis económica y social del país.
Los asesinatos de líderes sociales son una muestra clara de la falta de compromiso de un gobierno con una paz pactada por otro gobierno e interesado en destruir cualquier camino de reconciliación. En todo este panorama general, quien piensa diferente es considerado éticamente inferior y todos buscamos un culpable para justificar nuestra posición personal.
Creo que todos nosotros, jóvenes o viejos, somos víctimas de la manipulación y dramatización emocional extrema de las informaciones a través de las redes sociales y de los intereses de crear situaciones que sirvan a los políticos y a los poderes de siempre, que juegan con nosotros y con los jóvenes especialmente, como carne de cañón de unas guerras no declaradas de intereses oscuros, individualistas o egoístas, para nada interesadas en el bien común de la sociedad y mucho menos de la patria.
¿Qué puedo yo hacer yo desde mi “refugio” donde vivo en el exterior, dadas mi edad y capacidad de influir en mi círculo de amigos, de conocidos, de familia?
Pienso que debo utilizar mis talentos para “aglutinar en vez de ayudar a separar”; no atacar a quienes piensan diferente, sino escuchar lo que dicen y tratar de entender sus razones para percibir lo que perciben. Creo que debo ayudar a cuantos me rodean a ser mas críticos y menos superficiales en las perspectivas de las situaciones que se presentan.
Me comprometo a no reenviar mensajes que considere incendiarios, poco objetivos, emotivos, que en nada contribuyen a resolver, pero que sí atizan emociones para polarizar aún más. Creo que puedo colaborar en mis relaciones interpersonales, tratando de buscar alternativas de solución, de construir propuestas, de leer y buscar otras posibilidades, de escribirlas, de divulgarlas, de construir y no de destruir.
A nivel del país, mi perspectiva es que urgen programas de corto plazo de reducción dramática de la desigualdad, como la renta básica universal, y la oferta de trabajos gubernamentales en infraestructura, el aumento urgente de los impuestos a los ingresos elevados, a las empresas multinacionales y a las utilidades financieras para financiar estos programas de convivencia e inclusión social. Evidentemente con un gran plan de educación a largo plazo, única solución viable para la transformación de mi país.
Mi última contribución y creo que la más importante será con el voto que deposite la próxima vez, lo cual será mi mejor manera de manifestar mi compromiso con mi país y con la solución de sus dificultades.
Dario Gamboa
Agosto, 2021