Dos escritores de varios artículos aparecidos en este blog están presentes en este comentario de la reciente novela de Luis Arturo Vahos, donde la amistad se concreta en la escritura de una reseña.
Entre Luis Arturo y yo hay una de esas amistades de toda la vida que ha navegado tiempos y espacios sin sufrir mella. Ahora, esta pandemia que todo lo invade nos ha vuelto a encontrar ‒como son nuestras reuniones de los jueves‒ a distancia. Él me insistió en que escribiera estas líneas y yo lo hago agradecido, como deuda de amistad.
Me atreví ‒no sin cierto temor a encontrar algo anodino‒ a atravesar el dintel de la puerta de Semillas de fuego y, como Alicia en el país de las maravillas, algo más fuerte que mis estereotipos me fue jalando, me fue atrapando, sin poder retirar mis ojos del texto.
Cuando abandonaba la lectura, las preguntas siempre eran las mismas: ¿qué te retiene?, ¿qué te mueve a continuar leyendo? Me costó varias decenas de páginas averiguarlo: no era otra cosa que la tensión de la vida, la lucha por sobrevivir, la búsqueda de la armonía y de la paz que traslucía en sus páginas.
El narrador de esta historia es la misma persona de a pie que, a sus 68 años, se propuso correr en cuatro de las más famosas maratones del mundo y lo logró: Londres, Nueva York… Cuando médicamente le habían prohibido volver a correr, para evitar riesgos de salud, y tuvo que hacerlo, asumió el reto de otra carrera que nos regala en esta novela, con la única pretensión de demostrar que está vivo.
Volvamos a mi papel de lector: reconozco el arte, cuando me provoca, cuando me hace evocar. Leyendo Semillas de fuego me provocó ser dibujante, ser director de cine, para traducir en imágenes quietas y en movimiento esas descripciones detalladísimas del espacio donde actúa un hombre del pasado y se sobrepone a diversas dificultades, personales y de grupo.
Volvieron a visitarme Robinson Crusoe, Asterix y Obelix, el Adriano de Marguerite Yourcenar y la pareja de danza compuesta por Liza Minnelli y Mijaíl Barýshnikov.
Es que Semillas de fuego tiene mucho de fundacional, de origen. Al ubicar la acción en la isla griega de Samos, hacia el siglo V antes de nuestra era, Luis Arturo nos lleva a los orígenes de nuestra cultura occidental, a esos ritos iniciáticos cuando los dioses compartían la vida cotidiana con los hombres, sintiendo las mismas pasiones que ellos, cuando una comunidad debía construir normas para sobrevivir en un espacio hostil.
Cuando los nietos y los nietos de los nietos de Luis Arturo se animen a atravesar el dintel de esta puerta, comprenderán que su abuelo encontró esta sencilla forma de trascender y le darán las gracias a la vida.
Jorge Luis Puerta
Marzo, 2021
Vahos, Luis Arturo (2020), Semillas de fuego. Bogotá; Disonex.
7 Comentarios
Que magnifica reseña cargada de emoción, amistad y escrita con lujo de escritor! Gracias Jorge Luis ! Chapeau!
Sin haber leido la novela de Luis Arturo Vahos concuerdo con Dario que la reseña de Jorge Luis Puerta lo deja a uno con deseos de sumergirse en la novela enseguida. Felicitaciones a Jorge Luis. Su reseña captura lo mejor que la novela tiene para aportar a la reflexion sobre la vida.
Jorge Luis, excelente comentario. Muchas gracias
¿Donde puedo conseguir el libro¿ Ya me atrapó
Felicitaciones Luis Arturo. Que sea esta primera novela, una meta más en la larga carrera de la vida.
Obligado leerla. Se consigue en Medellín?
Gracias Jorge Luis por tus amables palabras. Varios lectores de mi novela coinciden contigo en la sensación inicial de no saber qué los retiene para continuar su lectura, hasta que terminan atrapados en ese mundo del pasado a donde los envío a través de la narración. Sólo espero que muchos otros experimenten el placer de su lectura, como viví yo el goce de escribirla.
Jorge Luis,
Gracias por tu compartir tan personal y sentido que nos lleva a querer leer también nosotros “Lágrimas de sangre”. Felicitaciones y que Juliosigas escribiendo para nuestro Blog.