Entré a la Librería Nacional del Centro Andino en Bogotá y le comenté a uno de los dependientes que quería leer algo sobre el comienzo de la vida humana, pues pensábamos hacer un safari a algún país del centro de África. Sin dudarlo, me dijo: “No se arrepentirá, léase estos dos libros: Homo Sapiens y Homo Deus”.
Leí los dos libros sugeridos. Realmente me encantó el estilo periodístico de Harari y, sobre todo, me fascinó la manera agradable como este historiador israelí narraba el cuento de cómo el Homo sapiens ha venido y sigue evolucionando.
En poco tiempo terminé de disfrutar la lectura de Homo Sapiens y Homo Deus. Entonces pensé: tengo que leer El origen de las especies de Darwin, con el fin de entender un poco el proceso de la evolución y, aunque tediosa su lectura, el autor me fue llevando parsimoniosamente por el sendero lento, soñoliento a veces y cargado de casualidades de la generación de la vida hasta el Homo sapiens.
Pues bien, una tarde mi esposa y yo aterrizamos en Nairobi e hicimos un safari, que lo vivimos con un ingrediente adicional: al ensueño y la admiración de paisajes y animales salvajes, en su hábitat natural, le añadimos memorias de cómo hemos devenido y seguimos mudando como sapiens.
En Nairobi iniciamos una gira en avioneta a los parques naturales de Amboselli y Masai Mara. El primer vuelo lo hice en la silla del copiloto. El capitán era un hombre de pocas palabras, lo cual me dio la oportunidad de hacer un recorrido mental desde que hace 3500 millones de años aparecieron los primeros microorganismos hasta que fue surgiendo, poco a poco, el Homo sapiens.
Durante los diez días siguientes se entremezclaban la fantasía de leones en acecho y jirafas elegantes con la imagen de los cazadores-recolectores y vagamundos que se iban asentando, domesticándose ellos mismos, domesticando animales y plantas y, en medio de la revolución agrícola aprendiendo, muy aplicados, a acumular trigo y a planear a mediano plazo.
Asimismo, las migraciones de cebras y wild beasts, miradas desde un globo aerostático, era una vivencia mágica que nos traía la pregunta de por qué aquellos seres primitivos emprendieron un éxodo al Medio Oriente, a Europa y a Asia… De igual manera, cuando nuestro guía-conductor del jeep buscaba pacientemente en las praderas jabalíes, hipopótamos, avestruces y antílopes, llegaban a la mente el lento proceso de la invención del lenguaje y de las religiones y las múltiples formas de gobierno: tribal, feudal, monárquico…
En fin, un safari Hararisíaco.
Silvio Zuluaga
Agosto, 2021
6 Comentarios
Silvio, tu relato, mejor, mas agradable y mas real que los de Harari. Gracias
Excelente, Silvio. Una buena introducción a Harari.
Silvio, felicitaciones por el nuevo concepto de safari haririano. Es abismal y grandiosa la imagen que se abre ante nosotros al ver al ser humano en esa mirada histórica de tantos miles de años de lento recorrido, desde esa África que contemplas desde un globo aerostático hasta Los Andes. para regresar de nuevo hasta el lugar de origen.
Silvio: pasión y sentimiento es lo que transmites y…nos llegas a conmover. Recordé, al leerte, en una visita a uno de los modernos zoológicos de París, nos tocó presenciar -con mis hijos pequeños- la danza del cortejo de apareamiento de dos “jirafas elegantes”, la flexibilidad, la delicadeza…sólo faltó la música. Fue una lección práctica y hermosa, de vida.
Maravilloso artículo. Gracias por compartir con nosotros, especialmente con los que ya no viajamos. Saludos.
Silvio, maravilloso tu relato que nos lleva a los albores de la humanidad cazadora recolectora, con ese toque de humanismo viajando con nuestros antepasados desde tu puesto privilegiado en la avioneta. Casi como “Volver al futuro IV”…